1-11
|| [3 MESES ANTES] ||
R A F A E L L A
La luz del sol calaba con levedad mis ojos, pero no podía retirar la vista del ventanal, miles de pensamientos pasaban por mi cabeza y ninguno me daba tranquilidad.
Me aferre al dinosaurio de felpa de Antoine, había pasado la noche en su habitación aunque no logre conciliar el sueño ni un segundo.
Podía escuchar el alboroto proveniente del piso de abajo, mis padres llegaron de su viaje acompañados de los policías unas horas después de la desaparición de Antoine, no pude ver a ninguno de los dos a la cara, sentía que les había fallado al no cuidar a mi hermano como debía.
Cerré los ojos por instinto al escuchar como la puerta de la habitación era abierta, no quería tratar con nadie.
- Se que estas despierta. - suspire y abrí los ojos, encontrándome con el frente a mi.
- ¿No deberías estar en el instituto?. - cuestione sin mirarlo.
- Son mas de las cinco de la tarde Ella, y necesitas comer. - dejo frente a mi una bandeja con un sándwich, fruta y lo que parecía jugo de manzana, sin prestar atención a su acto, me gire sobre la cama dándole la espalda. - Anda no seas infantil.
- Vete Guzmán, no tienes nada que hacer aquí. - escuche como reía por lo bajo.
- Tengo que hacer aquí mas de lo que te imaginas, no dejare que Nathaniel y tu pierdan la cabeza como yo lo hice cuando lo de Marina. - escuche como pronuncio con pesar ese ultimo nombre. - Mucho menos cuando para ustedes aun hay esperanza.
El chico rodeo la cama, se puso de rodillas frente a mi y deposito la comida de nuevo en la cama.
- ¿Por que?. - me senté sobre le colchón y tome el jugo abriéndolo para darle un trago.
- Por que a mi me hubiera gustado que alguien me sostuviera en esos momentos.
- Pero, ¿Y tus amigos?. - mencione.
- Todos estaban absortos en lo mismo, Marina era alguien relevante para la mayoría y ninguno entendió como afrontar la situación. - rasco su barbilla. - Lucrecia estuvo conmigo, pero en ocasiones me hundía mas de lo que me sacaba a flote.
El chico bajo su mirada, tome su barbilla y levante su rostro, sus ojos celestes se encontraron con los míos, note como el comenzó a acercarse hacia a mi, hasta el punto en que sus codos se recargaron en el colchón y con sus manos tomo mis mejillas, su acto me sorprendió pero no planeaba alejarme, mucho menos cuando comenzó a brindar pequeñas caricias en estas que me hacían sentir reconfortada.
- Gracias por estar aquí. - susurre aun sabiendo que me contradecía, pero algo dentro de mi me impulso a hacerlo.
- Lo estaré siempre que me necesites. - acorto la distancia entre nosotros dejando un beso sobre mi frente, sonreí ante su acto. - Ahora come, que terminaré devorando eso. - ambos reímos.
Mientras ingería los alimentos Guzmán se dedico a conversar conmigo de cualquier cosa que se le ocurriera, gesto que agradecí por que así logre olvidar un poco como comenzaba a hundirme dentro de la tristeza al no saber qué pasaría con mi hermanito.
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Ingrese al pasillo principal del instituto sintiendo como todas las miradas estaban sobre mi, la situación sobre mi hermano era mas que conocida aquí y agregando que ninguno de estos imbéciles sabia disimular comenzaba a arrepentirme de asistir este día.
Abrí mi casillero y tome los libros que necesitaba depositándolos en mi bolso, me mire en el pequeño espejo que estaba en la puerta, mis ojeras eran predominantes bajo mis ojos gracias a la falta de descanso, mi piel lucía mas pálida, me estaba descompensando rápidamente, deje de obsérvame cuando me llamaron.
- Princesita. - trate de sonreír cuando mire a Rebe, ella se acerco a mi y me abrazo, correspondí su acto de inmediato. - Sigo sin creer lo de Anto, de verdad espero que estos giles se movilicen y les den noticias pronto. - nos separamos y la mire. - Mi madre. - note como dudo en hablar. - Ella pone a disposición de ustedes toda su gente si de algo sirve. - sonreí genuinamente.
Sabia la situación de la mamá de Rebe, también entendía como a la castaña le costaba hablar sobre eso, y agradecía que ella me tuviera la confianza para contarme sobre su situación, así como su oferta.
- Muchas gracias, en situaciones tan extremas no estaría de mas. - cerré la puerta de mi casillero y comenzamos el camino hacia el salón.
- Tu solo ordena y se mueven. - asentí. - ¿Cómo lo llevan tus padres?. - cuestionó mientras caminábamos.
- Que te puedo decir, mi padre esta encargándose de mover sus influencias tratando de agilizar las cosas, mientras mi madre esta encerrada en su habitación en un valle de lagrimas culpándonos a Nathaniel y a mi de todo. - ingresamos al salón y al instante buscamos una mesas para sentarnos juntas.
- Vaya mierda. - soltó la ojiazul mientras tomaba asiento. - Los culpa a ustedes cuando esta claro que los irresponsables son tus padres por no brindarle al peque el tiempo que necesitaba.
- No lo se Rebe, yo. - pause y la mire. - Pude haber hecho mas si tan solo...- me interrumpió.
- Epa, despabila princesita que ni el Nate ni tu tenéis la culpa de absolutamente nada, que a mi me consta como mimaban al cachorro, te lo digo yo parecían mas sus padres. - mis ojos se llenaron de lagrimas, la chica al instante me abrazo, y no hice mas que sollozar en su hombro. - Te prometo que haremos todo un quilombo hasta encontrarlo.
Me afirmo en sus brazos y me permitió desahogarme, si había algo que agradecía de mi regreso a España es que pude encontrar amistades sinceras como ella.
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Quite la gorra de mi cabeza y sacudí mi cabello permitiendo que este cayera sobre mis hombros, al instante sentí como alguien cubría mi cuerpo con una toalla, me giré para mirar al responsable y este al instante me sonrió.
- ¿Cómo lo llevas?. - cuestione.
- Supongo que igual que tu. - comenzamos a caminar hacia el ventanal que estaba al lado de la piscina. - Fue una pésima idea venir hoy, odio la compasión de todos estos imbéciles.
- Pensé que solo a mi me pasaba, pero como diría papá...- mi hermano me miró.
- Cara plantada y que nadie te afecte. - asentí.
- Mi par de hermanitos favoritos, que gusto verlos. - Valerio nos abrazo por los hombros a ambos. - Hoy por la noche, ustedes, los chicos y yo en el Barceló.
- Yo paso. - Nate al instante retiro el brazo de sus hombros y camino hacía la piscina posicionándose al lado de Samuel, menuda carrera se daría.
- Bueno, ¿Tú que dices belleza?. - Valerio se plantó frente a mi.
- No tengo ánimos Val, pero gracias. - le brinde una sonrisa forzada, el chico se acercó a mi y susurró a mi oído.
- ¿Ni aunque te diga que tengo algo que te puede ayudar a olvidar todo?. - sus palabras retumbaron en mi cabeza.
- ¿De que hablas?. - esté carcajeó.
- Asiste y lo sabrás. - el moreno me guiñó un ojo y dio media vuelta para seguir su camino.
Debía admitir que logró sembrar un atisbo de intriga en mi, pero en este momento no me encontraba con ánimos de asistir a reuniones.
Desvíe mi atención a la piscina, hasta el momento Nathaniel y Guzmán iban a la par, un par de minutos después ambos tocaron la llegada al mismo tiempo.
Estos al darse cuenta alardearon entre sí y chocaron puños, ubique las toallas de ambos en las gradas y me dirigí por ellas, al tomarlas retomé el camino hacia ellos.
- Servicio a domicilio para las estrellas de la clase. - los tres reímos mientras ambos tomaban la toalla de mis manos.
- ¡Nathaniel!. - escuchamos el grito de Lucrecia desde el otro extremo de la piscina.
- Ahora los veo. - asentí hacia mi hermano, este cambio de semblante y comenzó su camino hacia la castaña.
Sonreí al verlo, conocía esos gestos.
- ¿Esos dos han estado muy juntos no?. - cuestiono Guzmán mientras observaba cómo los antes mencionados platicaban animadamente.
- ¿Celoso?. - este carcajeo.
- Que va, Lucrecia es tema pasado.
- Yo me refería al hecho de que te estaban quitando a tu mejor amigo, pero...- alce los hombros desinteresada y el solo negó.
- ¿Cómo te sientes?. - Guzmán se acercó un poco más a mi.
- Bien. - suspiré. - Creo que es lo único que me han preguntado todo el día.
- Lo siento por repetirlo, solo quiero que estéis bien. - lo mire y sonreí por inercia.
Decidida me acerque a él y tome sus mejillas, acorte la distancia entre nosotros dejando un beso en su mejilla durando un par de segundos con mis labios sobre esta.
Cuando volví a mi lugar noté como el sonreía, a la par sentía una mirada penetrante sobre nosotros, así fue cómo ubique en las gradas a Nadia, quien solo miraba hacia acá.
- Gracias por preocuparte tanto por nosotros. - tome la mano de Guzmán, este al instante entrelazo nuestros dedos. - Pero no quiero que te veas afectado por todo esto. - acerque mi cuerpo hacia el tocando su pecho con el mío.
- ¿Por que me afectarías?. - su mano libre subió a mi mejilla.
- La princesa Jazmín lleva rato pendiente de mis movimientos. - el de pecas iba a dirigir su mirada hacía ella pero tome su rostro con mi mano libre. - Disimula un poco Aladdín.
- Te juro que no la entiendo. - me miro serio. - Me acercó a ella y me aleja pero trato de olvidarle y no me lo permite. - sus últimas palabras removieron algo en mi, sentí como el admiro mi rostro por unos segundos. - Se qué tal vez no son condiciones de salir, pero no quiero que estéis pensando todo el tiempo en lo mismo, ¿Te gustaría...- alguien intervino antes de que terminara.
- ¡Guzmán!. - era Nadia llamándolo, yo reí.
- Anda, Jazmín espera por ti, no pierdas la oportunidad. - le sonreí y solté su mano.
Di media vuelta, comencé mi camino hacia los vestidores sin esperar respuesta de su parte y con un extraño sentimiento en el pecho.
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Salí del cuarto de baño después de ducharme afirmando la toalla sobre mi cuerpo.
Tome mi móvil del tocador encontrándome con mensajes de Guzmán, Rebeka y Lucrecia, ya contestaría después.
Lance el aparato hacia mi cama para seguir mi camino hacia el closet, ingrese a este dándome cuenta que había alguien del servicio ahí.
- Lo siento no te había visto, solo tomo unas cosas y me retiro ¿Vale?. - mencione, ella seguía de espaldas así que solo asintió con la cabeza, al observarla descubrí que en uno de sus brazos tenía el vestido Ralph Lauren rojo que no encontraba desde el día del Barceló. - ¡Hey!. Me has quitado un peso de encima. - me acerque a ella con rapidez y lo tome de su brazo. - Veras planeaba usarlo hace unos días y no lo encontraba, ¿Donde...? - la mire y mi boca se abrió de la sorpresa.
- Será mejor que me retire, permiso. - ella atinó a dar media vuelta, pero tome su brazo.
- No vas a ningún lado. - reí. - Dios, esto es una primicia, la gran Cayetana usando el uniforme del servicio de mi casa, y más aparte ordenando mi...- detuve mi frase observando el vestido y de nuevo mirándola. - Que hija de puta, ¿Utilizaste mi vestido en la fiesta?. No lo puedo creer.
La solté para salir con prisa del closet, tome la bata de seda de mi cama y la coloqué sobre mi cuerpo cubriéndolo, la amarre a mi cintura.
Salí de mi habitación, y una vez en el pasillo grité el nombre de mi hermano.
- ¡Nathaniel!. - sin demora mi hermano salió de su habitación.
- ¿Que?. - el me miró.
Yo di media vuelta y observe a Cayetana quien yacía parada cerca de la puerta de mi cuarto.
- Dame una buena razón para no contarle a mi padre lo que hiciste. - me acerque a ella.
- Mi familia necesita el dinero, mi abuelo esta muy enfermo.
- Lo hubieras pensado mejor antes de tomar cosas que no te pertenecían e inventarte una mentira tan estúpida. - reí. - Ahora entiendo por qué alardeabas tanto y nunca cerrabas la boca.
- No entiendo nada, ¿Qué diablos hace ella aquí?. - Nathaniel se poso a mi lado y la observo. - No puedo creerlo, ¿Es parte del servicio?. Wow. - el comenzó a reír.
- Así es, y mejor revisa todas tus pertenencias por qué está sin vergüenza tomo uno de mis vestidos para la red party del Barceló. - chasque la lengua.
- ¿Enserio hiciste eso?. - Cayetana solo asintió la mirada ante el cuestionamiento de mi hermano. - Recoge tus cosas y lárgate de aquí, ya veremos qué excusa le inventamos a mi padre.
- Les suplico que no me hagan esto, necesito el dinero. - ella amenazaba con llorar.
Nathaniel y yo nos miramos por unos segundos, ambos sonreímos.
- Ok no te irás. - soltó Nate. - Pero vas a estar a nuestra disposición las veinticuatro horas del día. - yo reí.
- Yo no necesito nada de ti, pero si debes estar bajo la orden de mi hermano. - comencé a cerrar la distancia entre ella y yo. - Tienes completamente prohibido volver a entrar a cualquier habitación. - ella asintió. - Así como sólo tienes hasta mañana para decirle a todos quien es la verdadera Cayetana, antes de que lo haga yo, ¿Entendido?.
- Que yo no puedo llegar así y...- Nate la interrumpió.
- Venga Cayetanita, al igual que armaste todo este mundo de caramelo, así puedes decir la verdad. Y yo que tú obedecía a Rafaella por qué no te gustaría que te descubra frente a todo el mundo. - el solo me miro y dejó un beso en mi mejilla. - Quiero la cena en diez minutos en mi habitación, ni más ni menos. - el chico se retiro y cerró la puerta tras de el.
- Ya escuchaste, así que muévete, y estás advertida. - pase a un lado de ella e ingrese a mi habitación.
Cerré la puerta tras de mi y sonreí triunfal, siempre había pensado que esta chica escondía algo, vaya forma de descubrirlo.
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Mire a todos lados asegurándome de no ser observada.
Llevaba cinco minutos tras la pilastra que daba a los sanitarios, esperando tomar valor para entrar a estos.
Mi señal para activarme fue el ver salir a Guzmán de ahí, azotando la puerta, era ahora o nunca.
Con prisa comencé a caminar, una vez frente a la puerta la abrí sin demora para ingresar y cerrarla tras de mi.
- Venga. - el chico limpio su nariz. - No me imaginaba verte aquí. - carcajeó. - Pero me alegra, así que, ¿Te quieres olvidar de todo?.
- Dejémonos de tonterías Val. - me acerque a él.
Este al instante formó una linea en el lavabo, me miró serio.
- Sírvete. - cruzó los brazos frente a su pecho.
Con titubeo me acerque, era verdad que estaba en contra de este tipo de sustancias pero sentía tanta presión en mi cabeza y mi cuerpo que necesitaba una forma de escapar por un momento de la realidad o me terminaría consumiendo.
Sin pensarlo más me agache e inhale todo el polvo sintiendo como quemaba mi nariz levemente.
Cerré los ojos por unos segundos y respiré hondo.
- ¿Comienzas a sentirlo no?. - asentí ante las palabras del moreno.
- ¿Tienes algo de más?. - el adentro la mano en su pantalón y me mostró un sobre. - Lo quiero, ¿Cuanto?. - tome mi bolso para buscar dinero.
- Tómalo. - lo dejó sobre mi palma. - Cortesía de la casa. - el rio, al instante lo guarde, mientras veía como el formaba otras dos líneas aspirando la primera con prisa. - Anda no seas tímida, dale.
Asentí y de nuevo me agaché para poder aspirar la restante, mientras yo hacía esto la puerta del baño se abrió, con rapidez me levanté y limpié mi nariz.
- ¿Pero a quien tenemos aquí?. Bienvenida preciosa, ¿Te nos unes?.
- ¿Rafaella qué haces?. ¿Estás consiente de lo dañino que es esto?. - yo solo reí.
- No estoy para tus sermones Nadia, ¿No deberías andar tras Guzmán?. - Valerio y yo reímos ante mis palabras, me mire en el espejo para evitar tener rastro de la droga en mi rostro. - Permiso, te debo una Val. - deje un beso en la mejilla del moreno y salí del sanitario.
Comenzaba a sentir el efecto en mi cuerpo, y por un momento, después de vario tiempo comenzaba a sentirme feliz y relajada, así que por ahora no me importaba las consecuencias que me traería esto.
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|| [ÉPOCA ACTUAL] ||
78 HORAS DESAPARECIDO
- Claro que puedo argumentar algo, tengo años sin visitar ese lugar. - la detective miro con determinación a la castaña.
- Ya, ¿Entonces fue casualidad que la última vez que se supo de Samuel fuera cerca de una de tus propiedades?. - cuestionó la mayor.
- ¿Se da cuenta que estás reuniones resultan inútiles?. - cuestiono Guzmán, quien una vez más tuvo que compartir interrogatorio con la Borgues.
- Ahora que insistes Guzmán, ¿Puedes explicar por qué la última vez que se vio a Nano fue cerca de tu casa?.
- ¿Quién le asegura eso?. - hablo de nuevo el de las pecas.
- Las cámaras de vigilancia en la vía pública no mienten. - soltó la detective.
- Vaya, quien lo dijera. - Ella rio irónica. - Para encontrar a Fernando funcionan perfectamente, pero para seguir la desaparición de un niño de nueve años ni una mierda, menudo sistema.
- ¡Es aquí donde volvemos a lo inútil que resulta todo esto!. - exclamo Guzmán en un grito tratando de liberar la tensión acumulada en estos días.
- Si tiene algo de lo que acusarnos hágalo ya. - Rafaella se puso de pie y se posicionó tras de el rubio tomando los hombros de este mismo.
- Si no, dedíquese a dejarnos en paz, que tenemos una exhaustiva búsqueda que hacer para encontrar a Antoine, por qué al parecer somos los únicos preocupados por hacerlo. - Guzmán tomó la mano de la chica, recibiendo un suspiro por parte de la detective.
- Vale, podemos seguir mañana.
- Muchas gracias por ser tan consciente. - menciono Rafaella con ironía en su voz, tomó su bolso mientras Guzmán se ponía de pie y ambos caminaron hacia la puerta.
- Rafaella. - la mencionada rodó los ojos antes de mirar a la mujer quien se acercó a ella y le brindó un papel.
- ¿Esto que es?. - la chica comenzó a leer y no podía creer, las lágrimas comenzaron a resbalar por sus mejillas.
- Estás citada mañana, necesitamos descartar presencia de cualquier sustancia en tu organismo que pudiera llevarte a manipular la desaparición de...- la pelirroja fue interrumpida.
- ¿Me está jodiendo no?. - Guzmán habló mientras arrebataba la hoja de las manos de la chica y la rompía a la mitad lanzándola a los pies de la mujer. - Olvídese de que asista, y créame cuando le digo que mañana a primera hora la que tendrá un citatorio de parte de mi familia y la de Ella pero para rendir cuentas será usted.
El de pecas no tardo en tomar la mano de la chica y sacarla de ahí, una vez fuera Guzmán abrazo a Ella permitiéndole desahogarse sobre su pecho.
Esto comenzaba a llegar muy lejos, pero la castaña no planeaba quedarse de brazos cruzados, sabía a quien debía buscar para ajustar cuentas sobre el giro en la prueba de antidoping con la que la querían inculpar.
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|| [3 MESES ANTES] ||
R A F A E L L A
Mi cuerpo se movía al ritmo de la música, sentía como la adrenalina corría dentro de mi, y debía admitir que la sensación me gustaba.
Saltaba entre la gente animada, varias chicas se unieron a mi de un momento a otro.
- "Pa' darle pal' piso no pide permiso, si esta soltera sin compromiso..." .
Sonreí al captar la canción, era sin duda de mis favoritas y eso hizo que mi cuerpo reaccionara en automático.
Subí a uno de los sillones del reservado y dejé mi bolso de lado, mi cadera comenzó a menearse con el beat, nada importaba ahora.
- ¡Rafaella!. - escuche a lo lejos. - ¡Ella!. ¿¡Que coño haces!?.
Logre identificar la voz hasta que el individuo se posó frente a mi.
- ¡Guzmán!. ¡Pero que fortuna verte aquí!. - baje a tropezones del sillón y me acerque a él abrazándolo. - ¡Anda vamos a bailar!. - tome su mano tratando de llevarlo a la pista pero el tomo mis mejillas.
- Mírame. - trate de escaparme de su agarre. - ¡Joder mírame!. - con presión levantó mi barbilla logrando que mis ojos se encontraran con los suyos. - ¿Qué te metiste?.
- Nada que te interese, déjame en paz. - quite sus manos de mi rostro y comencé a caminar lejos de él.
- ¡Tu hermano está buscándote como loco, de no ser por Nadia....!. - me gire y lo interrumpí.
- ¿Así que ella te fue con el chisme?. Tremenda estúpida. - fui hacia el sillón donde estaba anteriormente y tome mi bolso con la intención de ir de nuevo al sanitario.
- Vámonos. - tomo mi brazo y comenzó a arrastrarme hacia la salida.
- Suéltame, ¡Guzmán suéltame!. - lo empuje pero el me afirmó en sus brazos logrando que nuestros rostros quedaran muy cerca.
- No te voy a dejar, ya te lo dije, no voy a permitir que te hundas como yo lo hice. - la luz de los reflectores hacía que sus ojos brillaran aún más, maldita sea.
Justo en ese momento el bajón llegó a mi, así que me sostuve de sus antebrazos, cosa que el noto ya que al instante me afirmo de la cintura.
- Sácame de aquí. - el solo asintió y tomó mi mano guiándome hacia la salida.
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Di una mordida más al sándwich mientras observaba el ventanal de la habitación, había pedido a Guzmán que me trajera a uno de los hoteles de mi padre donde tenía ropa para pasar la noche después de reportarme con Nathaniel y prometerle que lo vería temprano en el instituto.
Había tomado un baño y cambiado mi vestimenta en cuanto llegamos, ahora Guzmán se encontraba haciendo lo mismo.
La ciudad parecía tranquila bajo la luz de la luna y la estrellas, el simple hecho de saber que mi pequeño hermano se encontraba en peligro por cualquier lugar me hacía estremecer por dentro y una vez más mis ojos se llenaban de lágrimas que trate de contener pero me era imposible.
Dejé la comida de lado y tome asiento en la pequeña sala de la suite, las lágrimas comenzaron a bajar por mis mejillas el hueco en mi pecho cada vez era más grande y sentía que me consumía de a poco.
Trate de solapar mi llanto tapando mi boca con mis manos pero fue inútil, de un momento a otro Guzmán estaba frente a mi en cuclillas.
- Hey. - tomo mis mejillas y limpio las lágrimas con sus pulgares. - Estoy aquí, tranquila, vayamos a dormir.
Solo atiné a asentir y esconderme en sus brazos, el chico de las pecas me cargó en estos, se adentro a la habitación y me deposito sobre la cama, me arropó antes de retirarse.
- Es mejor que descanses. - encendió la lámpara de la habitación y apagó las luces. - Estaré en el sofá si me necesitas, ¿Vale?. - asentí.
El se puso de pie dispuesto a abandonar el lugar, sin pensarlo decidí seguir mis impulsos.
- Guzmán. - lo llame, este al instante se detuvo. - Quédate conmigo, ¿Puedes?. - el se giró y me miro. - Sabes olvídalo no...- detuve mi hablar cuando el regreso hacia la cama.
Levantó las sábanas y se acostó a mi lado, mirándome.
- No tengo problema con ello. - sonrió. - Eso si no puedo dormir con la luz prendida. - se giró y apagó la lámpara de noche para volver después a su posición normal. - Descansa Ella.
- Descansa Guz. - el cerró los ojos y yo me giré dándole la espalda topándome con la vista del cielo estrellado por el ventanal.
Podía apostar que el tiempo transcurría pero yo seguía sin conciliar el sueño, de un momento a otro decidí dar la vuelta, topándome con el rostro del rubio.
Sus ojos se encontraban cerrados, así que me dediqué a analizarlo.
Ligeras ojeras se posaban bajo sus ojos, era más que obvio que no había estado durmiendo bien, sus incontables pecas eran el adorno perfecto para su tez, por instinto lleve una de mis manos hacia su mejilla, acariciando con cautela su piel.
- Pensaba que dormías. - su voz me sobresalto, trate de quitar mi mano pero el la sostuvo con la suya.
- No quería incomodarte. - mencione mirando cómo abría sus ojos, quienes gracias a la luz de las estrellas resaltaban cómo siempre. - Lo siento.
- No tienes por qué disculparte. - pude sentir como disfrutaba mi tacto. - ¿Alguna vez has tenido el impulso de hacer algo, pero por miedo lo has reprimido?. - su pregunta me tomo por sorpresa, pero últimamente entendía ese sentir.
- Claro, incontables veces. - pude sentir como se removió logrando acortar la poca distancia que había entre nosotros. - Es algo que quema de apoco por dentro hasta que no lo puedes contener más y...- me interrumpió.
- Explota. - solo asentí al sentir como su nariz rozaba con la mía, por inercia cerré mis ojos ante su tacto. - No quiero que me odies el día de mañana, mucho menos que pienses que me aprovecho de tu vulnerabilidad en este instante, es que, ya no puedo más. - todo salió en un susurro de sus labios.
- Solo hazlo. - sin perder tiempo estampó sus labios con los míos.
Debía admitir que este gesto me lleno de sensaciones que no había experimentado antes, más aparte estaba saciando uno de mis impulsos retenidos desde hace tiempo.
Lleve mis manos hacia sus mejillas con la intención de profundizar nuestro acto, el me recostó sobre el colchón colocándose sobre su brazo para no dejar su peso sobre mi mientras acariciaba levemente mi cintura sobre la camiseta.
Fueron varios minutos llenos de besos y caricias entre ambos, hasta que se nos terminó el aire por completo logrando separarnos.
Guzmán posó su frente sobre la mía ambos permanecimos con los ojos cerrados.
- No entiendo que me hiciste Rafaella, pero, no quiero dejar de sentir esto. - sonreí levemente ante sus palabras. - Y se que no es el momento correcto, mucho menos estoy seguro de lo que tú sientes pero...- lo interrumpí dejando un pequeño beso sobre sus labios.
- Ya habrá tiempo para preocuparnos por eso, pero creo que es más que obvio lo que siento. - acaricie su mejilla. - Solo quiero que nos olvidemos de todo y todos por esta noche.
El entendió mi mensaje y volvió a besarme pero ahora con más pasión.
Sin esperar llevo sus manos hacia mi camisa y la saco de mi cuerpo, deteniéndose a admirarme.
- Eres perfecta. - con prisa llevo sus manos hacia mis pechos para acariciarlos con cautela mientras volvía a besarme.
No puede esperar y despoje su torso de la playera que llevaba, acaricié su abdomen al momento que mordía levemente su labio inferior, recibiendo un gemido de su parte.
Con cautela comenzó a rozar su cadera con la mía, mierda si sabía cómo retarme.
Cuando menos lo espere ambos nos encontrábamos completamente desnudos, su mano acariciaba mi entrepierna haciendo que varios suspiros escaparan de mi.
Beso un par de veces mis labios y me miro mientras se colocaba entre mis piernas.
- ¿Puedo?. - yo solo asentí, el me miro por unos segundos.
Así sin más se hundió dentro de mi, enterré mis uñas en su espalda al sentir como comenzaba a moverse.
El escondió su cara en mi cuello mientras aumentaba las estocadas, el único sonido presente en la habitación era el de nuestros gemidos y el choque entre nuestros cuerpos.
Así fue como gastamos la mayoría de la noche, satisfaciendo nuestros impulsos y creando un lazo irrompible entre los dos.
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