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|| [ÉPOCA ACTUAL] ||


R A F A E L L A



El día en el colegio estaba siendo una mierda, aunque era como estar de vacaciones pues gracias a las investigaciones los profesores posponían sus clases, aun así estábamos obligados a asistir, Nataniel y yo nos encontrábamos sentados en una de las mesas del salón, ambos hablábamos sobre lo que haríamos mas tarde.

- ¿Entonces si puedes dejarme en lo de Anto antes de irte a cenar con Lu?. - cuestione de forma que solo el me escuchara.

- Claro, pero es la ultima vez en esta semana, no podemos estar asistiendo tan seguido nena, nos pueden poner un cuatro y ahí si todo se va a la mierda. - asentí con pesar.

Iba a responderle pero note como Carla se fue de si por un momento, rayo un lápiz la hoja que tenía sobre su escritorio a un punto donde termino rompiéndola, y no le basto con ello, si no que con sus manos la destruyo en pedazos por completo, mire a mi hermano quién afortunadamente había presenciado lo mismo.

- Esta loca esta a punto de caer. - sonrió complacido a lo que yo trague en seco, no sabía que tan buena idea era que continuáramos con el plan, pero ya habíamos avanzado bastante y no podíamos parar ahora.

- ¿Me acompañas por un café?. No puedo soportar esto sin cafeína. - el asintió, tomamos nuestras cosas y nos pusimos en marcha, cuando estábamos por llegar a la salida del salón Carla y Polo pasaron con prisa entre nosotros.

Le restamos importancia pues sabíamos que Guzmán se encontraba pendiente en los pasillos, seguimos nuestro camino y llegamos a la cafetería de la escuela sin contratiempos, simplemente pedí un americano y mi hermano un latte, tuvimos que esperar por unos momentos en la barra.

- Le diré a papá hoy por la noche. - lo miré sin entender. - Lo de Anto. - sonreí y salte hacía el para abrazarlo emocionada, llevaba tiempo esperando este momento, pues anhelaba ver a mi familia reunida y en calma como antes, aunque mamá y ya no fuera parte de eso.

- Espero que en cuanto lleguen las vacaciones podamos estar todos juntos en la finca y pasarlo bien. - mi hermano acaricio mi mejilla.

- Será como antes, te lo prometo. - me fue inevitable sonreír de nuevo.

Con esta noticia de un momento a otro mi día se había alegrado por completo, ero como bien dicen la felicidad no es eterna pues en cuestión de segundos llegaron a arrebatármela.

- Rafaella y Nathaniel Borgues Muñoz. - la voz que durante días había taladrado mi cabeza inundo mis oídos, ambos nos miramos para después observar a la pelirroja.

- ¿Ahora que se le ofrece inspectora?. - cuestiono mi hermano.

- Tengo una orden de cateo y ustedes vienen conmigo. - al instante sus guardias se acercaron a nosotros y nos tomaron por los hombros obligándonos a caminar, mi hermano y yo nos miramos, se venía una grande.

- Usted no tiene derecho a hacer eso. - Nate se zafo de los guardias.

- No se alteren, es solo procedimiento de rutina. - bufé.

- Así como las pruebas de dopping que por rutina solo me realizo a mi, ¿No?. - cuestione a lo que ella me miro.

- Tus antecedentes fueron contundentes para hacerlo. - Nate tomo mi brazo y me posiciono tras de el protegiéndome.

- Sus antecedentes fue Nadia quién le soltó el chisme por ardida, no le veo la contundencia. - el pelinegro me defendió, ambos tratábamos de aplazar el momento, pues nunca tuvimos previsto algo como esto.

- Deben de tranquilizarse, simplemente revisaremos la finca de su padre, ¿No les importara acompañarnos mientras la registramos, ¿No?. - mi hermano y yo nos dimos una mirada rápida y después negamos hacia la mayor. - Así si encontramos algo, los tenemos cerca.

- Por supuesto que no inspectora. - dije mientras le brindaba una sonrisa forzada a la mujer.

- Lo único es que me gustaría llamar a nuestro padre primero. - Nathaniel saco su móvil con la intención de realizar una llamada, y no precisamente a mi padre.

- Ya lo hemos hecho nosotros, tranquilos. - la pelirroja tomo el celular de mi hermano, al instante extendió su mano hacía mi para que también le entregara el mío, no tuve remedio mas que obedecerla. - Vamos.

Comenzamos a seguirla por el pasillo teniendo tras nosotros a dos de sus estúpidos gorilas, todos los demás solo nos miraban, me sorprendía el hecho de que Omar se encontrara ahí, pues ni siquiera pertenecía al instituto pero visto estaba que aquí podía entrar cualquier cotilla, de un momento a otro mi mirada se topo con la de Guzmán quién me artículo un "todo esta solucionado" con sus labios, decidí ignorarlo, en este momento lo único que esperaba era que pudiéramos salir bien librados de esto y que Polo obtuviera su merecido.








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Después de tantos días ya sabía el camino de memoria, nos llevaban en una camioneta custodiada por dos mas como unos auténticos delincuentes, me sentía parte de la organización del Chapo Guzmán con tanta seguridad, al llegar a la finca a ambos nos bajaron los guardias, esperamos en la entrada mientras la inspectora se ponía de acuerdo con sus hombres.

- ¿Qué mierda vamos a hacer si nos descubren?. - susurre con la intención de que solo mi hermano me escuchara.

- Se que no esperabas esto pero relájate, sabes que Anto y Samuel están lejos de aquí. - confiaba plenamente en los hombres a cargo de esto pero la presión comenzaba a hacer efecto sobre mi causándome una migraña insoportable, sobre mis sienes al momento que la inspectora llego con nosotros.

- Vamos chicos. - soltó.

- Rafaella esta comenzando a sentirse mal, será mejor que esperé aquí. - mi hermano observo a uno de los guardias y lo llamo silbándole. - Ven. - el hombre al instante se acerco, mi hermano saco 500 euros de su billetera y los dejo en la manos del tipo. - Cuídala, si le pasa algo, me voy contra ti. - reí ante las palabras de mi hermano y al ver como la inspectora se sorprendió ante el asentimiento del hombre.

- Tu y yo hablaremos después. - la mujer señalo al guardia, ella y mi hermano comenzaron a adentrase a la propiedad.

Yo solo retrocedí y me apoye sobre el capo de una de las patrullas, sabía que estaríamos aquí por un buen rato, lo pero era que ni siquiera tenía mi teléfono para distraerme, me enfoque en mirar a mi alrededor el lugar estaba rodeado de patrullas y oficiales en todo el perímetro, al posar mi vista sobre la finca podía ver como desde donde estaba como la gente trataba de encontrar cualquier señal de que Samuel había estado por aquí, y yo esperaba que no dieran con algo por que de ser así todo se iría a la mierda.

El sonido de dos puertas cerrándose me hicieron regresar a la realidad, miré a los responsables y afortunadamente eran mi padre quién venía acompañado de Guzmán, el hombre que me dio la vida llego hasta mi y extendió sus brazos en automático me acerque a el y me aferre a su torso sintiendo como me arropaba.

- Papi. - y si, comencé a sollozar, dándome cuenta de que en estas pocas horas transcurridas había guardado tantas cosas dentro de mí que acababa de explotar.

- Tranquila princesa. - se separo levemente y tomo mi rostro con sus manos limpiando mis lagrimas con sus pulgares. - Todo va a estar bien. - solo asentí. - ¿Dónde esta tu hermano?. - cuestiono.

- Adentro. - sorbí levemente, el asintió y dejo un beso en mi frente. - Iré por el, y te prometo que en cuanto aparezca Antoine nos iremos a México, fue un error regresar a este país. - sus palabras lograron tensar mi cuerpo, pero no podía negar que tenía razón.

Se alejo y camino hacia la construcción, limpie el leve rastro de lagrimas que había quedado en mi cara y suspire imaginando que nos esperaba un nuevo comienzo.

- ¿Estas bien?. - me limité a asentir. - ¿No me hablaras?. - decidí ignorar sus palabras escuchando un bufido de su parte. - Rafaella que no seamos pareja no quiere decir que no podamos ser amigos y apoyarnos en...- su estupidez me colmo la paciencia, así que decidí interrumpirlo.

- No planeo ser amiga de la persona que amo y sigue siendo importante para mi. - noté como sus rostro se descompuso, pero no me importo.

Decidí alejarme y acercarme a la entrada de la finca, recordando a cada paso cada una de las palabras que el había mencionado antes.














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TARDE ANTERIOR
[0 HORAS DESAPARECIDO]




R A F A E L L A



Después del instituto Nathaniel y yo habíamos venido a ver a nuestro hermano menor para asegurarnos de que lo dejaran bien instalado después del cambio que los chicos habían decidido hacer hacia la finca de los abuelos de Guzmán.

Noté que Nate había añadido otra enfermera, no entendía el por que pero después lo aclararía con el, mi hermano ahora se encontraba en la sala con Samuel y Guzmán quién llego inesperadamente tras nosotros.

- Señorita Borgues. - miré a la nueva. - Es la hora del aseo de su hermano, ¿Quiere acompañarnos o desea salir?. - con prisa me acerque a la cama y deje un ligero beso sobre la frente de mi cachorro.

- Avísame en cuanto terminen, y por favor háganlo con cuidado. - ambas mujeres asintieron.

Sali hacía el pasillo y camine sin rumbo, debía admitir que la casa era muy bella, antigua, pero con buen gusto, después de unos pasos encontré una puerta abierta, esta daba a lo que parecía una especie de despacho así que entre.

Analice cada cosa que se encontraba dentro, desde el gran librero que ocupaba toda la pared hasta el escritorio, no había gran cosa, entre los títulos encontré la obra 7 libros para Eva, nunca había escuchado de el pero lo tomé para pasar el rato, llegue al sofá y me quite el saco para estar mas cómoda.

Pase un par de páginas, debía admitir que la historia era buena, solo esperaba saber como terminaba resuelto el caso de Eva, probablemente se lo pediría prestado a Guzmán para llevarlo a casa, fue hasta después de un rato que sentí una mirada sobre mi, observe al responsable y era el chico de pecas.

- "Lo más hiriente de cualquier traición es que nunca es un enemigo quien la firma". - lo miré sin entender sus palabras. - Es una frase del libro, que es muy certera por cierto. - chasque la lengua entre mis dientes al notar a donde iba.

Me puse de pie y coloque el libro de regreso en donde estaba, Guzmán se acerco a cerrar la puerta de la habitación, impidiéndome escapar.

- Primero Polo, después tu. - soltó con alevosía.

- Solo quería evitar que perdieras a otra persona que amabas. - el rio.

- Y por evitármelo perdí tres. - comenzo a acercarse hacía mí. - Primero mi hermana. - tomo mis mejillas con sus manos. - Luego mi mejor amigo. - junto nuestras frentes. - Y ahora tu.

- Guzmán, lo siento, fui una estúpida al ocultarte una cosa así, pero no me alejes de ti. - acaricie sus muñecas con mis manos. - A mi no me has perdido, yo sigo aquí. - sin darme tiempo a reaccionar atrapó mis labios con los suyos, gesto que correspondí envolviéndonos en un beso cargado de sentimientos.

En el mismo se podía sentir todo el amor, el deseo, el dolor y la perdida que estábamos atravesando, y como no, si éramos unos simples adolescentes jugando a ser adultos cuando no teníamos ni una jodida idea de que era lo que queríamos en la vida.

De un momento a otro me cargo de la cintura para sentarme sobre el escritorio, sin pena se metió entre mis piernas mientras subía mi falda, al ver sus intenciones mordí su labio inferior antes de romper contacto. Lleve mis manos con rapidez hacía la hebilla de su cinturón, con agilidad la desabroche llevándome consigo el botón de su pantalón, pude sentir como uno de sus dedos danzo sobre la tela de mi pataleta, el cabrón me estaba tentando, decidí ignorar su gesto y al momento que baje el pantalón escolar lleve con el mismo su bóxer, dejándolo al desnudo.

Tome su corbata con fuerza obligándolo a acercarse de nuevo mientras juntaba nuestros labios de nuevo, Guzmán apretó mis muslos, subió una de sus manos hacía mi cadera tomando el borde de mi pantaleta, la cuál jalo y termino deslizando fuera de mis piernas, un gemido de satisfacción salió de su garganta.

Sin dejar de besarme, con sus dedos abrió mis pliegues e introdujo su miembro en mi, me aferre a su espalda al sentir el contacto de nuestras pieles, contacto que ya conocía pero extrañe estos días, cerré los ojos dispuesta a disfrutar nuestro momento, pero el palmeo levemente mi rostro obligándome a mirarlo.

- Quiero que me mires. - sus embestidas comenzaron a tomar mas ritmo. - Que veas a través de mis ojos todo lo que siento por ti. - tome su cuello para lograr acortar la distancia y que nuestras miradas se conectaran. - Por que eres la única persona que ha despertado un sentimiento así en mí, has logrado derribar todos mis muros y ni siquiera entendí el como. - un gemido interrumpió sus palabras. - Podrán venir mil mas a tu vida, tocarte, besarte, follarte, pero ninguno lo hará como yo.

Así continúo moviendo sus caderas, al momento que yo comenzaba a imitar su vaivén con las mías, en ningún momento nuestras miradas perdieron contacto, podía notar como ese azul de sus ojos que tanto me gustaba se obscurecía levemente gracias al deseo y a que ambos estábamos prontos a llegar al clímax.

Guzmán afirmo sus manos a mis caderas el entraba y salía de mí con fuerza, algo que nunca había pasado en todas las veces que habíamos estado juntos, en mi vientre pude sentir como me acercaba al orgasmo, y así fue como llegué, enterré mis uñas en los hombros del chico, sintiendo como el gruñía señal de que él también estaba terminando.

Su frente permaneció sobre la mía, sus pupilas comenzaban a regresar a su estado normal, a pesar de todo sus ojos reflejaban amor, deseo, pero sobre todo tristeza, algo que no me gustaba, Guzmán podía ser un cabrón, pero era una de las almas más puras en este lugar, y no estaba dispuesta a permitir que siguieran haciendo su vida miserable, mucho menos a perderlo.

– Te amo. – solté sin más. – Soy una tonta por tardar en darme cuenta de todo el bien que me has hecho, y se que probablemente no me perdonaras tan fácilmente, pero estoy dispuesta a luchar por ti, por lo nuestro. – Guzmán me miró sorprendido, con rapidez se alejó, y sin importarle nada simplemente comenzó a vestirse.

Una presión comenzaba a presentarse en mi pecho, pero no le di importancia, simplemente baje del escritorio, tome mis pantis del suelo, las subí por mis mis piernas hasta llevarlas a donde deberías de estar, por ultimo acomode mi falda, Guzmán estaba parado en el centro de la habitación tenía la vista de su espalda, con cautela me acerque y abrace su torso con mis brazos, recargue mi mejilla en su espalda y cerré los ojos aspirando su perfume, pude sentir como tomo mis manos y comenzó a dejar caricias sobre estas con las suyas, duramos un par de minutos así, hasta que el se deshizo de mi agarre y se giró a mirarme.

- Se porque lo hiciste, porque lo ocultaste, y aunque mi mente aun no lo procesa del todo, lo aceptare. – lo miré sin entender nada. – Lo nuestro llego hasta aquí.

- ¿Me lo estás diciendo enserio? – cuestione sintiéndome una estúpida después lo que le había confesado, el solo asintió. – No me jodas. – fui directo al sillón y tomé mi saco dispuesta a salir de ahí sintiendo cómo las lagrimas amenazaban con salir de mis ojos, pero Guzmán se plantó frente a mí impidiéndolo. – Quítate.

- No te vas a ir así, debes entender mis razones. – rodé los ojos. – Podemos ser amigos. – deje una bofetada en su mejilla.

- No digas pendejadas, yo no voy a ser tu amiga, los amigos no... – pause sabiendo que iba a decir un tremendo cliché pero no me importo. – Los amigos no se besan, los amigos no hacen el amor, y si planeas que seamos follamigos, estas equivocado. – lo esquive y me acerque a la puerta abriéndola, me detuve y lo miré por ultima vez. – Así que no te quiero cerca de mí, no mientras siga sintiendo esto por ti.

Sin darle oportunidad de hablar salí de ahí, con las lagrimas corriendo por mis mejillas y sintiendo como dejaba pedazos de mi corazón en el camino.


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Después de que la inspectora descubriera que en la finca de mi padre no había nada que nos inculpara y se disculpara con nosotros por fin nos dejo en paz, a de mas de que regreso con prisa a la ciudad pues le habían informado a la pelirroja que alguien quería hablarle con urgencia en el instituto.

Por nuestra parte Nathaniel y yo íbamos ansiosos en el camino, gracias a que Papá volvió a confirmarnos que después de que Antoine apareciera, regresaríamos a México, por mi parte no había problema, pero mi hermano tuvo una fuerte discusión con nuestro progenitor al no querer dejar su nueva escuela, pero a quién engañaba, lo único que lo ataba aquí era Lucrecia, pero sin demora papá le dijo que por líos de faldas no cambiaría su decisión, Guzmán trato de intervenir pero ni así pudo ayudar a su amigo, sin mas llegamos al instituto y el mayor nos acompaño pues quería hablar con la tía Azucena sobre nuestras bajas.

Ingresamos al pasillo principal y todos se notaban alterados, en una de las orillas se encontraban Ander, Rebeka y Valerio, sin demora fui hacía donde se encontraba mi primo, dejando a los hombres atrás, Ander al instante me recibió en un abrazo, gesto que agradecí.

- Nos iremos de aquí. - noté como su tenso se tenso y se separo levemente para poder mirarme sin entender. - Papá irá a hablar con tu madre para pedirle nuestras bajas, regresaremos a México.

- ¿Por que?. - cuestiono con molestia.

- Ander todo aquí es una mierda, nuestras vidas se destrozaron en cuanto pusimos un pie en España, por no decir en las Encinas. - el suspiró.

- No te puedes ir así estrellita, hablare con el y veré que puedo hacer. - yo solo asentí.

- ¿La liaron chungui?. - me cuestionó Rebe.

- No tuvo ningún sentido su revisión, no encontraron absolutamente nada. - la castaña negó.

- Le encanta a la tía esta perder el tiempo. - como si la hubiera invocado la inspectora apareció por el pasillo acompañada por tres de sus guardias, increíblemente el lugar se quedo en silencio y parecía transcurrir el tiempo en cámara lenta, Ander tomo mi mano por inercia, acto que correspondí entrelazando nuestros dedos.

Todos los presentes estábamos atentos a los actos de la mujer, al momento que paso frente a donde se encontraban Guzmán y mi hermano, este ultimo me miro mientras formulaba un "Se acabo" con sus labios y me lanzaba un beso, logrando que una leve sonrisa se formulara en mis labios.

Aunque al ver como la mujer llegaba el lado de Polo no pude evitar retomar mi seriedad, a pesar de lo que había hecho, no era un mal chico, solo había tomado las decisiones equivocadas, todos se quedaron impactados al escuchar como era arrestado por el asesinato de Marina, miré a Guzmán que comenzaba a llorar de forma silenciosa.

Decidí acércame aprovechando que Nate estaba ahí, lleve a Ander conmigo ya que nuestras manos seguían entrelazadas, sin darme cuenta Rebeka, Lu, Valerio y Nadia habían seguido nuestros pasos, igual de impactados que nosotros y por supuesto dispuestos a apoyar al chico de pecas quién solo observaba como por la puerta se llevaban al que suponía ser su mejor amigo pero termino siendo un asesino.

- Guzmán...- soltó Ander pero al instante su amigo lo interrumpió.

- Tú lo sabías, y se lo contaste a Ella. - mi cuerpo se tensó al darme cuenta que a pesar de que trate de ocultarlo el lo descubrió, al instante se giró y miro de costado a su amigo. - ¿Por que cuando te la cogías no tuviste también los cojones de contarle que Polo fue el que hirió a su hermano y tu lo ayudaste a llevarlo a un hospital?. - en automático mi mano abandono la de mi primo, el me miro asustado, Guzmán simplemente se retiró.

- Estrellita. - Ander trato de acercarse a mi pero yo retrocedí.

- ¿Todo este tiempo lo supiste?. - cuestione con un nudo en la garganta, unas manos se posaron en mis hombros, miré a la responsable y era Lucrecia, en automático me abrace a ella quien sobaba mi espalda.

- Ándale cabrón, confiésale, ¿Por eso me insistías tanto en que revisáramos los hospitales privados verdad?. No estabas ayudando, solo estabas tratando de disminuir tu culpa. - Nate se acerco de forma brusca a Ander tomando el cuello de su camiseta.

Cuando vi esto me separe de la castaña, tomé a Nathaniel de los hombros y lo atraje hacía mí, el me miro sin entender.

- Ya fue suficiente. - el al ver las lagrimas en mis mejillas solo asintió, encare a Ander quién a este punto tenía los ojos enrojecidos. - La próxima vez que te desmayes, espero que te abras la cabeza y que te desangres hasta morir. - solté sin una pizca de arrepentimiento.

Así fue como comencé a retroceder, me dirigí hacía la salida del instituto dispuesta a llegar hasta la camioneta de papá, por el día de hoy no quería pasar ni un segundo en ese instituto contaminado de tanta mierda.




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- Estas retrasando lo inevitable. Si confiesas, acabaremos antes. - hablo la inspectora hacia el ojiazul que solo veía a la nada mientras se movía nervioso. - Tenemos la confesión de Carla, así como los videos de seguridad e la casa de los Borgues.

- Una ex despechada, cuyo padre ha desmentido su historia, y dos hermanos amantes de llamar la atención. - hablo el moreno con rencor. - ¿Han encontrado el trofeo y la esfera?. - la mujer suspiró.

- Es cuestión de tiempo. - lo miró.

- Seguro. - dijo el joven en burla. - ¿Por que no me dejan en paz y buscan al verdadero asesinó que se ha fugado?. ¿No?. - la pelirroja se recargo sobre su asiento cruzando los brazos sobe su pecho, comenzaba a cansarse de los juegos absurdos de los ricos. - Lo que por cierto es básicamente admitir que es culpable.

Polo sabía que la rubia a quién le había dado otra oportunidad lo salvaría esta vez, o al menos eso quería pensar.

- Le diré una cosa, creo que la que está retrasando lo inevitable es usted. - el ojiazul medito lo que diría a continuación, fijo su mirada en la mujer mayor. - ¿Por que no me suelta y acabamos con esta farsa?.


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Odiaba mi vida, odiaba estar aquí y odiaba ser una estúpida que seguía sus impulsos, con pesar e ingrese al pasillo del instituto que ya conocía, si tan solo hubiera escuchado a la racionalidad, estaría felizmente comenzando este semestre en México, pero me gusta la mala vida.

Sentía la mirada de Rebeka cuando pase por su lado, pero decidí ignorarla pasando de largo directo a mi locker, cosa que fue inútil cuando me siguió.

- Pero si que feliz navidad, feliz año nuevo. - se planto a mi lado mientras comenzaba a sacar mis libros.

- No tienen nada de felices. - la miré.

- Venga princesita si pringaste una nueva oportunidad, ¿Cómo lo llevas?. - suspiré.

- Oportunidad de mierda. - ella rio. - No me puedo quejar, ya tengo algo mas de libertad y privacidad en casa, creo que todo va mejorando favorablemente.

- ¿Y estos que les pico?. - la castaña me señalo el abrazo fraternal que se estaban dando Guzmán y Samuel a mitad del pasillo, verlos logro que la nostalgia llegará a mi, pero al instante disipe cualquier sentimiento y cerré la puesta de mi locker.

- Yo que se, por mi les pueden dar por culo. - alce los hombros desinteresada, mi amiga rio.

- Me encanta que se te peguen mis expresiones joder. - le brinde una sonrisa sincera, iba a responderle pero algo, mas bien dicho alguien llamo mi atención, golpe con disimulo el brazo de Rebeka, ella me miró sorprendida pero al instante le señale el fondo del pasillo.

No podía creer lo que veía, noté que Lucrecia y mi hermano se encontraban observando lo mismo a una distancia considerable de Guzmán y Samuel, Ander estaba petrificado junto a una de las pilastra, la única que estaba contenta con esto era Cayetana, y como no, con esto solo aseguraba su mina de oro para poder seguir dándose la vida que soñaba.

Pude sentir como en un momento sus ojos azules se fijaron a los míos, el moreno sin vergüenza me brindo una sonrisa triunfal, y si creía que me iba a intimidar lo único que logro es despertar a la perra sin corazón que tenía guardada en mi interior, una instante le brinde una sonrisa con la que esperaba entendiera que de ahora en adelante me iba a dedicar a hacer de su vida un infierno, jurándome a mi misma de vengarme con mis propias manos aunque tuviera que llegar a las ultimas consecuencias. 

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