Capitulo 6

"Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía"

-Lolita, Vladimir Nabokov

Agatha

La pequeña miraba el reloj en la pared, aburrida, había terminado su examen antes que todos y ya lo había entregado. Por dios, esas preguntas eran demasiado faciles ¿como podían tardar tanto? Estaba rodeada de estúpidos.

Su lápiz golpeteo impaciente el costado de su escritorio, notó a uno de sus compañeros viendola y le sonrió coquetamente, lo cual causó un sonrojo en él y dejase de observarla. Agatha entonces dejó de sonreir de golpe, retornando a su expresión aburrida.

¿Cuanto faltaba para el receso?

Tic, tac.

El sonido de la goma de borrar de la chica a su izquierda le comenzó a irritar.

Tic, tac. Tic, tac.

El sonido que causaba la maestra al pasar las hojas de su revista de modas... ¿Porque lo oía tan claro?

Tic, tac. Tic, tac. Tic, tac.

Se mordió con fuerza los labios pintados de rojos y entonces sonó el timbre. Ella soltó un suspiro, aliviada.

Sin esperar demasiado, se levantó de su asiento al tiempo que la maestra comenzaba a recojer los exámenes de sus compañeros. Salió con prisa del aula, dirigiéndose directamente a los casilleros, desde donde tenía una perfecta vista para el momento en que sus hermanos salieran de sus respectivas clases, y entonces ir a pedirles que le compraran algunos dulces.

No pasó mucho tiempo antes de que los pasillos se inundaran de estudiantes de secundaria. Las gemelas fue a las primeras a las que localizó, riendo junto a su séquito de amistades. Si, podría decirse que ellas eran populares, lo cual Agatha no comprendía bien dado que ellas bien podían igualarse a Sandy de Grease tanto en su forma de vestir como de actuar. Es decir... Las consideraba un poco anticuadas.

Al acercarse a ellas, notó que algunos la observaron pero la niña los ignoró y tocó el brazo de Bernardette.

-¡Agatha! -La saludó con una sonrisa dulce- ¿Que quieres, pequeña?

-Dulces, ahora -Ella hizo un puchero, intentando verse tierna y ablandar su corazón marchito.

-Ow, lo siento, nena, hoy no traje dinero -Pellizcó las mejillas de la chiquilla y luego la soltó- Vámonos, Chess -Tomó a su gemela del brazo y se dieron la media vuelta alejándose.

Chessabette volteó ligeramente hacia ella y articuló un "lo siento" con expresión apenada.

La chiquilla se indignó. Estúpida zorra ¿como se atrevía a humillarla así frente a los demás? No que le importara sus opiniones pero... Por dios, era su hermana y solo le había pedido unos malditos dulces ¿que tanto le costaba?

Ni modo, se encogió de hombros y buscó con la vista a Murdock, el chico siempre gustaba de consentirla así que él no le negaría nada.

Lo encontró sentado en solitario sobre el final de las escaleras, con los audífonos puestos y un libro entre manos "Lolita" de Vladimir Nabokov. La verdad sintió ligera curiosidad por su aquello pero agendo preguntarle después, así que caminó hasta el pelinegro y le movió el hombro para que le prestara atención.

-¿Uhm? -Él alzó la vista encontrándose con su hermanita y se quito uno de los audífonos- ¿Que ocurre, Agatha?

-Quiero dulces -Se quejó tierna.

Eso sacó una ligera sonrisa en el mayor, quien se levantó enseguida de su lugar para atender las quejas de la pequeña Duncan.

-Ya veo... Ven, te compraré unos -Le tendió la mano, a lo cual ella se la tomó de inmediato.

Rato después, estaba feliz con sus dulces, masticando disimuladamente un chicle de frutas, mientras que Murder se había despedido de ella para retirarse a su lectura nuevamente.

-Oye, Agatha, el profesor Walters te llama -Una niña de cabello negro, un par de años menor que ella, se le acercó. Su voz era dulce, le causó el mismo rechazo que Bernardette le producía, prefería a la siempre calmada Chessy.

-¿Donde esta? -Preguntó, disimulando su repulsión.

-En el salón -Contestó con una pequeña sonrisa, como si supiera sus secretos.

Sin responder nada más, guardó las golosinas en su bolsillo y caminó hasta el salón que les tocaba en la siguiente hora, preguntándose que querría el hombre.

Al llegar tocó y esperó a oír el "Pase" antes de entrar.

-¿Me buscaba, profesor? -Su tono sonó delicada, inocente pero había un algo en ella que hacia estremecer a los demás. Ingresó cerrando la puerta tras de sí.

Él se acomodó los lentes y miró a la jovencita, desde aquella melena de rizos chocolate hasta las calcetas blancas que abrazaban sus piernas bajo la falda del uniforme estudiantil.

-Si, ehm... Hay algo de lo que quería hablarte -Comenzó con ligeros nervios, podría considerarse muy extraño que ella le intimidase pero tenía sus motivos.

Ella caminó con calma hasta el joven hombre, subiéndose a sus piernas, tomando asiento en su regazo mientras pasaba los brazos alrededor de su cuello. La expresión de la chiquilla era casi seria pero su mirada... su mirada tenía una especie de mezcla entre seducción e inocencia que perturbaba y hechizaba a los hombres. El profesor Walters enseguida se tensó al sentirla tan cerca, casi podía saborear sus dulces labios pero no, no debía hacer tal cosa, debía detener aquello.

-E-Era justo de esto de lo que quería hablarte...-Tragó saliva, no importaba como lo viera, sentía que nuevamente caería ante los deseos de esa nínfula que tenía sobre sus piernas.- Esto no puede seguir así, Agatha...

¿Por qué le pasaba esto a él? Nunca se había fijado en ninguna niña ni muchacha más joven que él. ¿Cómo era que la personificación de Lolita lo tenía así? Se suponía que era un responsable hombre de veintisiete años, era un profesor novato básicamente pero jamás creyó que algo así le podría pasar a él. Jamás creyó que se encontraría con alguien como Agatha Duncan.

-¿Por qué no, profesor? -Ella preguntó acercándose ligeramente a los labios del mayor.

-No está bien... -Su voz sonó agónica.

¿Por qué le costaba resistirse?

Claro, aquel pobre hombre no notaba la presencia maldita junto a ellos. Una presencia que sonreía al haber corrompido la moral de otro ser más. Agatha era un juguete muy divertido para hacerlo, adoraba ver como los infelices se sentían seducidos por una chiquilla que podría habérsele comparado a la misma Lolita, manipuladora y juguetona cuando quería.

-¿No quiere besarme? -Murmuró la muchachita rozando sus labios, sin quitar su profunda mirada oscura de los orbes contrarios.

-Y-yo...-

En ese momento el timbre que indicaba el fin del receso sonó, por lo que Agatha le robó un pequeñísimo, efímero beso antes de bajarse por sí misma y caminar hasta uno de los bancos, justo al tiempo que entraban los demás estudiantes. Eric Walters se encontraba algo desencajado en su lugar, lo cual extraño a algunos alumnos pero no se atrevían a preguntarle nada, él pasándose una mano por el cabello se esforzó en recomponerse, echó un ligero vistazo a las otras niñas...No, ellas no tenían el mismo efecto que su adorada, su nínfula personal. Se dijo a si mismo que estaba perdido, aquello estaba tan jodidamente mal y, sin embargo, no podía detenerlo, ella tenía un efecto hechizante en él. Era algo que no podía explicar. El tacto tan dulce de los suaves labios de Agatha aun picaba sobre sus propios labios cuando comenzó a dar la lección de historia del día, intentando no desviar su atención a la bella mariposa de rizos.

Por suerte para la niña, esa era su última clase del día así que pronto volvería a casa. Extrañaba a su Rusty y a Mr. P. Aunque había sentido la presencia de ese extraño sujeto hace unos momentos ¿Sería que él la acompañaba hasta la escuela para protegerla o algo así? No podía preguntárselo en ese momento, lo haría luego tras las paredes de su habitación. Ni siquiera sus hermanos sabían sobre el Mr. P, era su secreto.

Cuando la hora terminó, tomó sus cosas y salió del salón sin dirigirle ni una mirada al hombre que tenía hechizado por ella, encantadora caminó hasta su hermano que había salido momentos antes al parecer ya que estaba de pie en la entrada, esperándole con la vista ida.

-Estas muy pensativo, Murder...-Dijo con voz suave aunque seria, sacándolo de sus cavilaciones.

Cuando él la miró, notó una pequeña sonrisa en el rostro dulce de la chiquilla, la cual estaba de pie frente a él pero no la había visto, aunque él bien sabía que eso era solo una fachada. Agatha era un jodido hielo la mayor parte del tiempo, lo cual le sorprendía pues tenía tan solo doce años. La niña tomó su mano.

-Vamos a casa, hermano -Ella casi ordenó.

Murdock solo asintió y se subió la capucha de su sudadera, para luego empezar a caminar hasta la casa con ella de la mano. La castaña se preguntó que tanto estaría pasando por la mente de su hermano mayor, le daba mucha curiosidad pero sabía...Tenía claro que tampoco podía obligarle a decírselo, podría intentar manipularlo, después de todo era su hermana favorita y era consciente de ello, pero no, ella quería a su hermano en el fondo por lo que no le haría eso. Poco después, al llegar a la casa, su madre los recibió como siempre con un beso en la frente de cada uno.

-¿Cómo les fue en la escuela? -Preguntó sonriente.

-Terrible, mis compañeros son estúpidos -Respondió Agatha pasando a su lado y arrojando la mochila junto a la puerta.

-¡Aggie! ¿Qué te dije de decir groserías? -La regaño la rubia mujer, dándole un pellizco en el brazo.

La niña se quejó y miró mal a su progenitora por un segundo antes de transformar su expresión en una más dulce. Tenía que comportarse como una niña buena con ella.

-Lo siento, mamá -Sus palabras sonaban sinceras, y con eso la adulta la dejó ir.

La chiquilla subió corriendo las escaleras, ansiosa por ver a Rusty, su oso, y a Mr. P.

Al entrar a su habitación, notó al hombre de traje de pie, observando la puerta donde ella estaba sonriendo con las manos tras la espalda.

-Hola Mr. P -Ella lo saludó con una sonrisa en el rostro antes de cerrar la puerta y correr hacia el sujeto, al mismo tiempo que él se inclinaba para atraparla en sus brazos, y terminara por cargarla como si de una princesa se tratara.

-Mi linda pequeña -Dijo aquel ser, posando sus fríos labios en la frente de la niña con un cariño inexistente.

-¿Me has seguido hoy a la escuela? -Preguntó mientras sentía como el hombre acariciaba su cabello rizado.

-No, claro que no, sabes que no puedo salir de aquí, los demás no deben verme -Alzó una ceja- ¿Te ocurrió algo hoy?

La niña negó antes que él volviese a bajarla sobre la cama, dejándola sentada. Era casi obvio que él mentía, pero ella no se dio cuenta.

Entonces la puerta se abrió, y el ente se desvaneció tan rápido que pareció no haber estado nunca en ese lugar. Ella miró a quien había abierto la puerta sin tocar, encontrándose con su descarada hermana mayor, Agnes.

-A ver, mocosa, dijo mamá que debes comportarte y ponerte bien linda para esta noche que vienen los vecinos nuevos a cenar. -Dijo con aburrimiento, recargándose en el marco- ¿ Con quien hablabas?

-Con nadie. Aprende a tocar -Gruñó fría poniéndose de pie y acercándose a ella- Largo de mi habitación, ve a besuquearte con Adelaide o drogarte o lo que sea que hagas habitualmente -La empujó, queriendo echarla.

La opuesta soltó una carcajada ante eso.

-No me drogo pero... manosear a Addie un rato no suena mal -Una sonrisa traviesa se formó en sus labios.

-Dije besuquear y no me interesa, no quiero saber que le haces -

-Es la misma mierda, no te hagas la santa, niñita, que yo sé bien lo que tú haces -Río una vez más antes de marcharse.

Agatha bufó antes de volver a cerrar la puerta y poner seguro esta vez. Bien, tenía que dar una buena impresión a los vecinos.

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Como hoy actualice en Oliver, decidí subir tambien aqui^^
Siento que me demandaran por Agatha(? XD

Espero que les guste.
Voten y/o comenten por favor.

IvetteBellerosse🌹

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