29. Cosa de dos
Holii! Antes de dejaros con el siguiente capítulo de Wigetta y Lutaxx, quería avisaros de que he creado un nuevo apartado, donde escribiré One-shots de toda clase, entre ellos, obviamente, Wigetta~
Además podéis recomendarme parejas, de las que queráis leer y lo tendré en cuenta.
¡Muchas gracias por leer cada vez que actualizo y por darme vuestro apoyo!
Os adoro demasiado. *-*
———————————————
Samuel.
"No te haré daño" Fue lo que le dije, esperando a que me respondiese con sinceridad a la siguiente pregunta.
Él me miraba confuso, sin saber qué palabras articular.
Sabía perfectamente que dijera lo que dijese, probablemente, traerían las mismas consecuencias, así que decidió asentir con la cabeza.
—¿Piensas que soy atractivo? —El chico me echó un vistazo, rápidamente, de arriba a abajo y asintió de nuevo— Palabras, chico, quiero palabras. —Una sonrisa maliciosa se manifestó en mi rostro, provocando que el joven, que estaba debajo de mí, comenzara a temblar.
—S-sí, amo. —Lo observé durante unos segundos, estudiando su reacción, la cual me decía que no estaba mintiendo. ¿Le parecía atractivo? Bueno, sinceramente, que piense que lo soy, no significaba nada en absoluto. Se puede odiar, perfectamente a alguien que te parece atractivo.
—¿Qué opinas de mí? ¿Crees que soy cruel contigo? ¿Te trato mal? —La expresión de su cara cambió repentinamente. Estaba aterrorizado. Sabía que esas preguntas no podía contestarlas con franqueza ante mí, aunque la mentira tampoco le iba a proporcionar algo muy diferente.
El chico miró hacia ambos lados.
Sostuve su barbilla, inmovilizando su cabeza.
—Es a mí a quién tienes que mirar. —Clavó sus ojos en los míos y negó, como pudo, moviendo la cabeza.
—Señor, no quiero responder a eso. P-por favor, déjeme volver a mi cuarto.
—Respóndeme. —No estaba enfadado, al contrario de lo que podrían decir algunos, sólo mantenía la seriedad y firmeza en mi rostro.
Guillermo se removió un poco debajo de mí, abrió la boca para hablar y la cerró sin emitir sonido alguno.
—¿Y bien?
De nuevo fue a abrir la boca, pero esta vez nos interrumpieron llamando a la puerta.
—¡¿Qué quieres?! —grité, alterado.
—Perdone usted. Su amigo, el señor Luzuriaga, está al teléfono. ¿Quiere que le diga que llame en otro momento? —La voz de Jeffrey se hacía oír tras la puerta.
—No, ya voy. Dile que espere un momento. Enseguida bajo —Me levanté de encima de mi mascota, abrí uno de los cajones de la cómoda y saqué unas esposas, las cuales coloqué en una de las muñecas de Guillermo, dejándolo esposado a la cama—. Tú, quédate aquí. Y recuerda muy bien las preguntas que te he hecho, porque no volveré a repetírtelas. —Él asintió con miedo.
Salí de la habitación, dejándolo sólo allí.
(...)
Luzu, mi buen compañero, había llamado para visitarme y así presentarme a su mascota. Evidentemente, acepté recibirlos y salimos, un par de sirvientes y yo, para saludar y acompañarlos hasta el interior.
Abracé a mi compañero, nos saludamos cordialmente, mientras eché un vistazo al chico que se encontraba tras él.
—¿Es este...? —Llegué a preguntar. El chaval era bastante guapo, aunque no parecía, en su rostro, que tuviera un comportamiento digno de una mascota.
—Frank —Terminó Luzu—. Eh... Él es mi mascota. —Lo miré unos instantes y volví la mirada al joven allí parado.
—Ho-hola —Sonrió con timidez—. Encantado. —Fruncí el ceño, sin dejar de mirar al joven. ¿Hola? ¿Encantado? ¿Qué clase de comportamiento le estaba enseñando Luzu?
—Parece que tu gatito no sabe de modales —Di unos pasos al frente, acercándome a él y sujeté su rostro con fuerza—. Deberías enseñarlo mejor, ¿no crees?
—L-lo siento... ¿Q-qué he hecho mal?
—¿Que qué has hecho mal? —¿En serio estaba preguntando algo tan obvio?— A nosotros hay que dirigirse como señor. Y en el caso de tu dueño, también puedes llamarlo amo. Aunque eso depende de cómo prefiera, él, que lo llames.
—T-tienes razón, señor... Se me había olvidado... —Me miró a los ojos y pude ver el miedo en su mirada. Lo solté y me giré para hablar a mi compañero.
—Vamos dentro. —dije, pasando un brazo sobre el hombro de Luzu. Él me sonrió y todos entramos en mi casa.
(...)
Ofrecí un café, que, por supuesto, fue preparado por uno de mis sirvientes, a Luzu, quién se sentó a mi lado en uno de los sofás, mientras que su mascota se encontraba arrodillada en el suelo, frente a ambos.
—Si no te importa, Luzu, me gustaría hacerle algunas preguntas a tu chico. —hablé, mirando a aquel chaval que yacía en el suelo.
—A-adelante. —Mi amigo estaba raro. El dominante Luzu había desaparecido, eso lo tenía más que seguro, pero ¿habría enseñado algo de comportamiento al más joven?
El chico, que estaba bajo nuestras miradas, empezó a removerse nervioso.
—Si insultas a tu amo, ¿cómo actúa éste? —Se notaba que no sabía qué decir. Su rostro se llenó de posibles respuestas, las cuales no sabía cual sería la válida.
—Y-yo... no lo insulto, señor. —Si no lo insulta es porque tienen una relación con el consentimiento del menor, o bien porque es un sumiso obediente. Aunque dudaba que la obediencia la aprendiera de la nada.
—¿Y si se te cae algo y se rompe? ¿O si lo manchas, porque se te caiga algo de comer sobre él? ¿Qué haría?
—N-no lo sé... Nunca ha pasado... —No le ha leído las normas. Eso estaba mal, porque era lo primero que hacíamos, sobretodo él.
Levanté a mi compañero del brazo y lo alejé un poco para hablar a solas con él.
—¿Qué clase de dominante eres tú?
—Samu, quería decírtelo, pero ya paso de este rollo...
—¿Pasas de este rollo? Te recuerdo que fuiste tú quién empezaste esto. A ti se te ocurrió la idea de forzar a chicos más jóvenes, de reternerlos para nosotros. ¿Acaso has olvidado cuánto te divertía?
—Lo sé... Pero ya no quiero seguir con esto...
—No me creo que no sigas pensando en ello. —El contrario se quedó callado unos instantes y volvió a abrir la boca para hablar.
—Samu, de verdad, me gusta cómo estoy —Hizo una breve pausa y añadió—. Nos vamos ya, ¿vale? —Dio un par de pasos al frente y lo detuve.
—No —respondí—, de aquí no se va nadie.
La cara de mi compañero se volvió pálida.
No iba a dejar que ningún chico fuese a cambiar a mi amigo, al que he conocido desde siempre.
Iba a recordarle quién era él y lo que le gustaba hacer con sus preciadas mascotas.
—Vais a quedaros hasta que vuelvas a tus costumbres. —Me giré, bruscamente, y atrapé al chico, que seguía arrodillado en el suelo, del brazo, llevándolo, enseguida, a la habitación de Guillermo.
Luzu, quién me seguía a pasos rápidos, gritaba histérico. Palabras malsonantes salían de sus labios, provocando que me enfadara.
Encerré a Frank y me fui de vuelta a la sala, en la que habíamos estado hace unos segundos, mientras mi amigo me seguía gritando.
—¡Me da igual lo que digas, Luzu! —le grité, sujetando sus dos brazos, con fuerza— Tú me metiste en esto, ahora no vas a dejarme solo. ¿Lo recuerdas? Estabas obsesionado con este mundo. Hiciste hasta lo imposible para que yo cediese. Siempre lo vi mal, hasta que me abriste los ojos y me mostraste cuánto podíamos divertirnos con esto. Pues ahora lo haremos, juntos.
—Samuel... Yo... Siento mucho haberte metido en esto, pero ya no soy así...
Reí sarcástico.
—¿Quieres que me crea que una persona que siempre ha sido así, cambiaría alguna vez? ¿Sabes lo que creo yo? Que lo estás deseando. Te mueres de ganas por utilizar a los más jóvenes, pero te da miedo que, de quién te has encaprichado, te abandone por el monstruo que realmente eres. ¿Me equivoco, Luzu?
La expresión de terror y tristeza en su rostro fue suficiente respuesta. Di unos cuantos pasos, acercándome a una de las ventanas, la más cercana, me giré para mirarlo y añadí lo siguiente.
—En cuanto mi amigo vuelva, podrás irte con ese chiquillo. Es lo único que te puedo ofrecer.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top