Capitulo 19
El timbre sonó como y Paul fue a abrir, encontrándose con Agatha, quién le sonreía.
-Buenos días, señor West -Saludó con una inocencia juguetona la chiquilla antes de pasar a la casa, el hombre respiró hondo y sonrió un poco.
-Buenas tardes -La corrigió, cerrando tras ella, para luego voltear a verla.
La niña miraba alrededor.
-¿La señora West está? -Preguntó ella, antes de encaminarse a la sala, tras una señal de Paul de que lo hiciera.
-No, mi esposa salió con la señora Murphy ¿Por qué lo preguntas, pequeña? -
¿Pequeña? Él mismo quiso reír por la ironía de llamarla de esa forma cuando era consciente del extraño sentimiento que ella le causaba. Para nada podía verla como la chiquilla que era con la forma en que ella se comportaba, o como le hacía sentir.
-Mera curiosidad -Alegó acomodándose un rizo chocolate tras la oreja mientras tomaba asiento.
Él la detalló con la vista un momento antes de acercarse, rogando a la Virgen María que le ayudara a mantenerse cuerdo y no cometiera una locura.
-Eres una niña curiosa ¿verdad? -Preguntó sentándose en el pequeño sillón individual, frente a ella.
Los pequeños y rosados labios de Agatha se estiraron en una sonrisa juguetona, al tiempo que se ponía de pie, para luego dar un paso hacia él.
-Soy muy curiosa... Paul... -Se acercó con una ligereza felina, impropia de su edad- ¿Sabes que me gustaría saber ahora? -Colocó las manos en sus rodillas, contemplando como el hombre ante ella permanecía inmóvil, como si hubiese perdido la capacidad de moverse, se acercó lentamente a su boca, sintiendo el cálido aliento del sujeto y un leve aroma a puro.
Conocía el aroma a causa de que Markov, su padre, también los fumaba, cuando estaba de buen humor y no tocaba las botellas de alcohol que había en la casa.
Él la observaba sin inquietarse, al menos por fuera, dado que su corazón latía acelerado contra su pecho, la tenía tan cerca. Negó despacio ante su pregunta, sintiendo como ella se acercaba más, rozando sus labios, cerró los ojos, dispuesto a dejar que ocurriera lo que fuera que tuviera que ocurrir.
-Me pregunto... Que se siente besar a un hombre casado -Susurró antes de finalmente unir sus labios sintiendo como las manos de Paul, abrazaban sutilmente su delgada cadera acercándola más a él.
Ella no tardó en sentarse sobre sus piernas, rodeándole el cuello con los brazos, mientras el beso parecía aumentar de intensidad, tornándose hambriento. Era como si él quisiera devorarla, y no comprendía, no comprendía porqué lo sentía diferente a las veces en que había compartido besos con el profesor de historia en la escuela, le gustaba. Un leve jadeo escapó de su garganta, sorprendida, al sentir la lengua ardiente abrirse paso entre sus labios y recorrer su boca, las manos firmes la sostenían apretándola contra él, le hacía pensar en cuanto ese tipo se había contenido. Sus propias manos, fueron a enredarse en el cabello negruzco de Paul, extasiada con la intensidad del beso que comenzaba a dejarla sin aliento, justo cuando sintió una de sus manos liberar su cadera deslizándose en una caricia por su espalda oyeron la puerta abrirse.
Se separaron aturdidos, él liberó su cadera de inmediato y ella se alejó con rápidez, sentándose en la mesita ratona con la carpeta en manos, cubriéndose un poco el rostro con la misma. A pesar de que no lo veía podía oír su respiración agitada, la suya estaba igual, no lo podía esconder. Le había gustado, ¿acaso estaba experimentando lo que solía llamarse "el primer crush" "el primer amor"? O quizá era simplemente un ataque de hormonas que la hacía confundirse, después de todo estaba comenzando la pubertad, y según lo que Irina le había dicho era algo normal.
-¿Papá? -El chico rubio observó con desdén a Agatha, quien simplemente le sonrió inocente.
Inocencia que era obvio que no tenía, a diferencia de su hermano mayor... y no se refería a Murder.
-¿Qué...que pasa, Jesse? -Preguntó Paul, apenas hubo normalizado su respiración y controló su vergüenza, el sentimiento de culpa, ante lo que había hecho, se había dejado llevar. Había caído ante la tentación, dejándose quemar por el fuego de la pequeña ninfa frente a él.
Sin embargo, la sensación de aquel beso aún le quemaba los labios.
-¿Qué hace ella aquí? -Lanzó la pregunta apartando la vista de la chiquilla para ver a su progenitor.
-Ah, la señora Duncan dijo que le estaba yendo mal en literatura, por lo que tu madre arregló que yo le ayudaría un poco -Con un poco de esfuerzo logró dibujar una sonrisa calmada- Sabes que no... que no me molesta ayudar -
-Sí, eso lo tengo claro... -Murmuró quedamente el chico antes de encaminarse a las escaleras.
Los había visto. Agatha lo presintió, la forma en que la había mirado... era obvio que los había visto en medio del beso o quizás al final, quizás los había atrapado cuando estaban separándose. Presionó los labios ¿Por qué no había dicho nada entonces? ¿Por qué no reprochaba a su padre haber besado a una menor así? Básicamente haberle sido infiel a su esposa... Su expresión se disolvió quedando en la nada un momento, mientras el rubio se perdía de vista, sentía que tal vez algo estaría planeando ese chico en su contra.
Y no estaba lejos de la realidad realmente, Jesse West estaba planeando infiltrarse en la casa Duncan, quería descubrir lo que había tras aquellas mascaras que los hermanos utilizaban. Quería ver a los monstruos retorcidos en su forma natural. Por eso, aunque había visto a su padre con Agatha, prefirió callar... al menos de momento, hasta que supiera la forma de entrar a esa casa de forma segura, sin que ellos notaran su presencia para poder ver cómo eran realmente.
La curiosidad quizá podía ser algo peligroso en algunas ocasiones.
En cuanto el chico desapareció Paul, habiéndose recuperado del susto de su hijo apareciendo de pronto, se volteó hacia la muchachita. Notando que esa faceta juguetona con la que había llegado parecía haberse desvanecido, al menos por ahora. Aún sentía deseos de volver a besar sus suaves labios y la había sentido cálida cuando la abrazó con posesividad, pero le consolaba el que estaba su hijo en casa, eso evitaría que volviera a caer... o eso quería creer.
Le daba cierta paz mental.
-¿Lista para comenzar la clase? -Preguntó con voz suave, atrayendo su atención.
Ella parpadeó, regresando a la realidad, y lo miró sin gesto alguno en el rostro. Asintió.
-Comencemos, por favor, profesor West -
Por otro lado, en la casa Duncan. Irina se veía alterada mientras hablaba por teléfono.
-¡No! Tú no eres su padre, mi marido lo es, tú no tienes ningún derecho a reclamar ahora. Sabías perfectamente que ella era tu hija y en ese momento no dijiste nada -Exclamaba al teléfono de la casa.
Paulette se detuvo al escuchar aquello, se escondió tras la pared para continuar oyendo lo que su madre decía. Sin saber que tal vez no era la única escuchando.
-Tuviste veintidós años, casi veintitrés para conocerla. Ahora calla tu maldita boca y no se te ocurra volver a llamar, Erick, no tienes idea de lo que soy capaz de hacer si te atreves a acercarte a MI hija -Escuchó el sonido del teléfono al ser colgado.
Estaba en shock, es decir... ¿entonces Markov...Markov no era su padre? ¿Eso significaba que sus hermanos no eran en realidad sus hermanos? Ella no... ella no compartía su sangre, o al menos no del todo.
-¿Qué significa eso, Irina? ¿Con quién hablabas? -La voz dura de Markov Duncan, la sobresaltó y huyó a su habitación antes de que alguno se diese cuenta de que estaba escuchando a escondidas.
-A-amor...-La rubia mujer lucía nerviosa al ver a su esposo aparecer de golpe.
-Contéstame, Irina...-El hombre sentía que tenía el corazón en un puño, ¿su princesa no era...no era suya?
Aunque debía admitirse a sí mismo que sospechaba de hace tiempo que algunos de sus hijos no fueran realmente de su sangre. Pero eso no reducía el impacto de confirmarlo.
-Yo... Puedo explicarlo, lo juro -
-¿Paulette no es mi hija, Irina? ¿Me mentiste todo este tiempo? -
-Lo siento...-Su voz temblaba mientras intentaba acercarse, solo para ser frenada por él, quien negaba decepcionado.- Cariño...
-No, Irina, hasta aquí llegamos. No quiero seguir casado contigo, ¿Cómo seguir casado con una mujer en la que no puedo confiar? -Se dio la vuelta dirigiéndose a su despacho.- Tendrás que conseguirte un abogado para que te represente cuando comencemos a tramitar el divorcio
-¡Estoy embarazada! -Exclamó desesperada, causando que Markov se detuviera en seco.
Agnes, quien estaba por ir al sótano a ver a Sam, la oyó y frunció el ceño. Pobre bastardo el que nacería, en una familia tan retorcida, y con una madre a la que no le importaría.
El oficial Duncan volteó hacía ella, mirándola de reojo.
-¿Cómo sé que no me estas mintiendo? ¿Cómo sé si es mío? -Cuestionó, con cierto cansancio.
-¡Es tuyo! Lo juro... lo juro por la vida de nuestros hijos, mi amor, es tuyo...-Respondió la mujer, esperanzada al ver que había logrado que se detuviera, había logrado que él se repensara la decisión.- Tengo pruebas... Me... me hice una prueba esta mañana -Sacó el test de embarazo, se veía claro las dos rayitas, que indicaban la llegada de un nuevo Duncan a la familia.
Markov observó el objeto en silencio, unos segundos más.
-Bien...-Suspiró, para ahora sí irse a su despacho con la cabeza hecha un lío y el corazón hecho trizas.
Ya no podía más, pero debía intentarlo una vez más. Por sus hijos, debía hacerlo por ellos. Quizá el pequeño nuevo sería una esperanza de que las cosas finalmente cambiarían.
Agnes estaba que hervía de rabia. Por lo que se acercó a toda velocidad a donde su madre sonreía victoriosa.
-¡¿Por qué le haces esto?! ¡¿Es que no tienes corazón, maldita perra?! -Exclamó, empujando a la mujer, en el momento no estaba pensando, era su impulsividad la que actuaba como tantas veces le había pasado con su Addie.
Las cicatrices en sus palmas eran cuenta de cada una de esas veces que la había dañado.
-¡¿Cómo te atreves a hablarme así, Agnes Veratrum Duncan?! ¡Soy tu madre y me respetas! -Irina se veía indignada y molesta.
-Lo que eres, es una maldita zorra que no sabe cerrar las piernas a los hombres y se deja coger como la puta facilona que e...-
El sonido de la bofetada que la rubia proporcionó a una de sus hijas mayores, produjo eco en toda la casa, tanto así que los demás pudieron oírlo, pero nadie se atrevió a saltar en su favor, probablemente pensaban que Agnes merecía aquello. El rostro de la castaña quedó girado hacia la izquierda, mientras que su mejilla derecha ardía tornándose roja, la muchacha lentamente volvió a mirar a Irina de frente...y le escupió en la cara, con una sonrisa sarcástica.
-Después de todo lo que me has hecho ¿crees que una simple bofetada me dolerá? ¿O me hará reflexionar? -La burla estaba inscrita en su tono de voz- Solo estas retrasando lo inevitable, Irina... Papá se dará cuenta del monstruo que eres tarde o temprano, y va a dejarte en la calle como la perra que eres... Entonces comenzarás a cobrar lo que ahora haces gratis... -Sin más se largó al sótano de la casa, dejando a su madre furiosa y boquiabierta.
Era la primera que se revelaba ante ella. Irina estaba acostumbrada a que ellos fueran sus títeres en aquella puesta en escena de familia perfecta, pues ella estaba cansada, harta. Odio en su estado puro es lo que sentía hacia Irina, aunque en el fondo sabía que atacarla provocaría que ella fuera a por sus hermanos, dado que la mujer no era ninguna idiota, no se dejaba convencer por aquella faceta de indiferencia y desprecio que Agnes solía mostrar. Sabía que en el fondo si apreciaba, aunque fuera un poco, a sus hermanos, y atacarla sería ponerlos en peligro, cosa que no haría... Esa ley que les había impuesto estaba muy arraigada en ellos, y era consciente de eso, por eso se protegían los unos a los otros.
Por eso Irina fingió no saber que Murder la había besado en contadas ocasiones.
Samantha escuchó pasos por la escalera, y solo eso bastó para que comenzara a llorar silenciosamente, se había quedado sin voz intentando gritar inútilmente a causa de la tortura física y psicológica que había sufrido por parte de las gemelas. Sinceramente aun no distinguía quien era quien, pero no le importaba, ahora ya no le importaba.
-¿Me tienes miedo? -La expresión seria de Agnes fue lo que logró atisbar entre sus lágrimas. Esta se acercó hasta ella y con cierta delicadeza limpió sus lágrimas, la rubia se sorprendió un poco pero de todas formas sentía el miedo atenazándole el estómago.- No te culpo, yo también le temería a la loca que me secuestro y básicamente tiene el poder de decidir si vives o mueres...-Soltó una risita ante la expresión suplicante de la menor y canturreó en voz baja- Llámame Fred Krueger, jugaré contigo en esta pesadilla...-Le sonrió, caminando a su alrededor hasta quedar tras ella- Mira mi guante, te atravesaré con mis cuchillas...-Solo en ese instante, Sam se dio cuenta de que Agnes había tomado el guante de jardinería. Se estremeció al sentir el filo de las mencionadas cuchillas acariciándole el cuello- No sabrás si es real o no, pero aquí yo decido...-Le gustaba poder jugar con su mente, apenas comenzaba el juego- Si despiertas o a medianoche acabo contigo....-Terminó por susurrar junto a su oído.
"Por favor, ya no, ya basta... quiero irme a casa, no sé porque estoy aquí. Yo no le hice nada a Adelaide..." Pensaba la muchacha, recorriendo con la vista las cicatrices frescas en sus brazos y toda zona de piel visible, bajando hasta el piso donde la sangre que había perdido comenzaba a secarse.
"Ayuda, por favor, quien sea... ayuda..."
Tal y como Agnes pensaba, aquella pesadilla apenas comenzaba.
Y de mientras en la casa de enfrente, Margaret comenzaba a extrañarse porque su hija aun no regresaba de la casa de su amiga.
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¡Heeey! ¿Que tal todo? Sinceramente ya me estaba olvidando de subir, es que estando de vacaciones como que no sé ni en que día vivo •-•
Lastima que el lunes ya empiezo de nuevo las clases :'v weno, como sea ¿que les parece el capitulo?
¿Quieren llamar a la ONU? ¿El hijo que Irina espera será de Markov? O más bien ¿estará embarazada realmente? (?
Espero que les guste, voten y/o comenten por favor.
IvetteBellerosse🌹
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