Capítulo 14. La decisión de Amélie
En el barco que se acercaba a la isla, la tensión era palpable. La tripulación, compuesta por algunos de los piratas más temidos bajo el mando de Big Mom, se preparaba para la misión.
En el puente de mando, Charlotte Smoothie, una de las Comandantes Sweet de Big Mom, observaba la isla a través de un catalejo. Su altura imponente y su expresión seria intimidaban incluso a sus propios subordinados.
—Capitana Smoothie —se acercó uno de los piratas—, estamos a punto de llegar a la isla. ¿Cuáles son sus órdenes?
Smoothie bajó el catalejo y miró al pirata con ojos fríos.
—Preparen los botes de desembarco. Quiero un equipo de avanzada para explorar la isla. Recuerden, Mama quiere a esta mujer viva y sin daños.
—Sí, Capitana —respondió el pirata, apresurándose a cumplir las órdenes.
Smoothie volvió su atención a la isla. La información que habían recibido era escasa pero intrigante. Una mujer con el poder de controlar la naturaleza, capaz de hacer crecer plantas a voluntad. Big Mom había mostrado un interés inusual en esta habilidad, viendo el potencial para expandir su imperio de dulces y alimentos.
—Capitana —interrumpió otro pirata—, hemos detectado actividad inusual en la vegetación de la isla. Parece que las plantas están... moviéndose por sí solas.
Smoothie entrecerró los ojos.
—Así que los rumores son ciertos. Esto será interesante.
Mientras los botes de desembarco se preparaban, Smoothie reflexionó sobre la situación. No era la primera vez que cazaban a alguien con habilidades únicas para Big Mom, pero había algo en esta misión que la hacía sentir inquieta.
—Capitana —llamó el vigía desde lo alto del mástil—, ¡hay algo extraño en el agua! Parece... ¿una ballena?
Smoothie frunció el ceño, mirando hacia donde señalaba el vigía. Efectivamente, una enorme ballena nadaba cerca de la isla, su comportamiento parecía inusual.
—Mantengan los ojos abiertos —ordenó Smoothie—. No sabemos qué aliados puede tener esta mujer.
Mientras el barco se acercaba a la costa, la vegetación de la isla parecía cobrar vida propia. Lianas y enredaderas se extendían sobre la playa, como si intentaran formar una barrera natural.
Smoothie sonrió, una mezcla de anticipación y cautela en su expresión.
—Parece que nuestra presa nos está dando la bienvenida. Esto no será una captura fácil, pero Mamá estará complacida cuando la llevemos ante ella.
Los botes de desembarco tocaron el agua, llenos de piratas armados hasta los dientes. Smoothie observó cómo se acercaban a la costa, consciente de que estaban a punto de enfrentarse a un poder que podría cambiar el equilibrio en el Nuevo Mundo.
—Veamos qué tan poderosa eres realmente —murmuró Smoothie, preparándose para desembarcar ella misma si fuera necesario. La caza había comenzado, y la tripulación de Big Mom estaba determinada a no fallar en su misión.
Amélie se había retirado al corazón de la jungla, su mente analizando rápidamente la situación. Oculta entre la espesa vegetación, observaba con cautela los movimientos de los invasores.
—Amélie debe permanecer oculta —murmuró para sí misma—. Datos insuficientes sobre las capacidades del enemigo. Uso de poderes podría tener consecuencias imprevistas.
Mientras tanto, Smoothie lideraba la expedición en la isla. Los piratas de Big Mom se adentraban en la jungla, machetes en mano, cortando la vegetación que parecía crecer más rápido de lo normal.
—Capitana Smoothie —informó uno de los piratas—, la vegetación aquí es extraña. Parece... reaccionar a nuestra presencia.
Smoothie asintió, sus ojos escaneando el entorno.
—Es ella. Está aquí, controlando las plantas. Sepárense y busquen cualquier señal de actividad humana.
Los piratas se dividieron en grupos más pequeños, adentrándose en diferentes direcciones de la jungla. Smoothie avanzaba con determinación, su altura le permitía ver por encima de la mayoría de la vegetación.
Amélie, desde su escondite, observaba los movimientos de los invasores. Su conexión con la naturaleza le permitía sentir dónde estaban, pero se resistía a usar activamente sus poderes.
—Uso de habilidades podría revelar la ubicación de Amélie —razonó en voz baja—. Estrategia actual: observar y evitar detección.
Sin embargo, a medida que los piratas se acercaban a su posición, Amélie notó que las plantas a su alrededor reaccionaban instintivamente, moviéndose sutilmente para ocultarla mejor.
Smoothie, con sus agudos sentidos, notó el movimiento inusual de la vegetación.
—Por ahí —ordenó a un grupo de piratas, señalando en la dirección de Amélie.
El corazón de Amélie se aceleró, una reacción fisiológica que reconoció como miedo.
—Probabilidades de detección aumentando. Amélie debe considerar opciones de escape.
Mientras los piratas se acercaban, Amélie comenzó a moverse sigilosamente, utilizando su conocimiento de la jungla para evitar ser detectada. Las plantas parecían cooperar, creando pasajes ocultos y camuflando sus movimientos.
Smoothie, frustrada por la elusividad de su objetivo, decidió cambiar de táctica.
—Si no podemos encontrarla, la haremos salir —declaró. Sacando una botella de su cinturón, comenzó a exprimir el líquido inflamable que contenía sobre la vegetación.
—Quemen la jungla —ordenó—. Veremos cuánto tiempo puede esconderse cuando su precioso bosque esté en llamas.
Amélie, sintiendo el peligro inminente, se encontró en un dilema.
—Fuego amenaza el ecosistema. Intervención podría revelar la posición de Amélie. No intervenir resultaría en daño extensivo a la flora y fauna.
Mientras los piratas comenzaban a encender fuegos en diferentes puntos de la jungla, Amélie tuvo que tomar una decisión. ¿Seguiría oculta, protegiendo su secreto pero arriesgando la destrucción de la isla? ¿O usaría sus poderes para proteger la naturaleza, revelando así su presencia?
La jungla esperaba, tensa, la decisión de Amélie, mientras el humo comenzaba a elevarse hacia el cielo, señalando el inicio de una batalla que podría cambiar el destino de la isla y de Amélie para siempre.
El humo se elevaba hacia el cielo, y Amélie podía sentir el dolor de la naturaleza como si fuera suyo propio. La conexión que compartía con las plantas y los árboles se intensificó, enviando oleadas de angustia a través de su cuerpo.
—Dolor... Amélie siente dolor —murmuró, su voz quebrándose por primera vez. Las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas, una experiencia nueva y desconcertante para ella.
La jungla ardía, y con cada árbol que caía, cada planta que se marchitaba, Amélie sentía como si una parte de ella misma estuviera siendo destruida. Su mente analítica luchaba por procesar la avalancha de emociones que la invadían.
—Sufrimiento de la naturaleza supera los parámetros aceptables —dijo entre sollozos—. Amélie debe... Amélie debe actuar.
Sin poder contenerse más, Amélie salió de su escondite. Con lágrimas aún corriendo por su rostro, extendió sus manos hacia el fuego que se propagaba.
—¡Paren! —gritó, su voz cargada de una emoción que nunca antes había expresado—. ¡Por favor, paren!
Smoothie y sus piratas se detuvieron en seco, sorprendidos por la repentina aparición de la mujer que buscaban.
Amélie, sin importarle ya el peligro, se concentró en la naturaleza que la rodeaba. Las plantas respondieron a su llamado, creciendo a una velocidad asombrosa. Enredaderas y lianas se extendieron, sofocando las llamas. Árboles jóvenes brotaron del suelo, reemplazando a los caídos.
—Amélie suplica... detengan la destrucción —dijo, mirando directamente a Smoothie con ojos llenos de lágrimas y determinación—. La naturaleza no es un arma. Es vida.
Smoothie, impresionada por el espectáculo de poder ante ella, levantó una mano para detener a sus hombres.
—Así que aquí estás —dijo, su voz mezclada con asombro y cautela—. Ciertamente, eres más de lo que esperábamos.
Amélie, aún rodeada por plantas que se movían protectoramente a su alrededor, intentó recuperar su compostura habitual.
—Amélie no entiende el propósito de esta destrucción. Solicita explicación y cese inmediato de hostilidades.
Smoothie dio un paso adelante, su imponente figura contrastando con la apariencia frágil pero determinada de Amélie.
—Venimos en nombre de Big Mom. Tu poder es... impresionante. Ella desea que te unas a su tripulación.
Amélie procesó esta información, sus ojos aún húmedos por las lágrimas.
—Unirse a una tripulación pirata no es una opción viable para Amélie. Amélie debe declinar la oferta.
—Me temo que no es una oferta que puedas rechazar —respondió Smoothie, su tono volviéndose amenazante.
En ese momento, el suelo comenzó a temblar. Las plantas alrededor de Amélie se agitaron, como si percibieran un nuevo peligro. Del océano, emergió una figura enorme: la ballena que habían visto antes.
Y sobre ella, de pie con los brazos cruzados y una expresión de furia contenida, estaba Jinbe.
—Me parece —dijo Jinbe con voz potente—, que es hora de que se marchen de esta isla.
La situación había dado un giro inesperado. Amélie, aún conmocionada por la intensidad de sus emociones, miró a Jinbe con una mezcla de alivio y preocupación. La batalla por su libertad estaba lejos de terminar, pero ahora, al menos, no estaba sola.
Smoothie entrecerró los ojos ante la aparición de Jinbe. La situación se había complicado, pero ella no estaba dispuesta a rendirse tan fácilmente.
—Jinbe —dijo con una sonrisa fría—, qué sorpresa encontrarte aquí. Pero me temo que esto no cambia nada. La chica vendrá con nosotros.
Amélie, aún con lágrimas en los ojos, miró a Jinbe y luego a Smoothie. Su voz tembló un poco cuando habló:
—Yo... yo no quiero ir con ustedes. Por favor, dejen la isla en paz.
Smoothie ignoró la súplica de Amélie y sacó un Den Den Mushi de su bolsillo.
—Última oportunidad. Ven con nosotros por las buenas, o tendré que llamar al resto de la flota.
Jinbe se colocó protectoramente frente a Amélie.
—No dejaré que te la lleves, Smoothie.
Amélie, sintiéndose un poco más segura con Jinbe allí, pero aún asustada, preguntó con voz suave:
—¿Por qué me quieren? Yo solo... solo quiero estar con mis plantas y mis amigos.
Smoothie, perdiendo la paciencia, activó el Den Den Mushi.
—Traigan el resto de la flota. Tenemos resistencia inesperada.
Jinbe se volvió hacia Amélie.
—¿Puedes usar tus poderes para proteger la isla?
Amélie asintió tímidamente.
—Creo que sí. Las plantas... ellas me escuchan. Pero tengo miedo de lastimar a alguien.
—No te preocupes —la tranquilizó Jinbe—. Solo necesitamos mantenerlos a raya hasta que podamos escapar.
Mientras el resto de la flota de Big Mom se acercaba en el horizonte, Amélie cerró los ojos y se concentró. Las plantas a su alrededor comenzaron a crecer y moverse, formando una barrera protectora alrededor de ella y Jinbe.
—Lo siento —murmuró Amélie a las plantas—. No quería que nadie saliera lastimado.
Smoothie, viendo que la situación se le escapaba de las manos, ordenó a sus hombres que atacaran. Pero por cada pirata que se acercaba, las plantas de Amélie los apartaban gentilmente pero con firmeza.
—¡Esto es asombroso! —exclamó Amélie, sorprendida por lo que podía hacer—. Nunca pensé que podría hacer algo así.
Jinbe sonrió, orgulloso de ver cómo Amélie usaba sus poderes.
—Lo estás haciendo muy bien. Ahora, tenemos que pensar en cómo salir de aquí.
Mientras la batalla continuaba, con Smoothie y sus piratas luchando contra la vegetación controlada por Amélie, la joven ninfa se volvió hacia Jinbe con ojos llenos de preocupación.
—Jinbe, ¿crees que Lucci vendrá a ayudarnos? Amélie lo extraño mucho.
Jinbe puso una mano reconfortante en el hombro de Amélie.
—No lo sé, pequeña. Pero por ahora, debemos confiar en nuestras propias fuerzas. ¿Estás lista para un viaje en ballena?
Amélie asintió, una pequeña sonrisa apareciendo en su rostro a pesar de la situación.
—Nunca he viajado en ballena antes. Suena divertido.
Mientras se preparaban para escapar, la flota de Big Mom se acercaba cada vez más. La aventura de Amélie estaba lejos de terminar, y su inocencia y poder serían puestos a prueba como nunca antes.
La situación había dado un giro inesperado. El hermano mayor de Smoothie, Katakuri, había aparecido de repente en el campo de batalla. Con su habilidad de la Fruta Mochi Mochi, había logrado atrapar a Jinbe en una masa pegajosa y constrictora.
Jinbe luchaba por liberarse, pero el mochi se apretaba más con cada movimiento.
—¡Amélie, huye! —gritó, su voz ahogada por la presión del mochi.
Amélie observaba la escena con ojos llenos de miedo y preocupación. Sus plantas se agitaban a su alrededor, reflejando su angustia interior.
—¡Jinbe! —exclamó Amélie, su voz quebrándose—. ¡Por favor, déjenlo ir!
Katakuri, con su imponente figura y su boca oculta por una bufanda, se acercó a Amélie.
—Tu amigo estará bien si vienes con nosotros —dijo con voz profunda y calmada.
Amélie miró a Jinbe, luego a Katakuri y finalmente a Smoothie. Las lágrimas volvían a asomar en sus ojos.
—Yo... yo no quiero que lastimen a Jinbe. Él es mi amigo. Es especial para Amélie.
Smoothie se acercó, una sonrisa triunfante en su rostro.
—Entonces ya sabes qué hacer, pequeña. Ven con nosotros y tu amigo quedará libre.
Amélie cerró los ojos por un momento, como si estuviera escuchando algo que solo ella podía oír. Las plantas a su alrededor se movieron suavemente, como si intentan consolarla.
—Está bien —dijo finalmente Amélie, su voz suave pero decidida—. Iré con ustedes. Pero tienen que prometerme que dejarán ir a Jinbe y que no harán más daño a la isla.
—¡No, Amélie! —gritó Jinbe, aún luchando contra el mochi—. ¡No lo hagas!
Pero Amélie ya había tomado su decisión. Se acercó a Smoothie y Katakuri, sus pasos lentos y vacilantes.
—Por favor, cumplan su promesa —suplicó.
Katakuri asintió solemnemente y, con un gesto de su mano, el mochi que aprisionaba a Jinbe comenzó a disolverse.
Amélie se volvió hacia Jinbe, quien ahora estaba libre pero débil por la lucha.
—Lo siento, Jinbe —dijo con una pequeña sonrisa triste—. No quiero que nadie más salga lastimado por mi culpa. Cuida la isla por Amélie, ¿sí? Y si ves a Lucci… —su voz se quebró un poco—, dile que lo siento y que... que lo extraño mucho.
Smoothie puso una mano en el hombro de Amélie.
—Es hora de irnos. Mamá estará ansiosa por conocerte.
Mientras Amélie era escoltada al barco de Big Mom, las plantas de la isla parecían inclinarse hacia ella, como despidiéndose. Jinbe, aún recuperándose, solo podía observar impotente cómo se llevaban a la joven ninfa.
En el barco, Amélie miró por última vez la isla que había sido su refugio.
—Adiós —susurró, una lágrima solitaria rodando por su mejilla—. Espero que estés a salvo, donde sea que estés, Lucci.
Y así, el barco zarpó, llevándose a Amélie hacia un destino incierto, dejando atrás a un Jinbe derrotado y una isla que lloraba la partida de su protectora.
❌❌❌❌
En la base del CP0, Lucci se encontraba en su habitación privada, revisando informes con su habitual expresión estoica. De repente, el pequeño Den Den Mushi encriptado que mantenía oculto comenzó a sonar. Con un movimiento rápido, Lucci cerró la puerta con llave antes de contestar.
—Habla —dijo con voz baja y tensa.
La voz de Jinbe sonó al otro lado, cargada de urgencia y pesar.
—Lucci, tenemos un problema. Es Amélie.
El rostro de Lucci se tensó imperceptiblemente.
—¿Qué ha pasado?
—Big Mom —respondió Jinbe, su voz mezclada con frustración—. Enviaron a Smoothie y Katakuri. Se la han llevado, Lucci. Amélie se entregó para salvarme.
Lucci cerró los ojos por un momento, su mente procesando rápidamente la información. Cuando los abrió de nuevo, había una fría determinación en ellos.
—Explícame todo, desde el principio —ordenó.
Jinbe procedió a relatar los eventos: la llegada de los piratas de Big Mom, cómo Amélie inicialmente se escondió, el intento de quemar la isla, y finalmente, cómo Katakuri lo había capturado y Amélie había decidido entregarse para salvarlo.
—Ella... ella me pidió que te dijera algo —añadió Jinbe al final, su voz suavizándose—. Dijo que lo sentía y que te extrañaba mucho.
Lucci se quedó en silencio por un momento, su rostro una máscara impenetrable. Pero por dentro, una tormenta de emociones amenazaba con desbordar su habitual control.
—Entiendo —dijo finalmente—. ¿Sabes hacia dónde se dirigen?
—Probablemente hacia Whole Cake Island, el territorio principal de Big Mom —respondió Jinbe.
Lucci asintió para sí mismo.
—Mantén tu Den Den Mushi cerca. Te contactaré pronto.
Tras cortar la comunicación, Lucci se quedó inmóvil, su mente trabajando a toda velocidad. Sabía que rescatar a Amélie del territorio de un Yonko sería prácticamente imposible, incluso para alguien de su nivel. Pero la alternativa de dejarla en manos de Big Mom era inaceptable.
En ese momento, alguien llamó a la puerta de su habitación.
—Lucci —era la voz de Kaku—. Tenemos una reunión de emergencia. Parece que hay movimientos inusuales en el territorio de Big Mom.
Lucci abrió la puerta, su rostro volviendo a su habitual expresión fría.
—Voy en camino.
Mientras seguía a Kaku hacia la sala de reuniones, Lucci sabía que estaba a punto de enfrentar la decisión más difícil de su vida. ¿Cómo podría rescatar a Amélie sin comprometer su posición en el CP0? Y más importante aún, ¿estaba dispuesto a arriesgarlo todo por ella?
La respuesta, se dio cuenta, ya la conocía. Ahora solo necesitaba un plan.
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