Capítulo 37


Amanda veía preocupada a su sobrina en medio de la sala. Se cruzó de brazos en cuanto ella y Ana expusieron todo el caso. Temblaba de miedo, pero no lo demostraba. No podía hacerlo cuando su sobrina estaba frente a ella demostrando todo cuanto sabía y más aún a lo que se enfrentaba. Preparar a una persona para expulsar a un demonio era cosa de la iglesia. En ese caso, no podían ni debían comunicarse con ellos. Debían hacerlo ellos mismos como círculo, sin embargo la petición de Ana se volvía un problema aunque lo entendía. Ambas sabían quién era mejor para ello y ambas sabían la reacción de Katherine.

—¿Alguien más sabe acerca de esto? —preguntó Amanda.

—Solo Tomás —respondió Ana.

Amanda se dejó caer en el mueble. Cerró los ojos por un momento entre que analizaba qué podían hacer.

—¿Es tan complicado? —preguntó Lily.

—No es eso, es el riesgo de que no resulte para nada. El círculo podría hacerlo más fácil.

—No le veo sentido. Eso es como en las películas, llamar al demonio, expulsarlo en nombre de Dios y...

Amanda enarcó una ceja.

—No, no es así. Lo dije, eso es cosa de la iglesia. Nosotros necesitamos velas, aguardiente, reconocer a quien tengas dentro y purificarte. Necesitamos un día para hacerlo y varios para bañarte. No es solo gritar y que se vaya —comentó Amanda. Arrugó la frente en cuanto vio a Lily de cerca—. ¿Lo has sentido? El demonio.

Lily lo meditó.

—No, no como ese día que lo vi tan cerca; a veces creo escucharlo, pero solo en los silencios... ¿Cuándo será? —preguntó en cambio.

Ana observaba la premura en Lily. No era fácil convivir con algo así, con alguien que te habla y escuchas cuando todo está en silencio.

—Necesitaré unos días. —dijo.

—Hay otra cosa. La presentación es dentro de dos días. Lily quería intentarlo hoy, por eso vinimos a verte —comentó Ana.

Lily había bajado los hombros en cuanto supo que no sería ese día. La presentación era el día de su salida. El día que deseaba echarle en cara a su madre que ya no danzaría. Aunque no estaba segura si eso importaba teniendo en cuenta todo lo que sabía.

—¿Puede ser después de la presentación? —preguntó.

—¿Podrás manejarlo? —preguntó Amanda en contraparte.

Ella no lo sabía. No estaba segura de nada, pero se obligó a asentir porque al final de cuentas, se sentía que nada estaba en sus manos.

—Amanda, ¿usarás el círculo? —inquirió Ana

Amanda no respondió. Aún consideraba la petición. Ana ya no estaba tan segura de que todo el círculo se reuniera aún cuando parecía la mejor opción. Su mente recordaba el castigo y dolía. Fue físico, no involucró su don por lo que podía ayudar si el círculo lo requería.

—Te diré después. Lily, haz tu presentación, trata en lo posible de controlarlo y luego lo haremos ¿Entendido? —inquirió Amanda.

Lily asintió con la cabeza. Se levantó del mueble con las ideas claras aunque no negaba que sentía temor.

—Gracias, tía.

...

Diego esperaba. Un simple mensaje era lo que bastaba para saber si podía verla en ese momento, sin embargo no aguantó la espera de una respuesta. Llegó hasta la residencia y se quedó en la zona verde donde una vez vio a Lily. Siempre que iba ahí encontraba relajante quedarse en medio de los edificios y observar la nada, pues no había movimiento más que él en medio de la zona. Esa vez no fue igual, vio a Jenny salir apurada con un Ángel detrás de ella. Le extrañó mucho, pero la persona que esperaba ya se encontraba frente a él.

Lily bajó la cabeza por un momento, se tomó de las manos con nerviosismo y observó por encima de su cabeza a una Ana que la espiaba desde la puerta de la residencia. Ana trató de evitarlo, pero encontraba que su amiga se estaba revelando y aún cuando le gustaba la idea, la puerta de Diego podía complicarle más.

—Hola, ¿huyes de tu amiga? —preguntó Diego.

Lily lo observó con sorpresa. Deseaba que Ana se metiera en sus asuntos.

—¿Quieres ir a otro lado? —inquirió ella en cambio.

Ahora Diego era el sorprendido.

—Claro.

Lily ya no podía ver la cara de Ana, pero bien que la imaginaba. Seguro le escribiría diciéndole que actuaba mal, pero ¿No había sido ella quien la empujó al encuentro con Diego? ¿Cuándo cambió de opinión? Solo le hizo falta saber que él no era un chico cualquiera para evitar que lo siguiera viendo. Aunque, no podía echar tierra sobre Ana de esa forma. Ella misma se sintió desprotegida y amenazada luego de que alguien que Diego le presentó, la secuestró.

Sin embargo, había múltiples diferencias. Diego siempre actuaba gentil y amable ante ella. No había rastros de querer lastimarla. Y cuando la encontró husmeando en el morro, él fue quien la alejó de todo eso. En su mente, Diego era una opción viable y si Ana tenía razón, él ya sabía del demonio en su interior que diseñaba palabras inconexas que ella trataba de eliminar.

—Ha pasado tiempo —musitó Diego.

Lily hizo una mueca.

—Más del que imaginé. Bueno, nos vimos hace poco —recordó.

—No, eso no fue nada en comparación —respondió.

—¿Cómo has estado? —preguntó Diego.

Ambos caminaban por el paseo con el viento removiendo la falda de Lily y la cabellera de Diego. Sus ojos se posaban sobre ella como una luz que sólo podía alumbrarla y ella se sentía segura ahí.

Eso era lo que diferenciaba a Diego de todos los demás.

—Supongo que bien. —respondió—. Ha sido todo un descubrimiento. Ha sido difícil a veces. Yo... no sé cómo enfrentar todo esto.

—Ellos te lo dijeron —afirmó Diego.

Lily asintió con la cabeza.

—No les quedó de otra. Fui de frente y no podían ocultarlo más —dijo—. Sé que lo he complicado más, y más por esto...

—¿Esto?

Diego observó la forma en que Lily señalaba su pecho. Tenía dudas. Había visto algo nuevo en ella, algo que no había sentido antes y que atravesaba sus ojos.

—Sé que lo sabes. Ana dijo que te habías dado cuenta —lanzó Lily.

—¿Qué es?

—Un demonio.

La mirada de Diego se tornó sería e irreconocible.

—Ana y Tomás piensan que se quedó conmigo cuando fui al Morro. Que desde ese día se pegó a mí.

—¿Te has sentido bien? ¿Hay algo...?

—No, no. Yo... lo vi una vez, pero luego se desvaneció y no volvió más. Solo lo escucho. A veces. Estamos buscando la forma de deshacernos de él. —comentó ella.

—¿Cuándo? —inquirió Diego..

Lily no sabía si era factible decirlo, tenía tan presente la negativa de Ana que en ese momento sólo podía escucharla.

—Puedo ayudar —murmuró.

—El jueves. Después de mi presentación.

Diego ladeó la cabeza confuso.

—Lago de los cisnes. No creo que no sepas, Paty se moría por el papel —comentó.

—Lo recuerdo. Estaré ahí —dijo simple.

Lily lo observaba preguntándose dónde, lo que hizo que Diego se sonriera.

—En la presentación y en la salida, si así lo deseas —dijo tras un guiño de ojo.

Ella se ruborizó. Asintió con la cabeza varias veces, nerviosa y entusiasmada al mismo tiempo. Sabía que podía contar con él aún cuando él resto se negara.

—A ellos no les va a encantar la idea. Dicen que la presencia d e otro círculo, bueno... no es lo mejor.

—Es cierto, pero no lo complicaré. Seré solo una extensión o lo que sea por ayudarte. Lily, yo debo pedirte muchas disculpas por todo lo malo; aun así quiero seguir formando parte de tu vida en la forma que tu desees —murmuró él.

Dio un paso hacia ella y la respiración de Lily ya se tornaba lenta. Se perdió en los ojos de un chico que había sido increíble con ella, ¿le importaba quien fuera? No. La respuesta era simple así como su acto. Ese deseo estaba intacto. Diego tomaba del rostro de Lily con ternura entre que sus ojos se posaban sobre sus labios y algo en él le pedía que reaccionara. Sí. Le gustaba Lily. Lo había confesado cuando antes se había negado. Esa chica se había metido en su mente con sólo verla una vez y otra vez y otra hasta que se quedó ahí.

Empujó sus deseos y rozó sus labios con los suyos. Tomó del labio inferior de Lily y saboreó la dulzura en ellos. Se moría si dijera que no quería tocar su piel con los dedos pero al estar en plena calle debía medirse. Lily se sentía en una nube, en lo alto del cielo; quizás en la estratosfera. Perdió el piso con solo tocar sus labios y su corazón latía desesperado por quedarse ahí, pero no podía. Diego se detuvo, observó las largas pestañas de Lily, su rostro absorto. Se sonrió. Depositó un beso sobre su frente y con ello logró que Lily despertará de su ensoñación.

El viaje de vuelta fue silencioso, pero agradable para ella. Se habían hecho una promesa y le causaba curiosidad que siempre fueran el mismo día. Se sonrió presa de sus pensamientos que él notó. Estaba en ellos esa mirada llena de tantos sentimientos y emociones que los dejaba inquietos, pero que buscaban controlar. Diego se movía entre el deber y el querer. Lily se sentía especialmente tranquila de estar ahí. Dentro de un auto con el sonido de una banda de fondo a la que no prestaría mayor atención.

En cuestión de minutos se obligó a salir del auto. Aun cuando no lo deseaba. Cuando se sentía plena por un momento y no había nada más. ¿Cuánto había causado Diego en ella en solo un par de horas? Se sonrió y siguió su camino. Quería pensar en otras cosas, pero seguía en las nubes,  quizás se quedaría ahí hasta que el mundo le dijera que debía tocar tierra otra vez.

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