39. Me lo merezco

¡Holi!

He conseguido coger internet en mi ordenador, así que por fin he podido subir el siguiente capítulo. ^^

Ahora mismo estoy de vacaciones, así que no sé cuánto tardaré en subir el siguiente, pero os recompensaré por ello.

Muchas gracias por la espera, y por leer cada capítulo que subo.

Os adoro>.<

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Luzu.

Frank había cambiado por completo.

Lo veía más sumiso, más tranquilo frente a nosotros, Samuel y yo.

Lo que también había notado, es que estaba como decepcionado conmigo, en un principio me dolía verlo así, pero luego dejé de darle importancia. Aunque a lo largo de los días, todo parecía ir mejor con él y con todo en general.

Samuel apareció ante mí, sonriéndome a lo lejos. Una sonrisa que no podía describir ni descifrar. Quería decirme algo, eso estaba seguro. Ya, en realidad, como que esas sonrisas con dobles intención de Samu, no importaban en lo absoluto. Estaba cansado de verlas.

-¿Cuándo empezaremos con las lecciones? -le pregunté.

-Hoy no habrán. Dejémosle un descanso al pobre chico. Hoy será un día tranquilo para él. -Que raro. Fruncí el ceño, inconscientemente. No estaba entendiendo nada. ¿Desde cuándo Samuel daba descansos alas 'mascotas' cuando siempre se había dicho que nunca se les trataría como a una persona más? ¿Se estaba volviendo más blando? Asentí, al ver cómo se quedó en pie frente a mí, esperando que articulara alguna palabra o le diera señales de lo que me parecía su decisión. Sólo asentí y él desapareció en un santiamén, sin borrar esa horrible sonrisa.

En ese momento, un mensaje de Lana me llegó al móvil.

>>¿Cuándo volveréis a casa? Os echo de menos, espero que lo estéis pasando bien. Xxx <<

A lo que respondí de inmediato con un "Pronto volveremos y verás cómo te arrepentirás. No podrás estar a solas para hacer cosas de adultos a tu antojo. Nosotros también te extrañamos. <3"

Guardé el móvil de nuevo en el bolsillo de mis pantalones y fui a buscar a Samuel.

No dejaba de sacarme de la cabeza lo que tenía planeado para el día de hoy.

-¡Samu!-grité, para localizarlo. Me recorrí casi toda la mansión en su búsqueda, hasta que pensé que podría estar en su habitación. Sí, soy un maldito inútil, al que no se le había ocurrido eso como primera opción. Di un par de golpes en la puerta y cuando fui a hablar, Jeffrey, se hizo ver.

-Oh, señorito. El señor De Luque está ocupado ahora. Será mejor que no lo moleste -Y yo que creía que este hombre no hablaba-. Vamos, lo acompaño hasta abajo. -Asentí.

Ambos fuimos hacia el odioso sofá de siempre y entonces comenzó a hablar.

-Señorito Luzuriaga...

-No digas nada, Jefrey. Sé lo que debes pensar de mí -Levanté la mirada del suelo y clavé los ojos en él-. ¿Sabes? Creo que todo este tiempo he estado equivocado... -Hice una pequeña pausa y aclaré lo que recientemente había dicho- No sólo con eso... Me refiero a que siempre creí que nadie sentía cariño por Samu... pero... -El hombre asintió con la cabeza, entendiendo lo que quería decirle-Usted siempre pareció quererlo.

-El señor De Luque es todo lo que tengo -Intentó dibujar una sonrisa en sus labios, pero no lo consiguió-. Es una buena persona... después de todo.

-Sé que escul... -Él me interrumpió con un gesto.

-La gente que trabaja por y para esta casa y su dueño odian al señorito, excepto dos o tres. Los que llevamos más tiempo en esta casa, sabemos cómo es.

-Jefrey...

-No soy un hombre rencoroso, señorito Luzuriaga. No lo odio. Pero sé que usted arruinó su vida. Y lo peor es que no puedo hacer nada por él, no se deja -Siempre utilicé a Samuel, porque me daba igual lo que le ocurriera. Me portaba mal con todo el mundo, porque sabía que nadie me quería, y eso me hacía sentir fatal. Y cuando encontré a alguien como yo, en vez de cuidarlo, lo destruí. Sólo que él siempre tuvo a alguien, y ahora había dejado a ese alguien y a Samu solos-. Por mucho que haya intentado a lo largo de estos años, ayudarlo, me esquivaba o me gritaba que lo dejara. Pero... -El viejo se calló de repente y se levantó del asiento- Será mejor que me ponga con mis tareas. No puedo estar aquí sentado sin hacer nada. -Empezó a caminar y antes de que desapareciera, hablé.

-¿Pero...? ¿Qué es lo que querías decir, Jeffrey? -Pero él sólo se detuvo por un instante y siguió caminando.

¿Qué es lo que quería decir? ¿Y por qué me sentía tan mal?

Lo peor no era cómo me estaba sintiendo, sino el hecho de que lo que me hacía sentir así, no era por haber arruinado la vida de Samuel y su mayordomo, era porque estaba envidioso. Yo no tuve nunca a nadie como Jeff.

En ese momento me daba igual todo. Volví a subir, en busca de Samuel, y golpeé la puerta varias veces, armando escándalo, hasta que abrió la puerta.

-¿Qué carajos te pasa, Luzu? -Su voz, como era evidente, sonaba alterada, mientras me miraba con el ceño fruncido. Se mantenía con el brazo sujeto a la puerta, la cual no estaba del todo abierta. Pude ver cómo tras él, Guillermo, se tapaba con las sábanas, ocultando su cuerpo desnudo. Arqueé una ceja y sonreí con maldad.

-¿Te lo estabas tirando? -pregunté sin borrar la sonrisa de mi rostro.

-Eso no es de tu incumben... -Y antes de que pudiera terminar la frase, mi puño estalló en su cara, dejándolo un poco perplejo. Pero en cuanto recuperó la postura, parecía estar... ¿sonriendo?

-No tienes ni idea de en lo que te has metido. -Y, esta vez, el golpeado fui yo. Una vez empezó con los golpes, no podía parar. Y yo lo único que hacía era intentar defenderme en vano. Todos los puñetazos que di, fueron lanzados en el aire, sin ningún provecho.

Noté cómo empezaba a caer y escuché la voz de Samuel decir "Ayúdame a acomodarlo. Tráeme ese cojín" y la respiración entrecortada del chico. Lo último que oí fue el sonido de mi cabeza contra el suelo.

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