11. Noche de masajes

Narra Luzu:

Aún no podía creer que lo hiciera con Frank, no, eso si podía creerlo, de alguna forma tengo cierto poder sobre él. Lo que no podía creer era que él hubiese cedido, o eso creía.

No recordaba bien esa noche, pero creo que lo quería casi tanto como yo. Pero como es muy difícil que a mí algo me salga completamente bien, mi cabeza comenzó a pensar las peores cosas.

Dudo de que sea mayor de edad, se ve muy inocente, si lo es podría denunciarme. Tal vez le hice daño... No, no lo creo.

Dejé de pensar tonterías y me levanté de la cama soltando un leve quejido, dormir con alguien en una cama pequeña no es lo mejor que puedes hacer.

Fui a desayunar y ahí estaban Frank y Lana, desayunando y riendo. Sentí una punzada en el estómago...

¿Celos? Uf, debía relajarme, no creo que Lanita quisiera a Frank, no de esa manera.

-Hola. -saludé al notar que no se habían percatado de mi presencia.

-¡Luzu! -contestó Lanita.

-Hola. -dijo Frank.

Me serví café y cogí unas tostadas.

Lanita estaba bebiendo leche, al igual que Frank, estábamos desayunando en silencio.

-Lana, tienes leche. -dije señalando sus labios. Se limpió con la lengua mientras me dedicaba una mirada lasciva. No, debió ser mi imaginación.

Encendí la televisión, para evadir el posible momento incómodo. Escuché que decían algo sobre las películas que estarían en el cine este sábado.

-¿Ya es viernes? -preguntó Lanita, asombrada, mirando la televisión.

-Parece que sí. -respondí.

-¿Queréis ir al cine mañana? -Propuso ella.

-Por mí está bien. -dije indiferente. No me emocionaba la idea de ir al cine. -Sí, sí quiero ir. -Afirmé al ser conciente de que Frank estaría ahí.

-M-me parece bien. -Asintió Frank tímidamente.

-Bueno, yo me voy a trabajar. -habló Lana y ambos nos levantamos. -¿Te molestaría ver una película romántica? -Preguntó estando yo fuera de la casa ya.

-No, para nada, hace tiempo que no veo una y no me desagradan. -Tal vez sea un poco cursi ir con Frank al cine, ya que a mi modo de ver nuestra "relación" -Si se la puede llamar así- se basa en sexo, pero tal vez quiera algo más con él.

-Vale, me voy porque llego tarde. -pronunció con su típico acento que me sigue gustando tanto como el primer día que la conocí. Me dio un beso un tanto cerca de la boca y se fue caminando.

Comencé a caminar hacia el lado contrario, hasta llegar a mi trabajo.

Clientes majos, algunos no tanto, ganas de reventarle la cara a un par y otros que te alegran el día con un "Gracias" y una sonrisa. Pero después de todo, el día llega a su fin. Caminé hasta casa y Lana aún no había llegado.

-Frank, ya llegué. -Anuncié. -¿Frank -Golpeé la puerta del baño pero no respondió. -Voy a abrir la puerta. -Frank no estaba ahí, ni en la habitación.
-¿Lanita? -dije extrañado, después de marcarle al móvil.
-Estamos de compras Frank y yo, perdón por no avisar. I'm sorry! No tardamos.
-Vale, adiós.

Fui a mi habitación por ropa limpia, me quité la que tenía puesta y entré en la ducha, estando ya el agua templada.

Vi unos leggins de encaje de Lanita doblados en el suelo, imaginé a Frank en ellos, y casi por reflejo, eliminé ese raro pero extrañamente excitante pensamiento de mi mente.

¿Desde cuándo me ponen los tíos con lencería femenina? A veces me daba miedo a mí mismo.

Terminé de ducharme, ignorando la enorme erección que había causado ese pensamiento, me vestí y al salir del baño ellos ya estaban de vuelta, usando el portátil de Lana.

-Hola Frank, hola Lana. -les saludé sonriente.

-Hola Luzu. -dijo Lanita sin dejar de mirar la pantalla.

-Hola Luz... -Frank no terminó aquello. Sus ojos estaban clavados en un punto fijo que era... ¿Mi entrepierna? Bajé la mirada y se podía notar un enorme bulto.

-Ah ehh, y-ya. -No sabía bien qué decir.

-V-vale. -dijo él, sonrojado.

-¿Que hacéis? -pregunté sentándome al lado de Frank.

-Eligiendo la película para ver mañana.

-Bien. ¿Cenamos pizza? -De repente se me vino a la cabeza.

-Wiii. -dijo Lanita emocionada.

Suspiré y marqué para pedir las pizzas.

-C-cualquiera de esas tres me parece bien. -le dijo Frank a Lanita. -Escoge tú. -le sonrió y se acercó a mí.

-Ven un momento. -Lo tomé de la mano y fuimos a la habitación. -Estoy aburrido.

-¿V-vamos a la sala y vemos una película o al-algo así?

-Hmm, no, algo más divertido. -Me acerqué a él y le quité la camiseta.

-Luzu, por favor, no. Hoy no.

-¿Por qué debería hacer lo que dices?

-P-porque... -Lo callé con un beso y lo acosté en la cama.

-Tranquilo, ponte de espaldas. -Fui hasta el baño y tomé unos aceites de distintos sabores.

-¿E-es eso lubricante? -Preguntó sonrojado.

-No. -dije riendo. -Tranquilo, no te haré nada que no quieras hoy. Quítate los pantalones, puedes quedarte con tus bóxers, por ahora. -Se quitó la prenda y se volvió a colocar cómo estaba. -Quédate quieto.

Comencé a besar su cuello, bajando por su espalda y volviendo a subir.

-¿Sandía, coco o vainilla?

-¿QUÉ? -gritó.

-Tranquilo fiera. Escoge uno. -dije antes de besar una de sus mejillas.

-M-me da igual.

-Vamos, elige tú.

-V-vainilla.

Me puse un poco en la palma de mi mano y comencé a masajear su espalda causando que soltara un quejido.

-E-está frío.

Continué trazando líneas y masajeando sus hombros, disfrutando de sus suspiros.

-Huele muy bien, gracias.

-Espera. -dije al ver que intentaba levantarse. -Ya has disfrutado tú. Ahora déjame hacer algo a mí, te prometo que no va a dolerte. -Quité su ropa interior y comencé a masajear sus glúteos.

-Luzu, es-esto es incómodo.

-Shh, calla. -Susurré. Frank se relajó y comenzó a suspirar.

-Luzu, mhh n-no hagas más que eso. -Gimió.

-¿Seguro?

-¡Chicoos, la cena está lista! -Chilló Lanita desde la cocina.

-Bien, por hoy llegamos hasta aquí. -Deposité un beso en su mejilla y esperé a que se vistiese.

Antes de salir me besó salvajemente, cosa que me pilló por sorpresa.

-Oye, tranquilo niño. -Sonreí, removiendo un poco su cabello.

Cenamos y bebimos cerveza, tal vez demasiada. Después de cenar fuimos cada uno a nuestras habitaciones.

-L-luzu. -habló Frank para nada sobrio, mientras se metía en la cama y yo apagaba la luz.

-Dime, Frank.

-Q-quiero d-dormir, pero q-que me abraces. -Definitivamente estaba ebrio.

-Vale. ¿Seguro que nada más quieres eso? -le pregunté mientras me acostaba.

-S-sí.

-Tus deseos son órdenes. -Ambos sabíamos que no era así.

Él estaba de espaldas, lo abracé y comencé a tocar su miembro por encima de sus bóxers, estuve escuchando sus gemidos hasta que me quedé dormido.

(Autora: Aitak672)

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