Capítulo 19. Separación y planes

Amélie se encontraba en el centro de una enorme sala, rodeada de figuras imponentes que la hacían sentir pequeña e indefensa. A su lado estaba King, con sus alas negras plegadas, y alrededor de ella podía ver a las otras manos derechas de Kaido: Queen, un hombre corpulento con un brazo mecánico, y Jack, un fishman con aspecto feroz.

Pero lo que realmente captó la atención de Amélie fue la figura colosal sentada en un trono al fondo de la sala. Kaido, el Yonko, era aún más impresionante en persona de lo que había imaginado. Su tamaño era simplemente abrumador, y su presencia llenaba la habitación con una sensación de poder aplastante.

—Así que esta es la chica —retumbó la voz de Kaido, sus ojos fijos en Amélie.

Amélie, aunque asombrada por la apariencia de Kaido, no pudo evitar que su mente volviera a Lucci y Kaku. La preocupación por sus amigos, especialmente por Lucci, pesaba fuertemente en su corazón.

—Amélie... Amélie se pregunta si sus amigos están bien —dijo ella, su voz apenas un susurro.

King, parado junto a ella, respondió:

—Te dije que sobrevivirían. Son agentes del CP0, después de todo.
Kaido se inclinó hacia adelante en su trono, su interés claramente despertado.

—¿CP0? Interesante. ¿Qué hace una chica como tú con agentes del Gobierno Mundial?

Amélie, reuniendo coraje, miró directamente a Kaido.

—Ellos son amigos de Amélie. Lucci y Kaku han estado cuidando de Amélie.
Queen soltó una carcajada.

—¿Amigos? ¿Del CP0? Eso sí que es nuevo.

—Silencio —ordenó Kaido, y la sala quedó en completo silencio. Se volvió hacia Amélie nuevamente—. ¿Qué eres exactamente, niña? Puedo sentir que hay algo... diferente en ti.

Amélie dudó por un momento, pero decidió que la honestidad podría ser su mejor opción.

—Amélie es una ninfa. Amélie puede hablar con la naturaleza y las plantas.

Esta revelación causó murmullos entre los presentes. Kaido, por su parte, pareció aún más intrigado.

—Una ninfa —murmuró—. Fascinante. ¿Y qué te trae a Wano, pequeña ninfa?

Amélie, pensando en su misión, respondió:

—Amélie está buscando a alguien llamado Joyboy. Y a Nika, el dios del sol.

Al escuchar estos nombres, la atmósfera en la sala cambió instantáneamente. Kaido se enderezó en su trono, sus ojos brillando con una mezcla de interés y cautela.

—Joyboy y Nika —repitió Kaido—. Nombres peligrosos para mencionar tan a la ligera, niña.

Amélie, sintiendo la tensión en la sala, añadió rápidamente:

—Amélie solo quiere saber más sobre ellos. Amélie cree que son importantes para restaurar el equilibrio del mundo.

Kaido guardó silencio por un momento, estudiando a Amélie con intensidad. Finalmente, habló:

—Parece que tenemos mucho de qué hablar, pequeña ninfa. Pero primero, necesito saber todo sobre tu relación con el CP0 y por qué están interesados en ti.

Amélie, sintiéndose repentinamente muy sola y vulnerable, no pudo evitar pensar en Lucci.

—Amélie espera que Lucci esté bien —murmuró para sí misma.

Lo que no sabía era que, en ese preciso momento, Lucci y Kaku estaban luchando contra la corriente en la base de la cascada, determinados a rescatarla a cualquier costo.

La caída fue vertiginosa. Lucci y Kaku fueron arrancados del bote por la fuerza de la cascada, sus cuerpos golpeados por el agua con una fuerza brutal. La corriente los arrastraba sin piedad, separándolos y hundiéndolos en las turbulentas aguas.

Lucci luchaba contra la corriente con toda su fuerza, pero incluso para alguien de su calibre, la naturaleza parecía invencible en ese momento. Mientras era arrastrado bajo el agua, incapaz de respirar y sintiendo cómo sus fuerzas lo abandonaban, un pensamiento cruzó por su mente:

"Este es el fin" pensó Lucci, su conciencia desvaneciéndose. "Nunca volveré a ver a Amélie."

La imagen de la joven ninfa, con su sonrisa inocente y sus ojos llenos de asombro, fue lo último que vio antes de que la oscuridad lo envolviera por completo.

Horas después, Lucci sintió algo áspero contra su mejilla. Lentamente, con gran esfuerzo, abrió los ojos. La luz del sol lo cegó momentáneamente, y parpadeó varias veces para aclarar su visión.

Se encontraba tendido en una playa rocosa, las olas lamiendo suavemente sus pies. Cada parte de su cuerpo dolía, y sentía como si hubiera sido golpeado por un gigante.

—Estoy... ¿vivo? —murmuró Lucci, su voz ronca y apenas audible.

Lentamente, se incorporó hasta quedar sentado, mirando a su alrededor con confusión. La cascada se veía a lo lejos, imponente y aparentemente inalcanzable desde donde se encontraba.

—Pensé que moriría en el océano —dijo Lucci para sí mismo, aún tratando de procesar lo sucedido.

De repente, los recuerdos de los eventos anteriores lo golpearon con fuerza. Amélie siendo llevada por King, la caída, la separación...

—¡Amélie! —exclamó Lucci, poniéndose de pie de golpe, solo para tambalearse por el mareo.

—¡Kaku! —llamó, buscando a su compañero con la mirada.

No había señales de Kaku por ninguna parte. Lucci estaba solo en esa playa desconocida, herido y desorientado, pero con una determinación feroz creciendo en su interior.

—Tengo que encontrarlos —murmuró Lucci, apretando los puños—. A Kaku y a Amélie. No importa lo que cueste.

Mientras observaba la imponente silueta de Wano en la distancia, Lucci sintió algo que rara vez había experimentado en su vida: miedo. No por sí mismo, sino por Amélie. La idea de que estuviera en manos de Kaido, sola y vulnerable, le causaba una angustia que nunca antes había sentido.

—Aguanta, Amélie —dijo Lucci al viento, como si sus palabras pudieran llegar a ella—. Voy por ti.

Con determinación renovada, Lucci comenzó a caminar por la playa, buscando alguna señal de Kaku o una manera de llegar a Wano. Sabía que los desafíos que le esperaban serían los más difíciles que jamás había enfrentado, pero por Amélie, estaba dispuesto a enfrentarse al mismísimo infierno si era necesario.

Mientras Lucci contemplaba su próximo movimiento, un sonido familiar llamó su atención. El suave arrullo de una paloma resonó en el aire, y al levantar la vista, vio a Hattori volando en círculos sobre él.

—Hattori —murmuró Lucci, una chispa de alivio en su voz. Su fiel compañera había sobrevivido a la caída y lo había encontrado.

Hattori descendió, posándose en el hombro de Lucci por un momento antes de volver a alzar el vuelo. La paloma voló unos metros y luego regresó, como si estuviera tratando de guiar a Lucci en una dirección específica.

—¿Qué es, Hattori? ¿Has encontrado algo? —preguntó Lucci, siguiendo a la paloma con la mirada.

Hattori arrulló de nuevo y voló hacia un punto en la playa. Lucci, intrigado, comenzó a caminar en esa dirección, sus sentidos en alerta máxima.

Después de avanzar unos metros, Lucci vio algo que hizo que su corazón diera un vuelco. A unos veinte metros de distancia, tendida en la arena, yacía una figura familiar.

—¡Kaku! —exclamó Lucci, apresurándose hacia su compañero caído.

Al acercarse, pudo ver que Kaku estaba inconsciente, su ropa rasgada y su cuerpo cubierto de cortes y moretones. Lucci se arrodilló junto a él, comprobando rápidamente sus signos vitales.

—Kaku, despierta —dijo Lucci, sacudiendo suavemente a su compañero.

Lentamente, Kaku comenzó a moverse, soltando un gemido de dolor. Sus ojos se abrieron con dificultad, enfocándose en el rostro de Lucci.

—¿Lucci? —murmuró Kaku, su voz apenas audible—. ¿Estamos muertos?

A pesar de la gravedad de la situación, Lucci no pudo evitar esbozar una pequeña sonrisa.

—No, aún no. Parece que somos más difíciles de matar de lo que pensábamos.

Kaku intentó incorporarse, pero el dolor lo hizo desistir.

—Amélie... ¿dónde está Amélie?

La expresión de Lucci se ensombreció.

—King se la llevó. Está en manos de Kaido ahora.

Kaku cerró los ojos por un momento, procesando la información.

—Tenemos que rescatarla —dijo finalmente, abriendo los ojos con determinación.

Lucci parpadeó varias veces, tratando de orientarse. A medida que su visión se aclaraba, se dio cuenta de que no estaban en una playa cualquiera, sino en las costas de Wano. Las imponentes montañas y los árboles de cerezo en la distancia confirmaban su ubicación.

—Estamos en Wano —murmuró Lucci, sorprendido—. ¿Cómo llegamos aquí?

Kaku, aún tendido en la arena, gimió suavemente mientras intentaba incorporarse.

—Tal vez... tal vez las corrientes nos arrastraron hasta aquí —sugirió, su voz débil pero llena de asombro.

Lucci ayudó a su compañero a sentarse, ambos observando el paisaje único de Wano que se extendía ante ellos. A lo lejos, flotando sobre las nubes, podían ver la silueta de Onigashima, la fortaleza de Kaido.

—Onigashima —dijo Lucci, su mirada fija en la isla flotante—. Ahí es donde deben tener a Amélie.

Kaku asintió, frotándose un hombro dolorido.

—Sí, pero ¿cómo vamos a llegar allí? No estamos exactamente en las mejores condiciones para un asalto frontal.

Hattori aterrizó en el hombro de Lucci, arrullando suavemente como si quisiera ofrecer su apoyo.

—Tu paloma es impresionante —comentó Kaku, mirando a Hattori—. Nos encontró a ambos.

—Es más que una simple paloma. Siempre ha sido parte de nuestro equipo. —Lucci acarició suavemente a Hattori—. Necesitamos información y aliados. No podemos enfrentarnos a las fuerzas de Kaido solos, especialmente en nuestro estado actual.

—¿Aliados? ¿En territorio enemigo? —preguntó Kaku, escéptico.

—Wano está bajo el control de Kaido, pero eso no significa que todos estén de su lado —razonó Lucci—. Debe haber facciones rebeldes, gente que quiera ver caer a Kaido. Necesitamos encontrarlos.

Kaku asintió lentamente, comprendiendo el plan.

—Infiltración y recopilación de información. Como en los viejos tiempos.

—Exacto —confirmó Lucci—. Pero esta vez, no estamos trabajando para el Gobierno Mundial. Estamos aquí por Amélie.

Los dos ex agentes del CP0 intercambiaron miradas de determinación. A pesar de sus heridas y la magnitud del desafío que tenían por delante, ambos estaban resueltos a rescatar a Amélie, sin importar el costo.

—Bien —dijo Kaku, poniéndose de pie con dificultad—. ¿Por dónde empezamos?

Lucci escaneó el área, notando un pequeño sendero que se adentraba en el bosque.

—Primero, necesitamos mezclarnos con la población local. Conseguir ropa, información, y tal vez algún aliado inesperado.

Con Hattori volando en círculos sobre ellos, Lucci y Kaku comenzaron a caminar hacia el sendero, cada paso llevándolos más cerca de Amélie y del corazón de Wano.

Lo que no sabían era que su llegada a Wano coincidía con el comienzo de eventos que sacudirían los cimientos del país. La batalla por el futuro de Wano estaba a punto de comenzar, y de alguna manera, su misión de rescate se entrelazaría con el destino de toda la nación.

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Amélie estaba de pie junto a la ventana de una habitación en lo alto de Onigashima. Sus ojos, llenos de tristeza y preocupación, estaban fijos en el horizonte de Wano. En la distancia, un magnífico árbol de cerezo se alzaba, sus ramas meciéndose suavemente con la brisa.

Pero para Amélie, el paisaje aparentemente hermoso estaba teñido de dolor. Cerrando los ojos, podía escuchar los susurros de la tierra, el lamento de las plantas y los árboles. La voz de Wano era una sinfonía de sufrimiento.

—Hay tanta hambre —murmuró Amélie para sí misma, una lágrima resbalando por su mejilla—. Tanta tristeza. Amélie puede sentir el dolor de la gente, de la tierra misma.

El árbol de cerezo, en particular, parecía llamarla. Sus flores, aunque hermosas, cantaban una canción de melancolía que resonaba profundamente en el corazón de Amélie.

Mientras contemplaba el paisaje, tratando de encontrar una manera de ayudar, Amélie escuchó voces al otro lado de la puerta de su habitación. Reconoció las voces de Jack, Queen y King, las tres calamidades de Kaido.

—¿Por qué Kaido-sama está tan interesado en esa chica? —gruñó Jack—. No es más que una niña débil.

—Idiota —respondió Queen con desdén—. ¿No has escuchado? Es una ninfa. Tiene poderes sobre la naturaleza. Imagina lo que podríamos hacer con esa habilidad.

—Kaido-sama cree que puede ser útil para encontrar el One Piece —intervino King, su voz más calmada pero no menos amenazante—. Su conexión con la naturaleza podría ser la clave para descifrar los Poneglyphs.

—¿Y qué hay de esos nombres que mencionó? —preguntó Jack—. Joyboy y Nika. Kaido-sama parecía muy interesado en eso.

—Eso no es asunto nuestro —cortó King—. Nuestro deber es asegurarnos de que la chica coopere y use sus habilidades para Kaido-sama.

Amélie se alejó de la puerta, su corazón latiendo con fuerza. La mención de Joyboy y Nika le recordó su misión original, pero ahora se sentía abrumada por la magnitud de la situación en la que se encontraba.

—Lucci, Kaku —susurró Amélie, mirando nuevamente hacia el horizonte—. Amélie espera que estén bien. Amélie los necesita ahora más que nunca.

Volviendo su atención al árbol de cerezo, Amélie cerró los ojos y se concentró. Extendió su conciencia, tratando de conectar con la naturaleza de Wano, buscando alguna señal, alguna pista sobre Joyboy o Nika.

Para su sorpresa, sintió una respuesta débil pero perceptible. Era como si la tierra misma estuviera tratando de comunicarse con ella, de guiarla.

—Hay esperanza —murmuró Amélie, abriendo los ojos con una nueva determinación—. Amélie puede sentirlo. Hay algo aquí, algo importante. Amélie debe encontrarlo, no solo por su misión, sino por toda la gente de Wano.

Con esta resolución, Amélie decidió que, sin importar lo que Kaido y sus calamidades planearan para ella, encontraría una manera de ayudar a Wano y continuar su búsqueda de Joyboy y Nika. Lo que no sabía era que sus acciones estaban a punto de entrelazarse con eventos que cambiarían el destino de Wano y, posiblemente, del mundo entero.

❌❌❌❌

Lucci y Kaku, ahora vestidos con ropas típicas de Wano, se movían sigilosamente por las calles de un pequeño pueblo. Sus años de entrenamiento en el CP0 les permitían mezclarse perfectamente con la población local, observando y recopilando información sin llamar la atención.

—La situación aquí es peor de lo que imaginábamos —murmuró Kaku, notando las caras demacradas y los edificios en ruinas.

Lucci asintió, su expresión sombría.

—Kaido ha sumido este país en la miseria. Tenemos que ser cuidadosos.

De repente, escucharon el familiar arrullo de Hattori. La paloma volaba en círculos sobre ellos, claramente tratando de llamar su atención.

—Parece que Hattori ha encontrado algo —dijo Lucci, siguiendo a su fiel compañera.

Hattori los guió hasta un callejón cercano, donde una pared estaba cubierta de carteles. Al acercarse, Lucci y Kaku se quedaron inmóviles, sus ojos se abrieron con sorpresa.

—No puede ser —susurró Kaku.

Frente a ellos había una serie de carteles de "Se Busca", y los rostros que los miraban eran inconfundibles: la tripulación de los Sombrero de Paja.

Lucci se acercó más, examinando los carteles.

—Monkey D. Luffy, Roronoa Zoro, Nami, Usopp, Sanji, Tony Tony Chopper, Nico Robin, Franky, Brook... están todos aquí.

—¿Qué demonios están haciendo los Mugiwara en Wano? —preguntó Kaku, su voz mezclada con incredulidad y preocupación.

Lucci frunció el ceño, su mente trabajando a toda velocidad.

—Esto cambia las cosas. Si los Sombrero de Paja están aquí, significa que algo grande está a punto de suceder.

—¿Crees que están planeando enfrentarse a Kaido? —sugirió Kaku.

—Conociendo a Mugiwara, es muy probable —respondió Lucci—. Esto podría ser tanto una complicación como una oportunidad.

Kaku miró a su compañero, comprendiendo.

—¿Estás pensando en usar el caos que seguramente provocarán para rescatar a Amélie?

Lucci asintió.

—Exactamente. Si los Mugiwara están planeando un ataque contra Kaido, eso podría darnos la distracción que necesitamos para infiltrarnos en Onigashima.

—Es arriesgado —advirtió Kaku—. Estaríamos metiéndonos en medio de una batalla entre piratas y un Yonko.

—Lo sé —dijo Lucci, su voz llena de determinación—. Pero por Amélie, estoy dispuesto a correr ese riesgo. Además, ya no somos agentes del Gobierno Mundial. No tenemos que seguir sus reglas.

Kaku sonrió levemente.

—Nunca pensé que diría esto, pero estoy de acuerdo. ¿Cuál es el plan entonces?

—Primero, necesitamos más información —respondió Lucci—. Tenemos que averiguar dónde están los Mugiwara y cuáles son sus planes. Luego, nos prepararemos para hacer nuestro movimiento cuando el caos comience.

Mientras se alejaban de los carteles, Hattori se posó en el hombro de Lucci. Los dos ex agentes del CP0 se adentraron más en las calles de Wano, ahora con un nuevo propósito y una chispa de esperanza.

Mientras Lucci y Kaku caminaban por las calles de Wano, un sonido familiar llamó la atención de Lucci. Un suave maullido resonó en el aire, haciendo que se detuviera en seco.

—Ese sonido... —murmuró Lucci, mirando a su alrededor.

Kaku, notando la reacción de su compañero, preguntó:

—¿Qué pasa?

Lucci levantó la vista hacia los techos y allí, sentado elegantemente en el borde de una casa, vio a un gato siamés que los observaba con ojos brillantes e inteligentes.

—Mr. Pickles —dijo Lucci con asombro—. Es el gato de Amélie.

El gato maulló nuevamente, como si confirmara la identificación de Lucci, y comenzó a moverse por los techos, mirando hacia atrás para asegurarse de que lo seguían.

—Creo que quiere que lo sigamos —dijo Kaku, ya moviéndose en la dirección que indicaba Mr. Pickles.

Siguieron al gato a través del pueblo, manteniéndose en las sombras para evitar llamar la atención. Mr. Pickles los guió hábilmente hacia las afueras, donde el paisaje se volvía más rural y menos poblado.

Finalmente, el gato se detuvo frente a una casa abandonada, aparentemente en ruinas. Maulló una vez más antes de entrar por una ventana rota.

—¿Deberíamos seguirlo? —preguntó Kaku, su mano ya en la empuñadura de su espada.

Lucci asintió.

—Con cautela.

Entraron en la casa, sus sentidos en alerta máxima. El interior estaba oscuro y polvoriento, pero podían distinguir una figura sentada en el centro de la habitación principal.

—Bienvenidos —dijo una voz profunda y calmada—. Los estaba esperando.

Lucci y Kaku se tensaron, preparados para un posible enfrentamiento. Pero cuando la figura se movió hacia la luz que entraba por la ventana, ambos se sorprendieron al reconocer al gyojin.

—Jinbe —dijo Lucci, sin bajar la guardia—. ¿Qué haces aquí?

Jinbe sonrió levemente.

—Podría preguntarles lo mismo, agentes del CP0. O debería decir, ex agentes.

—¿Cómo...? —comenzó Kaku, pero Jinbe lo interrumpió con un gesto.

—Las noticias viajan rápido, incluso en un país cerrado como Wano —explicó Jinbe—. Sé que están aquí por la ninfa, Amélie.

Lucci dio un paso adelante.

—¿Qué sabes sobre Amélie?

Jinbe los miró con seriedad.

—Sé que está en manos de Kaido, y sé que ustedes planean rescatarla. Pero hay más en juego aquí de lo que se imaginan.

—Explícate —exigió Lucci.

Jinbe asintió y comenzó a hablar:

—Wano está al borde de una guerra. Hay un grupo de personas leales al antiguo shogun, Kozuki Oden, que planean levantarse contra Kaido. Y Luffy, junto con los Sombrero de Paja, ha decidido ayudarlos.

Kaku silbó suavemente.

—Eso explica los carteles de 'Se Busca'.

—Exacto —confirmó Jinbe—. La batalla que se avecina no es solo por el control de Wano, sino que podría cambiar el equilibrio de poder en todo el mundo pirata.

—¿Y tú? ¿Qué papel juegas en todo esto? —preguntó Lucci.

Jinbe sonrió.

—He decidido unirme oficialmente a la tripulación de Luffy. Los Sombrero de Paja necesitarán toda la ayuda posible en la batalla que se avecina.

Lucci y Kaku intercambiaron miradas. La situación era más compleja de lo que habían imaginado.

—¿Cómo encaja Amélie en todo esto? —preguntó finalmente Lucci.

Jinbe los miró con seriedad.

—La ninfa podría ser más importante de lo que creen. Hay antiguas profecías y leyendas en Wano que hablan de un ser que puede comunicarse con la naturaleza. Algunos creen que podría ser la clave para despertar un poder antiguo y temible.

Mr. Pickles maulló suavemente, frotándose contra la pierna de Lucci como si quisiera confirmar la importancia de Amélie.

—Entonces —dijo Kaku—, ¿qué sugiere que hagamos?

Jinbe se puso de pie.

—Les propongo una alianza temporal. Trabajen con nosotros. Cuando la batalla comience, tendrán la oportunidad de infiltrarse en Onigashima y rescatar a Amélie. A cambio, nos ayudarán en la lucha contra Kaido.

Lucci y Kaku se miraron, sopesando la propuesta. Finalmente, Lucci habló:

—Por Amélie, estamos dispuestos a hacer lo que sea necesario. Incluso si eso significa aliarnos con piratas.

Jinbe asintió con aprobación.

—Entonces, bienvenidos a la revolución de Wano. La batalla que cambiará el destino de este país está a punto de comenzar.

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