8. Nada más placentero que tu presencia
Narra Staxx:
Me sentía bastante raro con lo que acababa de hacer en el baño. Había estado tocándome, imaginando que era Luzu quien lo hacía. No estaba entendiendo nada. Yo no quería que hiciéramos nada, pero sin embargo hace unos segundos estaba gimiendo su nombre.
Me encontraba sentado en el sofá, discutiendo conmigo mismo en mi cabeza.
Tenía que distraerme con algo, no quería pensar en lo recientemente ocurrido.
Me dirigí a la cocina, busqué las palomitas, las introducí en el microondas y esperé unos tres minutos. Una vez hechas, las dejé dentro para que no perdieran el calor.
La escena de lo acaecido esta mañana volvió a aparecer en mi mente.
—Frank. —susurró cerca de mi oído. —Despierta, guapo. —Mordió el lóbulo de mi oreja, cosa que me estremeció.
—¡TÍO! Pero, ¿qué haces? —grité.
—Shh, cállate. —Se colocó sobre mí, con los brazos -uno a cada lado de mi cuerpo- para no aplastarme.
—QUÍTATE DE ENCIMA.
—Un quejido más y te beso hasta dejarte sin aliento.
Aquella frase había estado rondando por mi cerebro durante todo el día, había sido la culpable de lo ocurrido en el baño.
Me sonrojé al recordar aquello.
—Soy idiota. —vocalicé. Incliné la cabeza hacia abajo, encontrándome con la bragueta de los pantalones, abierta.
Sin darme cuenta, descendí mi mano derecha -acariciando mi pecho hasta alcanzar mi pene, el cual sólo rocé-.
De nuevo me encaminé al lugar más cercano, donde poder encerrarme, la habitación que compartía con Luzu...
Me senté sobre la cama, para a continuación echarme del todo y empezar a realizar movimientos de arriba a abajo sobre mi miembro, que estaba creciendo notablemente.
Cerré los ojos, imaginando que Luzu se encontraba sobre mí y me manoseaba.
—Lu... Luzu... —gemí con la voz entrecortada.
—¡Ya estamos aquí!
Escuché fuera.
Me sublevé de la cama y salí raudo del cuarto, topándome de cerca con Luzu.
—¿Por qué estás tan rojito? —me preguntó, llevando una de sus manos hasta mis mejillas, las cuales empezaron a arder ante su toque.
—N-no es nada. —dije separándome de él.
—¿Te encuentras mal?
—E-estoy perfectamente.
—Vale. —articuló y se retiró.
Oí de fondo cómo la rubia y el castaño hablaban entre ellos, no les prestaba demasiada atención hasta que escuché mi nombre.
—Le dije a Frank de ver una película cuando llegásemos a casa. ¿Te apetece?
—Oh! Sure!
—D-dejé las palomitas preparadas en el microondas. —Mi voz se notaba inestable. —Aún tienen que estar calientes.
"Como tú" Mencionó mi subconsciente.
Ignoré aquello y me senté en el sofá, mientras esperaba a que ellos se unieran.
Me gustaría decir que la película estuvo genial, pero no puedo decir eso cuando ni siquiera le había prestado ni la más remota atención. Mi único interés, al parecer, era observar a Luzu sin que se diese cuenta.
¿Por qué me estaba comportando de esa manera?
—Chicos, voy a ducharme. —anunció Lana.
—Vale, preciosa. —respondió el castaño cariñosamente. Me molestó bastante oír aquella palabra salir de sus labios. En absoluto estaba celoso, es sólo que parece que como yo no quiero hacer... eso... con él, ahora va tras ella...
—¿Por qué esa cara? —me preguntó al verme con el ceño fruncido.
—No es nada. —Me levanté del sofá, pero él me detuvo agarrándome del brazo.
—Si no fuera nada no estarías con tendrías esa expresión en el rostro. —Tiró de mí y caí de nuevo en el sofá. —Dime qué te pasa.
—He dicho que no es nada. —Estaba enfadado, pero no con él sino conmigo mismo.
—¿Por qué estás tan malhumorado?
—Es sólo que... —Fijé mi mirada en el suelo y continué. —Necesito descansar.
Y volví a levantarme, esta vez sin ser interrumpido.
Entré en la habitación y me acosté sobre la cama, llevándome ambas manos a la cara.
Esta situación me estaba angustiando.
Un par de golpes a la puerta me hicieron sentir nervioso. No respondí, aunque no hizo falta cuando vi entrar a Luzu y sentarse al borde de la cama.
—Mira Frank... No sé qué te pasa pero sí sé una cosa... —Sus labios rozaron los míos, convirtiéndose en un beso, donde su lengua había conseguido adentrarse en mi boca.
—Lu-Luzu... para... —dije apartándolo.
—No puedo. Me estás volviendo loco, y sé que en el fondo tú también quieres esto.
—¿Y-yo?
—Tú.
—Estás loco.
—¿Eso crees? —Su cuerpo ahora se encontraba sobre el mío, observándome desde arriba. —¿Y por qué tenías una enorme y excitante erección cuando llegamos Lana y yo?
—¡¿Q-qué?! —No podía decir que eso era incierto, porque lo había visto, así que intenté mentirle con otra cosa. —¿Y-y qué con eso? Creía que podía hacer lo que yo quisiera con mi cuerpo.
—Y puedes. Pero no pretendas que no vaya a hacerte nada, cuando escuché cómo gemías mi nombre mientras te tocabas.
Aquello me tomó por sorpresa. ¿Cómo se había enterado de eso, si acababa de llegar?
¿Se habría enterado desde la entrada? ¿Tan fuerte gemí? ¿Y si así fue, lo habría escuchado Lana?
—Y-yo... nunca hice eso... —Sus besos recorriendo mi cuello, hacían temblar todo mi cuerpo. —Por favor... para...
Una de sus manos se alojó sobre la tela de mis pantalones, acariciando mi miembro ya erecto, sobre esta.
—Pues no parece que quieras que pare. —me susurró al oído. —Más bien, diría que quieres volver a repetir lo que anteriormente habías estado haciendo en mi ausencia. Y eso puedo concedértelo ahora mismo. —Desabrochó el cierre y tiró de los vaqueros hacia abajo. Esta vez acariciaba mi pene por encima de los calzoncillos.
—Lu... Luzu... —lo llamé con dificultad. —Y-yo...
—¿Sí? —De repente, su cabeza se encontraba cerca de mi entrepierna, lo cual estaba causándome dificultad al respirar. Su lengua se deslizó sobre mi miembro por encima de los bóxers. —¿Decías? —pronunció con una sonrisa.
—Hmm... —Intenté reprimir el gemido. —¿Por qué haces esto?
—Porque lo llevo deseando desde que entraste en esta casa. —Volvió a pasar su lengua por encima de la tela. —¿Soy el único que quiere que esto esté en el interior de mi boca? —me preguntó acariciando mi pene.
—Hmm... No. —respondí. Ni siquiera supe cómo fui tan sincero.
—Entonces ya estoy tardando. —tiró bruscamente de mis calzoncillos hacia abajo, descubriendo mi hombría.
—Que buena vista. —dijo mordiéndose el labio inferior. —¿Quieres averiguar cómo estoy por aquí abajo? —Bajó la cabeza, mirando sus partes bajas y alcanzó mi mano sin realizar ningún movimiento. Supongo que estaba esperando a que le respondiera. Yo sólo asentí con la cabeza. El sonrió triunfante y frotó mi mano contra su entrepierna.
—¡Ah! —gemí al sentir aquella sensación tan excitante. Tocarlo me parecía apasionante. Por un momento perdí totalmente la razón, e hice el intento de bajar sus pantalones.
—Tranqui, Franker. No vayas tan rápido, fiera. —dijo al mismo tiempo que se desabrochaba el cierre e iba bajando lentamente la prenda, cosa que me estaba desquiciando.
Mi mano se encontraba de nuevo sobre su miembro. Subí hasta el elástico de sus calzoncillos e hice el intento de bajarlos, pero esperando a que él me dijera que lo hiciese.
—¿A qué esperas? —Y esa fue la señal. Tiré de ellos, y con su ayuda ahora se hallaba desnudo de cintura para abajo, al igual que yo.
Su pene era incréiblemente grande y estaba muy duro. No podía dejar de tocarlo.
El peso de su cuerpo cayó sobre el mío, sintiendo su miembro restregarse con el mío.
—Ah...
—¿Te gusta esto?
—Sí... —rodeé su espalda con mis brazos, en un intento desesperado de unir más nuestros cuerpos.
—Hmm... ¿Me quieres más junto?
—Sí... Quiero... que me toques... Luzu...
—¿Sólo?
Abrí los ojos, los que hace un momento había cerrado, y lo observé sonrojado. Me estaba mirando con una sonrisa. Su respiración se mezclaba con la mía, y sus labios estaban a escasos milímetros de los míos.
—¿Quieres...?
—¿Qué intentas preguntarme, Franker?
—¿Entrar...? —Sentía el ardor de mis mejillas. Estaba muy avergonzado por la situación, aunque no podía negar que lo estaba disfrutando.
—No te haces una idea de todo lo que quiero hacerte. —Su voz sonaba tan sensual y llena de placer, que me hacía enloquecer.
Se acomodó entre mis piernas y volvió a formular una pregunta.
—¿Has hecho esto antes?
Negué con la cabeza con cierta timidez.
—¿Estás seguro que quieres hacerlo, entonces?
—Sí. —Y acto seguido llevó un par de dedos a mi boca.
—Chupa. —No pude evitar hacerlo de la forma más erótica que se podía hacer. Pero es que su mirada era demasiado seductora. —Franker, Franker... Me estás haciendo perder el control.
Sacó sus dedos de una vez, situándolos en mi entrada y introduciéndolos uno a uno con suavidad.
Mi cuerpo entero se tensó ante la incursión de sus largos y delgados dedos. Empezó a dibujar círculos imaginarios dentro de mí. Comenzaba a sentirse agradable.
—No aguanto más. —dijo sacándolos bruscamente. —Ahora viene lo bueno. —Ubicó su pene frente a mi entrada y entró de golpe.
—¡Aaaah! —grité de dolor. Era demasiado grande. —Duele... Luzu...
—¿Quieres que salga?
—N-no. Sigue.
Las primeras embestidas me resultaban dolorosas, pero poco a poco el placer emanaba de mi cuerpo.
—M-más rápido... Luzu... Dame...
Mis palabras provocaron que tras un par de estocadas más, ambos nos fundiéramos en un placentero orgasmo.
Su cuerpo se desplomó sobre el mío, intentando regular su respiración.
No podía creer lo que acabábamos de hacer.
Había consentido que nuestros cuerpos se uniesen... y de que manera...
La experiencia fue más que excitante, pero sabía que mi cabeza iba a jugarme una mala pasada después de esto...
(Autora: Mrsdesrosiers17)
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