63. Adiós, te extrañaremos

¡Holis! Publiqué, hace unas horas, en mi tablón que haré un especial 1000 seguidores.
Escribiré un drabble especial de la pareja más votada.
Dadme opciones, respondiendo a mi publicación o bien por mensaje privado.
Podéis darme varias opciones hasta el domingo, ya que ese día haré la encuesta y os la dejaré por aquí para que votéis cual de las opciones preferís.

Gracias por todo, como siempre.
Disfrutad del capítulo. <3

Mucho amor. :3

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Luzu.

El día en el que secuestré a Alex de la mansión De Luque, contacté con un antiguo amigo, uno que Samuel y yo teníamos en común. Sí, efectivamente, era uno de esos que hacían lo mismo que nosotros, y sabía que él me ayudaría con lo que necesitaba.

Lo llamé, mientras Alex no dejaba de mirarme con terror, y le pedí un lugar donde ocultar a Alejandro. Él aceptó encantado, y a continuación quedamos en un lugar apartado.

Me lo facilitó todo. Incluso me llevó hasta el lugar, el cual iba a dejar en mis manos.

—Gracias Abel —dije, una vez encerramos a Alejandro en el interior de la casa. Lo había atado a la cama, por si le daba por recibirme con alguna sorpresa que terminara conmigo muerto, o casi—, eres un buen amigo.

—De nada, tío. Ya sabes que siempre es un placer encerrar a uno de estos. —Sonrió con maldad. Yo lo imité.

—De eso puedes estar seguro.

Estuvimos hablando de cosas variadas. Un poco de nuestras vidas y de las personas a las que habíamos retenido en contra de su voluntad. Fue un rato agradable, pero ya iba siendo la hora de aparecerme por casa. Era tarde, y pronto despertarían y no me encontrarían en casa.

[...]

Habían pasado tres semanas, y las cosas parecían irme bien.

Lo único que me hacía pensar, era la forma de ser de Frank conmigo.

Podía ser muy cariñoso y de repente estar muy distante. Era extraño, porque ni siquiera tenía una razón para estar así conmigo.

A lo mejor, Frank había empezado a sacar conclusiones de los días en los que estuvimos bajo el mismo techo que De Luque... O tal vez... este le hubiera metido algo en la cabeza...

No, no puede ser eso.

Él estaba bien conmigo después de aquellos días. No. Tendría que ser otra cosa.

¿Desde cuando estaba así? Me pregunté a mí mismo.

Comencé a recordar lo sucedido días atrás, intentando sacar algo a relucir. Nada.

Volví a intentarlo, y otra vez nada.

Vi a Frank a lo lejos, acercarse a mí. Le dediqué una sonrisa, a la cual respondió con timidez.

Abrí mis brazos y él se dejó abrazar.

—¿Cómo estás, Franker?

—Cansado —respondió, tras bostezar—. Lana me ha dicho que tiene algo que decirnos.

—¿Y eso? ¿Sabes de qué se trata? —Él negó con la cabeza— Bueno, pues vayamos a ver.

Me separé de él, esperé a que saliera él primero de la habitación y lo seguí a pasos lentos.

A Lana se la veía bastante tensa.

Estaba sentada en una de las sillas del comedor, mirándonos mientras nos acercábamos para hacerle compañía.

—¿Pasa algo, Lana? ¿Es grave? Te veo tensa. —Ella no hizo movimiento alguno. Como si estuviera pensando cómo debería actuar.

—No os voy a mentir, chicos —Suspiró—. Estoy muy asustada.

Sus palabras me alteraron. ¿Tendrá que ver con Alex y su paradero "desconocido"? Esperaba que no.

¿Y si había llamado a la policía? Fruncí el ceño, inconscientemente. ¿Qué haría? Yo no tenía el dinero que De Luque, para deshacerme de la pasma.

—¿Q-qué pasa Lana? Cuéntanos, por favor. —Frank estaba preocupado por ella.

—Esto... —desvió la mirada al suelo y luego a nosotros— Estoy embarazada.

Se quedó en silencio un momento, dejándonos un poco traspuestos.

—Lo sé desde hace unas horas... Y las primeras personas a las que se lo he dicho son mis padres. Alex ni siquiera tiene el móvil encendido...

Fui a hablar, pero no sabía que decir.

Al final opté por hacerle una pregunta.

—¿Qué te han dicho tus padres?

—Quieren que me vaya con ellos. Me ayudarán a criar a... —Se llevó una mano a la barriga, acariciándola. Sonrió, y al momento se le borró la sonrisa de la cara— Estoy aterrorizada, chicos...

Frank y yo nos levantamos para abrazarla. Ella se echó a llorar en nuestros hombros.

—Tranquila, Lana —le dije—. Todo saldrá bien, ya verás.

—Os voy a echar de menos, guys!

—Nosotros también a ti —habló Frank—. Y mucho. —Se había puesto, increíblemente, triste.

Cuando nos apartamos de ella, le hice una pregunta.

—¿Cuando te vas?

—Mañana a primera hora —Ella se secó las lágrimas con sus delgados dedos y luego nos miró con tristeza—. Sé que es muy pronto, así que hagamos algo juntos por última vez... En una temporada. —añadió, para tranquilizar a Frank, quién se había venido abajo.

—¿A qué estamos esperando? Salgamos y divirtámonos los tres —Intentaba animar a ambos, aunque no se me daba del todo bien—. Recordaremos este día por siempre, ya veréis...

[...]

A la mañana siguiente, Frank y yo nos levantamos temprano para acompañar a Lana al aeropuerto.

Lana se adelantó un momento, le había dicho anteriormente que quería hablar con Frank para animarlo, ella aceptó sin decir nada.

—Frank —Él desvío sus ojos hacia mí e intentó sonreír—, ¿cómo te encuentras?

—Oh, no se preocupe... Estoy bien, señor... Es sólo que... Me entristece que se vaya.

—Volverá. Lo sabes, ¿no? —Él asintió.

—Sí, pero ¿cuánto hay que esperar para eso? ¡Se va a Estados Unidos! Que no es a Córdoba o a Sevilla, se va del país. Al otro lado del océano...

—Sé dónde está Estados Unidos, Frank. Además, ella sabe que la extrañaremos mucho, así que hará todo lo posible para volver cuanto antes.

—¿Tú crees? —Con mis palabras, conseguí que en sus ojos reflejaran un poco de esperanza, algo que me hizo sentir algo muy intenso en mi interior.

—Confía en mí. —Él asintió en silencio y me abrazó.

Lana me miraba a lo lejos, mientras sonreía con ternura. La llamé con la mano y se unió a nosotros.

[...]

—Os quiero muchísimo a los dos. En cuanto llegue os avisaré para que no os preocupéis, ¿vale?

Ambos asentimos con la cabeza.

—Nosotros también te queremos mucho. —dije. Y ella sólo sonrió.

Se despidió con la mano y desapareció de nuestra vista.

Frank temblaba en mis brazos, mientras sus lágrimas mojaban mi ropa. Yo lo abrazaba con fuerza, para calmarlo, lo cual funcionaba y dejaba de funcionar, intermitentemente.

—Vámonos a casa. —le susurré. Y él me obedeció de inmediato.

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