Una noche cualquiera de 2024
(madrugada, el insomnio ataca)

Me he adaptado
a este clima húmedo
que se me pega
a la suela de los zapatos,
a los párpados
desgarrándolos
y desprendiendo líquidos espesos 
y cálidos.

Me he familiarizado
a estos baches
que obstruyen mi paso,
que me hacen resbalar
y que mi caída
me haga tragar moscas
que agujerean mis huellas
dejando de ser dactilares
y raspen
no solo mi carne
sino también
mi sangre
desmenuzándola
y regurgitándola.

Me he habituado
a dormir en una doncella de hierro
suplicando por un mañana
más duradero,
fantaseando
con que me expelen
estos anzuelos
y ganzúas
que giraron
y retorcieron
por todo mi cuerpo
putrefacto.

Me acostumbré
a que me abandonasen
en una fosa perdida
y mugrienta,
luchando por mi vida
rodeada de gusanos
que se deleitan por consumir
pieles muertas.

A que solo me permitiesen
asomar mi brazo
chorreando
y manchando
la tierra seca
que se había trasmutado
y había pasado
a ser mi hogar
ahora ajeno
porque el verdadero
lo habían quemado.

"¿Dónde está mi alma?"
La han colgado
está en la pared
se está desangrando,
llora
y se escuchan bramidos
pero eso les sacia,
creo que estás teniendo pesadillas
no te preocupes
no mires
y tapónate los oídos.

"¿Y esos cuchillos?"
Están pensando en absorberte
dicen que ya no la necesitarás
y tienen razón,
muerta estás
vete al depósito de cadáveres,
allí encontrarás
una cámara frigorífica
esperando acogerte,
no temas y vete.

"Pero ¿por qué?
¡Estoy aquí!"
Mentira,
ellos no lo saben
mejor vete.

"¡No puedo!"
Sé que no encuentras la paz,
pero mírate
eres solo un amasijo
de hematomas,
piel pútrida,
caries
y lágrimas punzantes
¿qué te queda por hacer aquí?

Absolutamente nada,
deja de resistirte
y mejor vete a recorrer
las montañas,
porque aquí
ya no puedes hacer nada.

— Janny.