˚₊· 17




Para Bruce, el sexo fue bastante... revelador. En un buen sentido. Nunca pensó que podría disfrutarlo tanto. Realmente disfrutarlo como nada que hubiera experimentado antes. Afortunadamente para él, Elinor siempre estuvo a su lado ora guiarlo y en poco tiempo, y después de haberlo hecho un montón de veces en cualquier superficie posible, podía llegar al último nivel sin terminar prematuramente y sentir vergüenza.

Claro que el sexo no lo era todo. Al menos no para Bruce. Lo disfrutaba muchísimo pero disfrutaba aún más pasar tiempo con Elinor de cualquier otra manera. No había dejado su trabajo de vigilante pero se abría tiempo en su agenda para incluso salir en citas públicas con Elinor.

Sentía que por fin volvía a conocer a su mejor amiga y esposa. Y eso se sentía bien. Se sentía bien amar y ser amado.

Antes de que se diera cuenta, había pasado un año completo luego del incidente. La ciudad había recuperado su forma en lo posible y la alcaldesa estaba haciendo un buen trabajo. Aún había criminales y personas que hacían cosas horribles pero Bruce lograba hacerse cargo.

Aquella mañana, había llegado al edificio luego de su patrulla. Había sido una noche bastante tranquila y sin problemas por lo que esperaba poder tomar un baño para sacarse la suciedad y el sudor y acostarse un rato junto a Elinor antes de que ella tuviera que irse a la oficina.

Sin embargo, cuando llegó a la cueva supo que pasaba algo. Alfred no estaba esperándolo igual que siempre, no era raro pero no era algo común pues sabía cuál era su hora habitual de llegada.

Trató de no pensar en ello y se quitó el traje para ir a su habitación y tomar el baño que tanto deseaba.

Salió del ascensor en la sala principal pero frunció el ceño al encontrar de frente a Alfred que llevaba una charola con un té en ella. Si el té fuera para él, no lo estaría llevando en una charola.

—Bruce, bienvenido —saludó con amabilidad— lamento no estar abajo para tu llegada.

El hombre negó.

—¿Está todo bien?

Alfred pareció pensarlo un momento antes de abrir la boca. De todas maneras, Bruce se enteraría en un momento.

—En realidad... Elinor no se sentía bien y estaba por llevarle una taza de té.

Bruce frunció el ceño.

—Esta bien, yo sé la llevaré. De todas maneras iba para allá.

Alfred lo pensó un momento pero asintió y le entregó la charola a Bruce. El hombre caminó a la habitación principal y sin llamar antes, abrió la puerta para encontrarse con Elinor sentada en medio de la cama entre un montón de suaves almohadas. Se veía un poco pálida.

—Puedo llamar a un médico para que te revise.

Elinor lo miró sorprendida. Pensó que sería Alfred y no Bruce.

—Hola a ti también, Bruce. Estoy bien, gracias por preguntar.

Bruce puso los ojos en blanco pero se acercó hasta la mesita de noche para dejar la charola.

—Lo siento. Es que te ves un poco pálida y me preocupo por tu salud. ¿Estas bien?

Elinor extendió un poco su cuello en dirección a Bruce, acción que entendió y pese a la suciedad de su rostro, dejó un beso en sus labios.

—Estoy bien, lo prometo.

Bruce la miró fijamente y sin decir nada más se metió al baño.

Una hora más tarde estaban en el consultorio del médico. Era una amable doctora que recibió a la pareja con una sonrisa.

—Es una exageración —dijo Elinor con molestia— me encuentro perfectamente.

—En la mañana no dejó de vomitar luego de beber el té —explicó Bruce— además se veía muy pálida y es evidente por la forma en que camina que se siente mareada aunque no me lo haya dicho.

La doctora les dirigió una sonrisa bastante divertida mientras hacía sus anotaciones. Cuando terminó de escribir se aclaró la garganta y miró a la pareja.

—¿Es posible que la señora Wayne esté embarazada? —preguntó precaución.

Elinor se quedó pasmada en su lugar y lentamente miró a Bruce. No había manera... no había... manera.

—No es posible —dijo Elinor— tomo pastillas anticonceptivas.

La doctora escribió algo en su computadora.

—¿Podrías decirme cuando fue la última vez que tomaste la pastilla?

Elinor pensó en silencio durante un momento. Recordó que su caja de pastillas estaba vacía y había hecho una anotación mental para comprar más. Claro que esa anotación mental se había traspapelado con sus demás anotaciones.

—Creo que... olvide comprar una nueva caja hace dos meses —sonó avergonzada pero la doctora no pareció juzgarla por ello.

—Entiendo, ¿podrían decirme cuando fue la última vez que mantuvieron relaciones sexuales sin ningún tipo de protección?

Si la doctora notó las mejillas rojas de la pareja frente a ella, no lo dijo y esperó paciente la respuesta.

—Ayer —dijo Bruce tranquilamente pero sus orejas rojas lo delataban.

—Tomando en cuenta toda la información, es muy posible que estés embarazada pero te haré un examen de orina y uno de sangre para estar seguros. ¿De acuerdo?

Elinor no pudo más que asentir. La doctora dijo que se lo podían hacer en ese momento y si eran pacientes, en media hora estarían listos los resultados. Ambos estuvieron de acuerdo y Elinor se dirigió al piso de muestras para que alguien más le sacara un poco de sangre. Bruce no se despegó de su lado y la tomó de la mano cuando le sacaron un tubo de muestra para sangre.

Al final se sentaron en la sala de espera de la bonita clínica privada y esperaron pacientemente. Bruce tomaba a Elinor de la mano que no había dejado de mover su pierna con impaciencia.

—¿Estas bien? —preguntó finalmente Bruce.

Elinor lo miró con ojos llorosos.

—No lo sé —admitió— que tal si... realmente... si yo... si nosotros.

Bruce la abrazó con suavidad mientras Elinor soltaba en llanto.

—Entonces seremos los mejores padres que ese bebé haya conocido.

Elinor lo miró sorprendida.

—¿No estás molesto?

Bruce frunció el ceño.

—¿Por qué lo estaría? —suspiró— en todo caso, no me sorprendería después de que lo estuviéramos haciendo en cualquier parte de la casa... o en general en cualquier parte.

Elinor dejó salir una risa y se apresuró a limpiar las lágrimas restantes.

—Yo también debí ser precavido —continuó Bruce con un tono más suave y tranquilo— se que esas pastillas anticonceptivas son una bomba hormonal y no debi dejarte todo el trabajo en ese aspecto. Aún así... estoy feliz si es verdad.

Bruce tomó la mano de Elinor para dejar un beso en sus nudillos.

Ambos permanecieron abrazados mientras esperaban y cuando sintieron que había pasado una eternidad, la doctora de antes lo llamó de vuelta a su consultorio.

Les entregó los resultados pese a que ella ya los había leído.

—Felicidades, Elinor. Tienes un mes y medio de embarazo —se acomodó en su asiento y su voz sonó más profesional que antes— debido a las circunstancias, se que esto es una sorpresa para ambos y ya que el embarazo aún es reciente, es posible interrumpirlo si es lo que deseas.

Elinor se apresuró a negar, tomando con fuerza la mano de Bruce.

—¡No! —se acomodó en su asiento con un poco de vergüenza— perdón, yo sólo. Quiero... —miró a Bruce quien le sonreía cálidamente— ambos lo queremos mantener. No queremos interrumpir el embarazo.

La doctora mostró una gran sonrisa mientras hacía más anotaciones en su computadora.

—Muy bien. Entonces voy a referirte al área de maternidad y ginecología para que comiencen con las revisiones y chequeos necesarios. Por ahora te mandaré algunas vitaminas. Es posible que en los primeros meses del embarazo te sientas irritable, con nauseas, mareada y cansada. Sólo trata de tomar mucha agua y come lo mejor que puedas. En caso de que la comida sea muy desagradable para ti, nunca olvides las vitaminas pero si seguimos igual con la comida, deberás venir para asegurarnos que no tengas desnutrición y encontrar alguna solución. ¿Alguna pregunta?

Elinor negó, igual que Bruce. Ahora mismo estaban en un pequeño shock pero en cuanto pasara, las preguntas llegarían.

Ambos agradecieron a la doctora y se retiraron para regresar a casa. En el camino pasaron a la farmacia por las vitaminas.

Fue cuando estuvieron en su habitación que la realidad los golpeó. Serían padres. Realmente serían padres. Incluso Bruce sintió que se acumulaban lágrimas en sus ojos pero no se atrevió a dejarlas caer.

Elinor por otro lado, no dejó de llorar por la emoción. Realmente estaba feliz por la noticia, mucho más de lo que había imaginado que podría estar alguna vez.

Alfred por su parte también pareció entusiasmado por la noticia, mencionando que era momento de sacar las cajas del ático con algunas cosas de cuando Bruce era un bebé.

Fue por la noche cuando ambos se encontraron acostados en su cama en la profunda oscuridad que hablaron del tema. Elinor estaba acostada sobre el pecho de Bruce mientras que este acariciaba su brazo con suavidad. El hombre había decidido no salir a patrullar esa noche, no cuando Elinor lo necesitaba más.

—Gracias —murmuró Bruce en la oscuridad— por darme la dicha de ser el padre de nuestro hijo. Hay muchas cosas que aún tengo que aprender pero sé que a tu lado será más fácil. Te amo.

Elinor sonrió.

—También te amo Bruce. Y sé que serás un excelente padre.

Permanecieron en silencio un momento cuando Bruce volvió a hablar.

—¿Es muy pronto para pensar en nombres?

Elinor no dijo nada durante un momento.

—Aún no sabemos qué es.

—No importa. Podemos pensar en ambos nombres.

Se escuchó la pequeña risa de Elinor.

—En realidad... estaba pensando en Damian, Damian Wayne.

Bruce se mantuvo en silencio un segundo.

—Pareces convencida de que será un niño.

Elinor abrazó con más fuerza el abdomen de Bruce.

—Sólo una corazonada.

—Me gusta Damian, pero también deberías pensar en uno de niña.

—Bien. Escucho tus sugerencias.

Pero Bruce no dijo nada más y Elinor tampoco.

Sin embargo, en unos meses el cuadro vacío que estaba sobre el escritorio de Elinor, pronto tendría una foto de su pequeño Damian.









Fin.










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