CAPÍTULO 17

Lucas había tomado una decisión. 

Sí, quería cambiar pero no por nadie sino por el mismo. 

Además justamente aquel día era uno de Abril. 

Nuevo mes. Nueva vida, ¿no?

Y lo mejor de todo, si Alba lo ayudaba, el ejercicio no podía ser muy tedioso.

Aquella mañana al despertar, Alba sentía que llevaba escrito en la cara el "sueño húmedo" que había tenido con Lucas.

"A todo el mundo le habrá pasado, no puedes ser la única"

Mientras desayunaba sonreía inconscientemente recordando lo dulce que había sido en el sueño, ¿sería así en la vida real?

- Veo que has dormido bien- comentó su padre sentándose a su lado. 

- No lo sabes tu bien- susurró. 

- ¿Algún buen sueño?- preguntó estableciendo conversación. 

- Sí, pero tengo que irme al instituto- dijo bebiendo de golpe el resto de la taza de leche que le quedaba. 

- Adiós- se despidió confuso por las prisas de su hija. 

                                                                                             ...................

"Por ahí va"

Lucas estaba apoyado en la entrada del instituto. 

- Buenos días- saludó Alba. 

Y lo besó profundizándolo al introducir su lengua lo que activó rápidamente a Lucas que no dejaba de pensar en lo sucedido afuera de la casa de Berni. 

- Estás contenta- dijo al separarse. 

- Sí, y eso que tengo examen de economía- dijo dejando sus brazos detrás del cuello de él. 

- He estado pensando en lo que dijiste y sí, quiero cambiar pero por mí mismo. 

- La semana que viene comenzamos- afirmó sonriendo.

La cercanía los tentaba pero lo que impedía que montaran un espectáculo era precisamente eso, sus espectadores. 

Sonó el segundo timbre para entrar en clase y Lucas se despidió besando rápido su cuello. 

- Llegó tarde- dijo inocente. 

- Si acaba de sonar...- se quejó viéndolo marchar a paso rápido- pues nada. 

Abrió la taquilla y leyó su nota de la semana.

                                                           "Escoge a una persona que te mire 

 como si fueses magia"

- ¿Y qué trucos conoces mago?- gritó Alba alcanzándolo de lejos antes de entrar a su clase. 

Este se encogió de hombros y respondió:

- Un mago nunca revela sus secretos.

                                                                                         ...............

- Bien, espero que hayas descansado este fin de semana- dijo Alba- Vamos a caminar la ruta del colesterol, ¿quieres el camino largo o corto?

- ¿Hay varios caminos?- preguntó.

- Todos los caminos llevan a Roma. 

- El largo, ¿qué tal malo puede ser?

"No vuelvas a repetir esa frase" se repetía Lucas tiempo más tarde. 

- ¿Cuánto tiempo llevamos?

- Media hora, ¿quieres parar?

No quería reconocerlo aunque saltaba a la vista la respuesta, se estaba muriendo. 

- No, solo afloja el ritmo. 

"Si parece que pasemos" pensó Alba, pero frenó igualmente. La sensación que tenía ella misma era de entrenadora personal. 

Al final acabaron parándose unos minutos pero después de media hora más de camino. 

- ¿Qué deporte te gustaría probar?- le preguntó Lucas. 

- El yoga, soy como un palo, incapaz de doblarse. Ni siquiera llegó con la punta de los dedos al suelo- hizo el intento pero tuvo que doblar las rodillas- ¿ves?

Lucas rió mientras se agachó y toco el suelo sin necesidad de doblar las rodillas.

- ¿Cómo? Esto es una injusticia- hizo un gesto de disculpa- está claro que la flexibilidad va con el nacimiento. 

- Apúntate a gimnasia rítmica, saldrás saltando y abriéndote de piernas al mismo tiempo. 

- Tampoco hace falta llegar a esos extremos. 

Siguieron hablando un poco más y retomaron la marcha. 

- Creo sin duda que esto es lo más romántico que hemos hecho- declaró Lucas. 

- ¿A que sí? Con estos invernaderos de fondo, los matorrales y el olor de la depuradora es inigualable.

Se rieron hasta que Alba tuvo que frenar el ritmo debido al flato. 

- ¡Pero no te rías más que así no se me irá!- lo regañó.

Con bastante fuerza de voluntad lo hizo y continuaron sin más paradas hasta terminar el recorrido. 

- Que ganas de ducharme- murmuró Alba. 

- Entra si quieres. Mis padres vuelven a las nueve, son las siete y media tienes tiempo.

Siendo sincera no iba a ponerse a estudiar. 

- Vale, pero me pido primera, seré rápida- prometió. 

- Tira- cedió Lucas invitándola a entrar. 

- Gracias- besó su mejilla- ¿en el de arriba al lado de tu cuarto?- preguntó al pie de las escaleras.

- Sí- respondió.

Una vez dentro estuvo pensando que iba a ponerse pues no había esperado acabar allí. La solución tocó a la puerta. 

- ¿Puedo entrar?

- Sí.

- Te he traído una sudadera mía y unos pantalones de hace unos años que creo que te irán bien. 

- Iré a la última moda- bromeó. 

Lucas esperaba tumbado en su cama a que Alba terminase. Se sentía bien consigo mismo a pesar de que durante el recorrido parecía que no hubiera aire en el mundo. Pero lo había hecho. 

Probablemente cambiando un poquito su dieta y continuando con el deporte conseguiría perder algunos kilos y podría verse un poco mejor en las fotos para las fiestas de San Marcos. 

- Terminé, ¿dónde habías puesto la ropa?- preguntó entrando en toalla. 

- E-encima del váter. 

- No la había visto- contestó volviendo al cuarto de baño.

Se había puesto nervioso, la toalla apretaba el pecho de Alba, el pelo húmedo y debido al calor del agua tenía las mejillas un tanto sonrosadas. 

- Lista, ¿a qué he sido rápida?- preguntó entrando en sudadera. 

Esta le llegaba hasta por encima de las rodillas, como un vestido.

- Al final no me he puesto los pantalones, me taparé con las sábanas. 

- Si quieres algo de comer tienes permiso para registrar- dijo con sus cosas. 

- De acuerdo. 

Una vez sola se metió en la cama.

Tenía que reconocerlo, le había gustado como la había mirado Lucas. La hacía sentir sexy y eso que no llevaba nada de encaje sino una sudadera tres tallas más grandes que la suya.

Estuvo observando la habitación y se centró en la libreta de Lucas recordando su poema escrito por él, se sentía más cercana a él después de aquello. Había dejado de parar de escribir cuando ella estaba cerca y le leía sus favoritos. 

Puede parecer aburrido a cualquiera pero no a ella, eso era muy íntimo para Lucas. 

Pensando en él no se percató de que había dejado de sonar el agua correr. 

- ¿Estás soñando despierta?- preguntó este. 

La imagen al entrar era de su novia sonriendo como boba observando una estantería. 

- ¿No tienes hambre?- pregunta Lucas metiéndose en la cama junto a ella.

Por primera vez, sucede el silencio incómodo entre ellos. 

Pero no por falta de palabras sino por falta de valor.

"Quiero tocarla" piensa Lucas.

"¿Por qué no se me acerca?" pensaba ella "Pues nada. A tomar la iniciativa"

- Tengo frío.

Fue la excusa que utilizo para poner la cabeza en su pecho y rodearle con su pierna encima.

Automáticamente la mano de Lucas comenzó a subir y bajar por su pierna desnuda lo que despertó aún más a Alba. 

- Me haces cosquillas- murmuró ella. 

Mientras Alba recorría con los dedos el torso de Lucas sobre la fina camiseta que llevaba. Con la otra mano Lucas acariciaba el pelo de Alba bajando hasta la espalda baja deseando llegar a su verdadero objetivo. 

Alba notando sus dudas se estiró hasta besarlo, como resultado las manos de Lucas bajaron hasta su trasero. 

El beso era lento pero profundo, Lucas la subió encima suya lo que sorprendió a Alba pero no se quejó sino que comenzó a dejar pequeños besos en su cuello y Lucas introdujo sus manos debajo de la sudadera.

"Quítamela" pensaba Alba. 

Lucas agarró el borde y tiró hacia arriba acabando esta en el suelo. 

Siguieron besándose y Lucas se enderezó besando su cuello y bajando hasta rozar sus pechos. Alba le quitó la camiseta.

Y mirándose en un tiempo muerto compartieron el mismo pensamiento. 

"No quiero hacerlo todavía"

- Alba, no qu-quiero hacerte sentir mal pero no estoy preparado. No quiero hacerlo. Así no- dijo con la respiración aún agitada. 

- Menos mal- dijo Alba pasando la mano por su cabello un poco despeinado- yo tampoco. 

- ¿He hecho algo...?- preguntó preocupado.

- No, quería que pasara esto. Pensaba que quería llegar más lejos pero...

- ¿Sabes? Llevaba tiempo queriendo besarte así desde...

- ... la fiesta en la casa de Berni- finalizó ella. 

- ¿Tú también?

- Sí, pensaba que quería ir más lejos, es decir me gusta cuando me tocas, pero prefiero ir más despacio.

- Me parece bien- accedió.

Abrió su brazo y Alba se apoyó en él.

- ¿A qué te referías con así no?- preguntó intrigada.

- Quiero que sea especial, lo sé soy un poco cursi. No estoy hablando de irnos a un hotel de cinco estrellas y con violines de fondo pero... así no. Contigo no- concluyó como si eso lo explicara todo. 

- Me haces sentir especial, ¿sabes?- le confirió sonriéndole- y te queda bien el rosa- dijo señalando sus calzoncillos que asomaban por el pantalón. 

- Combinan con los puntitos de tu sujetador- dijo riendo- tenemos cuarenta minutos antes de que lleguen mis padres, ¿qué quieres hacer?

- ¿Me lees algo?

- ¿De verdad te gusta escucharme?- preguntó.

- Sí- aseguró ella. 

- ¿Cuál quieres?

- Emm... el de Pablo Neruda, veinte poemas de amor y una canción desesperada. 

Y así, tumbados en ropa interior recitaron poemas de amor.

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