Capítulo 33


Diego notaba la molestia en el rostro de Jenny.

Que Constanza dijera con tanta facilidad la realidad no la dejó bien, sin embargo no habría forma de contradecir lo visto. Cuando un anciano dice que no se puede, parece tonto seguir intentando. Que Joshua muera es un acto que ocurrirá en cualquier momento, solo debían estar con él. Protegerlo.

—Hay que protegerlo —dijo Diego de pronto.

Jenny giró a verlo aun decepcionada de lo que había escuchado. Sus ojos parecían perdido en los segundos anteriores, la mirada extraña que se mantenía en ella hizo que él continuara.

—A Joshua, a la turca, a Nat, a todos —dijo.

A todos.

Incluso Natalia podía morir en cualquier momento. Aun cuando sus sentimientos por Nat habían cambiado, no podía evitar sentir nostalgia por todo lo que habían pasado juntos. Quizás por eso soportaba su mal genio, su desplante, su corazón dolido.

—¿Cómo? ¿Cómo proteges a alguien de sus sueños o pesadillas o de lo que sea que vaya a suceder si no sabemos cómo sucederá? —preguntó inquieta.

—No lo sé, la verdad es que no tengo idea. Solo sé que no podemos dejarlos solos ¿O sí? —preguntó Diego contrariado.

Miraba a Jenny y luego a la avenida tan repetidas veces que empezaba a cansarse. La chica a su lado luchaba con los nervios. Lo veía en el leve temblor de sus dedos los cuales presionaba con fuerza.

—Si vamos a protegerlo... ¿Puedes dejar de buscar a Lily? —inquirió.

Jenny sopesó sus palabras. Lo meditó hasta el último segundo en que su mente divagaba con todo lo que había sentido. Lily caminaba hacia sus pensamientos vehemente y es que, una parte de ese circulo empezaba a fragmentarse como si fuera una hoja de papel, ella veía el principio de cada suceso y Lily estaba ahí.

—No sé... No quiero culparla de nada, pero cada vez que remonto hacia atrás... Ella está ahí —musitó.

Presionó sus labios con fuerza, de la misma forma en que tomaba de sus manos. Se lamentaba de sus pensamientos. Meros intrusos que querían inculpar a alguien de cada desgracia cuando había algo más sobre ellos. Jenny sentía que cada cosa que sucedía era consecuencia de algo más y aunque se encontraba ahí, reprochando por la presencia de Lily, no podía señalar a una persona que ni siquiera tenía idea de lo que era.

—Me estoy concentrando en ustedes ahora mismo —Aclaró  él con un tono grave.

Jenny resintió aquel tono como un regaño al inmiscuirse y traer a colación a Lily.

—Es que... ¿Será que esto que esta pasando es por algo más? —preguntó asustada.

—No lo sé, pero es costumbre que no siempre andemos como si nada ¿Verdad? —Se mofó. La miró por el rabillo del ojo, sospechaba que lo dicho no la calmaba—. Sea lo que sea haremos lo mejor que podamos. ¿Bien?

Él sabía que no podría con todo, que en algún momento caerían como siempre ocurría. Solo debía ser consciente del momento en que eso pasaría y estar listo. Si es que se puede estar listo para algo tan severo como la caída de alguien del circulo o la muerte de otro. En ese punto él también se preguntaba si todo lo que ocurría no sería por algo más que no veía. Que los estaba consumiendo poco a poco como una vela que se consume. Diego se estacionó frente a la residencia de Jenny. La chica a su lado tragó hondo volvió la mirada a Diego quien se mantenía ido hilvanando sucesos en su mente.

—¿Vendrás? Los chicos deben estar esperando —comunicó.

—Sí. Lo siento.

Procedió a salir del auto e ir justo detrás de la chica.

Si era capaz de dar un inicio a cada suceso también pensaría en la llegada de Lily a su vida, pero él ya estaba en problemas desde Nina.

Nina.

Una mujer adorable, trigueña, con un corazón inmenso que se consumió así misma en un deseo que se volvió un carroñero en su mente por culpa de él... Diego entró en el apartamento como una sombra, sin embargo no pudo perderse en la oscuridad donde no alcanzara la luz pues ahí estaba parte de su circulo. Esperaban una respuesta. En los ojos de Joshua casi gritaban "dame esperanza", pero luego de unos segundos entendió que no la había. Joshua observó a Vanessa y tomó su mano con aprehensión. Le quedaba ella. Diego hizo mueca.

Jenny se sentó al lado de Joshua y tomó su otra mano. Había entrado en su mente sin desearlo, cual intruso se metió en sus miedos y se combinó con los de ella.

—Te protegeremos. Lo haremos —musitó.

—¿De la muerte? —preguntó Nat irónica—. ¿Es así? ¿No podemos hacer nada? —volvió a preguntar, pero esa vez le hablaba a Diego.

Él negó con la cabeza.

—Mi abuela lo confirmó.

—¿Hablaste con un anciano? —inquirió Vanessa.

—Estaba en la casa. Me dio un susto de muerte cuando la vi, pero no dijo nada. Solo lo que queríamos saber. —comentó Jenny.

—Si esa es la única solución propongo hacer guardia, aunque te queremos mucho Vanessa, no puedes estar sola con Joshua. Alguno de nosotros debe estar con ustedes y esa idea del Sunset se debe cancelar. Habrá demasiada gente, no podemos dividirnos y...

—No —respondió Joshua.

El chico observó a Ángel y repitió:

—No. No cancelaremos el Sunset; puedes hacer las guardias que quieras, pero no dejaremos la salida.

—Joshua... —susurró Jenny

—Si me voy a morir por lo menos que sea disfrutando el último segundo de mi vida —recalcó.

—Quizás le estamos dando mucha importancia y no suceda... ¿No? —farfulló Jenny en un desastroso intento de ser positiva. Sin embargo el silencio le demostró que sus palabras no tenían sentido.

—Esta bien. Iremos. —zanjó Diego.

Ángel observaba a Diego cada tanto en lo que se movían por el circuito principal camino al edificio donde trabajaban. No estaba del todo convencido de que ir a un evento fuera la mejor idea aun cuando las razones de Joshua fueran válidas. ¿Cómo protegerías a una persona en un evento al que irían cientos de personas? No lo hacías. Simplemente lo que sucedería sería y ya.

—No es buena idea, pero él debe decidir qué quiere hacer. No estará solo, necesito que alguno de los dos estemos todo el tiempo con él. No podemos separarnos —dijo Diego.

—Suena a que morirá ahí...

—¿No decías que mejor era cancelar?

—Porque no tenemos idea de cuándo será, ¿tu sí? Por eso decía que es mejor no ir ¿Te imaginas otro muerto en una fiesta? Esta vez no estará Esteban cuidándonos las espaldas. De hecho, esta vez no estará nadie —dijo en tono serio.

—¿Desde cuando te preocupa quién esté o quién no? —inquirió Diego en tono burlón.

—Siempre me he preocupado. Tener un hada madrina es buena señal. Ese evento no lo controla Esteban. Es de humanos, simples. Tontos e ignorantes —Se mofó.

—Los humanos podemos ser ignorantes pero de tontos, déjame dudar un poco —comentó Diego.

Ángel alargó una sonrisa en sus labios. Entendía por qué lo decía, después de todo. Vio el edificio donde Diego estacionaría y procedió a bajar primero.

—Entonces, ¿Sunset? —inquirió levemente preocupado.

—Sí.

—Bien —Ángel cerró la puerta y echó a andar.

Diego iría hasta la oficina de su padre a hacerse cargo de la empresa familiar mientras pensaría en cada uno de los sucesos por los que había pasado hasta entonces. O simplemente dejaría que el tiempo pasara sin nada más que lo atormente. Imposible. En su mente seguía la imagen de Nina. Su inicio.

...

—¿Sabes cuándo será la presentación? —preguntó Ana.

Acomodaba los edredones que habían usado para dormir en la sala de estar. El día pintaba bien para ambas, a ojos de Ana. Su amiga lucía con mejor cara luego de la larga discusión que tuvieron la noche anterior. Sin embargo no dejaba de atormentarla el hecho de que, de alguna forma, debían despojar a Lily del demonio que se había metido en su vida. El cómo era lo que más le molestaba. Sacó aquello de su mente y prefirió concentrarse en Liliana.

—Es en una semana. Estos han sido los días más largos de mi vida. Entre la universidad y Evangeline me estoy quedando sin energía y a eso debes sumarle que me acabo de enterar que estoy en vuelta en un tipo de secta —dijo sin pensar, sin embargo se retractó al ver a Ana—. Perdón. No quise...

—No te preocupes. Ya me acostumbré a vivir así —respondió.

El daño estaba hecho. Lily resopló. Se dejó caer sobre el mueble luego de dejar las almohadas apiladas una sobre otra.

—¿Sabes por qué Tomás salió tan temprano? —preguntó Lily.

—Hace revisiones. —contestó simple.

La cara de confusión en Lily le hizo recordar que a pesar de saber dónde estaba metida, algunas cosas no habían sido aclaradas. Tomó asiento a su lado y se acomodó para verla.

—Te hemos dicho lo que eres, pero no lo que somos nosotros. Tomás, Tomás es un cazador. El circulo amerita de un cazador para defenderse de otros circulo o de cualquiera que quiera interferir con lo que nosotros hacemos. —Ana veía en los ojos de Lily que aquello solo le interesaba y la angustiaba más—. Tu lo has dicho, somos como una especie de secta. ¿De qué viven las sectas, Lil?

Lily palideció.

—Hay muchas personas involucradas, y todas saben cómo actuar. Nuestro circulo es pequeño, pero no por eso dejar de ser fuerte. Tomás se encarga de muchas cosas, entre ellas cuidar de ti. Porque si bien cada uno de nosotros tenemos un deber, el principal siempre es estar contigo. Una persona como tú en un circulo no puede existir. Si los ancianos te reconocen, te asesinarían como si fueras un león en plena África —Lanzó Ana.

Lily tragó hondo, respiró profundo con la vista puesta en el horizonte. Todavía no lo entendía. Aun cuando creía que sí, la realidad era que aún no sabía qué era, qué hacía ni lo que debía hacer.

—¿Por qué? —inquirió

Ana dudó.

—¿Por qué... me asesinarían? —Formuló mejor la pregunta.

—Porque eres una inhibidora. Atraes seres que deben mantenerse en otro plano. Eres como un jarrón vacío que pueden tocar si lo quieren. Yo a veces no lo entiendo.

—¿Solo eso? ¿Puedo hacer algo más? —preguntó con intensidad.

A través de sus ojos Ana notaba cierto brillo.

—¿Diego te dijo algo más? —inquirió Ana en cambio.

Ella negó efusiva.

—Esteban Velázquez. —respondió.

—En personas que tienen un don dado por el circulo, pudieras disminuirlo.

—Pero esto no es cosa de brujería —lanzó Lily—. Siempre son que si ofrendas, demonios, cosas que te quitan el alma, no lo sé. Esto parece sacado de... Es ridículo.

—Yo pensaba igual —musitó Ana—. ¿Dones en una secta? ¡Nah! No somos mutantes, no lanzamos rayos de las manos... Pero he visto lo que es el círculo y es igual de horrible o peor. He visto a Katherine Jiménez hacer cosas que pudieran quitarte el sueño por días si no es por años. De la misma forma en que muchos... de la misma forma que lo he hecho yo.

Una gota recorrió la mejilla de Ana. Ella agachó la cabeza y se movió del mueble antes que Lily pudiera decir algo.

—Das algo a cambio. Siempre. Es selecto. No puedes... No puede ser cualquier cosa. Los dones son tonterías que se inventaron un par de críos generaciones antes que nosotros. —dijo Ana con la voz entrecortada.

—Ana. ¿Podemos hacer algo? —preguntó.

Ana sonrió.

—Tú. Yo no, ni Tomás o tú mamá. Tú. El jarrón vacío. Pero primero debemos alejarte de lo que sea que arrastraste contigo. Hay una fecha específica para cosas así.

—¿Qué, el 30 de octubre? —Se mofó Lily.

Ana no respondió al intento de burla. Sin embargo si debían hacer una expulsión, cosa que logró hacer una mueca en su rostro ¿Importaba el día?

—Terminemos con esto y vayamos a clases. ¿Debes ir a la academia hoy? —preguntó Ana.

Cambió el tema de un momento a otro que Lily solo pudo pensar que sí debía ser el 30 de octubre, pero ese día estaba lejos de llegar. Tomó sus pertenencias y organizó el restante. Ambas bajaron del edificio, pero Ana se detuvo antes de seguir.

—Será antes. —Concluyó.

La seriedad en el tono de Ana mantuvo a Lily anclada al piso hasta que reaccionó.

—Gracias.

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