CAPÍTULO 26
Al contrario de lo que sus padres pensaban, Alba terminó la carrera y con matrículas de honor, se centró tanto en estudiar que prácticamente era lo único que hacía.
Cada vez que alguien iba a verla llevaba un libro encima y todo lo que decía era que no podía desconcentrarse. Sus padres y amigos pensaron que era bueno, había recuperado una motivación pero Lucas no lo vio de la misma manera.
Intentaba tenerse entretenida porque así no pensaba, no permitía a su mente enfrentarse a los hechos y tenía la esperanza de que pudiera encontrar el sentido a la vida, un objetivo, se sentía pérdida.
Se daba cuenta de que se estaba dejando llevar, sí había querido estudiar esa carrera sí, había querido mudarse pero ¿por qué?, ¿qué fin tenía todo aquello si vamos a morir?
¿Qué era la justicia? ¿Por qué a un asesino no podía ocurrirle este tipo de acontecimientos y a ella sí?
Creía que si estudiaba al cerebro humano encontraría algo. Sucedió lo contrario. Al terminar la carrera se sentía peor, el hoyo en el que se encontraba estaba totalmente tapado solo faltaba que ella se rindiese y dejara de intentar apartar la tierra.
Al llegar el verano por mucho que Lorena intentó a animarla a salir, no pudo, se daba cuenta de como sonreía sin gana para que la gente de su alrededor se fuera más rápido y volver a consumirse en su oscuridad.
Lucas estaba desesperado, cada día empeoraba y raro el día en el que no discutían. Cuando él estaba con ella era incluso peor que con el resto, se alteraba más. Con la única persona con la que adquiría cierta calma era con Rubén y aunque se negara a admitirlo se moría de celos.
No porque pensara que entre ellos hubiera algo, sino porque recurría a Rubén en vez de a él.
"¿Por qué él sí y yo no?"
Lucas estaba siempre disponible, estuviera donde estuviese, hiciera lo que hiciese.
Pero no era suficiente.
O no parecía serlo.
Se asomó a la puerta.
- ¿Te acuerdas cuando colamos la pelota en la casa de Marc?
- Sí, claro y salió enfurecido gritándonos porque habíamos roto una maceta de su madre- sonrió ella.
Era una sonrisa sincera.
Rubén estaba limpiándole las heridas en los nudillos con alcohol. Cada vez eran más frecuentes los ataques de ira y sucedían más continuado en presencia de Lucas.
Y eso lo mataba por dentro.
- Alba tengo que irme- dijo Rubén.
- Lo sé, entras a las 6. Ya vas tarde de hecho- apuntó.
- Es culpa tuya, me distraes y se me pasa el tiempo volando.
Alba se carcajeó.
Lucas se rompió, no se avergonzaría de admitir que quería llorar.
- Vendré el jueves.
- Hasta luego.
Esa noche Lucas no la vio, se quedó en el sofá y ella no lo llamó. Era la prueba que necesitaba para saber que él ya no era lo que ella necesitaba.
¿Pero como dejas ir a lo que más quieres?
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- Buenos días.
- Buenos días mamá- saludó bostezando.
Se hizo un café con leche y colocó cuatro cubitos fresquitos.
- ¿Puedo hablar contigo sin que te cabrees?- preguntó su madre tanteando el terreno.
- Puedo intentarlo- contestó simplemente.
Su madre se sentó en una silla para colocarse de frente.
- ¿Por qué tenéis tantas peleas Lucas y tú?
Al oír el nombre de su novio se removió inquieta, dejó la taza en la encimera.
- Sé que no debo meterme, es tu relación pero...
- Mamá no, no deberíamos tener esta conversación- dijo empezando a ponerse nerviosa.
- Yo creo que sí- insistió ella- ¿no ves que se desvive por ti? Y eres mi hija y te quiero pero no puedo evitar ver como lo tratas o lo ignoras que no sé que es peor. Nunca lo llamas tú, nunca estáis juntos sin gritos. Después de cinco años, ¿no te importa que pueda cansarse de esta situación?
- La pregunta es mamá: ¿qué es lo que verdaderamente importa?
Observó a su madre con tanta serenidad que la sorprendió. No respondió. Y Alba se fue a la terraza a tomar el aire.
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Estuvo toda la tarde recapacitando sobre lo que dijo su madre y tenía toda la razón.
No solo con Lucas, con sus amigos, con sus propios padres.
No hacía nada para contribuir en la casa, ni limpiaba, ni tenía intención de trabajar por ahora y lo peor es que nadie se lo reprochaba.
Necesitaba sentir algo.
Sentirse tan vacía la ahogaba.
Marcó un número en el teléfono.
- ¿Podemos vernos?
Una respuesta afirmativa al otro lado de la línea.
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Lucas llegó a la casa de Alba preparado para una nueva pelea que pensaba perder al segundo. Pero al contrario de lo que esperaba se encontró el pasillo hacia su cuarto con numerosas velas encendidas.
Abrió la puerta de su habitación y estaba todo a oscuras con velas también y Alba estaba tumbada con un vestido de encaje negro.
Se quedó impactado.
Desde el accidente solo habían mantenido relaciones en tres ocasiones y habían pasado cinco meses desde ese fatídico día.
- Hola- sonrío lascivamente mientras una tiranta de su vestido incitándolo a que se uniera a ella.
Lucas reaccionó de inmediato, se quitó los zapatos y se colocó sobre ella besándola con necesidad y deseo acumulado. Alba desabrochó el pantalón de Lucas y le quitó la camiseta mientras Lucas le besaba el cuello y poco a poco subía el vestido dejando caricias a su paso.
Alba se desesperaba, necesitaba sentir YA y lo besó con rabia, Lucas se dio cuenta de que esto no era una reconciliación ni un empezar de 0 y paró.
Se apartó de ella, bajo de la cama y volvió a colocarse la ropa.
- ¿Por qué te vistes?- preguntó confusa.
- Porque esto no está significando nada para ti- le reprochó.
Alba guardó silencio.
- ¿Me equivoco?- preguntó.
Necesitaban tener LA conversación y este parecía el momento idóneo.
- No- admitió ella.
Lucas hizo una mueca decepcionado.
- ¿Para que me utilizabas? Dime eso al menos.
- Necesitaba sentir.
Lo que mas dolía era como confesaba sin culpa el motivo de sus acciones, sin remordimientos mientras él se impregnaba de pena.
- ¿Qué somos Alba?
- Una pareja- contestó extrañada.
- Formalmente, es una facha, pero las parejas no funcionan así.
Cogió aire para ordenar sus ideas. Necesitaba tener las cosas clara, no podía vivir más con las mentiras que se decía a sí mismo.
Necesitaba la verdad y escucharla de ella.
- No pretendo sonar egoísta. Sé que tú eres la víctima, sé que tú eres la que jamás volverá a andar, pero ¿no te has parado a pensar en los demás? ¿En lo que tu actitud provoca en los demás? Alba, llevo desde el primer segundo del accidente a tu disposición y parece que nada es suficiente para ti, cuanto más te doy menos recibo y tus padres también; Lorena, cada vez que se vuelve de visitarte se queda llorando y ni Marc es capaz de consolarla. El único que parece ayudarte es Rubén.
- No, no lo hace.
Sonrío irónico.
- No me mientas. Te he visto. Sonríes de verdad, incluso ríes. Cosa que tú y yo no hacemos... ¿Qué ha sido de ese te quiero no lo olvides nunca? ¿Qué ha sido de nuestro futuro?
- ¿Qué futuro quieres ver?- preguntó cabreada- La silla es lo único que sé con certeza que estará siempre a mi lado.
- ¡Yo también joder!- estalló al fin.
Que dudara de su lealtad hacia ella fue la gota que colmó el vaso.
Alba pegó un saltito del susto. Nunca había llegado a ese extremo.
Lucas respiró varias veces para controlar sus emociones y dio un par de vueltas alrededor de la habitación inquieto. Al final se paró y volvió a sentarse cara a cara con ella.
- Voy a preguntarte y necesito que seas completamente sincera, ¿puedes hacerlo por mí?
- Sí- respondió sin dudar.
- Dices que nada tiene sentido y que no sientes. Bien, ¿te sigue importando aunque mínimamente lo nuestro? ¿Sigues viendo un futuro conmigo? ¿Me quieres maldita sea?
- Lucas...
- Al grano- le exigió cortante- tengo derecho a saber si estoy luchando por revivir algo que no existe o por mantener algo que simplemente está sufriendo un bache en el camino. Porque si es lo segundo, te juro que derribaré ese bache.
Cogió el rostro de Alba entre las manos y la miró fijamente en busca de la respuesta que él anhelaba escuchar. Alba estaba segura de que nunca lo había visto más vulnerable y es por eso que no dudó en ser completamente honesta al responder:
- Lucas, la única verdad que sé, es que nada importa realmente, ni siquiera los sentimientos que nos ligan a otras personas de maneras que nunca entenderemos porque al final, todos vamos a morir.
Solo alguien que haya tenido el corazón roto puede saber con exactitud el grado de dolor que sufrió Lucas al escuchar a Alba.
Se bajó de la cama y solo preguntó una última cosa:
- ¿No me necesitas verdad?
- Lucas es mejor así. Tú ves la vida de una manera completamente distinta a mí. Te mereces ser feliz, yo solo te lo impido.
- Un tiempo la vimos igual, de hecho tú me enseñaste a verla como lo hago ahora.
- Deberías aceptar el trabajo e irte- dijo cambiando de tema.
- ¿Cómo sabes eso? Aún no te lo había dicho.
- Rubén me dijo que lo rechazaste por mí
Lucas se quedó contemplando a la chica de sus sueños, a la que mandaba poemas a escondidas, a su primera novia, y a la que seguía viendo nítidamente en su futuro.
La vida entera.
Pero eso había sido un sueño. Y los sueños, sueños son.
- Espero que vuelvas a sentir. Y encuentres el sentido que necesitas.
- La vida no tiene sentido, es mejor que lo aceptes.
Lucas sonrío apenado.
- Perspectivas diferentes- contestó con simpleza.
Antes de salir por la puerta, Alba lo llamó.
- Lucas me hiciste muy feliz. Eres un gran chico.
"No lo suficiente feliz al parecer"
Lucas solo asintió, no tenía más palabras para ella, así que solo asintió y se marchó.
Alba no se movió hasta que no escuchó el coche marcharse, y solo hizo el amago de apagar la luz y dormirse.
........................
A la semana siguiente Lucas se marchó, aceptó el trabajo de profesor en Cantabria.
Necesitaba paz y tranquilidad.
Se lo comunicó a sus amigos y les prometió mantener el contacto. Solo le mandó un mensaje a Alba comunicándoselo, costumbre. Ella le contestó:
"Que seas feliz"
"Quería serlo contigo" pero lo borró enseguida, no podía mandar eso.
Sonaba patético.
- ¿No estás triste de que se haya marchado?- preguntó Rubén dos días más tarde de la partida de Lucas.
- No, yo ya no soy la persona de la que él se enamoró y solo lo dañaba.
- ¿Lo animaste a irse por su bien?
A Alba le extrañó la pregunta, es cierto de que fue ella quien le propuso irse pero no lo hizo por eso.
Ella no sentía.
"Sigue igual" le envió Rubén a Lucas tras salir de su casa.
A pesar de los miles de km Lucas quería seguir sabiendo de ella.
El lugar donde había alquilado una pequeña casa era precioso. Estaba situada al principio de un bosque y el pueblo era pequeño y tranquilo. Perfecto para un nuevo comienzo.
"¿Tienes la nota?"
"Sí, mañana se la doy"
"Gracias"
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Esa noche, después de ducharse se quedo sentada aún con la toalla. Cogió una cuchilla y se hizo un corte en la muñeca derecha hasta que sangró pero no sintió nada.
"¿Es que estoy muerta por dentro?"
No pretendía quitarse la vida, solo quería dejar de sentir ese vacío y sentir otra cosa, lo que fuera, aunque fuese dolor en lugar de ese vacío en el pecho.
Pero solo veía la sangre y comenzando a sentirse débil lo sintió todo de golpe; se dio cuenta de que no quería morir, de que amaba su vida, a sus padres, a sus amigos, a Lucas.
Y lo había apartado de ella.
Puede que fuera mejor así, como ella misma le había dicho al despedirse, un peso menos para sus seres queridos que habían tenido que soportar su egoísmo y crueldad.
Tras unos segundos volviendo a sentir, se acercó más a la muerte cerrando los ojos.
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