Capítulo 16. El rescate

Los días transcurrieron en Whole Cake Island, cada uno trayendo nuevas experiencias para Amélie. Cracker y Katakuri compitieron sutilmente por su atención, mostrándole los diferentes aspectos de la isla y sus respectivas especialidades.

Mientras tanto, en el barco camuflado que se acercaba a las costas de Whole Cake Island, Lucci estaba de pie en la proa, su mirada fija en el horizonte. Kaku se acercó a él, notando la tensión en los hombros de su compañero.

—Estamos cerca —dijo Kaku en voz baja—. ¿Cuál es el plan exactamente?

Lucci permaneció en silencio por un momento antes de responder.

—Infiltración silenciosa. Localizar a Amélie. Extracción rápida.

—¿Y si nos descubren? —preguntó Kaku.

—Entonces —dijo Lucci, sus ojos brillando con una determinación feroz—, lucharemos contra todo el imperio de Big Mom si es necesario.

Mientras el barco se deslizaba sigilosamente hacia una cala oculta, en el castillo de Whole Cake, Amélie estaba en los jardines, rodeada de plantas exóticas que parecían florecer más brillantemente en su presencia.

Cracker la observaba desde cerca, fascinado por la forma en que las flores parecían inclinarse hacia ella.

—Amélie —dijo, acercándose—, he creado un nuevo tipo de galleta. Me preguntaba si te gustaría probarla.

Antes de que Amélie pudiera responder, Katakuri apareció.

—Amélie —dijo con su voz profunda—, pensé que podrías estar interesada en ver cómo el mochi puede usarse para crear estructuras complejas.

Amélie miró a ambos hermanos, una pequeña sonrisa en sus labios.

—Amélie está fascinada por ambas ideas. ¿Quizás podríamos combinar galletas y mochi? Amélie piensa que sería una textura interesante.

Mientras los hermanos Charlotte intercambiaban miradas de rivalidad amistosa, ninguno de ellos notó la sombra que se movía rápidamente por los muros del castillo.

Lucci, utilizando sus habilidades de sigilo del CP0, había logrado infiltrarse en los terrenos del castillo. Su corazón latía con fuerza, no por el esfuerzo físico, sino por la anticipación de ver a Amélie nuevamente.

Desde su posición elevada, Lucci finalmente la vio. Amélie estaba allí, en los jardines, tan hermosa como la recordaba, rodeada de flores y flanqueada por dos de los comandantes más poderosos de Big Mom.

Por un momento, Lucci sintió una punzada de algo que no pudo identificar. ¿Celos? ¿Preocupación? Sacudió la cabeza, enfocándose en la misión.

—La encontré —susurró en el pequeño Den Den Mushi que llevaba—. Está en los jardines del castillo.

—Entendido —respondió la voz de Kaku—. Estoy en posición en el lado oeste. ¿Cuál es el siguiente movimiento?

Lucci observó la escena por un momento más. Amélie parecía... feliz. No había signos visibles de que estuviera siendo maltratada o retenida contra su voluntad. Por un breve instante, Lucci se preguntó si estaban haciendo lo correcto.

Pero entonces, Amélie levantó la vista, como si hubiera sentido su presencia. Sus ojos recorrieron los muros del castillo, y por un segundo, Lucci juró que sus miradas se cruzaron.

En ese momento, toda duda desapareció de su mente.

—Prepárate —dijo Lucci en el Den Den Mushi—. Vamos a sacarla de aquí. Ahora.

Y con eso, Lucci se preparó para hacer su movimiento, sabiendo que una vez que lo hiciera, no habría vuelta atrás. La batalla por Amélie estaba a punto de comenzar, y el destino de muchos pendía de un hilo.

Amélie estaba a punto de responder a Cracker y Katakuri cuando algo captó su atención por el rabillo del ojo. Una camisa de color amarillo ondeaba con el viento, probablemente perteneciente a algún trabajador o visitante de la isla.

De repente, el mundo a su alrededor pareció desvanecerse. El color amarillo brillante desencadenó un torrente de recuerdos dolorosos en la mente de Amélie. Su cuerpo se tensó visiblemente y sus ojos se llenaron de lágrimas.

—No... no... el niño de la camisa amarilla —murmuró Amélie, su voz temblorosa—. Amélie no quiere ver el amarillo. El amarillo lastima a Amélie.

Cracker y Katakuri intercambiaron miradas de confusión y preocupación. Nunca habían visto a Amélie reaccionar así ante nada.

—Amélie, ¿qué sucede? —preguntó Cracker, acercándose con cautela.

Pero Amélie parecía estar en otro mundo. Sus ojos estaban fijos en la camisa amarilla, y lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas.

—El fantasma del niño malo está persiguiendo a Amélie. Amélie quiere que se vaya. Por favor, que se vaya.

Katakuri, sintiendo la angustia de Amélie, se movió rápidamente para bloquear su vista de la camisa amarilla.

—Amélie, mírame —dijo con voz suave pero firme—. No hay ningún fantasma aquí. Estás a salvo.

Pero Amélie estaba atrapada en su propio mundo de miedo y recuerdos dolorosos. Las plantas a su alrededor comenzaron a agitarse violentamente, respondiendo a su angustia.

Desde su posición oculta, Lucci observaba la escena con creciente preocupación. Conocía bien esta reacción de Amélie. El color amarillo siempre había sido un desencadenante para ella, recordándole experiencias traumáticas de su pasado.

Sin pensarlo dos veces, Lucci tomó una decisión. No podía soportar ver a Amélie sufrir así.

Con un movimiento rápido y silencioso, Lucci se lanzó desde su escondite, aterrizando suavemente en el jardín.

—Amélie —llamó con voz suave pero clara.

Al escuchar la voz familiar, Amélie se congeló. Lentamente, giró su cabeza hacia la fuente del sonido, sus ojos aún llenos de lágrimas.

—¿L-Lucci? —susurró, su voz mezclada con incredulidad y esperanza.

Cracker y Katakuri, sorprendidos por la repentina aparición, se pusieron inmediatamente en guardia. Pero antes de que pudieran reaccionar, Amélie se lanzó hacia Lucci, enterrando su rostro en su pecho.

—Lucci está aquí. Amélie está a salvo ahora. El fantasma del niño malo no puede lastimar a Amélie —murmuró ella, aferrándose a él como si su vida dependiera de ello.

Lucci, en un gesto inusualmente tierno para él, envolvió a Amélie en sus brazos, protegiéndola del mundo exterior.

—Estoy aquí, Amélie. Nadie te lastimará.

La tensión en el jardín era palpable. Cracker y Katakuri, confundidos y alarmados, se preparaban para atacar al intruso. Pero la forma en que Amélie se aferraba a Lucci los hizo dudar.

En ese momento, alertados por la conmoción, más miembros de la familia Charlotte comenzaron a llegar al jardín. La situación estaba a punto de estallar en caos.

Lucci sabía que tenían que moverse rápido. Con Amélie en sus brazos, miró a Cracker y Katakuri, su rostro una máscara de determinación.

—No quiero pelear —dijo Lucci, su voz cargada de autoridad—. Pero me llevaré a Amélie de aquí, con o sin su permiso.

El destino de todos pendía de un hilo, y la próxima acción determinaría si habría paz o una batalla que sacudiría los cimientos de Whole Cake Island.
La tensión en el jardín alcanzó su punto máximo cuando Katakuri, con sus agudos sentidos y vasta experiencia, reconoció a Lucci.

—CP0 —murmuró Katakuri, su voz mezclada con sorpresa y cautela—. ¿Qué hace un agente del Gobierno Mundial aquí?

Al escuchar esto, Cracker dio un paso adelante, su rostro contorsionado por una mezcla de celos y determinación.

—No me importa quién seas —gruñó, apuntando a Lucci—. No te llevarás a Amélie. Ella pertenece aquí... conmigo.

Lucci, aún sosteniendo a Amélie protectoramente, entrecerró los ojos.

—Amélie no es una posesión. Ella viene conmigo por su propia voluntad.

Amélie, aún temblando ligeramente, levantó la cabeza del pecho de Lucci y miró a su alrededor con ojos confusos.

—Amélie... Amélie no entiende. ¿Por qué todos están enojados?

Cracker dio otro paso adelante, su armadura de galleta materializándose a su alrededor.

—Amélie, por favor, quédate conmigo. He decidido... he decidido que quiero casarme contigo. Serás parte de la familia Charlotte, tendrás todo lo que desees.

Lucci sintió que Amélie se tensaba en sus brazos ante estas palabras. Por un momento, temió que ella pudiera considerar la oferta.

Pero Amélie, después de un momento de silencio, habló con voz suave pero firme:

—Amélie agradece la amabilidad de Cracker. Pero Amélie no puede casarse con alguien que apenas conoce. Amélie quiere ir con Lucci.

Cracker pareció desmoronarse ante estas palabras, pero rápidamente su expresión se endureció.

—No lo permitiré. ¡Pretzel! —gritó, y un enorme soldado de galleta se materializó a su lado.

Katakuri, viendo que la situación estaba a punto de explotar, intervino.

—Esperen. No podemos tomar decisiones precipitadas. Esto podría desencadenar una guerra con el Gobierno Mundial.

En ese momento, una risa estruendosa resonó por todo el jardín. Big Mom había llegado, atraída por el alboroto.

—Madre mía —dijo Big Mom, sus ojos brillando con una mezcla de diversión y cálculo—. ¿Qué tenemos aquí? Un agente del CP0, mi hijo enamorado, y una ninfa en el centro de todo. Qué deliciosa situación.

Lucci, sabiendo que las cosas se estaban complicando rápidamente, activó discretamente su Den Den Mushi.

—Kaku, necesitamos una distracción. Ahora.

Big Mom se acercó, cada paso haciendo temblar el suelo.

—Agente del CP0, ¿realmente crees que puedes entrar en mi territorio y llevarte lo que es mío?

Amélie, sintiendo la creciente tensión, se aferró más a Lucci.

—Amélie tiene miedo. Amélie quiere irse.

Lucci, sin apartar la mirada de Big Mom, habló con voz calmada pero firme:

—Amélie no es una posesión. Ella viene conmigo, y si intentan detenerla, enfrentarán las consecuencias.

El jardín se sumió en un silencio tenso. Big Mom, Cracker, Katakuri y varios otros miembros de la familia Charlotte rodeaban a Lucci y Amélie. La batalla parecía inevitable.

Pero justo cuando parecía que todo estaba a punto de estallar, una explosión sacudió el otro lado del castillo. Kaku había creado una distracción.

Aprovechando el momento de confusión, Lucci activó su forma híbrida de leopardo y, con Amélie firmemente en sus brazos, saltó hacia los muros del castillo.

—¡No! —gritó Cracker, lanzando a su soldado de galleta tras ellos.

Mientras Lucci corría y saltaba, esquivando ataques y obstáculos, Amélie se aferraba a él, sus ojos cerrados con fuerza. La batalla por su libertad había comenzado, y el destino de muchos pendía de un hilo mientras escapaban por los techos de Whole Cake Island.

Mientras Lucci saltaba de techo en techo, esquivando ataques y llevando a Amélie en sus brazos, la mente de la joven ninfa era un torbellino de confusión y miedo.

—Amélie no entiende —murmuró contra el pecho de Lucci—. ¿Por qué todos están enojados? ¿Van a lastimar a Lucci?

De repente, en medio del caos, Amélie comenzó a escuchar voces que nadie más podía oír. La naturaleza de Whole Cake Island, aunque alterada y mezclada con dulces, aún tenía su propia conciencia, y estaba hablando con ella.

Las flores susurraban: "Peligro, pequeña ninfa. Debes escapar."

Los árboles de algodón de azúcar murmuraban: "El leopardo te protege. Confía en él."

Incluso el viento parecía llevar mensajes: "Tu poder es necesario en otro lugar. Este no es tu hogar."

Amélie parpadeó, procesando estos mensajes.

—Lucci —dijo suavemente—, la naturaleza dice que debemos irnos. Dice que hay peligro.

Lucci, sorprendido por un momento, asintió.

—Eso es exactamente lo que estamos haciendo, Amélie. Estamos escapando.

Mientras tanto, Cracker y Katakuri lideraban la persecución. Soldados de galleta y ríos de mochi intentaban bloquear su camino.

—¡Devuélveme a Amélie! —gritó Cracker, su voz cargada de desesperación y rabia.

Amélie, al escuchar el grito, se encogió en los brazos de Lucci.

—Cracker está enojado. Amélie no quiere que nadie esté enojado.

De repente, las plantas de la isla comenzaron a reaccionar a la angustia de Amélie. Enredaderas brotaron del suelo, bloqueando el camino de los perseguidores. Árboles se inclinaron, creando obstáculos para Cracker y Katakuri.

—Amélie no lo está haciendo a propósito —dijo ella, confundida—. Las plantas están ayudando por sí solas.

Lucci, aprovechando esta ayuda inesperada, aumentó su velocidad.

—Está bien, Amélie. La naturaleza te está protegiendo. Nos está ayudando a escapar.

Mientras corrían, Amélie comenzó a entender un poco más la situación.

—Amélie quiere ir con Lucci —dijo con más firmeza—. Amélie no quiere casarse con Cracker. Amélie quiere ser libre.

Estas palabras parecieron dar más fuerza a la respuesta de la naturaleza. Flores gigantes brotaron del suelo, creando un camino para Lucci, mientras que espinas y zarzas dificultaban el avance de sus perseguidores.

Big Mom, observando todo desde su castillo, rugió de frustración.

—¡No dejen que escapen! ¡La ninfa es nuestra!

Pero la combinación de las habilidades de Lucci, la distracción creada por Kaku, y el apoyo inconsciente de la naturaleza guiada por Amélie, estaba haciendo la tarea de capturarlos casi imposible.

Mientras se acercaban a la costa, donde Kaku los esperaba con un bote, Amélie miró hacia atrás una última vez. Vio a Cracker, su rostro una mezcla de dolor y rabia, y a Katakuri, cuya expresión era indescifrable bajo su bufanda.

—Amélie lo siente —susurró—. Amélie no quería causar problemas.

Lucci, sintiendo su tristeza, la abrazó más fuerte.

—No es tu culpa, Amélie. Estás haciendo lo correcto. Te estás eligiendo a ti misma.

Y con eso, saltaron al bote. Kaku inmediatamente puso el motor en marcha, y comenzaron a alejarse de Whole Cake Island a toda velocidad.

Mientras la isla se empequeñecía en la distancia, Amélie se acurrucó contra Lucci, exhausta pero aliviada. La naturaleza de la isla le susurró un último mensaje en el viento: "Sé libre, pequeña ninfa. Tu destino te espera más allá de estos mares de azúcar."

Amélie cerró los ojos, sintiéndose segura por primera vez en mucho tiempo. No sabía qué les depararía el futuro, pero sabía que, con Lucci a su lado, podría enfrentar cualquier cosa.

Mientras el bote se alejaba rápidamente de Whole Cake Island, Kaku soltó un suspiro de alivio al ver a Amélie sana y salva con ellos.

—Me alegro de que estés bien, Amélie —dijo Kaku con una sonrisa genuina.

Amélie, al escuchar su voz, levantó la cabeza del pecho de Lucci y miró a Kaku. Sus ojos se iluminaron con reconocimiento y alegría.

—¡Kaku! —exclamó Amélie, su voz mezclada con emoción y alivio—. Amélie está feliz de ver a Kaku. Amélie extrañaba las conversaciones sobre formas geométricas y arquitectura.

Kaku soltó una pequeña risa.

—Yo también las extrañaba. Tengo mucho que contarte sobre las estructuras que he visto desde que nos separamos.

Lucci observaba este intercambio con una mezcla de alivio y un toque de... ¿celos? Sacudió la cabeza, descartando el pensamiento.

De repente, Amélie se quedó muy quieta, sus ojos fijos en el océano que los rodeaba. Su expresión cambió a una de intensa concentración.

—Amélie... Amélie escucha algo —murmuró, inclinándose ligeramente sobre el borde del bote.

Lucci y Kaku intercambiaron miradas de preocupación.

—¿Qué escuchas, Amélie? —preguntó Lucci suavemente.

Amélie cerró los ojos, como si estuviera escuchando una melodía lejana.

—El océano... el océano está hablando a Amélie. Dice que hay alguien... alguien que Amélie debe encontrar.

Kaku frunció el ceño.

—¿Alguien que debes encontrar? ¿Quién?

Amélie negó con la cabeza, frustrada.

—Amélie no lo sabe. El océano no da un nombre. Solo... una sensación. Una dirección.

Lucci se acercó a ella, colocando una mano sobre su hombro.

—¿Qué más te dice el océano, Amélie?

Amélie abrió los ojos, su mirada perdida en el horizonte.

—Dice que es importante. Que esta persona tiene respuestas... respuestas sobre lo que Amélie es realmente.

Kaku miró a Lucci, buscando orientación.

—¿Qué hacemos? No podemos simplemente seguir una dirección vaga en medio del océano.

Lucci permaneció en silencio por un momento, considerando sus opciones. Finalmente, habló:

—Nuestra misión era rescatar a Amélie. Técnicamente, esa parte está completa. Pero...

—Pero no podemos ignorar esto —completó Kaku, entendiendo.

Amélie los miró a ambos, sus ojos llenos de esperanza y confusión.

—Amélie quiere entender. Amélie quiere saber por qué puede hacer las cosas que hace. ¿Podemos buscar a esta persona?

Lucci soltó un suspiro, pero asintió.

—Está bien, Amélie. Seguiremos la dirección que el océano te está indicando. Pero debemos ser cautelosos. No sabemos qué o quién nos espera.

Amélie sonrió, una sonrisa brillante y llena de gratitud.

—Gracias, Lucci. Gracias, Kaku. Amélie promete ser cuidadosa.

Mientras Kaku ajustaba el rumbo según las indicaciones de Amélie, Lucci no pudo evitar sentir que estaban a punto de embarcarse en una aventura aún más grande que la que acababan de dejar atrás. El misterio de los orígenes de Amélie y sus poderes estaba a punto de desentrañarse, y ninguno de ellos podía imaginar las revelaciones y peligros que les esperaban en el vasto océano.

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