Capítulo 15. Bienvenida a Whole Cake
Lucci y Kaku entraron en la sala de reuniones, donde ya se encontraban otros miembros del CP0. En el centro de la mesa, un Den Den Mushi proyectaba la imagen de uno de los Gorosei.
—Agentes —comenzó el Gorosei, su voz grave llenando la sala—, hemos recibido informes preocupantes sobre movimientos en el territorio de Big Mom. Parece que han adquirido un nuevo... activo.
Lucci mantuvo su expresión impasible, pero su mente trabajaba a toda velocidad. ¿Cuánto sabían realmente?
El Gorosei continuó:
—Nuestros informantes sugieren que se trata de una mujer con habilidades inusuales relacionadas con la naturaleza. Esto podría alterar significativamente el equilibrio de poder en el Nuevo Mundo.
Kaku lanzó una mirada rápida a Lucci, imperceptible para los demás.
—¿Cuáles son nuestras órdenes? —preguntó otro agente.
—Necesitamos más información —respondió el Gorosei—. Lucci, Kaku, ustedes liderarán una misión de reconocimiento encubierta en Whole Cake Island. Deben determinar la naturaleza exacta de esta nueva adquisición de Big Mom y, si es posible, neutralizar la amenaza.
Lucci asintió solemnemente.
—Entendido. ¿Cuándo partimos?
—Inmediatamente —fue la respuesta—. Un barco está siendo preparado mientras hablamos. Recuerden, esta misión es de la más alta prioridad y secreto. No pueden fallar.
La comunicación se cortó, dejando a los agentes en un silencio tenso.
Mientras salían de la sala de reuniones, Kaku se acercó a Lucci.
—¿Es ella, verdad? —susurró.
Lucci asintió casi imperceptiblemente.
—Prepárate. Esto será más complicado de lo que imaginan.
Horas más tarde, en un barco camuflado navegando hacia Whole Cake Island, Lucci y Kaku se encontraban solos en la cubierta.
—¿Cuál es el plan real? —preguntó Kaku.
Lucci miró al horizonte, su rostro tenía una máscara de determinación.
—Entraremos como se nos ha ordenado. Pero nuestra prioridad es sacar a Amélie de allí.
—¿Y el CP0? ¿El Gobierno Mundial?
—Improvisaremos —respondió Lucci, una chispa de algo que podría ser interpretado como emoción brillando en sus ojos—. Por primera vez en mi vida, Kaku, estoy poniendo algo por encima de mi deber.
Kaku asintió, entendiendo la magnitud de lo que estaban a punto de hacer.
—Estoy contigo, Lucci. Hasta el final.
Mientras el barco se acercaba a los territorios de Big Mom, Lucci pensaba en Amélie, en su inocencia, en su poder, en la forma en que había cambiado su vida. Estaba a punto de arriesgarlo todo por ella, y por primera vez, no tenía dudas sobre su decisión.
—Aguanta, Amélie —murmuró para sí mismo—. Voy por ti.
El rescate más audaz en la historia del CP0 estaba a punto de comenzar, y el mundo del Grand Line nunca sería el mismo después de esto.
❌❌❌❌
En la cubierta del barco de Smoothie, Amélie se encontraba de pie junto a la barandilla, sus ojos fijos en el vasto océano que se extendía ante ella. El viento marino jugaba con su cabello, y por un momento, cerró los ojos, dejando que sus otros sentidos se abrieran al mundo que la rodeaba.
De repente, el mundo cobró vida de una manera que solo ella podía percibir. El susurro de las olas no era solo un sonido, sino un lenguaje complejo y hermoso. Amélie podía escuchar las historias que el mar contaba, relatos de antiguas batallas, de tesoros perdidos y de criaturas misteriosas que habitaban sus profundidades.
—El mar... está cantando —murmuró Amélie, una pequeña sonrisa formándose en sus labios.
Cerca del barco, un grupo de delfines saltaba y jugueteaba. Amélie podía escuchar sus risas y conversaciones, tan claras como si estuvieran hablando en su propio idioma.
—Están felices —dijo en voz baja—. Dicen que hay una gran migración de peces más adelante.
Un albatros sobrevoló el barco, y Amélie levantó la vista. Pudo escuchar el ave contar historias de tierras lejanas y de los extraños barcos que había visto en sus viajes.
Smoothie, que había estado observando a Amélie desde cierta distancia, se acercó con curiosidad.
—¿Con quién hablas? —preguntó, su voz mezclada con sospecha y fascinación.
Amélie se sobresaltó ligeramente, como si hubiera olvidado dónde estaba. Miró a Smoothie con ojos grandes y llenos de asombro.
—Con todos —respondió con simplicidad—. El océano tiene tantas historias que contar. Y los animales... son tan sabios y divertidos.
Smoothie frunció el ceño, tratando de entender.
—¿Puedes... comunicarte con ellos?
Amélie asintió.
—Siempre ha sido así. Pero aquí, en medio del océano, todo es tan... vivo. Tan hermoso —Su rostro se ensombreció un poco—. Me pregunto si las plantas de la isla están bien. Espero que no estén tristes por mi partida.
Smoothie, a pesar de su naturaleza dura, sintió una punzada de algo parecido a la compasión. Esta chica era claramente más especial de lo que habían imaginado.
—Pronto llegaremos a Whole Cake Island —dijo Smoothie, su voz un poco más suave de lo habitual—. Mamá estará ansiosa por conocerte.
Amélie volvió su mirada al océano.
—El mar dice que se acerca una tormenta. No física, sino... algo más. Algo importante va a suceder.
Smoothie se tensó ante estas palabras.
—¿Qué quieres decir?
Pero Amélie simplemente negó con la cabeza, sus ojos perdidos en el horizonte.
—Amélie no lo sabe con certeza. Pero puedo sentirlo. El viento, el mar, incluso las pequeñas plantas en el barco... todos están inquietos, expectantes.
Mientras Smoothie contemplaba las implicaciones de estas palabras, Amélie cerró los ojos nuevamente, dejando que las voces del océano la envolvieran. En algún lugar, en lo profundo de su corazón, sentía que algo estaba cambiando, que alguien venía por ella. Y aunque no lo dijo en voz alta, un nombre resonaba en su mente: Lucci.
Mientras Smoothie observaba a Amélie con una mezcla de fascinación y preocupación, Katakuri apareció en la cubierta. Su imponente figura proyectaba una sombra sobre las dos mujeres, pero Amélie parecía no notarlo.
—¿Cómo está nuestra... invitada? —preguntó Katakuri, su voz profunda y calmada.
Smoothie se volvió hacia su hermano.
—Es... peculiar. Dice que puede comunicarse con el océano y los animales.
Katakuri asintió, su expresión oculta tras su bufanda.
—Interesante. ¿Ha dicho algo más sobre sus habilidades?
Mientras los hermanos Charlotte conversaban, Amélie permanecía completamente absorta en el mundo natural que la rodeaba. Sus ojos seguían fijos en el horizonte, y sus dedos se movían suavemente, como si estuviera tocando música invisible.
—Oye —dijo Smoothie, alzando la voz—. Te estamos hablando.
Pero Amélie no respondió. En su mente, estaba escuchando la canción de una ballena lejana, una melodía tan hermosa y compleja que hacía que todo lo demás pareciera insignificante.
Katakuri se acercó y agitó una mano frente al rostro de Amélie.
—¿Nos escuchas?
Finalmente, Amélie parpadeó y giró lentamente la cabeza hacia ellos, como si estuviera saliendo de un trance.
—Oh, lo siento. ¿Decían algo?
Smoothie frunció el ceño.
—Hemos estado tratando de hablar contigo por varios minutos.
Amélie inclinó la cabeza, confundida.
—¿En serio? Amélie no se dio cuenta. La ballena estaba cantando una canción tan hermosa... ¿La escucharon?
Katakuri y Smoothie intercambiaron miradas.
—No había ninguna ballena —dijo Katakuri con calma.
—Oh, está muy lejos —explicó Amélie, como si fuera lo más normal del mundo—. A varios kilómetros de aquí. Pero su canción es tan clara...
Smoothie, perdiendo la paciencia, alzó la voz.
—¡Eso no importa ahora! Necesitamos que nos hables de tus habilidades.
Pero Amélie ya había vuelto su atención al mar. Un banco de peces brillantes pasaba bajo el barco, y ella estaba completamente fascinada por sus patrones de movimiento y la forma en que la luz se reflejaba en sus escamas.
Katakuri, notando la frustración creciente de su hermana, puso una mano en su hombro.
—Paciencia, Smoothie. Es evidente que no está acostumbrada a interactuar con otros. Tendremos que adaptar nuestro enfoque.
Smoothie suspiró.
—Mamá no estará contenta si no podemos obtener información útil de ella.
Mientras los hermanos discutían su próximo movimiento, Amélie continuaba en su propio mundo, ajena a la importancia que le daban a su presencia o a las implicaciones de sus habilidades. Para ella, en ese momento, lo único que importaba era la sinfonía de la naturaleza que la rodeaba, una melodía que solo ella podía escuchar y apreciar plenamente.
Katakuri observaba a Amélie con creciente interés, notando los pequeños detalles de su comportamiento que la hacían única. De repente, Amélie pareció salir de su trance y comenzó a hablar, aparentemente sin dirigirse a nadie en particular.
—A Amélie le gustan mucho las galletas de avena —dijo, su voz suave pero animada—. Amélie recuerda que Jinbe le trajo unas una vez. Eran crujientes por fuera y suaves por dentro. Amélie piensa que las galletas son como pequeños tesoros comestibles.
Katakuri alzó una ceja, intrigado por esta repentina declaración y por la forma en que Amélie se refería a sí misma en tercera persona.
Smoothie, que había estado escuchando con una mezcla de confusión y diversión, soltó una pequeña risa.
—Vaya, parece que a nuestra invitada le gustan las galletas. A Cracker le caería bien.
Al escuchar la palabra "galletas", Amélie pareció enfocarse momentáneamente en Smoothie.
—¿Cracker? ¿Es alguien que hace galletas? Amélie quisiera conocerlo. Amélie tiene muchas preguntas sobre la textura ideal de una galleta de avena.
Katakuri, normalmente estoico, no pudo evitar una pequeña sonrisa bajo su bufanda.
—Cracker es nuestro hermano —explicó con calma—. Es un experto en crear soldados de galleta.
Los ojos de Amélie se iluminaron con genuina fascinación.
—¿Soldados de galleta? Amélie nunca ha oído algo así. ¿Son comestibles? ¿Qué pasa si llueve? Amélie tiene tantas preguntas...
Smoothie miró a Katakuri con una expresión que decía claramente.
—¿Ves con lo que estamos lidiando? —pero el hermano mayor parecía más divertido que exasperado.
—Tal vez puedas hacerle todas esas preguntas a Cracker cuando lleguemos a Whole Cake Island —sugirió Katakuri.
Amélie asintió enérgicamente.
—A Amélie le gustaría eso. Amélie piensa que las galletas y las plantas tienen mucho en común. Ambas necesitan los ingredientes correctos y el ambiente adecuado para crecer y ser fuertes.
Smoothie parpadeó, sorprendida por la inesperada analogía.
—Bueno, esa es... una forma interesante de verlo.
—Amélie se pregunta si las galletas de Cracker pueden crecer como las plantas —continuó Amélie, su mente claramente yendo en una dirección que solo ella podía seguir—. Si Amélie pudiera combinar sus habilidades con las de Cracker, ¿podrían crear un bosque de galletas vivientes?
Katakuri y Smoothie intercambiaron miradas, no sabiendo exactamente cómo responder a esa idea tan peculiar.
—Eso sería... algo para ver —dijo finalmente Katakuri, su voz mezclada con una pizca de diversión.
Mientras Amélie continuaba su monólogo sobre las posibilidades de un ecosistema basado en galletas, Smoothie se inclinó hacia su hermano y susurró:
—Mamá ciertamente no esperaba esto cuando nos envió a buscarla.
Katakuri asintió levemente.
—No, pero tengo la sensación de que Amélie podría sorprendernos a todos. Solo necesitamos aprender a... sintonizar con su frecuencia.
Y así, mientras el barco seguía su curso hacia Whole Cake Island, los hermanos Charlotte comenzaron a vislumbrar que su nueva "adquisición" era mucho más compleja y fascinante de lo que habían imaginado inicialmente. Lo que aún no sabían era cómo esta peculiar joven con su amor por la naturaleza y las galletas podría cambiar el destino de todo el imperio de Big Mom.
Después de varios días de navegación, el barco finalmente arribó a Whole Cake Island. La isla, con su extravagante arquitectura de dulces y pasteles, se alzaba ante ellos como un sueño surreal.
Amélie observaba todo con ojos maravillados.
—Amélie nunca ha visto algo así —murmuró para sí misma—. Es como si el mundo de los dulces cobrara vida.
Smoothie y Katakuri escoltaron a Amélie hacia el castillo de Big Mom. Al entrar en la sala del trono, fueron recibidos por la imponente figura de Charlotte Linlin, mejor conocida como Big Mom, sentada en su enorme trono.
—¡Mamá! —exclamó Smoothie—. Hemos traído a la chica, como ordenaste.
Big Mom se inclinó hacia adelante, sus ojos fijos en Amélie.
—Así que tú eres la famosa ninfa —dijo con una voz que mezclaba curiosidad y amenaza—. Muéstrame lo que puedes hacer, pequeña.
Amélie, un poco intimidada pero fascinada por todo lo que la rodeaba, dio un paso adelante.
—Amélie puede hablar con la naturaleza —dijo, su voz suave pero clara—. Las plantas, los animales, el mar... todos tienen historias que contar.
Algunos de los hermanos Charlotte presentes murmuraban entre sí, intrigados por esta extraña chica.
En ese momento, las puertas se abrieron de golpe y entró Cracker, aparentemente tarde para la reunión.
—Lamento la demora, Mamá, estaba… —Su voz se apagó cuando sus ojos se posaron en Amélie.
Fue como si el tiempo se detuviera. Cracker quedó paralizado, sus ojos fijos en la belleza etérea de Amélie. Su cabello que parecía capturar la luz de una manera sobrenatural, sus ojos que reflejaban la profundidad de la naturaleza misma, su piel que parecía brillar con una luz interior... todo en ella lo cautivó instantáneamente.
—Yo... uh… —balbuceó Cracker, algo completamente fuera de carácter para él.
Amélie, ajena al efecto que estaba teniendo en Cracker, se giró hacia él con curiosidad.
—¿Eres tú Cracker? Amélie ha oído que haces soldados de galleta. Amélie tiene muchas preguntas sobre eso.
Cracker sintió que su corazón daba un vuelco. La voz de Amélie era como música para sus oídos, y la forma en que hablaba de sí misma en tercera persona le parecía adorable.
—S-sí, soy Cracker —logró decir finalmente—. Yo... estaría encantado de responder todas tus preguntas sobre galletas.
Big Mom observó este intercambio con interés.
—Vaya, vaya —murmuró para sí misma—. Esto podría ser interesante.
Katakuri, siempre observador, notó la reacción de su hermano y se preguntó cómo este nuevo desarrollo podría afectar sus planes.
Amélie, sin darse cuenta del revuelo que había causado, continuó hablando sobre su idea de un bosque de galletas vivientes, mientras Cracker la escuchaba embelesado, bebiendo cada palabra como si fuera el néctar más dulce.
La sala del trono se llenó de una energía extraña, mezcla de curiosidad, fascinación y, en el caso de Cracker, un amor naciente que nadie había anticipado. Big Mom sonrió, viendo potencial no solo en las habilidades de Amélie, sino también en cómo podría usar esta situación para fortalecer aún más su imperio.
El destino de Amélie en Whole Cake Island acababa de tomar un giro inesperado, y nadie, ni siquiera la propia Big Mom, podía predecir cómo se desarrollarían los eventos a partir de ese momento.
La sala del trono se llenó de un silencio tenso cuando Big Mom se aclaró la garganta, su voz resonando con autoridad.
—Bien, bien —dijo Big Mom, sus ojos brillando con una mezcla de diversión y calculadora ambición—. Parece que nuestra pequeña ninfa ha causado quite una impresión.
Katakuri, que había estado observando la interacción entre Cracker y Amélie con creciente incomodidad, se enderezó. Aunque su rostro permanecía impasible gracias a su bufanda, sus ojos traicionaban un destello de... ¿celos? No estaba seguro de por qué se sentía así, pero la atención que Cracker estaba recibiendo de Amélie le molestaba de una manera que no podía explicar.
—Mamá —comenzó Katakuri, su voz controlada como siempre—, quizás deberíamos discutir las habilidades de Amélie y cómo pueden beneficiar a nuestra familia.
Pero antes de que Big Mom pudiera responder, Amélie, ajena a la tensión en la sala, se volvió hacia Katakuri con ojos brillantes.
—¡Oh! Katakuri, Amélie se pregunta si tú también haces dulces. Amélie ha notado que hueles a mochi. ¿El mochi es un tipo de galleta?
Cracker frunció el ceño ante esto, no le gustaba que la atención de Amélie se desviara hacia su hermano.
—El mochi no es una galleta —dijo rápidamente—. Las galletas son mucho mejores. Puedo mostrarte cómo hago mis soldados de galleta si quieres.
Katakuri, sorprendido por el repentino interés de Amélie en él, sintió una extraña calidez en su pecho.
—El mochi es diferente —explicó con suavidad—. Pero también es especial a su manera. Tal vez... podría mostrarte algún día.
Big Mom observaba este intercambio con creciente interés. La dinámica entre sus hijos y la ninfa era inesperada, pero potencialmente útil.
—¡SILENCIO! —rugió Big Mom de repente, haciendo que todos en la sala se sobresaltaran, excepto Amélie, que simplemente parpadeó con curiosidad—. Amélie —dijo Big Mom, inclinándose hacia adelante en su trono—. Quiero ver tus habilidades en acción. Muéstrame lo que puedes hacer con las plantas.
Amélie asintió, sin parecer intimidada por la demanda de Big Mom. Cerró los ojos por un momento, y de repente, las pocas plantas decorativas en la sala comenzaron a crecer y florecer a un ritmo acelerado. Flores de colores brillantes brotaron de la nada, y enredaderas se extendieron por las paredes, transformando la sala del trono en un jardín exuberante en cuestión de segundos.
Todos los presentes, incluso Big Mom, quedaron boquiabiertos ante la demostración.
—Fascinante —murmuró Big Mom. Luego, con una sonrisa que no auguraba nada bueno, añadió—: Cracker, Katakuri, quiero que ustedes dos se encarguen personalmente de nuestra invitada. Asegúrense de que se sienta... cómoda.
Cracker y Katakuri intercambiaron miradas, una mezcla de rivalidad y determinación en sus ojos.
Amélie, ajena a las complicaciones que estaba causando, simplemente sonrió.
—Amélie está emocionada de aprender más sobre los dulces y la isla. ¿Podemos empezar con las galletas?
Mientras Cracker se apresuraba a ofrecer un tour por su fábrica de galletas y Katakuri intentaba sugerir una visita a los campos de mochi, Big Mom observaba con una sonrisa calculadora. La llegada de Amélie había introducido un nuevo y fascinante elemento en la dinámica de su familia, y estaba ansiosa por ver cómo se desarrollaría todo.
Lo que nadie en la sala sabía era que, en ese preciso momento, un barco camuflado se acercaba sigilosamente a las costas de Whole Cake Island, con Lucci y Kaku a bordo, determinados a rescatar a Amélie a cualquier costo.
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