Capitulo 39
"La oscuridad es algo curioso, es como una ponzoña que va expandiéndose en tu corazón a causa del odio, o tal vez del autodesprecio... Es veneno sin cura"
-Anónimo
El muchacho de cabello oscuro, el único hijo varón del matrimonio Duncan, se encontraba sentado en el suelo de su habitación con la espalda contra la pared y jugando con un dado que había encontrado mientras reacomodaba toda su habitación. Estaba muy aburrido, casi no había podido dormir, por lo que su mente comenzaba a divagar y eso no solía ser bueno, Agatha casi no le prestaba atención los últimos días porque parecía estar más concentrada en ayudar a Paulette a cuidar del pequeño Salem, quién a pesar de haber nacido prematuramente parecía estar en perfecto estado.
Los médicos que habían visto al bebé no se explicaban como eso era posible. Irina, por otro lado no había podido acercarse al niño, a Murder le parecía de lo más curioso que Agnes se portara tan protectora con él. Aunque si se ponía a analizar sus vidas, de alguna manera, Agnes siempre estaba intentando protegerles, mantenerles lejos de Irina, pero tendía a fingir que ninguno de ellos le importaba.
Ojala él pudiera hacer lo mismo, pero ambos eran muy diferentes. Él se ahogaba en los secretos que debía esconder, le apretaban el pecho y le impedían respirar, le daban ganas de gritar pero era como si la voz quedara atrapada en su garganta. Mientras que ella parecía flotar sobre los secretos sin problema alguno, no parecía importarle.
"Es una mentirosa" se recordó. Las personas como Agnes siempre ocultaban cosas, mentían, y era tan natural para ellos como respirar, por eso tenía tanta facilidad. A ella no le perseguían las pesadillas ni sentimientos enfermizos o confusiones que no debía tener como a él.
Se quedó mirando a la nada sin darse cuenta, apretando el dado en su puño. ¿Porque parecía ser él el único que aún conservaba el suficiente corazón para no ser capaz de soportar todo lo que pasaba tras las paredes de la casa? Sin embargo, también era el único enfermo que amaba a su madre de una forma en que no debía, y el que mantenía una especie de extraña relación con su hermana menor...
Agatha... El nombre flotó en su mente, se había sentido bastante confundido desde que ella había intentado entregarse a él, y que posteriormente él hubiera estado a punto de hacerla suya. Tenía la sensación de que le gustaba su contacto más de lo que debería, pero no, ya tenía suficientes problemas como para agregar que quizá surgía algún tipo de sentimiento por ella, o era más bien deseo. ¿La deseaba? Maldita sea, estaba tan condenado al infierno que quería estallar en carcajadas cada vez que le decían en la escuela que se iría allá por haber salido unas dos veces con un chico. Carcajadas histéricas, que demostraban que estaba volviéndose loco por no poder decir nada, por no saber manejar su vida.
Podía recordar como se había sentido cuando la colmó de besos y caricias, cuando casi había tomado a la pequeña Aggie. Recordar que era su pequeña solo le hacía sentir aún peor, tan miserable y repugnante.
Pero es que eso es lo que era, era su hermana pequeña, la que siempre había cuidado y consentido, ella era su adoración, siempre lo había sido, desde que tenía memoria para recordarlo. Era un ser asqueroso y retorcido por querer a la dulce Aggie de esa manera, se detestaba por sentirse así con respecto a ella, no sabía porque había surgido aquello pero así estaba la cosa. Había intentado evitar los besos que ella le daba en los labios, o cuando se sentaba en sus piernas para que la abrazara y la mimara, más no podía hacerlo siempre, sabía que Agatha se daría cuenta, sabía que ella sabría entonces lo que le pasaba y volvería a intentar que tuvieran relaciones por eso debía tener cuidado. Esforzarse, por ser el de siempre, solo su hermano, y no un pederasta.
Suspiró al escuchar que su madre le llamaba a desayunar, tenía que ir a la escuela pero no quería asistir, tampoco quería ver a Irina, necesitaba borrarse de la faz de la tierra simplemente. Su madre había estado comportándose un tanto extraño, o quizá era solo su paranoia sugiriendole que tal vez ella sabía lo que él sentía.
Tomó su mochila mientras se levantaba del piso para luego salir de la habitación, bajo las escaleras pensando que pasaría si se caía de ellas, ¿su corazón atormentado se detendría al fin? Casi quiso sonreír al notar el rumbo que estaban tomando sus pensamientos, por donde estaban desviándose.
-Ven, cariño, ven a la mesa -Irina le esperaba al final de los escalones y le tomó de la mano libre, depositando los labios pintados de rosado suave contra su frente por un momento, luego en su mejilla y al final demasiado cerca de sus labios como si quisiera tentarle. La mujer le sonrió al perturbado muchacho, como si hubiera sido absolutamente normal lo que hizo, y probablemente lo era (Murdock consideraba que su madre había comenzado a comportarse extraño luego del cumpleaños de Agatha)- Ya estas hecho todo un hombre, mi querido, falta tan poco para tus dieciséis...
Dicho esto le dio un pequeño jalón para que le siguiera a la mesa en el comedor, donde solo Agatha se encontraba sentada desayunando. Tomó asiento junto a ella luego de intercambiar un saludo, mientras que Irina tomaba asiento frente a ellos, el chico presintió que solo serían ellos tres en la mesa esa mañana.
-¿Solo nosotros estamos? -Se atrevió a preguntar, comenzando a comer su cereal.
-Si, algo así... De hecho, solo tú irás a la escuela, Murder, Aggie esta enferma, las gemelas tienen una jaqueca terrible y... Bueno, ya sabes como es Agnes, ella va cuando quiere hacerlo -Suspiró la adulta poniendo mermelada de frambuesa en su tostada.
-No tengo idea de como es que Agnes no ha reprobado nada aún, a pesar de presentarse cada milenio a clase -Renegó Agatha jugando con la crema batida y fresas que le había servido Irina de desayuno.
Murdock le concedió la razón mirandola comer, pensando que hubiera preferido que las gemelas hicieran el desayuno. Se atragantó al sentir un pie rozando su muslo interno casi como una caricia, por instinto miró a su hermana pero ella parecía estar calmada, no se veía enferma, más algo le decía que no había sido ella quién le estaba tocando bajo la mesa. Lentamente dirigió su mirada a la rubia mujer frente a él, quién sonreía.
-Cariño, come más despacio o te vas a ahogar -Le dijo con dulzura.
Él tragó saliva antes de bajar la vista nuevamente a su tazón de cereal, asintiendo sin mirarla.
Ella lo sabía, sabía que tenía su corazón en sus manos, y también sabía que no lo dejaría ir, no hasta obtener lo que quisiera de él. Y él sabía que ella siempre conseguía lo que quería de él cuando estaban a solas, como si él no fuera nada, nada más que su juguete, siempre obedecía al sentir los tacones presionando contra su garganta.
Pero debía tragarse lo que pensaba, había cosas que no podía hablar ni siquiera con Agatha, aunque sintiera la mirada de la menor sobre él. Estaba seguro de que intentaba saber porque parecía tan tenso.
Los roces continuaron un poco más, acercándose a su entrepierna pero cuando creyó que iba a tocarle, se puso de pie dejando el tazón con cereales a la mitad. Una parte de él, a causa de ese amor enfermo que sentía por aquella mujer quería dejarse llevar, complacer sus deseos fueran los que fueran en ese momento, pues declaraba que todo él le pertenecía a Irina. Pero también estaba su parte racional, que aún funcionaba relativamente bien a pesar de todo y le hacía rechazar cualquier contacto indebido con esa mujer tan extraña que... definitivamente no debía comportarse de la forma en que estaba haciéndolo con quién era su hijo.
-¿Murder? -Agatha le habló, sonaba extrañada al verle reaccionar de esa manera repentina sin razón alguna.
El chico la miró un momento, su dulce y preciosa Aggie, le parecía curioso en verdad. Ambas le hacían sentir de formas diferentes, a una la amaba de una forma toxica como si se tratara de veneno que le impedía respirar mientras que la otra le daba cierta paz aún cuando el contacto de sus labios juntos seguía siendo incorrecto.
Agatha era su luz y su oscuridad al mismo tiempo, le atormentaba desearla pero le daba paz sentirla.
-Lo siento, acabo de recordar que debo entrar más temprano hoy para revisar mis apuntes antes del examen de Historia -Se disculpó el pelinegro, mientras tomaba su mochila del respaldo de la silla en la que había estado sentado.
-Es muy temprano aún, mi cielo, ¿Por qué no terminas de desayunar primero?
-No, será mejor que ya vaya saliendo o no tendré tiempo para repasar -
Murder dirigió su vista a Agatha, ella lo miraba con sospecha pero él simplemente se inclinó a besar su mejilla y luego casi corrió a la puerta, sin despedirse de su madre.
Hubiera deseado besarla en los labios pero no podía hacerlo frente a su progenitora.
Una vez fuera de la casa sintió la presión en su pecho desvanecerse, al menos por unos minutos mientras caminaba a la escuela, tenía una ligera sensación de calma al conectar sus auriculares y perderse en la voz de Halsey cantando Gasoline, le producía algo extraño pero al mismo tiempo había partes en las que se identificaba.
¿Te destrozas a ti mismo para entretenerte como yo? ¿La gente murmura sobre ti en el tren, como conmigo?
Podía oírlos murmurando tras de él, mientras se sostenía de uno de los tubos cada vez que viajaba en el metro, estaba seguro de que hablaban de él. Por eso había dejado de usarlo, no le importaba si debía ir a pie con sus hermanas, de todas maneras la escuela no estaba tan lejos.
Y toda la gente dice:
"no te puedes despertar, ésto no es un sueño.
Muchas veces había querido pensar que lo que vivía no era más que un sueño, el maldito sueño retorcido de algún escritor con poca cordura, una mente retorcida, que pronto despertaría y todo sería diferente, él no estaría enamorado de su madre ni desearía a Agatha, sus hermanas serían normales, y nunca hubieran secuestrado a Samantha West.
Con tu cara bien maquillada, viviendo dentro de una pantalla.
Porque vivía en una constante obra de teatro que se repetía, una y otra y otra vez, un incesante círculo vicioso lleno de secretos que no podía detener, del que no podía salirse por más que lo quisiera.
Porque cada una de ellas era una cadena más que apresaba sus extremidades, impidiéndole salirse del escenario, apretando como boas su cuerpo. Atormentando su cabeza.
Suspiró una vez llegó a la escuela, a pesar de que había caminado lento, que se había esforzado por no querer llegar...lo había hecho, y ahora se encontraba tratando de ignorar lo que sus compañeros le decían. Las burlas, los insultos, empujones, alguno que otro tan fuerte que casi lo tiraba al suelo.
¿Porque? ¿Porque eran tan crueles con él? ¿Que había hecho mal? Estúpidos, cabezas huecas e intolerantes. Le parecía ilógico que estuvieran molestándole cuando ya no salía con Josh, eran amigos ahora pero parecía ser que el contrario había decidido alejarse de él a causa de las burlas.
-Ya déjenme en paz -Murmuró en algún momento cuando había terminado estampándose contra un casillero, se tomó un segundo para recuperar el equilibrio y aferró la tira de su mochila, subiendo la capucha de su buzo mientras apresuraba el paso.
-Que nena -
-No aguantas nada, Murdock -
-¿Así que no están tus hermanitas hoy para defenderte, eh? -
Uno de los chicos, que estaba seguro era compañero de Josh, lo jaló del brazo con fuerza casi lastimándole. Él se quejó, lo cuál solo formó una sonrisa en el rostro del muchacho... Una que le hacía saber a Murder que no saldría ileso en esa ocasión, que débil había sido al final.
***
Un escupitajo aterrizo en su nuca mientras él se mantenía enroscado como un armadillo, cubriéndose la cabeza con los brazos o intentándolo, un dolor horrible recorría su cuerpo. Estaba seguro de que tendría varios hematomas en su piel al momento de regresar a casa, sollozó en silencio hasta que les oyó marcharse de los baños.
No había nadie en aquel lugar, y parecía que nadie más iba a entrar, sabrían lo que allí había pasado. Estaba solo.
Era débil, odiaba serlo, le dolía todo su cuerpo a causa de los golpes y patadas que había recibido. Se sentía humillado, cansado de todo esto, pero también sentía la ira encenderse en su pecho, envenenando su alma con algo que antes no había conocido.
Venganza. La deseaba.
El elixir prohibido que no había probado jamás.
Su paciencia había llegado al límite, tenía que hacer algo de inmediato. Había aguantado demasiado, no podía depender de sus hermanas para protegerle, tenía que demostrar que él podía contra lo que le pusieran enfrente.
Se lo había repetido mil veces, que ellos no merecían algo así, Agatha le había aconsejado que podía hacer pero con el rencor llenando su corazón en ese momento solo pensaba en destruir todo a su alrededor, había llegado a un punto sin retorno en el que ya nada le importaba solo podía sentir ira.
Lentamente, su llanto se detuvo, se fue sentando en el piso donde antes había estado acurrucado y se limpió los ojos sin expresión en el rostro, vacío. Para luego mirar su mochila, abriendo el cierre del costado de dónde sacó una cajita de fósforos. La contempló casi con admiración para luego guardársela en el bolsillo, mientras se levantaba colgándose la mochila al hombro y salir de allí, caminando con calma a su casillero.
Al abrirlo, sacó los libros que tenía allí para después meterlos en su mochila. Se encaminó al armario del conserje dónde había escondido al menos dos bidones de gasolina hace tres días. Como el hombre de la limpieza se ausentaría esa semana, a causa de que su esposa había dado a luz, sabía que nadie entraría allí.
Ese día aprenderían que no debían meterse con Murder Duncan.
Tomó uno de los bidones y caminó dejando un rastro con el líquido inflamable desde la puerta de su salón hasta la entrada de la institución. Las alas del ángel se teñían por completo de oscuridad mientras iba volcando por cada rincón que le alcanzara hasta vaciar ambos bidones.
De esa manera, si alguien sobrevivía, no sabrían que fue él, o eso esperaba.
Al encontrarse ya fuera del establecimiento con su mochila nuevamente al hombro, encendió un fósforo. Lo contempló por un momento, notando que un chico se asomaba por la ventana desde uno de los salones y lo veía con expresión burlona, Murder sonrió al notar que el pobre idiota no tenía idea de lo que iba a pasar.
-Me cansé de aguantar todo esto -
Murmuró antes de soltar el fósforo encendido sobre la gasolina que hizo su camino con rapidez hasta el interior del lugar, él se hizo hacía atrás, sabiendo que había volcado por todo el piso del laboratorio que se encontraba vacío de personas pero había muchos químicos allí, varios inflamables.
Que tonta irresponsabilidad la de su profesora de Química.
Escuchó una explosión y apenas pasaron unos pocos minutos para que toda la escuela comenzara a arder en llamas, mientras él observaba deleitado el fuego devorando cual bestia hambrienta las vidas que arrebata en ese lugar. Oyó sirenas de policía, ¿o quizá eran los bomberos?, no estaba seguro. No iba a quedarse a ver.
Con una sonrisa en su rostro, y paz en su pecho se dió la vuelta caminando con calma de regreso a casa, tomando otras calles diferentes a las habituales, e incluso pasando por algún callejón para evitarse que lo vieran y lo reconocieran.
El ángel finalmente había caído.
********************
Jelouu, ¿que tal están? yo bien, apenas me doy cuenta que subí hace casi un mes. Pero bueno, aquí esta el capítulo, creo que me quedó un poco largo no sé.
Las canciones que inspiraron este capítulo fueron cuatro: Monster de Meg & Dia, Horns de Bryce Fox, Gasoline de Halsey y finalmente Voces en mi interior de Porta.
¿Que opinan del capítulo?
Espero que les haya gustado, voten y/o comenten por favor.
IvetteBellerosse 🌹
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