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|| [3 MESES ANTES] ||
R A F A E L L A
Tome un sorbo de jugo mientras esperaba a Nathaniel, este chico seguía con la manía de hacernos llegar tarde al instituto.
Estaba sumida revisando mis redes sociales hasta que Lía me interrumpió.
- Señorita Rafaella, hay alguien que la busca en la puerta.
- Hazlo pasar Lía. - le sonreí.
- Ya lo intente pero la persona insiste en tratar los asuntos afuera. - rodé los ojos. - Se encuentra en el portón principal.
- Muchas gracias, ahora lo atiendo.
Tome mi bolso de la mesa y lo colgué a mi hombro, me puse de pie y comencé a caminar hacia la entrada de la casa.
Tuve que cruzar el jardín principal para poder llegar hasta el portón, cuando abrí la pequeña puerta de este me tope con quien menos esperaba.
- Entiendo que es una sorpresa verme pero quita esa cara de ostia. - se encontraba recargado en un pequeño auto rojo mientras fumaba un cigarrillo, observe su rostro y puede notar aún unos ligeros hematomas.
- Me sorprende verte Nano, ¿Cómo lo llevas?. - señale su rostro.
- Creo que bien, no es algo que me preocupe. - asentí. - Vengó por aquí a agradecerte como actuaste esa noche conmigo, no tenías ninguna obligación y aún así lo hiciste.
- Se reconocer cuando alguien está en problemas y nunca está de más ayudar.
- No eres igual a todos los de ese matadero. - exclamo.
- Tu hermano me lo decía seguido. - reí y mire mis manos. - Pero todo está en la educación.
- Ahora entiendo, tu eres la chica por la que está colado el Samu, vaya.
- No te equivoques. - Nando suspiro.
- No entiendo que cojones se trae entre manos Samuel, pero tarde o temprano eso le hará daño, y me preocupa demasiado.
- Es tu hermano, supongo es normal. - me acerque levemente hacia el.
- Samu se está desviando de su objetivo, se que no soy nadie para pedirte esto niña pero necesito que me ayudes a encaminarlo un poco. - suspiré.
- Nano, sin conocerte me caes muy bien gracias a que no tienes miedo en decirle sus verdades a los pijos. - ambos reímos. - Pero no me pidas eso, yo tenía toda la intención de ayudar a tu hermano, pero ya no lo conozco.
- Uno a veces puede perder la cabeza al enamorarse, Marina fue su primer amor y se la arrebataron, en realidad yo se la arrebate. - asentí entendiendo a lo que se refería. - El nene está perdiendo la cabeza por conocer la verdad y por librarme a mi de esa mierda, solo no quiero que termine como yo.
El chico bajo su rostro abatido, entendía su sentir, yo por Nathaniel y Antoine daría hasta la vida, pero en este caso me era imposible ayudarle.
- Te entiendo, pero si Samuel quiere hacer así las cosas, ni aunque nosotros lo corrijamos mil veces el lo dejara. - Nano solo asintió.
- Gracias por escucharme niñita. - reí.
- Oye que unos años de diferencia no están tan mal. - el me analizo de arriba a abajo.
- Debo admitir que no. - ambos reímos.
- Ya, dame tu celular, anda. - el chico saco su teléfono de uno de sus bolsillos y me lo tendió. - Tal vez no lo tomes en cuenta pero, si llegas a necesitar cualquier cosa no dudes en buscarme. - sonreí.
- Probablemente te invite al traste antes de irme. - agregó.
- ¿Cómo que irte?. ¿Qué no tienes la condicional?.
- Hago más lejos, mientras estoy aquí todo lo que toco se pudre Rafaella. - me miro fijamente.
- Pero te pueden cargar en la frontera Nano, eso no le serviría a tu familia.
- Que más da, no me queda nada aquí, ni si quiera mi familia me puede ver más. - me compadecía del chico.
- ¡Ella!. - escuche que exclamaron a mis espaldas.
Me gire y observe como Nathaniel se acercaba hacia nosotros.
- Otro cotilla. - menciono Nano antes de que mi hermano llegara hasta nosotros, ganándose un golpe en el hombro por mi parte que termino en una risa de el.
- Llevo rato buscándote. ¿Qué hace el aquí?. - cuestiono mi hermano.
- Nano el es Nathaniel, mi hermano. - ambos se brindaron un asentimiento de cabeza como saludo. - Fue el quien llamo a emergencias.
- Te agradezco. - hablo el ojiverde con sinceridad.
- No es nada, se me da. - reímos. - Rafaella es mejor que vayamos, tenemos cole y nos llevara...- mi hermano se vio interrumpido.
- ¿Qué hacen ahí parados?. - cuestiono mi padre quien iba saliendo con su auto de la residencia, este abrió la puerta del mismo, bajo y se acerco a nosotros. - ¿Quién es el?.
- Mucho gusto señor, Fernando García. - me sorprendió que el moreno se presentara, y mas cuando mi padre le brindo un apretón de manos.
- Nathaniel Borgues y el gusto es mío, tu nombre me suena, ¿Eres compañero de mis hijos?. - mire a Nate tratando de pedirle ayuda para que papa no investigara mas, pero mi hermano decidió hablar cargándola mas.
- Pá, el es Nano, uno de los chicos de los que te hable el otro día. - mi padre me miro.
- ¿Hermano de Samuel García?.
- El mismo. - intercedió Nano. - Disculpe si mi presencia es una ladilla aquí, mejor me retiro. - el chico se dio media vuelta con amago de entrar en su auto pero se vio detenido por la mano de mi padre en su hombro.
- Ninguna molestia, al contrario. - sonrió el hombre que me dio la vida. - ¿Qué te parece entrar a casa y hablar de negocios conmigo?. - Nathaniel sonrió al escuchar sus palabras, no entendía que se traían entre manos.
- Papá ya vamos tarde al colegio. - mencione tratando hacerlo desistir a su idea.
- No hay problema que la tía no comprenda, así que adentro todos.
En ese instante Fernando me miro y alzo los hombros desentendido, pero comenzó a caminar tras mi padre mientras Nathaniel abrazaba por los hombros al mayor de los García.
Esta actitud de papá me preocupaba, solo esperaba que no fuera fuente de algo malo.
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|| [ÉPOCA ACTUAL] ||
66 HORAS DESAPARECIDO
- Henos de nuevo aquí Rafaella, ¿No te incomoda?. - la detective soltó hacia la muchacha.
- Si fuera culpable de algo probablemente lo haría, pero yo estoy bien. - sonrió la castaña. - Aunque, ya que estamos con cuestionamientos, ¿Sabe algo sobre mi hermano?.
- No Ella, aun no. - la mujer pauso logrando que la chica se tensara. - Pero lo que si se es que aún Nano sigue sin aparecer y sin dar señales de vida.
- Eso ya se lo dije, Nano se fue de aquí gracias a mi padre, quien por cierto esta muy en desacuerdo con que nos pregunte sobre ese tema a Nathaniel y a mi cuando puede referirse con el sin problema, ¿Y sabe que mas?. - Rafaella recargo sus codos en la mesa encarando a la mujer que se removió en su sitio. - Esta pensando seriamente en mover a sus abogados ante la falta de respuesta hacia el caso de mi hermano.
- ¿Me estáis diciendo esto como una amenaza?.
- Por supuesto que no, que si usted lo percibe así no es mi problema. - Rafaella se recargo en su asiento. - ¿Puedo retirarme?.
- No. - respondió tajante la detective. - Acabamos de empezar.
Ante esas palabras la castaña rodó los ojos, estaba cansada de todo el circo de los policías cuando era más que claro, que el asesino estaba frente a sus ojos pero estos se negaban a aceptarlo.
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|| [3 MESES ANTES] ||
R A F A E L L A
Me encontraba con mi madre en la cocina de casa, ella se había tomado el día libre para pasarlo con nosotros.
Estábamos cocinando su famoso tiramisú, era uno de los postres destacados de su pastelería.
- Bueno solo esperamos que enfríe y listo. - cerro la puerta de el refri. - Ahora señorita a ordenar todo esto.
Asentí y comencé a ayudarle a asear la cocina, mi madre se encargaba de guardar los ingredientes que utilizamos mientras yo ponía todos los trastos sucios en el fregador, en cuanto estuvo esto, limpié la isla de la cocina y di por terminada mi labor sentándome en uno de los taburetes.
- Bien cariño creo que es todo. - mi madre hablo y se acercó a mi lado. - Ahora que estás aquí creo que es buen momento para ponernos al día tenemos mucho sin hacerlo. - solo asentí. - ¿Cómo va el instituto?.
- Bien Má, lo normal, clases tras clases. - sonreí a medias, si supiera lo que es ese lugar.
- ¿Y las notas?. - me miro fijamente.
- Perfectas como siempre. - sonrió.
- Esa es mi nena. - de acercó y dejó un beso en mi frente. - Oye y este chico, cómo se llamaba. - sabia a donde se dirigía su pregunta. - Samuel, ¿Qué pasa entre ustedes?. Tienes mucho sin salir con el.
- Nada pasa mamá, el y yo no tenemos relación alguna. - mire mis manos.
- Cariño. - ella me abrazo. - No se que haya pasado entre ustedes pero las relaciones vienen y van, más aparte, eres preciosa y toda una Borgues, así que me alegra que lo estés superando tan rápido. - acarició mi mejilla.
- Gracias. - me afirme a su abrazo, si tan solo supiera.
Seguimos por unos minutos así hasta que Mina, otra de las empleadas apareció.
- Señora Alba, uno de sus proveedores la busca en la puerta. - pude sentir como mi madre se tensó. - ¿Lo hago pasar?.
- No. - contestó al instante. - Ahora salgo. - Mina solo asintió y desapareció mientras mi madre deshacía nuestro abrazo. - Tengo que atender esto corazón, quedas pendiente del postre. - me guiño y salió de la cocina.
Suspiré, menudos locos eran todos, decidí tomar uno de los recetarios de mamá de un estante de la cocina y comencé a hojearlo con la intención de distraerme.
Fue hasta que escuché que una melodía retumbaba en la entrada de la cocina que alce la vista, preste atención y era Antoine con la pequeña bocina que le había comprado papá.
Mi pequeño hermano entro bailando de una forma rara, pero sintiendo el ritmo de la música mientras cantaba.
- ¡Por que mi cintura! ¡Necesita tu ayuda!. - cantaba a todo pulmón. - Ella baila conmigo.
- Que dices Anto, anda bájale a eso. - reí.
- ¿Cómo que le baje?. Esta es una gran composición. - expresaba mientras seguía bailando. - Hermana por favor, sabes que es nuestra canción. - hizo un puchero.
Rodé los ojos, bien era cierto que siempre que se le ocurría cuando era aún más pequeño, yo le reproducía esa canción y bailábamos juntos, así que no me quedo más que ponerme de pie y bailar a su lado.
- Eso es hermana, déjalo fluir. - reí ante sus palabras.
- ¡ Y bajando, bajando, eh, olvidando, olvidando que estoy bailando, bailando, eh, y así hasta el amanecer!. - comenzamos a cantar al unísono.
Mi hermano me tenia muerta de la risa con los pasos que inventaba y viceversa, debía admitir que ver a Antoine ser feliz era una de las cosas que más me llenaba en el mundo, y siempre hacia todo lo posible por qué se mantuviera así.
- ¡Vamos Ella el gran final!. - mi hermano comenzó a implementar la Macarena, cosa que le imite.
- ¡Mi cintura, cintura!. - gritamos juntos al terminar la canción, al instante lo abracé mientras el carcajeaba, amaba a este niño.
Nos separamos de un momento a otro cuando escuchamos como alguien aplaudía a nuestras espaldas, mire al responsable y mis mejillas comenzaron a calentarse.
- ¿Cuánto llevas ahí?. - pregunté.
- Lo suficiente para darme cuenta que ambos lo hacéis muy bien. - rio.
- ¡Hola Guz!. - mi hermano salió de mis brazos para dirigirse hacia el chico de las pecas y choco puños con el.
- ¿Cómo te encuentras Anto?. - ambos ignoraban mi presencia.
- De maravilla, espero que tu igual. - sonreí ante la educación de mi pequeño hermano, era mas que claro que lo que le hacia falta a Nathaniel de cortesía Antoine lo tenía de sobra.
- Creo que he tenido días mejores, pero no me quejo. - sonrió a medias el rubio y lo mire.
- Espero que todo mejore amigo, bueno ya baile con mi hermana, era lo que necesitaba, ahora me retiro, cuídate Guz. - Antoine le brindó un abrazo rápido y salió corriendo hacia su habitación.
- Es un hombre grande, pero pequeño. - reí ante las palabras del chico de las pecas.
- Que te puedo decir. - sonrió, le indique que tomáramos asiento en los taburetes de la barra.
- Quien pensaría que la gran Rafaella Borgues es toda una bailarina profesional. - deje un golpe en su hombro logrando una risa de su parte.
- Tonto, pobre de ti que divulgues algo de esto. - reí y el se limito a brindarme una sonrisa. - Ahora dime, ¿Qué te trae por aquí?.
- Me extraño no veros hoy en el instituto. - asentí.
- Bueno a mi padre y Nathaniel les surgieron asuntos que resolver cuando salíamos para el cole, así que ellos se quedaron por la ciudad y yo regrese sola a casa. - mentí.
- ¿Eso quiere decir que Nate no se encuentra?. - asentí. - Mierda, tenemos trabajo en grupo, que por cierto estas con...- se vio interrumpido.
- ¡Cari!. - soltó Lu, desde la entrada de la cocina, noté como rodo los ojos al ver al chico de pecas a mi lado.
- Te veo en la sala en cinco Lu. - la castaña asintió y dio media vuelta dejándonos de nuevo a solas. - Aun no te puede ver, ¿Cierto?. - Guzmán negó.
- Y créeme que duele, por que a pesar de todo Lu es alguien especial para mí. - rodé los ojos. - ¿Que?.
- Hombre tenias que ser. - me puse de pie. - Te quedas en tu casa Guz. - recalque el apodo que mi hermano le brinda y salí de ahí directo a la sala.
Entrando a esta noté como Lucrecia había acondicionado la mesa de centro como nuestro lugar para hacer tareas regando un par de cuadernos, lápices y lapiceros, así solo tome asiento junto a ella en la alfombra del lugar.
- ¿De que va el trabajo?. - cuestione tomando uno de los cuadernos.
- Una investigación vana sobre la Batalla de Lepanto. - asentí. - También te traje los deberes y apuntes de otras asignaturas. - señalo la pila de cuadernos al otro extremo de la mesa.
- Te debo la vida. - la abrace por los hombros. - Comencemos.
Y así fue como nos enfrascamos en una investigación de dos horas.
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Lucrecia y yo reíamos al ver los videos divertidos que aparecían en Instagram.
- Dios mío esa chica si que es una estúpida, ¿Quién se perfora así la nariz?. - ella cuestiono, y me limite a alzar mis hombros desinteresada mientras mi vista seguía en mi celular. - Tengo que contarte algo Ella.
Deje el aparato en la mesa y mire con atención a mi amiga.
- Te escucho. - sonreí.
- Hoy tuve una conversación con Samuel, ya que por casualidades de la vida me vi forzada a pedirle un favor. - asentí dándole a entender que continuara.- Pero, a cambio de ese favor, el me pidió que le ayudará a tener una ultima conversación contigo.
- Lucrecia de verdad...- la chica me interrumpió.
- Le dije que no. - pauso. - Se que el ha sido un cabrón contigo, y no iba a permitir que volviera a acercarse a ti, mucho menos después de ver la clase de salvaje que es. - suspiré al escuchar como ella se había preocupado por mi, ahora me vería forzada a hacer algo que no debía.
- Acepta.
- ¿Que?. ¿Estas loca?. - ella me miro sorprendida.
- Lu, si hablaste con Samuel, es por que de verdad tienes una necesidad muy grande de que te ayude, así que acepta. - ella me miró por unos segundos y después me abrazo.
- Gracias Ella, eres una chica realmente maravillosa. - soltó sin mas, ganándose una sonrisa de mi parte.
- Para eso estamos las amigas, ¿No?. - ella se separo y me miró ofendida.
- Tu no eres mi amiga, eres mi hermana bitch. - yo reí ante sus palabras.
Sin duda en poco tiempo había encontrado en Lucrecia la amistad que nunca había conseguido en nadie mas.
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Entre al salón acompañada de Ander, quien abrazaba mis hombros mientras yo rodeaba su torso con mi brazo, rodé los ojos al escuchar la conversación que mantenían parte de los encineros.
- ¿Por que no le denuncias?.
- A penas me toco. - pronuncio con pesar Carla.
- Vale, ¿Y que esperamos a que te mate para ir a comisaria?.
- Bueno Guzmán, bienvenido a la puta realidad. - pauso la chica. - Cuando una mujer denuncia a un tío es la palabra de uno contra la del otro, lo mas probable es que a quien no crean sea a ella. A demás lo ultimo que quiero es que ese cabrón vuelva a la cárcel, todavía mas cabreado conmigo que ahora.
Una carcajada salió de mi al terminar de escuchar las palabras de la marquesa.
- ¿Qué es tan gracioso Rafaella?. - cuestiono Polo hacia mi.
- Que una de las niñas de papi mas influyentes de España le tenga miedo a un Don nadie como Nano. - mire a Carla. - ¿O será que esta le teme a algo mas?. - la mirada de Carla recayó sobre mi al igual que la de Guzmán, a quien brinde una sonrisa antes de seguir caminando a la par de Ander.
- ¿Por que te odia tanto?. - mi sonrisa se ensancho al momento que escuche la pregunta del chico de las pecas hacia Carla, estaba logrando lo que quería.
- Estas arriesgando demasiado, no la retes así Ella.- expreso Ander en mi oído.
Rompimos nuestro abrazo al momento en que coloque mi bolso en mi banco, tome asiento sobre la mesa y el se coloco frente a mi.
- Esa mosca muerta tiene que comenzar a pagar tanto daño que ha hecho. - mencione firme.
- ¿Entonces que opinas de lo que te propuse?. - el castaño cambio de tema, sonreí recordando sus palabras, tome su brazo con la intención de que estuviera mas cerca de mi.
- No está nada mal, me encargaré de que papa me brinde las llaves de la villa y nos perderemos ahí este fin para celebrar tu cumpleaños. - hable lo suficientemente alto para que solo el me escuchara.
- Contaré los días estrellita. - sonrió a medias y acaricio mi mejilla, iba a tomar su mano pero me percate de que Nadia nos miraba, había olvidado a su hermano.
- ¿Seguro que no quieres pasar el día con tus amigos o con Omar?. - sentí como el se tenso.
- En este momento lo que menos necesito es convivir con cualquiera relacionado con las encinas. - asentí, al parecer no era buena idea la sorpresa que le tenía preparada.
- Bueno, pero no olvides que cenaremos juntos esta noche. - el profesor llego y tuve que bajarme de la mesa. - Te veo en casa. - el solo asintió, dejo un beso en mi mejilla y partió a su lugar.
Solo esperaba que lo que había planeado para sorprenderlo no terminara hundiéndonos mas.
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Tome con fuerza mi móvil, hubiera deseado no salir hacia donde estaba mi chofer, así me hubiera ahorrado la tortura de ver a Samuel entrando al auto de la marquesa.
Por que para mi mala suerte había olvidado que me encontraría con el en las canchas de tenis treinta minutos después de la salida de clases gracias a Lucrecia, y de no ser por el mensaje de esta ya estaría camino a casa.
Si tan solo no hubiese presenciado esa escena la conversación con el moreno se tornaría diferente, pero ahora solo estaba dispuesta a hablar con el para ayudarle a mi amiga así como para pedirle que se aleje de mi.
Estaba a unos pasos de llegar cuando note que la castaña se encontraba hablando con Samuel, decidí acercarme con cautela, y esconderme tras la pilastra que soportaba el lanza pelotas.
- ¿Estas segura que vendrá?. - comento el chico.
- Claro que si, Rafaella siempre cumple con su palabra y espero que tu también lo hagas.
- En cuanto arregle las cosas con Ella créeme que lo que menos me interesara será tu secreto. - me tense al escucharlo, ahora entendía la preocupación de la castaña.
- Samuel. - pauso. - No entiendo el juego que tienes con la estúpida de Carla, y no me interesa en lo absoluto. - observe como la chica se acerco a el para encararlo. - Pero será mejor que definas tus sentimientos por que no se puede tener a dos a la vez.
- ¿Lo dices por experiencia?. - Lucrecia tomo la barbilla de Samuel con fuerza.
- Lo digo por que Rafaella se ha convertido en alguien importante para mi, no merece que la traten como si fuera nada, por que lo vale todo, y ningún niñato inseguro le va a venir hacer creer lo contrario, y de eso, me encargo yo. - soltó el rostro del chico bruscamente. - Así que, si ya sabes que le vas a romper el corazón neta, mejor no.
Sonreí inconscientemente al escuchar las palabras de la castaña, that's my bitch.
Decidí salir de mi escondite y camine hacia ellos fingiendo que no había escuchado nada.
- Cari. - Lu tomo mi mano y me posiciono delante de Samuel. - Estaré en el puente esperándote, ¿Bien?. - solo asentí, ella se dio media vuelta y siguió su camino.
- Hola. - Samu me saludo con una sonrisa a lo que respondí con un asentimiento de cabeza.
- Te escucho.
- Rafaella. - el hizo el ademan de acercarse pero yo retrocedí ganándome una mueca de su parte. - Luces preciosa. - podía sentir como mis mejillas se sonrojaban, maldita sea.
- Ve al grano Samuel. - trate de ocultar mi rostro.
- Quiero que me permitas explicarte todo lo que sucedió la noche de la fiesta de Rebe. - titubeo.
- ¿Qué pretendes explicar?. - pause. - ¿El como me dejaste plantada por Carla?. ¿O tal vez el por que casi matas a golpes a tu hermano de nuevo por Carla?.
- Las cosas no son como todos te las están pintando Ella. - de nuevo se acerco hacia mi, pero ahora mantuve mi posición.
- ¿Entonces como son?. Venga ilumíname, por que a pesar de que decidí confiar en ti y llegar a hacerme de palabras para darte un voto de confianza entre todos los de aquí, tu decidiste arruinar eso por tu cuenta. - en este momento mis ojos comenzaban a picar, las lagrimas llegarían pronto.
- Simplemente quiero encontrar al responsable de toda esta mierda. - tomo mi mejilla. - Carla es el eslabón mas fuerte y a la vez mas débil de la cadena, se que ella hablara pronto, es por eso que necesite ir a por ella. - su rostro se acerco mas al mío, llegue a sentir como su nariz rozo la mía.
Por inercia cerré mis ojos disfrutando el contacto, cuando menos lo espere sus labios buscaron los míos, atrapándolos en un beso.
Sin dudar pase mis brazos sobre sus hombros para abrazar su cuello y acercarlo hacia mi, el afirmó sus manos en mi cintura, debía aceptar que extrañaba su tacto, sus labios, a él, aunque me costara aceptarlo Samuel se había convertido en mi debilidad, pero no olvidaría tan fácil como ha jugado conmigo a su antojo, mucho menos al estar consiente que antes de venir a decirme palabras bonitas estaba con ella.
Después de unos minutos nos separamos, por instinto quise alejarme de él, pero tomó mis mejillas impidiéndolo.
- No te alejes, no más. - suspiré. - En este momento lo único estable que tengo son mis sentimientos hacia ti, por que como lo dije antes, lo único bueno de esta mierda eres tu.
Mire sus ojos, seguían teniendo ese brillo que me enamoro, pero no volvería a caer.
- En otras circunstancias te creería. - tome sus manos y las retire de mi rostro. - Pero después de ver cómo te revuelcas con ella en su auto sin importar el lugar, no me deja mucho que pensar. - comencé a retroceder.
- Déjame explicar...- lo interrumpí.
- ¿No sabes otra frase más que esa?. - reí irónicamente. - Yo también estoy cansada de que me quieras ver la cara, ya no Samuel, se acabaron las oportunidades y tu tiempo.
Afirmé mi bolso y me di media vuelta con el afán de seguir mi camino hacia donde estaba Lucrecia, pero el moreno me detuvo del brazo.
- Rafaella por favor. - quite con desdén mi brazo de su tacto.
- Yo te pido por favor que te alejes de mi, se acabo. - pause. - Hoy por la noche habrá una cena en mi casa por el cumpleaños de Ander, te comunico solo por que se que eres su amigo a pesar de todo. - comencé a alejarme. - Por cierto es sorpresa, espero que eso no lo arruines.
Sin darle tiempo de contestar comencé a caminar hacia el puente, sintiendo de nuevo esa presión en mi pecho al saber que todo había terminado.
●●●●●●
Mire mi reflejo en el espejo por una última vez, el vestido negro con destellos en dorado se ajustaba bien a mi cuerpo y este combinaba a la perfección con los Louboutin Velvet que mamá me había regalado las navidades pasadas.
Me acerqué a mi cama para tomar el abrigo blanco del colchón y fui directo hacia la puerta de mi habitación, topándome con Antoine quien me miraba de forma curiosa.
- ¿Qué pasa enano?. - cuestione hacia el.
- En algún momento de la noche, yo...- titubeo, sabía a donde quería llegar.
- Ven aquí. - lo abrace. - Es una fiesta de personas mayores Anto.
- Pero no quiero estar solo. - pausó mientras se abrazaba a mi cintura. - Papá y mamá no están, y tú eres la única que siempre cena conmigo, no me dejes solo hoy.
Sus palabras me enternecieron, sabía que Antoine era quien más tiempo pasaba solo en esta casa, y yo siempre trataba de compartir tiempo con el, pero era más que claro que nunca ocuparía el lugar que debían llenar mis padres, me limite a tomar su mejilla para mirar su rostro.
- ¿Qué te parece si nos dejas convivir un rato y después te llamo para que cenes con nosotros vale?. - sus ojos se iluminaron causando una sonrisa en mi. - Así también estarás presente cuando Ander reciba el pastel.
- ¡Si!. - se aferró a mi emocionado. - Gracias Ella.
- De nada cachorro. - nos separamos. - Ahora anda, espera en tu cuarto de juegos.
- Así lo haré, pero antes, ¿Me prometes que dormiremos juntos hoy?. - tomo mis manos y me dio su típica mirada de cachorro por la cual le había brindado ese apodo.
- Te lo prometo. - el carcajeó.
- ¡Yes!. Mi trabajo aquí está hecho, nos vemos en un rato. - se separó de mi y corrió hacia el lado contrario del pasillo. - ¡Te amo hermana!. - gritó mientras desaparecía de mi vista.
- ¡Yo también te amo Anto!. - grite mientras reía, este niño no tenía remedio.
Sin más me dirigí hacia las escaleras y comencé a bajar hasta llegar al recibidor.
Ahí me pude percatar que Guzmán y Polo se encontraban platicando con Nathaniel en la sala.
- Llegan temprano. - mencione mientras entraba a la habitación.
- Eso hacen las personas educadas. - soltó Polo, me limite a responderle con una media sonrisa.
- Carla, Lucrecia y Cayetana se encuentran en la cocina. - me tense al escuchar a mi hermano nombrar a la primera, no entendía que hacía aquí si ella no había sido invitada.
- ¿A que hora llegará Ander?. - cuestionó Guzmán.
- No debe tardar. - mire la hora en mi móvil. - Así que será mejor que vayamos al jardín.
Ellos asintieron y comenzaron su camino hacia dicho lugar, iba tras de ellos pero me desvié al recordar que las chicas se encontraban en la cocina.
Cuando llegue a esta note como habían abierto un par de botellas de tinto.
- Cariño luces preciosa. - Lucrecia se acercó al instante a mi y me abrazo.
- Lo mismo puedo decir de ti. - correspondí su acto y me separé. - Vayamos al jardín, Ander no tarda en aparecer.
Acompañada de la castaña salimos por la puerta de la cocina que daba al jardín, comenzó a platicarme de su día, y de el como hizo lo imposible por qué su padre no le permitiera asistir a Valerio a esta reunión.
Llegamos con los chicos y comenzamos a preparar las bebidas, yo solo tome mineral con hielo, no planeaba perder la conciencia.
Había pasado un rato y no tenía señales de Ander, solo esperaba que el maldito no me dejara plantada.
Mi celular vibro y mire la pantalla encontrándome con un menaje de Rebeka:
"Princesita, código rojo, necesitamos tu ayuda en la entrada..."
Me disculpe con los chicos y entré con prisa a la casa, una vez cerca de la puerta escuché la voz de Antoine.
- Blah, blah, blah, no me importa lo que digas a esta casa no entras, órdenes de mi padre, y será mejor que no me obligues a llamar a Nathaniel. - mire a mi hermanito.
Este tomaba a Rebe de la mano mientras le impedía la entrada a Samuel, una sonrisa se formó en mi rostro, ese era mi cachorro.
- ¿Qué está pasando Anto?. - cuestione haciéndome la tonta.
- Pasa que esté foolish pretende entrar aquí después de lo que hizo. - en este momento odiaba la buena comunicación en está casa. - Pero como hombre de esta casa no se lo permitiré. - pude notar como su pecho se infló.
- Anto nene que va, deja entrar al pobre Samu. - insistió Rebe.
- Perdóname preciosa pero no puedo desobedecer a mi padre. - reí cuando trato de utilizar el tono seductor que Nate le había enseñado.
- Anda ya, déjalo pasar, solo está aquí por qué es amigo de Ander. - tome a mi hermano de los hombros y lo hice a un lado permitiendo ingresar a Samuel.
Este último entró cerrando la puerta tras de el, mire a mi hermano y este no despegaba su vista del pelinegro.
- Que si tu mirada fueran balas ya me habrías matado. - Samuel trato de bromear con el menor pero este solo rodó los ojos.
- Seré claro, hoy no tengo la energía para aparentar que me caes bien, así que otro chiste de esos y te vas de mi casa, permiso. - mi hermano comenzó a subir las escaleras y desapareció.
Mientras Rebeka y yo reíamos.
- Venga Samu, que ni los nenes te soportan, vaya suerte la tuya. - soltó la ojiverde.
- Pasen por aquí. - mencione tratando de ignorar la mirada de Samuel sobre mi.
Ellos me siguieron directo al jardín, donde tuve que actuar antes de que todo se fuera a la mierda.
- ¿Qué hace este aquí?. - Nate se acercó con rapidez hacia mi.
- Tranquilo que no quiero ningún tipo de espectáculo hoy. - lo mire. - Esta aquí por el simple hecho de que es la celebración de Ander y este es su amigo, así que llevemos la fiesta tranquila Nathaniel, ¿Me entendiste?. - mi hermano ni siquiera me miraba, podía notar como su barbilla estaba tensa. - ¿Entendiste?. - le grite, solo así llame su atención.
Este solo asintió y se alejó hacia donde estaban los demás, me giré hacia Rebe y el pelinegro.
- Sírvanse lo que quieran, están en su casa.
Ellos asintieron y se acercaron a las bebidas, tome mi celular pero logré visualizar a Ander en la entrada hacia el jardín.
- ¡Cumpleaños feliz!. ¡Cumpleaños feliz!. - comenzaron a cantar los chicos.
Los ojos del chico de rulos se abrieron gracias a la sorpresa, pero al instante su rostro demostró disgusto puro, señal que no le había agradado la sorpresa, creo que iba a tener problemas.
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