Capítulo 17. Quién soy
En la sala de reuniones de Mary Geoise, los cinco ancianos que conformaban los Gorosei se encontraban en una tensa discusión. El silencio de Lucci y Kaku tras su misión de infiltración en Whole Cake Island era motivo de gran preocupación.
—Han pasado días y no hemos recibido ningún informe —dijo uno de los ancianos, su voz cargada de frustración.
—Esto es inaceptable —agregó otro—. Lucci y Kaku son nuestros mejores agentes. Su silencio es... inquietante.
En ese momento, las puertas de la sala se abrieron de golpe. Spandam entró, su rostro una mezcla de nerviosismo y determinación.
—Mis señores —dijo Spandam, inclinándose profundamente—. Lamento interrumpir, pero creo tener información crucial sobre la situación de Lucci y Kaku.
Los Gorosei lo miraron con una mezcla de sorpresa e irritación.
—Habla, Spandam —ordenó uno de ellos—. Y más vale que sea importante.
Spandam se enderezó, una sonrisa de satisfacción apenas contenida en su rostro.
—Mis señores, he estado investigando por mi cuenta. Creo que Lucci y Kaku han... desertado.
Un murmullo de incredulidad recorrió la sala.
—¿Desertado? Eso es imposible —dijo uno de los ancianos.
Spandam, sintiendo que tenía toda su atención, continuó:
—No es tan imposible como parece. He descubierto que están protegiendo a alguien. Una mujer con habilidades extraordinarias. Una... ninfa.
Los ojos de los Gorosei se entrecerraron ante esta revelación.
—Explícate —exigió uno de ellos.
Spandam procedió a relatar todo lo que había descubierto: las conversaciones secretas entre Lucci y Kaku, la misteriosa Amélie, y sus sospechas de que los agentes habían desarrollado lealtades fuera del Gobierno Mundial.
—Creo que han ido a Whole Cake Island no para infiltrarse, sino para rescatar a esta mujer de Big Mom —concluyó Spandam—. Han puesto sus intereses personales por encima de su deber.
Los Gorosei guardaron silencio por un momento, procesando esta información. Finalmente, uno de ellos habló:
—Esto es más serio de lo que pensábamos. Recuerden que hace tiempo enviamos a Lucci con órdenes específicas de eliminar a cualquier ninfa que encontrara.
Otro de los ancianos asintió.
—Cierto. Temíamos que la existencia de una ninfa pudiera alterar el equilibrio del mundo. Lucci tenía órdenes claras.
Spandam, sorprendido por esta información, vio una oportunidad para ganar más credibilidad.
—Mis señores, esto solo confirma mis sospechas. Lucci no solo ha desobedecido órdenes, sino que ha traicionado directamente al Gobierno Mundial al proteger a esta ninfa en lugar de eliminarla.
Los Gorosei intercambiaron miradas preocupadas.
—Si Lucci ha decidido proteger a la ninfa en lugar de eliminarla, la situación es aún más grave de lo que imaginábamos —dijo uno de ellos.
—Esta ninfa debe ser extremadamente poderosa o importante para que Lucci arriesgue todo por ella —añadió otro.
Spandam, viendo que tenía toda su atención, presionó:
—Mis señores, permítanme liderar la misión para capturar a Lucci, Kaku y a esta ninfa. Entiendo la gravedad de la situación y la importancia de eliminar esta amenaza.
Después de un momento de deliberación, los Gorosei asintieron.
—Muy bien, Spandam. Te daremos esta misión. Pero recuerda, las órdenes siguen siendo las mismas: la ninfa debe ser eliminada. Y en cuanto a Lucci y Kaku... tráelos vivos si es posible. Queremos saber exactamente por qué traicionaron sus órdenes.
Spandam se inclinó profundamente.
—Entendido, mis señores. No les fallaré. La ninfa será eliminada y los traidores serán traídos ante la justicia.
Mientras Spandam salía de la sala, los Gorosei se quedaron en un silencio tenso. La situación se había vuelto aún más complicada y peligrosa. No solo tenían que lidiar con la deserción de dos de sus mejores agentes, sino también con la existencia confirmada de una ninfa que habían temido durante tanto tiempo.
La caza de Lucci, Kaku y Amélie estaba a punto de comenzar, y las consecuencias de esta persecución podrían cambiar el curso de la historia del mundo.
Mientras Spandam salía de la sala de los Gorosei, su mente ya estaba llena de ambiciosos planes. Una sonrisa arrogante se dibujó en su rostro mientras imaginaba su futuro triunfo.
—Por fin —murmuró para sí mismo—, tendré la oportunidad de demostrar mi valía. Cuando capture a Lucci y Kaku, y elimine a esa ninfa, seré reconocido como el verdadero líder que el CP0 necesita.
Sus pensamientos volaban, visualizándose a sí mismo siendo aclamado por los Gorosei, recibiendo medallas y ascensos, quizás incluso ocupando un lugar entre los altos mandos del Gobierno Mundial.
Sin embargo, Spandam estaba tan absorto en sus fantasías de grandeza que no notó la sombra que se movía silenciosamente por los pasillos cercanos.
Stussy, oculta tras la columna, procesaba la información que acababa de escuchar. Sus pensamientos se dirigieron inmediatamente a Amélie, recordando los momentos que habían compartido y las peculiaridades que siempre había notado en la joven.
—Así que mis sospechas eran ciertas —pensó Stussy—. Amélie realmente es una ninfa. Y Lucci y Kaku están arriesgándolo todo para protegerla.
Con pasos silenciosos, Stussy se dirigió a su habitación privada. Una vez allí, activó su Den Den Mushi especial para contactar con Vegapunk.
—Doctor —susurró Stussy—, la situación es crítica. Mis sospechas sobre Amélie han sido confirmadas. Es una ninfa, y los Gorosei han ordenado su eliminación.
La voz de Vegapunk sonó preocupada al otro lado.
—Esto es exactamente lo que temíamos, Stussy. ¿Qué sabes de su paradero?
—Lucci y Kaku la están protegiendo —respondió Stussy—. Han desobedecido órdenes directas para mantenerla a salvo.
Hubo un momento de silencio antes de que Vegapunk hablara nuevamente.
—Siempre supe que había algo especial en esa chica. La forma en que hablabas de ella... Stussy, debemos actuar rápido. Amélie no solo es importante por ser una ninfa, sino por quién es ella como individuo.
Stussy asintió, recordando la inocencia y la bondad de Amélie.
—Lo sé, doctor. He llegado a apreciarla mucho. ¿Cuál es el plan?
—Debes encontrarlos antes de que Spandam —instruyó Vegapunk—. Usa tus contactos, tus habilidades. Haz lo que sea necesario, pero localízalos y ayúdalos. Si es posible, guíalos a mi laboratorio secreto.
—Será extremadamente peligroso —advirtió Stussy—. Estaré traicionando abiertamente al CP0.
—A veces, debemos seguir lo que creemos correcto, sin importar las consecuencias —respondió Vegapunk con firmeza—. Amélie, y lo que ella representa, podría ser la clave para un futuro mejor. Vale la pena el riesgo.
Stussy tomó un profundo respiro, su determinación creciendo.
—Entendido, doctor. Me pondré en marcha de inmediato. Encontraré a Amélie y la mantendré a salvo.
Tras cortar la comunicación, Stussy comenzó a prepararse para su misión. Mientras empacaba lo necesario, no pudo evitar sonreír al recordar las conversaciones que había tenido con Amélie, cómo la joven siempre veía el mundo de una manera única y hermosa.
—Aguanta, Amélie —murmuró Stussy—. Voy en camino. No dejaré que nadie te haga daño.
Con eso, Stussy salió de su habitación, lista para embarcarse en la misión más peligrosa y personal de su vida. La carrera por encontrar y proteger a Amélie había comenzado, y Stussy estaba decidida a ganarla, no solo por el bien de la ciencia o del mundo, sino por el de la joven que había llegado a considerar como una amiga.
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El pequeño bote navegaba por las aguas del Nuevo Mundo, guiado por las misteriosas indicaciones de Amélie. Kaku estaba al timón, ajustando constantemente el rumbo según las instrucciones de la joven ninfa.
—Un poco más a la izquierda —dijo Amélie, su voz suave pero segura—. El océano dice que debemos seguir esa corriente.
Kaku asintió, girando ligeramente el timón.
—Entendido. ¿Alguna idea de cuánto falta, Amélie?
Amélie cerró los ojos por un momento, como si estuviera escuchando algo que solo ella podía oír.
—Amélie no está segura. El océano habla de tiempo y distancia de manera diferente. Pero siente que nos estamos acercando.
Lucci, sentado cerca de Amélie, observaba todo con una mezcla de fascinación y preocupación. Nunca había visto a Amélie tan enfocada y segura de sí misma.
—Amélie —dijo Lucci suavemente—, ¿puedes decirnos algo más sobre esta persona que estamos buscando?
Amélie abrió los ojos y miró a Lucci, su expresión una mezcla de curiosidad y confusión.
—Amélie no sabe mucho. Solo que es alguien importante. Alguien que conoce los secretos de lo que Amélie es.
Kaku, sin apartar la vista del horizonte, intervino:
—¿Y estás segura de que podemos confiar en esta... persona?
Amélie inclinó la cabeza, considerando la pregunta.
—El océano confía. Las corrientes, los peces, incluso el viento... todos hablan con respeto. Amélie cree que es alguien bueno.
Lucci y Kaku intercambiaron miradas. Ambos sabían los riesgos que estaban corriendo, no solo por haber desertado del CP0, sino también por seguir una pista tan vaga en medio del océano más peligroso del mundo.
—Debemos estar preparados para cualquier cosa —murmuró Lucci a Kaku, asegurándose de que Amélie no lo escuchara—. No sabemos quién o qué nos espera al final de este viaje.
Kaku asintió, su expresión seria.
—Lo sé. Pero... ¿no crees que vale la pena el riesgo? Si podemos descubrir más sobre los orígenes de Amélie, sobre lo que realmente es...
Lucci guardó silencio por un momento, su mirada fija en Amélie, quien ahora estaba inclinada sobre el borde del bote, hablando en voz baja con el agua.
—Sí —dijo finalmente—. Vale la pena.
De repente, Amélie se enderezó, sus ojos brillando con emoción.
—¡Amélie lo siente! Estamos muy cerca. Hay... hay una isla adelante. No está en los mapas, pero está allí.
Kaku entrecerró los ojos, escudriñando el horizonte.
—No veo nada aún, pero confío en ti, Amélie.
Lucci se puso de pie, todos sus sentidos en alerta.
—Estén preparados para cualquier cosa. No sabemos qué nos espera en esa isla.
Mientras el bote avanzaba, guiado por las indicaciones de Amélie y la habilidad de Kaku, la tensión y la anticipación crecían. Estaban a punto de descubrir algo que podría cambiar no solo la vida de Amélie, sino posiblemente el equilibrio del mundo entero.
—Amélie está emocionada —dijo la joven ninfa, una pequeña sonrisa en sus labios—. Pero también un poco asustada. ¿Está bien sentir ambas cosas a la vez?
Lucci, en un gesto inusual de afecto, colocó una mano sobre el hombro de Amélie.
—Sí, Amélie. Está perfectamente bien. Estamos aquí contigo, pase lo que pase.
Y así, el pequeño bote continuó su viaje hacia lo desconocido, llevando consigo a tres figuras cuyas vidas estaban entrelazadas de maneras que aún no podían comprender completamente. La aventura estaba lejos de terminar; de hecho, estaba a punto de dar un giro que ninguno de ellos podía anticipar.
A medida que avanzaban, una forma comenzó a tomar forma en el horizonte. Poco a poco, la silueta de una isla emergió de la bruma matutina, revelando una masa de tierra cubierta de exuberante vegetación.
—Ahí está —murmuró Kaku, sus ojos fijos en la isla que se acercaba—. Tenías razón, Amélie. Una isla que no aparece en ningún mapa.
Amélie observaba la isla con asombro, sus ojos brillando de emoción.
—Es hermosa —susurró—. Amélie puede sentir la vida pulsando desde aquí. Las plantas, los árboles... están cantando.
Lucci escudriñaba la costa, buscando cualquier señal de peligro o civilización.
—Parece deshabitada —comentó—. Al menos a primera vista.
Mientras se acercaban a la orilla, Hattori, la fiel paloma de Lucci, voló desde el hombro de su dueño y se posó suavemente en el hombro de Amélie. La joven ninfa sonrió, acariciando suavemente las plumas del ave.
—Hola, Hattori —dijo Amélie con voz suave—. ¿Has venido a darle apoyo a Amélie?
Hattori arrulló suavemente, como si estuviera respondiendo afirmativamente.
De repente, la sonrisa de Amélie se desvaneció un poco, y una sombra de tristeza cruzó su rostro.
—Amélie extraña a Mr. Pickles —dijo, su voz apenas un susurro—. Amélie espera que esté bien.
Lucci, notando el cambio en el estado de ánimo de Amélie, se acercó a ella.
—Estoy seguro de que Mr. Pickles está bien, Amélie. Es un gato inteligente y fuerte, como tú.
Kaku, mientras maniobraba el bote hacia una pequeña cala protegida, añadió:
—Quizás cuando todo esto termine, podamos buscarlo. Estoy seguro de que él también te extraña.
Amélie asintió, una pequeña sonrisa volviendo a sus labios.
—Amélie agradece sus palabras amables. Amélie se siente mejor ahora.
A medida que se acercaban a la orilla, la vegetación de la isla parecía cobrar vida. Las plantas se inclinaban hacia el bote, como si estuvieran dando la bienvenida a Amélie. Enredaderas y lianas se extendían sobre el agua, como ofreciendo ayuda para atracar.
—Es increíble —murmuró Kaku, observando el fenómeno—. Nunca había visto nada igual.
Amélie cerró los ojos, como si estuviera escuchando algo.
—Las plantas están felices —dijo—. Dicen que han estado esperando por mucho tiempo. Esperando a alguien como Amélie.
Lucci y Kaku intercambiaron miradas, una mezcla de asombro y preocupación en sus rostros.
—Amélie —dijo Lucci con suavidad—, ¿las plantas te dicen algo más? ¿Sobre quién podría estar en esta isla?
Amélie frunció el ceño, concentrándose.
—No exactamente. Pero Amélie siente... una presencia. Alguien antiguo y sabio. Alguien que ha estado aquí por mucho, mucho tiempo.
Mientras el bote tocaba suavemente la orilla, Hattori voló de vuelta al hombro de Lucci. Los tres se prepararon para desembarcar, cada uno consciente de que estaban a punto de enfrentarse a lo desconocido.
—Pase lo que pase —dijo Lucci, su voz firme—, permanecemos juntos. ¿Entendido?
Kaku asintió, mientras Amélie tomaba la mano de Lucci, buscando confort y seguridad.
—Amélie está lista —dijo la joven ninfa, su voz mezclada con nerviosismo y determinación—. Amélie quiere conocer la verdad, sin importar cuál sea.
Y con eso, los tres pusieron pie en la misteriosa isla, listos para enfrentar cualquier desafío que les esperara en su interior. La vegetación parecía abrirse ante ellos, creando un camino natural hacia el corazón de la isla, donde las respuestas a los misterios de Amélie aguardaban ser descubiertas.
A medida que Amélie, Lucci y Kaku avanzaban por la isla, el espectáculo que los rodeaba era cada vez más asombroso. Las flores se abrían a su paso, liberando fragancias dulces y exóticas. Los árboles inclinaban sus ramas, como si estuvieran haciendo una reverencia. Pequeños animales se asomaban entre la vegetación, sus ojos brillantes fijos en Amélie.
—Es como si toda la isla estuviera saludándote, Amélie —comentó Kaku, maravillado por lo que veía.
Amélie sonrió suavemente.
—Amélie puede escucharlos. Están cantando una canción de bienvenida. Dicen que han esperado mucho tiempo.
Lucci, aunque igualmente impresionado, mantenía sus sentidos en alerta.
—¿Esperado por qué, exactamente?
Antes de que Amélie pudiera responder, llegaron a un claro donde el camino terminaba abruptamente frente a una pared de enredaderas gruesas y robustas. Estas enredaderas parecían formar una especie de barrera natural, protegiendo algo detrás de ellas.
Amélie se acercó lentamente, extendiendo una mano hacia las enredaderas.
—Estas plantas... son antiguas. Muy antiguas. Han estado guardando algo importante.
En el momento en que los dedos de Amélie tocaron las enredaderas, estas comenzaron a moverse. Lentamente, se separaron, revelando una abertura. Era como si reconocieran a Amélie y le dieran la bienvenida.
—Increíble —murmuró Kaku.
Los tres entraron cautelosamente por la abertura. Lo que encontraron dentro los dejó sin aliento.
Era una sala enorme, completamente formada por plantas vivas. Las paredes eran árboles entrelazados, el techo una cúpula de hojas y flores. Pero lo más impactante eran las figuras que ocupaban el centro de la sala.
Dispersas por el espacio había varias figuras humanas, pero no eran personas normales. Parecían estar en un estado entre la vida y la muerte, sus cuerpos parcialmente fusionados con las plantas. Algunas tenían enredaderas creciendo a través de su piel, otras parecían estar transformándose lentamente en árboles. Todas tenían una expresión serena, como si estuvieran en un sueño profundo.
Amélie se detuvo, sus ojos muy abiertos.
—Son... son como Amélie —susurró—. Pero diferentes. Más antiguos.
Lucci se acercó a una de las figuras, examinándola cuidadosamente.
—Parecen estar en algún tipo de estado de hibernación. ¿Están vivos?
Amélie cerró los ojos, como si estuviera escuchando algo.
—Sí... y no. Sus cuerpos duermen, pero sus espíritus... sus espíritus están en todas partes. En las plantas, en los animales, en el aire mismo.
Kaku, observando otra figura, notó algo.
—Miren, esta parece tener algo en sus manos.
Acercándose, vieron que la figura sostenía una tablilla de piedra cubierta de símbolos antiguos.
—Es... es una historia —dijo Amélie, sus ojos recorriendo los símbolos como si pudiera leerlos—. La historia de las ninfas. Nuestra historia.
De repente, una voz suave pero poderosa llenó la sala, pareciendo venir de todas partes y de ninguna a la vez.
—Bienvenida, joven ninfa. Te hemos estado esperando.
Amélie, Lucci y Kaku se miraron, una mezcla de asombro y aprensión en sus rostros. Estaban a punto de descubrir secretos que habían permanecido ocultos durante milenios, y las revelaciones que les esperaban podrían cambiar su comprensión del mundo para siempre.
La voz etérea continuó, llenando la sala con una mezcla de tristeza y alivio:
—Joven princesa, hemos observado tu viaje desde el principio. Pensamos que te habíamos perdido para siempre cuando fuiste arrebatada de nuestro santuario.
Amélie escuchaba, sus ojos muy abiertos y llenos de lágrimas.
—¿Princesa? Amélie... ¿Amélie fue raptada?
—Sí —respondió la voz con pesar—. Un hombre y una mujer, desesperados por tener un hijo, te llevaron de aquí cuando eras apenas una recién nacida. Creían que estaban salvando a una niña abandonada, pero en realidad estaban separándote de tu verdadero hogar y destino.
Lucci y Kaku intercambiaron miradas de asombro y preocupación, mientras Amélie procesaba esta información.
La voz continuó:
—Observamos impotentes cómo crecías en un mundo que no te entendía. Vimos cómo tus padres adoptivos te maltrataban, llamándote 'bicho raro' por tus habilidades únicas y tu conexión con la naturaleza.
Amélie sollozó suavemente, los recuerdos dolorosos inundando su mente. Lucci se acercó a ella, colocando una mano reconfortante en su hombro.
—Vimos cómo te abandonaron, incapaces de comprender o aceptar quién eras realmente. Presenciamos cada trauma que sufriste, incluido el incidente con el niño de la camisa amarilla que te marcó tan profundamente.
Kaku, con voz temblorosa, preguntó:
—¿Por qué no intervinieron? ¿Por qué no la trajeron de vuelta?
La voz respondió con un tono de arrepentimiento:
—Nuestra existencia debe permanecer en secreto. Intervenir directamente habría puesto en peligro no solo a Amélie, sino a todas las ninfas y el delicado equilibrio que mantenemos con el mundo natural. Sin embargo, nunca dejamos de velar por ella, influyendo sutilmente en los eventos para guiarla de vuelta a nosotros.
Amélie, entre lágrimas, habló:
—Entonces... todo lo que Amélie ha vivido... ¿tenía un propósito?
—Cada experiencia, por dolorosa que fuera, te ha moldeado en quien eres ahora, princesa —respondió la voz con ternura—. Tu compasión, tu resiliencia, tu conexión única con la naturaleza... todo eso te hace especial y te ha preparado para tu verdadero destino.
Lucci, tratando de comprender todo, preguntó:
—¿Y cuál es ese destino?
La voz resonó con un tono de esperanza y determinación:
—Restaurar el equilibrio entre la humanidad y la naturaleza. Ser el puente entre dos mundos que se han alejado demasiado. Amélie, tú eres la clave para un futuro donde los humanos y la naturaleza coexistan en armonía.
Amélie, abrumada por la revelación, miró a Lucci y Kaku, buscando apoyo.
—Amélie... Amélie no sabe si está lista para tal responsabilidad.
Lucci la miró con una mezcla de orgullo y preocupación.
—Has enfrentado cosas increíbles, Amélie. Eres más fuerte de lo que crees.
Kaku asintió en acuerdo.
—Y no estás sola. Nos tienes a nosotros.
La voz habló una vez más:
—Tu viaje apenas comienza, joven princesa. Hay mucho que aprender y mucho por hacer. Pero ahora que has regresado a nosotros, podemos guiarte y ayudarte a comprender tu verdadero potencial.
Amélie, secándose las lágrimas, se irguió con una nueva determinación en sus ojos.
—Amélie... yo... estoy lista para aprender. Para entender quién soy realmente y cómo puedo ayudar al mundo.
La voz ancestral resonó una vez más en la sala, esta vez con un tono de urgencia y esperanza:
—Joven princesa, para lograr el equilibrio que buscamos, debes emprender una nueva misión. Una que te llevará a los confines del mundo conocido y más allá.
Amélie, Lucci y Kaku escuchaban atentamente, sus cuerpos tensos con anticipación.
—Debes buscar al dios del sol, Nika —declaró la voz.
Un jadeo colectivo llenó la sala. Lucci y Kaku intercambiaron miradas de asombro y preocupación.
—¿Nika? —preguntó Amélie, inclinando la cabeza con curiosidad—. Amélie ha escuchado ese nombre antes, en susurros y leyendas. ¿Es real?
La voz respondió con solemnidad:
—Tan real como tú y yo, joven princesa. Nika, el dios del sol, el portador de la libertad y la alegría. Su poder es fundamental para restaurar el equilibrio entre la humanidad y la naturaleza.
Lucci, con el ceño fruncido, intervino:
—Nika es solo una leyenda. Un cuento para inspirar a los oprimidos.
—Te equivocas, protector de la princesa —respondió la voz—. Nika es muy real, y su poder es crucial para la misión de Amélie. Solo combinando la energía del sol con la fuerza vital de la naturaleza podremos restaurar el equilibrio perdido.
Kaku, siempre práctico, preguntó:
—¿Y cómo se supone que encontremos a un dios?
La voz pareció reír suavemente.
—El camino no será fácil, pero Amélie tiene los medios para encontrarlo. Su conexión con la naturaleza la guiará. Además, hay señales y pistas esparcidas por el mundo para aquellos que saben buscarlas.
Amélie, con una mezcla de emoción y nerviosismo en su voz, habló:
—Amélie... yo... ¿realmente puedo hacer esto? ¿Encontrar a un dios?
—Tienes más poder del que imaginas, joven princesa —respondió la voz con calidez—. Y no estarás sola en tu búsqueda. Tus protectores, y otros que encontrarás en el camino, te ayudarán.
Lucci, aunque escéptico, puso una mano en el hombro de Amélie.
—Si este es el camino que debemos seguir, entonces lo haremos juntos.
Kaku asintió en acuerdo.
—No será la primera vez que nos embarcamos en una misión aparentemente imposible.
La voz continuó:
—Deben partir pronto. El equilibrio del mundo se deteriora cada día, y solo la unión de la fuerza de la naturaleza y el poder del sol podrá restaurarlo.
Amélie cerró los ojos por un momento, como si estuviera escuchando algo que solo ella podía oír. Cuando los abrió, había una nueva determinación en su mirada.
—Amélie entiende. Amélie... yo... encontraré a Nika. Por el bien de todos.
La voz respondió con aprobación:
—Ve con nuestra bendición, joven princesa. Que la naturaleza te guíe y te proteja en tu viaje.
Mientras salían de la sala, dejando atrás a las antiguas ninfas dormidas, Amélie, Lucci y Kaku se preparaban mental y emocionalmente para el increíble viaje que tenían por delante. La búsqueda de Nika, el dios del sol, sería sin duda la aventura más peligrosa y extraordinaria de sus vidas.
Lo que no sabían era que, mientras ellos se embarcaban en esta nueva misión, otras fuerzas se movían en el mundo. Spandam y su equipo de caza, Stussy en su misión secreta, e incluso los piratas de Big Mom, todos buscando a Amélie por sus propias razones. El destino del mundo pendía de un hilo, y la joven ninfa estaba en el centro de todo.
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