1-12

|| [3 MESES ANTES] ||


R A F A E L L A






De nuevo tarde al instituto, Nathaniel y yo caminábamos con prisa por el pasillo, habíamos perdido la primera clase gracias a que el investigador privado que papá contrato para encontrar a Antoine nos retuvo esta mañana con el fin de hacernos varias preguntas.

- Necesito que salgamos por la tarde. - menciono mi hermano con la voz agitada gracias a nuestro andar.

- No tengo ánimos Nate. - solté.

- Es algo urgente Rafaella. - se detuvo y tomo mi brazo.

- ¿Algo urgente como que?. - suspiro.

- No puedo comentarte aquí, pero por favor...- nos vimos interrumpidos por la voz de Guzmán y Samuel, mi hermano al instante tomo mi brazo para ocultarnos tras una de las pilastras.

- Te dije que la policía no tiene tiempo para tus historias.- dijo el de las pecas con su típico tono despectivo.

- No son historias. - exclamo el pelinegro, suspiré, probablemente hablaban sobre el culpable de el asesinato de Marina.

- Pues ellos no te creen, y yo tampoco. - Guzmán se adelanto, pero Samuel se planto a su costado.

- No, tu no me quieres creer, ¿Por que?. - cuestiono Samu. - Por que tienes miedo de que tus amigos se conviertan en tus enemigos, y que el único que este diciendo la puta verdad en este colegio sea yo.

- Estoy a punto de partirte la....- Guzmán se vio interrumpido por el timbre del cambio de clase.

Nathaniel se giró al instante.

- Te necesito por la tarde no me falles. - sin mas enlazo mi brazo con el suyo y me arrastro al lado de los chicos.

- Deja de meter mierda. - fue lo único que logre escuchar al llegar con el par.

Mis ojos se encontraron con los de Samuel, estos trataban de decirme algo, sin mas se retiró dejándonos a solas con el de pecas.

- ¿Ahora que le pasa a este?. - cuestiono mi hermano hacia el ojiazul.

- Las mismas gilipolleses de siempre. - Guzmán me miró sonriendo, trate de corresponderle el gesto pero después de lo ocurrido la noche pasada no pude.

- Los veo en clase. - comente y salí rumbo al salón lo mas rápido que mis piernas me lo permitían, sabia que en algún momento tendría que enfrentarme a el pero aun no me sentía preparada.

Ingrese al aula y me topé con Ander quien iba de salida, desde el día de su fiesta sorpresa no me dirigía la palabra, no entendía el por que, y claramente me dolía su actitud, dejando de lado nuestros encuentros sexuales, el era una de las únicas personas que siempre estaba para mi, pero no iba a rogar su atención.

Con desinterés pase por su lado, y tome asiento al lado de Lucrecia.

- Buenos días cari. - ella me saludo con un beso en cada mejilla. - ¿Cómo te encuentras?.

- Mejor que en días pasados. - le brinde una sonrisa a medias, ella tomo mi mano por sobre la mesa.

- Sabes que estoy aquí para lo que necesites, ¿Cierto?. - solo asentí, mientras la culpa comenzaba a crecer dentro de mí al recordar que me había acostado con el que se suponía era su novio. - Por cierto, ¿Estas ocupada esta tarde?. - iba a responderle pero me interrumpió. - Como sea, necesito contarte algo, ¿Te veo en mi casa?.

- Ahí estaré. - nuestra conversación termino al notar como el profesor ingresaba al aula, ya vería que le inventaba a Nate para poder asistir con la morena.














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Respire profundo al sentir el aire soplar en mi rostro, desde el césped podía admirar como los demás transitaban por el jardín así como por el puente que adornaba el lago.

Regrese la vista hacía el libro que tenía en mis piernas, mañana tendría evaluación y no estaba de mas repasar los temas, la sombra que me brindaba el árbol me proporcionaba la comodidad perfecta para seguir con mi actividad de forma tranquila alejada del bullicio.

Avance un par de páginas hasta que alguien tomo asiento a mi lado, pude percibir de quien se trataba así que me limite a seguir con lo mío.

- ¿Vas a seguir ignorándome?. - cuestiono, recibiendo un suspiro de mi parte como respuesta. - Sabía que todo se iría a la mierda entre nosotros Rafaella. - lo miré y note como masajeaba su sien, era el momento de hablar.

- No es así, tengo que ser sincera contigo, has despertado en mi muchos sentimientos que nunca había experimentado, y es irónico por que llegue a jurar que nunca serías de mi total agrado. - ambos reímos. - Estuve tratando de engañarme, y no hacer caso a la voz en mi interior que me pedía a gritos acercarme a ti, pero la noche pasada, fue la gota que derramo el vaso. - pause. - Y no me arrepiento de nada pero, no se como reaccionar ante esto.

Note como el miraba mi rostro de arriba abajo, sabia que estaba analizando mis palabras, hasta que de un momento a otro tomo mi mano.

- Debo aceptar que estoy en la misma situación, esto es algo completamente nuevo pero me gusta sentirlo. - lo miré, esos malditos ojos azules me cautivaron de nuevo como cada día desde que descubrí lo que el chico causaba en mi. - No quiero presionarte, pero estoy dispuesto a arriesgarme y juntos descubrir que pasa.

Deje de lado las inhibiciones, tome su mejilla y sin pena estampe mis labios contra los suyos, recibiendo respuesta inmediata de su parte.

Este beso era distinto a todos los que habíamos compartido hace días, estaba cargado de sentimientos puros y de el cariño que habíamos creado entre los dos sin pensarlo.

Después de unos minutos entre besos, por fin nos separamos, mire su rostro y este me regalo una sonrisa tan pura que logro contagiarme.

- Eres preciosa. - acarició mi barbilla.

- No seas lambiscón. - reímos ante mis palabras, pero el timbre se dejo escuchar por varios segundos interrumpiendo nuestro momento. - Será mejor que regresemos.

El chico asintió, se puso de pie, me tendió su mano que gustosa acepte y así me levante del césped.

Guzmán al instante tomo mi cintura y me acercó a él.

- ¿Estáis dispuesta a arriesgarte conmigo?. - cuestiono mirándome a los ojos, procese sus palabras por unos segundos.

Estaba segura de lo que comenzaba a sentir por el chico, tras mi última experiencia amorosa debía aceptar que tenía miedo de caer otra vez en vano, pero algo dentro de mi me aseguraba que con Guzmán no sería lo mismo.

- Será un placer arriesgarme junto a ti.

Subió una de sus manos a mi mejilla y volvió a juntar sus labios con los míos, debía admitir que comenzaban a convertirse en mi adicción, más con ese particular sabor a menta que los caracterizaba.

Por unos momentos ignoramos todo lo que nos rodeaba, y nos concentramos en nuestro sentir.

Me sentía feliz, comenzaba a surgir la esperanza en mi que dentro de poco las cosas estarían mejor, solo esperaba no estar equivocada.





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Acababa de llegar a casa, me quede haciendo actividades extra en las encinas y estaba muerta.

Nathaniel había desistido en su idea de mostrarme algo y Lucrecia me había cancelado un par de horas atrás, así que ahora solo me dedicaría a tomar la tarde libre y relajarme.

Ingrese a la cocina encontrándome con una de las empleadas.

- Buenas tardes señorita Ella, ¿Puedo ayudarle en algo?.

- Hola Ester, ¿Será posible que me prepares la merienda?. - sonreí.

- Claro que si, ¿Lo de siempre?. - yo solo asentí. - Enseguida.

- Gracias, lo llevas a la piscina, ahora regreso.

Salí de el lugar y fui directo al despacho de papá, esperaba que estuviera ahí necesitaba alguna noticia positiva acerca de mi hermanito.

Di dos toques a la puerta y escuche un adelante.

- Hola papi. - ingrese cerrando la puerta tras de mi.

- Princesa, ven aquí. - mi padre se puso de pie y extendió los brazos hacia mi.

Sin dudarlo me acerque a él y lo abrace, era algo que ambos necesitábamos, ya que duramos un par de minutos así, el termino separándose y me miró.

- ¿Cómo estuvo el instituto?. - cuestiono en un suspiró.

- Lo normal pa. - sonreí y titube antes de hablar. - ¿Alguna noticia?. - el solo negó.

Acaricie mi sien, no era posible que aun no tuviéramos noticias de Antoine.

- Te juro que estoy moviendo cielo, mar y tierra por encontrar a nuestro pequeño pero, parece que se lo trago la tierra. - escuche como ahogó un lamento.

Estaba cansada de ver a mis padres tan mal, de que todo en esta casa fuera caos, así que me decidí a hablar.

- La mama de Rebeka ofreció su gente para localizar a Antoine papa. - el al instante me miro.

- ¿Quién es esa mujer?.

- Su nombre es Sandra, no la conozco muy bien pero...- me interrumpió.

- Por favor comunícate con Rebeka y dile que me gustaría hablar con su madre. - asentí.

Después de hablar unos minutos más con mi padre subí hacia mi habitación.

Cuando entre a este cerré la puerta tras de mi, y me despoje del uniforme, fui a mi closet directo a la sección donde guardaba mi ropa de baño.

Tome uno de los completos negro, me despoje de los interiores y lo coloqué rápidamente sobre mi cuerpo subiendo el único tirante que tenía sobre mi hombro derecho.

Me mire en el espejo y debía aceptar que estos días de mala alimentación habían reducido las medidas en mi cuerpo, notándolo gracias a que la apertura que tenía sobre mis pechos no se pronunciaba como antes, en fin.

Tome un short colocándomelo sin cerrar el botón, sin olvidar mi toalla y mi móvil salí de mi habitación directo hacia la de Nathaniel para ofrecerle ir a cenar fuera por la noche.

Antes de ingresar una notificación llego a mi celular, lo mire percatándome que era un mensaje de Rebeka, al instante accedí a esta por lo que sin tomar precaución abrí la puerta de la habitación de mi hermano e ingrese.

- Oye Nate. - pause y mire al frente percatándome del gran error que había cometido. - Mierda.

- ¡Puta madre Rafaella!. - la voz de mi hermano retumbó al instante en mi cabeza.

- Lo siento mucho, sigan en lo suyo. - con prisa salí y cerré la puerta tras de mi.

Consternada camine por el pasillo, no entendía lo que acababa de ver, pero al mismo tiempo una sonrisa apareció en mi rostro, esto si que era una primicia.







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Después una hora dando vueltas en la alberca experimentando todo tipo de nado, salí de esta para tomar mi toalla y comenzar a secarme con ella.

Me senté en el camastro donde Ester había colocado mi merienda y comencé a ingerirla de forma tranquila, tome el jugo de sandía y lleve el vaso hacia mis labios para darle un trago, mientras bebía alguien ingreso al área donde me encontraba.

- Hola cari. - sonreí al ver a la morena.

- Hola Lu. - ella tomo asiento en el camastro frente a mi. - ¿Cómo lo llevas?.

- Bien. - me miro. - ¿Tu que tal estas?.

- Que te puedo decir, el animo en los suelos como siempre. - comente y ella sonrío a medias. - No pensaba verte hasta mañana. - coloque frente a ella el plato de los pequeños emparedados, sin pensarlo tomo uno.

- ¿Qué cosas de la vida no?. - mordió el aperitivo y después de degustarlo volvió a hablar. - Ella, quiero aclararte lo que viste no fue... - decidí interrumpirla.

- A ver Lucrecia, si te coges a mi hermano yo no soy quien para juzgarte, el cabrón esta demasiado bueno hasta yo lo admito. - ambas reímos.

- Es que no es solo eso, Nathaniel me gusta, y de verdad. - la miré.

- ¿Estás segura de ello?. - solo asintió. - Bueno pues adelante, están en todo su derecho. - la chica iba a hablar pero me adelante. - Me caes bien Lucrecia, te considero casi una hermana, pero si llegas a lastimarlo o jugar con el me voy a olvidar de eso y me haré cargo de arruinarte la vida, ¿Esta claro?. - ella río.

- No esperaba menos de ti, bitch. - se acerco y me abrazo gesto que correspondí. - Pero te aseguro que conmigo el no corre ningún riesgo.

- Eso espero.

Sin mas la morena se quedo pasando el resto de la tarde conmigo, disfrutando un rato agradable que reforzaría nuestra amistad.










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Pasaron un par de semanas donde todo seguía yendo de la mierda, no había aún noticias de Antoine a pesar de que la gente de la madre de Rebe se había unido a la búsqueda.

En las Encinas ya era más que sabida la relación entre Lucrecia y mi hermano, cosa que en un principio causó un gran revuelo, sobre todo en Valerio, que aún no entendía por qué detestaba tanto a Nathaniel.

Las cosas con Guzmán iban bien, también la mayoría estaba enterada de lo nuestro, quien más me preocupaba era Lucrecia pero me sorprendí al saber que contábamos con su apoyo total.
El chico de las pecas y yo pasábamos la mayoría de las tardes en la habitación que tenía reservada en el hotel central de mi padre, buscando rastros sobre el paradero de Antoine, de vez en cuando estudiábamos para las pruebas o terminábamos teniendo relaciones, lo que a ambos nos agradaba.

Ahora tenía un periodo libre, decidí perder el tiempo haciendo garabatos en mi cuaderno dentro del salón, estaba concentrada en lo mío hasta que quien menos esperaba se planto frente a mi.

- Rafaella. - titubeo al mencionar mi nombre, rodé los ojos al escucharlo.

- ¿Qué necesitas?. - sus ojos se encontraron con los míos.

- No encuentro a Rebeka por ningún lado, ¿La has visto?. - reí.

- Es la excusa mas estúpida que he escuchado en mi vida, ¿Qué quieres Samuel?.

- He conseguido una confesión de Carla sobre lo de Marina. - me erguí en mi lugar al escucharlo. - Quiero ir con la policía, pero estoy seguro que no me pararan bola.

- ¿Y?. - por un segundo creí entender lo que buscaba.

Saco el móvil de su bolsillo y me lo tendió.

- Creo que si una persona de tu nivel se los brinda, será mas consistente para ellos. - sus ojos persistían sobre los míos, lo único que pude hacer es negar.

- Samuel, inténtalo, yo no tengo ninguna guerra que luchar en contra de Carla, pero tu tienes que hacerlo por Nano y si no te toman en cuenta. - suspire antes de continuar. - Te prometo que lo haré yo. - el me brindo una sonrisa como no lo hacía desde hace tiempo.

- Gracias. - solo menciono.

Guardo el móvil y se dio media vuelta, termino chocando con Guzmán quien recién me percaté se acercaba, una vez que estuvo a mi lado hablo.

- ¿Y ahora este que quería?. - tomo asiento sobre la mesa.

- Solo me pidió una tarea, nada relevante. - mentí, el asintió poco convencido.

- ¿Te apetece salir a despejarnos hoy por la tarde?. - mencionó, me puse de pie y me plante frente a él.

- Lo siento, hoy tengo que ir a uno de los locales de mi madre. - lo mire.

- ¿Sigues con lo mismo?. - tomo mi cadera y me acerco más a él.

- Debes creerme cuando te digo que se comporta demasiado extraño. Nathaniel, mi padre y yo nos estamos volviendo locos sin Antoine, pero ella. - pause. - Simplemente pasa de largo. - el chico suspiro.

- Bueno si es así te apoyo, y si lo necesitas puedo acompañarte. - una sonrisa creció en mis labios.

- ¿Harías eso por mi?. - rodé sus hombros con mis brazos.

- Eso y mas. - me regalo una sonrisa, que solo me impulsó a querer acortar la distancia entre nosotros para besarlo.

Estaba por hacerlo pero me vi interrumpida, por un silbido que conocía de memoria.

- Chiflando y aplaudiendo. - Nathaniel rio mientras palmeaba el hombro de mi chico. - Lo siento hermana pero necesito robártelo un par de minutos, ¿Puedo?. - reí y me aleje de Guzmán.

- Adelante. - el chico de las pecas fue arrastrado hacia fuera del salón por mi hermano.

- Por fin se te despega. - reí ante las palabras de Lucrecia quien venía acompañada de Cayetana.

- Lo mismo puedo decir de Nate.

- Touché. - sonrió la morena. - Venimos en busca de tu ayuda.

- ¿A si?. - ella asintió. - ¿Que necesitas?.

- Bueno, esta chica, es embajadora de una ONG muy importante. - Lucrecia señaló a la rubia. - Entonces se encuentra organizando una gala benéfica, ¿No es muy cool?.

No pude evitar soltar una carcajada escuchar semejante estupidez.

- Te dije que no era buena idea pedirle ayuda a Ella. - habló Cayetana.

- Rafaella para ti. - solté. - ¿Cual es el punto Lu?.

- Necesitamos un lugar para el evento y pensé...- la interrumpí.

- Cuenten con la terraza del hotel central de mi padre. - mencione sin mas.

- ¿Estás de joda?. - cuestionó Grajera.

- Claro que no, como negarme ante semejante acto de bondad, ¿Que te parece si tú y yo afinamos detalles?. - tome a la rubia del brazo.

- Perfecto, las dejó para que se pongan de acuerdo, y no te preocupes por lo de más darling que yo me encargo de todo. - fue lo último que dijo la morena antes de retirarse.

- ¿No planeas desistir con este juego estupido verdad?. - cerré el espacio entre Cayetana y yo.

- Por favor no te metas en esto Rafaella, lo hago por que lo necesito. - reí y apreté su brazo.

- Ahora si va enserio, o confiesas, o lo hago yo. - solté mi agarre. - Largo de aquí.

Ella se alejó apurada, sabía que la chica no tendría las agallas suficientes para confesarlo, pero en mi mente ya tenía algo maquinado para hacerla hablar.






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Detuve mi paso en mi casillero, abrí este y comencé saqué un par de libros de mi bolso para colocarlos dentro.

- ¿Entrenaras hasta tarde entonces?. - mire a Guzmán quien estaba recargado contra en casillero de al lado.

- Si, de verdad quisiera acompañarte pero el coach salió con esto.

- No te preocupes otro día será. - cerré la puerta y sonreí.

- Vale, ¿Quedamos para la cena?. - se acercó a mi.

- Me parece bien. - acorte la distancia entre nosotros y atrape sus labios con los míos.

Estuvimos entre besos por un par de minutos hasta que el aire nos hizo falta.

- Te mensajeo en cuanto salga. - me sonrió y dejó un beso en mi mejilla antes de retirarse. - ¡Te quiero!. - gritó a medio pasillo y me miro sonriendo.

Reí en respuesta y lo mire alejarse hasta que salió de mi rango de visión, fue así como me percaté que Valerio se encontraba recargado en una pilastra cerca de nosotros.

De un momento a otro se acercó hacia mi.

- Qué tal Borgues. - comencé a caminar acompañada de el.

- Hola Montesinos. - reí. - ¿Como te encuentras?. - cuestioné, tenía mucho sin entablar conversación con el.

- Debo ser sincero, mi día comenzó de la mierda, pero ahora, todo marcha bien. - sonrió.

- Me alegro Val. - apreté su hombro de forma amistosa.

- Bueno bella dama si me permite. - mencionó con su típico asentó y tomó mi mano para dejar un beso sobre esta. - Permiso.

Salió disparado hacia el lado contrario de donde me dirigía, debía admitir que Valerio era un chico muy agradable, desgraciadamente tenía las manías equivocadas.



●●●●●●



Suspiré, no sabía en si lo que haría pero tenia que hablar con mi madre.

- Regresa por mi en dos horas Román.

- Claro señorita. - después de recibir ese asentimiento por su parte baje del auto y cerré la puerta tras de mi.

Ingrese a el refinado local de mi madre, sintiendo varías miradas sobre mi.

- Bienvenida señorita Rafaella. - le brinde una sonrisa a la cajera. - Hace mucho no nos visitaba.

- Los tenía un poco abandonados Lily pero prometo venir más seguido. - ella asintió. - ¿Mi madre?. - cuestione.

- Se encuentra haciendo inventario en almacén, ¿Gustas que la llame?.

- Oh no te preocupes yo voy, ¿Te encargo una rebanada de tiramisu?.

- A la orden.

Sin dar respuesta pase por la pequeña puerta giratoria que daba hacía la cocina, salude un par de rostros conocidos que tenía mucho sin ver, desde que habíamos regresado a España era la primera vez que visitaba esta sucursal pero no olvidaba a los empleados que tenían longevidad en mi memoria.

Me dirigí hacia el almacén, la puerta se encontraba entrecerrada aunque me permitió acceder con facilidad.

Mi madre tenía un escritorio designado para esta área así que me enfoque en llegar hacia el para encontrarla, mientras más me acercaba hacia mi objetivo podía percibir un par de ruidos.

Una vez cerca del escritorio me quede perpleja, no podía ser posible, la imagen de la mujer intachable que vivía en mi cabeza y en mi corazón acaba de ser remplazada por la de una cualquiera.

Ver a mi madre sentada sobre el escritorio a medio vestir mientras un don nadie besaba sus labios era algo que me marcaría por siempre.

Mis ojos comenzaban a picar, pero debía ser valiente, reaccioné a tomar mi móvil y grabar un tramo antes de enfrentarme a ella, debía contarle esto a papá.

Detuve la grabación el igual que mi andar a unos centímetros de la escena.

- ¿Así que mientras tu familia se hunde en la mierda tu te revuelcas con este?. - al instante los dos mayores se separaron asustados.

- ¡Rafaella!. - mi madre alejo al tipo de su cuerpo y comenzó a vestirse.

- Ahora entiendo todo. - una risa irónica salió de mi. - Las salidas desde temprano y tus llegadas tarde. - pause. - Toda esa mentira de que necesitabas distraerte de lo de Anto, eres una cualquiera.

Con prisa se acercó y dejó una bofetada sobre mi mejilla izquierda, mi mano por inercia fue hacia esta.

- Soy tu madre y debes de respetarme.

- Mereces el mismo respeto que brindas. - comencé a retroceder al tiempo que las lágrimas salían de mis mejillas.

- Mi amor, puedo explicarlo.- trato de alcanzarme.

- No me vuelvas a llamar así, y será mejor que te prepares para lo que viene.

Di media vuelta y salí con prisa de ahí escuchando como me llamaba a gritos.

Tome mi celular accediendo al chat con mi hermano, le escribí entre lágrimas enviándole el video y pidiéndole que se lo mostrara a papá.

En cuanto termine mi móvil vibró, mostrando la notificación de un mensaje de un número desconocido.

Accedí a este, topándome con un texto.

"Tómalo como un regalo de alguien que te valora..."

Me extrañaron esas palabras, iba a guardar mi celular para salir de ahí pero una notificación más se anunciaba, era un mensaje multimedia del mismo número desconocido.

Ingrese a la conversación notando que era un video, pulsé en reproducir pero al instante me arrepentí.

Este mostraba a Nadia y Guzmán dentro de los vestidores del instituto, el chico estaba sentado con ella sobre sus muslos mientras la besaba con pasión, de un momento solo aparecieron las imágenes de ambos follando entre gemidos, no iba a entrenar, me había mentido.

Las lágrimas continuaron bajando por mis mejillas pero ahora con más fuerza, ya que fui consciente de que este día no solo había perdido a mi madre, si no también al que creía sería el amor de mi vida.

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