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20 HORAS DESAPARECIDO

- Fue visto por ultima vez ayer por la noche, tiene 17 años. En el momento de la desaparición, llevaba el uniforme del colegio Las Encinas, pantalón burdeos, camisa blanca, americana azul o gris con un ribete rojo en la solapa. - la mujer pauso por un momento. - Ya sabéis lo importantes que son estas primeras horas, así que en marcha compañeros.

Ella solo esperaba que no fuera demasiado tarde y que no se repitiera la historia.

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|| [3 MESES ANTES] ||

R A F A E L L A

Mire mis manos que reposaban en mis muslos antes de bajar del auto, no estaba segura de querer hacer esto pero no había forma de escapar.

- ¿Señorita se encuentra bien?.

- Si Roman, no te preocupes. – le sonreí al chófer. – Te veo en unas horas.

Tome el bolso que haría la función de mochila y salí de la camioneta cerrando la puerta tras de mi. La escuela se veía mejor en vivo que desde las fotos de la pagina web.

Y es que en cuanto mis padres decidieron trasladarse a España una de sus principales tareas fue encontrar los mejores institutos para que sus nenes siguieran estudiando, y al ser las Encinas recomendación de familia terminaron inscribiéndome aquí.

Ahora solo permanezco parada en las escaleras que llevan hacia el instituto sin saber cómo huir.

Salí de mis pensamientos cuando un claxon me sorprendió, un auto gris con un par de chicos abordo paso por mi lado, vaya forma de comenzar el día.

Mire a todos lados mientras subía los escalones notando a una chica con un hiyab, otra que iba llegando con un estilo muy especial, y de mas, comenzaba a agradarme tanta diversidad.

Cuando ingrese al instituto fui directo a la recepción, dure un par de minutos para lograr conseguir mi horario y las llaves de mi casillero.

Mire estas que marcaban el numero 138, sin demora comencé a buscarlo, necesitaba aligerar el peso de mi bolso.

Con seguridad camine por los pasillos, sentía varias miradas sobre mi pero no me importaba, no venía a quedar bien con nadie, así que solo los ignore. Después de varios minutos logre encontrar mi casillero, lo abrí y comencé a dejar un par de libros en este, una vez que termine y deje los necesarios lo cerré.

Fue hasta ese momento en que me di cuenta que dos casilleros a mi izquierda se encontraba uno con decoraciones especiales, estas consistían en varias imágenes de una chica, era linda no lo podía negar, acompañadas de varios mensajes expresando que la querían y nunca la olvidarían.

Seguí admirándolo con detalle, de un momento a otro un chico rubio se posiciono frente a este, mirándolo con nostalgia, lo examino de arriba abajo mientras sus ojos comenzaban a enrojecerse.

- ¿Te encuentras bien?. - cuestione acercándome con cautela, solo suspiro.

- Podrían quitar esta mierda de aquí. - soltó con coraje.

Se dio media vuelta y camino perdiéndose por el pasillo entre la multitud.

Ignorando los hechos anteriores seguí mi camino hacia donde creía estaba mi salón, afortunadamente no me equivoque.

Entre y varias mesas ya se encontraban ocupadas, observe el lugar con atención encontrando una en la esquina izquierda al fondo.

Llegue a esta y tome asiento al lado de la ventana, mire a todos los presentes, de lejos se veía que solo se interesaban en sus cosas, mi vista se bloqueo cuando la chica del estilo único se acerco a mi.

- ¿Esta ocupado?. - solo negué.

Al instante dejo su mochila en la mesa y tomo asiento a mi lado.

- Me llamo Rebeka, con k. - me tendió su mano y la tome. - Pero siempre y cuando no seas como esta bola de pijos podéis llamarme Rebe. - reí ante su comentario.

- Rafaella, pero puedes llamarme Ella. - respondí y ella asintió.

- ¿También eres nueva aquí?. - asentí. - Esperemos que este primer día en pijolandia nos traiga cosas buenas y no desgracias.

Seguimos hablando por unos minutos, hasta que necesite ir al sanitario, me disculpe con Rebe, y fui hacia la salida del salón.

Pero me arrepentí de haberlo hecho al momento en que cerca de la puerta me vi embestida por el cuerpo de un chico.

Gracias a esto mi rostro se estampo en el soporte de una de las mesas logrando que mi labio se reventara.

Sentí como unas manos me tomaron por los hombros y me ayudaron a ponerme de pie.

- ¿Cariño estas bien?. - era una chica de cabellos castaños. - ¡Guzmán detente!. - ella gritó.

Yo me encontraba consternada.

- ¡Vete a tu puta casa coño!. - el mismo chico rubio de los casilleros le grito a el pelinegro que me había empujado, al aparecer el lo había golpeado.

- ¡Guzmán quieto!. - grito el castaño que me sorprendió encontrar hasta ahora.

Entre varios trataban de detener la pelea pero era imposible, los dos chicos parecían querer destrozarse entre si, pero el pelinegro iba perdiendo en realidad.

- ¡Guzmán soltadle!. - fue hasta que intervino la directora que lograron calmarlos, ella me miró y tomo mi rostro con cuidado. - ¡Guzmán para!. Mirad lo que habéis causado. - todas las miradas se posaron sobre mi. - Tomen sus lugares ahora. Y tú Rafaella a la enfermería.

- No es necesario, se pasara.

La castaña apretó levemente mi hombro y paso por mi lado.

Yo solo tome camino de nuevo al lado de Rebeka.

- Vaya hostia te has llevado, que hasta las ganas de orinar se te han pasaó'. - trate de sonreír levemente pero me fue imposible gracias a la herida en mi labio.

La profesora nos brindo una compresa con hielo al pelinegro y a mi, presione levemente sobre mi labio reteniendo un quejido.

- La herida que ha dejado en todos nosotros la muerte de Marina tardara mucho tiempo en cicatrizar. - esas palabras me cayeron como agua fría, creo que comenzaba a entender todo. - Necesito vuestra ayuda para conseguirlo, la de todos. Guzmán. - pauso Azucena y se acerco a el. - No puedo nisiquiera empezar a imaginar por lo que estas pasando.

- No, no puedes. - respondió el rubio mientras se enderezaba en su asiento. - Ahora imagínate que tuvieras que cruzarte por los pasillos con el culpable de todo ese dolor.

- Samuel no es el culpable de nada.

- Si Samuel no hubiera entrado en este colegio, no, si Samuel y su puto hermano, se hubieran quedado en el pueblo donde pertenecen nada de esto hubiera pasado. - soltó el chico con todo el rencor que su cuerpo le permitía.

- Fue tu padre quien le concedió la beca. - defendió Azucena.

- Y tu se la has renovado, ¿Porque?. - cuestiono.

- Es un buen estudiante. No sería justo. - comenzaba a marearme todo esto.

- ¿Justo?. - el nombrado Guzmán se puso de pie y se acerco a la directora con paso lento. - Marina esta muerta, mi hermana, esta muerta con 16 años. - esas palabras lograron tensarme. - ¿Eso te parece justo?.

- No voy a discutir esto contigo. - después de escuchar las palabras de Azucena el rubio se giro y nos miro a todos.

- ¡A partir de ahora, sabéis que si habláis con el puto camarero para mi estáis muertos!. - sus vista iba de uno en uno. - Es o el, o yo. - cuando termino de hablar su vista se detuvo en mi.

Analice rápidamente su rostro, nariz afilada, varias pecas dispersas por su piel, en sus ojos azules se podía apreciar la tristeza y coraje que abundaban dentro de el.

Nuestras miradas se desconectaron cuando Azucena volvió a tomar la palabra, logrando que el se girara a mirarla.

- Esto no es una cuestión de bandos, Guzmán.

- Si que lo es. Y tu ya has elegido. - sin mas el rubio tomo asiento.

Vaya mierda sería todo esto, solo podía pensar en que mas podría pasar.




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En cuanto el timbre sonó, tome mis cosas y salí del salón. Fui directamente hasta el sanitario de mujeres y me miré en el espejo. Toque con cautela mi labio, esto iba a tardar en sanar.

Entre a uno de los cubículos e hice mis necesidades, termine y fui directo hacia uno de los lavabos, lave mis manos, moje levemente mi rostro, acomode mi cabello, al igual que mi uniforme, estaba lista para regresar a la jungla que llamaban escuela.

Salí rumbo al pasillo, me tope a varios del salón que miraban mi labio apenados, idiotas.

Cuando estaba por bajar las escaleras dos chicos me interceptaron.

- Pero que tenemos por aquí. - exclamo un chico de rulos, lo identifique como Valerio gracias al discurso que dio en el salón después de la discusión entre Gúzman y Azucena.

- ¿Rafaella cierto?. - cuestiono el castaño de ojos deslumbrantes.

- Efectivamente. - me detuve una vez que los tres terminamos de bajar los escalones. - ¿Necesitan algo?.

- Solo queremos estar seguros de que asistirás a la fiesta de esta noche. Te aseguro que de ir, no te arrepentirás. - me guiño ganándose una risa de mi parte. - Valerio, a tu servicio. - se presentó tomando mi mano y dejando un beso sobre esta, hasta ese momento note que a los lejos desde la puerta de el salón nos observaban Guzmán y todo su séquito.

- No le hagas caso. Yo soy Polo. - mire al otro chico quedándome impactada con la belleza de sus ojos.

- Me agradaría decirles que asistiré pero uno no conozco a nadie y dos no creo que sea bienvenida lo siento. - señale con un leve gesto la escena que observé anteriormente, Valerio carcajeó.

- Ahora nos conoces a nosotros y por esos no te preocupes, yo te los doy en charola de plata. - Valerio abrazo mis hombros y yo reí. - No hay excusa.

- Aparte no te preocupes por eso, con la fiesta y copas será fácil integrarte a los demás, ¿Que dices?. - la insistencia de ambos termino convenciéndome.

- Me han convencido, estaré ahí. - ambos chocaron palmas efusivamente, reí ante su acto.

Después de eso me despedí de ellos, no sin antes intercambiar números para lograr contactarnos dentro de la fiesta.

Seguí mi camino con prisa, había olvidado que me tocaba deportes, aun tenia que llegar a los vestidores y cambiarme el uniforme.

●●●●●●

Rebeka y yo íbamos por la pista de atletismo metidas en nuestro móvil, ella escuchaba música y yo revisaba mis redes sociales.

- Mejor guarden el móvil, si les pillan usándolo, se los confiscan. - nos vimos interrumpidas por el chico de la pelea. - ¿Son becadas?. - Rebeka y yo nos miramos, terminamos riendo levemente.

- ¿Ves esto?. - la ojiazul señalo sus arrecadas. - Oro puro chaval. Lo mismo esto. - tomo las delgadas cadenas que colgaban de mi cuello.

- Serán ricas pero no son como los demás aquí.

- ¿Algún problema con ello?. - le respondí mientras los tres ingresábamos a la cancha.

- Era un cumplido. - el chico me miro y me brindo una sonrisa.

- ¡Entrad todos!. - grito el profesor.

- Rebeka, con k. - volvio a presentarse. - Pero mis colegas me llaman Rebe.

- Samuel. - el tomo la mano de Rebeka saludandola, despues reparo su vista en mi.

- Rafaella, dime Ella. - sonreí con cuidado de no lastimar aun mas mi labio.

- Discúlpame por lo de hace rato, no era mi intención dejarte así. - el chico miro mi rostro con cautela.

- No es tu culpa, en dado caso debería disculparse el rubio salvaje. - ambos compañeros soltaron una risa ante mi comentario.

Sentía una mirada sobre mi, busque por todos lados hasta que me percate de que Guzmán era el que me miraba. Cuando sus ojos se encontraron con los míos, trato de intimidarme, pero fui persistente y no le baje la mirada logrando que el cediera primero desviando su vista hacía otro lado.

- Nos colocamos en grupos de seis, quiero grupos mixtos, y empezamos con dinámicas.

- Shht, chica, vente. - Rebe le hablo a lo morena que anteriormente portaba un hiyab, ella se acerco hacia nosotros. - ¿Que pasa tía?. Yo soy Rebe. - la saludo con un beso en cada mejilla. - No te preocupes, que me llevo muy bien con los moros. En mi barrio me he tirado a todos. - reí.

- Soy Ella. - me acerque a la morena e imite el acto de Rebe.

- Nadia. - soltó con una sonrisa.

- ¡Profe aquí nos faltan dos!. - grito Rebeka.

- ¡Vosotros dos a aquel grupo!. - el profesor señalo a un castaño y una rubia.

Ambos se acercaron a nosotros, no espere a que llegaran, decidí ser la primera en los aros y me fui a tomar posición.

Nadia se formo tras de mi, pero al ver llegar al rubio se retiro al instante.

Comencé a saltar los aros en orden, en todo momento Guzmán estuvo tras de mi, después de tres vueltas el profesor silvo para que cambiáramos de ejercicios.

Me tocaba en las abdominales, me recosté sobre el pasto y comencé a hacerlas sola, gracias a que ''mi equipo'' me abandono, termine de hacer todos los ejercicios por mi cuenta, al finalizar mi fui sin demora a las duchas para alistarme y terminar este día de clases sin contratiempos.





●●●●●●

De vuelta en el salón Rebeka se encontraba fumando un porro distraída en su mundo, Samuel estaba a su lado y yo me encontraba sentada sobre la mesa frente a el.

Samu y yo habíamos entablado buena conversación, el en voz baja y con cautela comenzó a relatarme el porque Guzmán lo odiaba tanto, así como todo lo que había pasado entre su hermano y Marina.
Causando una tremenda sorpresa dentro de mi.

- A pesar de como hayan sucedido las cosas, el no debería de ser tan cabrón contigo. - le dije.

- Eso no le entiende el ni a piñazos. - reímos ambos.

Por un momento Samuel y yo nos miramos fijamente, debía considerar que era demasiado lindo, y su personalidad bañada de ternura sumaba mas puntos a su favor.

Salimos de nuestro trance cuando Rebe hablo.

- ¿Queréis una foto o que?. - no entendí su comentario hasta que mire por el ventanal como un par de chicos la miraban con desdén antes de retirarse. - Me volvía a mi barrio pero ya mismito.

- ¿Porque te fuiste?. - pregunto el castaño, me acomode sobre la mesa esperando escuchar la historia.

- Porque nos toco el gordo. - Samuel me miro sorprendido ante la declaración de la ojiazul, antes de hablar.

- Joder, ¿Vaya putada no?. - se mofo.

Rasque mi nuca sin saber que aportar a la conversación, afortunadamente Nadia me salvo.

- ¿Vas a ir a la discoteca?. - se dirigió con Samu que negó.

- No creo que sea bienvenido.

- ¿Van a dejar que estos decidan por ustedes?. - me anime a hablar recibiendo las miradas de los tres. - Vaya mierda. - me baje de la mesa y tome asiento en la silla.

- Yo voy a ir. - aporto Nadia, mire a Rebe que sonreía.

- ¿Tu vas a ir voluntariamente a una discoteca?. - cuestiono Samu.

- ¿Por que no?. - soltó la morena con desinterés.

- Pues yo también me apunto a la fiesta, que den por culo a los pijos estos, sin ofender. - Rebeka me miro y yo solo reí. - ¿Que dices tu princesa?.

La mirada de los tres se poso sobre mi.

- Sin duda alguna me tendrán ahí.

Entre los cuatro nos miramos sonriendo.







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A la salida pensaba ir directo al estacionamiento a buscar a Roman, pero un chico detuvo mi andar.

- ¿Tu eres Rafaella?. - lo mire.

Los lunares predominaban en su rostro, su piel era ligeramente bronceada pero no perdia su toque blanquesino, los rulos sobresalían de su cabeza, su sonrisa era divina, joder seguía igual de atractivo desde la ultima vez que lo vi.

- Serás imbecil, como si no me conocieras. - soltó una risa y me rodeo en un abrazo que correspondí.

Su característico aroma inundó mis fosas nasales, adoraba su perfume.

Me separé levemente y bese su mejilla.

- Sigues igual de perfecta que la última vez que te vi. - golpe levemente su hombro y nos separamos.

- Los mismo puedo decir de ti guapo. - el me abrazo por los hombros.

- La tia Marie se encuentra en el despacho con mi madre y me enviaron a buscarte, ¿Vamos?. - asentí.

En el camino hacia el despacho de la tía Azucena, Ander y yo nos pusimos levemente al día, me prometió contarme más a fondo ciertas cosas en algún momento que estuviéramos solos cosa que acepté, también aproveché para reprocharle el que no se había acercado a mi en toda la mañana, la única respuesta que recibí es que no quería involucrarme en toda la mierda que cargaban sus amigos.

Cuando llegamos a la dirección, Ander abrió la puerta, me cedió el paso y entre con el tras de mi, ambos sabiendo que esta sería una de las reuniones mas largas de nuestras vidas.

Despues de dos horas salimos del despacho de Azucena, afortunadamente Roman ya nos esperaba con el coche en la entrada para ir directo a casa seguida de mamá.

Una vez que llegamos baje a toda prisa de la camioneta y entre a mi hogar lanzando el bolso en uno de los sofás de la sala.

- ¡Ya estamos aquí!. – grite.

- Ven al comedor señorita. – escuche la voz de mi padre.

Entre a la cocina y la mire enamorada, esta era mi parte favorita de la casa, la inmensa barra seria mi lugar favorito para pasar la tarde, agregándole que los tres hornos se contrastaban perfectamente con los otros artefactos presentes.

Mi madre se había empeñado en instalar un par de hornos más, digo era obvio que su obsesión con la cocina iba más haya de su profesión.

Era una de las chefs más famosas, agregándole que su cadena de pastelerías era de las más reconocidas a nivel mundial, gracias a estas tuvimos que regresar a España, los encargados de manejar las sucursales europeas habían estado desviando fondos de las ganancias totales, cuando mis padres lo descubrieron no dudaron ni un segundo en venir para atender la situación y así no manchar su prestigio.

Debo admitir que yo herede el gusto de mi madre por la repostería, habíamos creado varias de sus recetas más exitosas juntas, y no miento cuando digo que podría pasarme horas completas ideando en la cocina.

Pase al comedor donde papa ya estaba comiendo, el me miro al notar mi presencia en el lugar.

- ¿Pero que te paso?. - me cuestiono alarmado.

- Tuve una pequeña pelea con una chica. - le dije mientras lo saludaba con un beso en cada una de sus mejillas

- Rafaella. - me reprendió mamá apareciendo en el lugar.

- Es broma, fue un accidente en deportes, sabes como soy de distraída. - invente.

Mamá y yo habiamos acordado que no le comentariamos lo que paso en el instituto para evitar problemas.

- Espero que eso sea cierto hija. - comento mi padre. - Después de comer vas y te curas eso. - asentí. - Cambiando de tema, ¿Cómo le fue a mi princesa?. - cuestiono.

- Pues, creo que podría haber sido mejor. – sentía la mirada de ambos sobre mi.

- ¿Porque lo dices?. – cuestiono mama que se sento junto a mi padre.

- En el camino no te lo comente pero al parecer el instituto está lleno de inmaduros que se creen los dueños del mundo. – mis padres rieron de mi drama. – Les juro que no causa gracia.

- Simplemente pasa de ellos corazón.

- No es fácil cuando tratan de humillarte y restregarte su aparente poder cada cinco minutos. – hablé pensando en la situación de Samuel, papá tomo mi mano.

- Sabes que cualquier cosa que suceda puedes decirnos y lo comentaremos con Azucena, ¿Vale?. – yo asentí. - Aparte tú tienes todo y hasta más como para ponerlos en su lugar, no quiero que te dejes pisotear por nadie Rafaella.

- Debes escuchar lo que dice tu padre corazón, vales demasiado, que las acciones o palabras de unos tantos crios inmaduros no te afecten. - soltó mamá haciéndome sonreír.

- No se preocupen, me defenderé con uñas y dientes si es necesario.

- Esa es mi niña. - Papa sonrió orgulloso.

- Por cierto, este viernes Azucena nos invito a cenar a su casa. - agregó mi madre.

- Será un gusto convivir con ella de nuevo. - miré a mis padres atenta.

- ¿Y dónde se encuentra el demonio?.

- Te he dicho muchas veces que no te refieras así a Antoine. - me reprendió mi madre.

- Sabes que es con cariño madre.

- Anto se quedó en su instituto entrenando fútbol, Roberto lo traerá a casa en cuanto finalice. – solo asentí.

Después de nuestra conversación nos dedicamos a comer con tranquilidad, mis padres hablaban entre ellos y yo revisaba mis redes sociales, note que tenía nuevos seguidores en Instagram así que lo revise.

valemontsins, samugrca, _rebk, polobvnt_, guz_nunier, lumontsns y marquesita.careluega han comenzado a seguirte.

Despues me encargaría de revisar cada perfil, deje de lado mi móvil y continúe comiendo percatándome que mi padre ya había terminado.

- No quisiera pero tengo que dejarlas, aún estoy arreglando varias cosas del nuevo hotel y quiero que estén listas para el fin de semana. – dejo un beso en mi frente y otro en los labios de mama. – Nos vemos por la noche. – soltó antes de desaparecer hacia la entrada.

- ¿Tienes deberes para mañana?. – me cuestiono mama.

- No, solo tengo que pasar un par de apuntes pero es cosa de unos minutos.

- Perfecto, ¿Te apetecería venir conmigo a una de las pastelerías?. – la mire.

- En realidad, quisiera pedirte permiso para salir.

- ¿Tan pronto?. - me miró asombrada.

- Si, un chico llamado Valerio esta organizando una fiesta en el Barceló con todos los del salón, eso incluye a Ander, solo serían un par de horas, ¿Puedo ir?. - la mirada de mi madre estaba sobre mi.

- Esta bien, solo porque quiero que te integres con tus nuevos compañeros después del problema de esta mañana y la pases bien antes de que tengas mas presión en la escuela. - me paré de un saltó con dirección hacia ella.

- Gracias, gracias, gracias. - bese su mejilla reiteradas veces.

- No es nada princesa, solo recuerda que...- la interrumpí.

- No debo aceptar bebidas de desconocidos, debo estar pendiente de mi entorno y llamar si sucede cualquier cosa, lo se mamá. - ella asintió. - Te dejo iré a descansar un rato antes de arreglarme.

Salí con prisa del comedor hacía mi habitación, esperaba con ansias que pasaran las horas para poder disfrutar de la noche.

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