15 de julio de 2024
(con una mortaja como manta)

Desperté
porque la cama en la que dormí
estaba dura y pútrida
parecía hecha de flores secas
pero no eran bonitas
no te sonreían
te ponían cara de pena
como si supieran
que si no las tocas con delicadeza
se harán añicos
y se convertirán en cenizas
un alimento exquisito
para el viento traicionero.

La atmósfera
en la que estoy encadenada
no me aspira el alma,
pero me angustia tanta calma
me recuerda
a las nubes grises
antes de que comiencen a sollozar,
a estar rodeada de olas
y mar
sin saber que se asoma
una enorme cabeza resbaladiza
con enormes ojos amarillos
oliéndome,
deleitándose con la hermosa vista
de la que será su comida.

Parpadeo
por un momento me mareo
y cuando alzo la vista de nuevo
un enorme desierto
cubre mi cuerpo por completo.

La arena se cuela por mis órganos
carbonizándolos,
siento que este calor inmenso
me quema por dentro.

Intento correr sin éxito,
todo está desolado
y al parecer soy la única
sufriendo
¿estoy en una burbuja?
¿Por qué no hay nadie
al final de la orilla?

Me levanto la camisa
picazones me pinchan,
no puedo evitar gritar
aunque nadie haya
aunque nadie me escuche
aunque a nadie...
le importa que hable...

Rozaduras
inundan mi cuerpo
debilitado
por el sol abrasador.

Laceraciones
se abren paso
entre mi piel
sensible.

Corrí y corrí
pero solo encontré
una inevitable
y dura verdad:
la arena se alzaba más y más
y las agujas
y los números
iban a asesinarme
hasta que no me pudiesen reconocer...
jamás.

𐬽𐬼𐬽𐬼𐬽𐬼𐬽

𐬽𐬼𐬽𐬼𐬽𐬼𐬽

— Janny.