Capítulo 12. Una despedida dolorosa
—¡Lucci, ¿has visto lo mismo que yo?! —exclamó Kaku, entrando precipitadamente al camarote donde se encontraba su compañero.
Lucci, que estaba sentado en silencio tras regresar de su misión, permaneció en un estado casi catatónico. Su mente era un torbellino de pensamientos contradictorios. Se había jurado proteger a Amélie, pero ahora temía que los demás se hubieran dado cuenta.
—Ha podido... —comenzó Kaku, pero fue interrumpido bruscamente.
—¡Cállate, Kaku! —gritó Lucci, sobresaltando a Hattori, su fiel paloma—. Yo... ya no sé qué hacer.
—¿Qué quieres decir? —preguntó Kaku, confundido—. ¿Sabes algo que yo no sepa?
Lucci dudó por un momento. Kaku merecía saber la verdad. Después de todo, él también sentía admiración y empatía por Amélie. Tal vez juntos podrían protegerla mejor.
—El Gobierno Mundial teme que exista una ninfa capaz de comunicarse con la naturaleza —explicó Lucci con voz grave—. Si cae en manos equivocadas, especialmente de piratas, podrían obligarla a usar sus poderes para llegar a Laugh Tale o algo peor.
Kaku escuchaba atentamente, analizando cada palabra. Sus ojos se entrecerraron al darse cuenta de que esa habilidad sobrenatural coincidía con lo que acababan de presenciar en Amélie.
—¿Insinúas que ella...? —comenzó Kaku, pero no pudo terminar la frase.
—Y el Gobierno Mundial me ha ordenado eliminarla si encontrara a una superviviente —continuó Lucci, con pesar en su voz.
—Dios mío... —murmuró Kaku, dejándose caer en una silla—. Debe ser difícil para ti.
—Soy alguien que disfruta matando, y tú lo sabes mejor que nadie —confirmó Lucci—. Sin embargo, ella despierta en mí un sentimiento que nunca antes había experimentado. Eliminarla... me llevaría de vuelta a esa oscuridad que tan bien conozco.
Lucci se levantó y caminó hacia la pequeña ventana del camarote, observando el mar en silencio. Kaku lo miraba, expectante, esperando que su compañero continuara hablando.
—No puedo hacerlo, Kaku —dijo finalmente Lucci, con un tono de voz que su compañero nunca había escuchado antes—. No puedo matarla.
Kaku se puso de pie y se acercó a Lucci, colocando una mano sobre su hombro en señal de apoyo.
—Entonces, ¿qué vamos a hacer? —preguntó Kaku—. El Gobierno Mundial no se detendrá hasta encontrarla.
Lucci se giró para mirar a su compañero, sus ojos reflejaban una determinación feroz.
—Vamos a protegerla —declaró—. Pero necesitamos un plan.
En ese momento, alguien llamó a la puerta del camarote. Ambos agentes se tensaron inmediatamente.
—Adelante —dijo Lucci, recuperando su compostura habitual.
La puerta se abrió, revelando a Stussy, otra miembro del CP0.
—Lucci, Kaku, tenemos una reunión de emergencia en cinco minutos —anunció ella, con una sonrisa enigmática—. El Gorosei ha solicitado un informe inmediato sobre nuestra última misión.
Lucci y Kaku intercambiaron una mirada de preocupación. ¿Acaso el Gorosei había descubierto algo sobre Amélie?
—Estaremos allí —respondió Lucci con frialdad.
Stussy asintió y cerró la puerta tras de sí. Una vez solos de nuevo, Kaku se volvió hacia Lucci.
—¿Crees que sospechan algo?
—No lo sé —respondió Lucci—. Pero tenemos que estar preparados para cualquier cosa. Recuerda, Kaku, somos el CP0. Nuestra lealtad siempre ha sido incuestionable hasta ahora. Tendremos que ser más astutos que nunca.
Ambos agentes salieron del camarote, sus mentes trabajando a toda velocidad para idear un plan que les permitiera proteger a Amélie sin levantar sospechas. La reunión que les esperaba podría cambiar el curso de sus vidas y poner a prueba su lealtad como nunca antes.
Mientras caminaban por los pasillos del barco, Lucci murmuró:
—Pase lo que pase en esa reunión, no podemos dejar que descubran nuestras intenciones. La vida de Amélie depende de ello.
Kaku asintió en silencio, consciente de la magnitud de lo que estaban a punto de hacer. Desafiar al Gorosei y al Gobierno Mundial no era algo que se tomara a la ligera, ni siquiera para los miembros más élite del CP0.
Lucci y Kaku entraron en la sala de reuniones, donde ya se encontraban los demás miembros del CP0. La tensión en el ambiente era palpable después de su reciente misión en la isla donde se enfrentaron a Douglas Bullet y trataron de detener a Bonna Festa.
El Den Den Mushi de comunicación en el centro de la mesa cobró vida, y la voz grave de uno de los miembros del Gorosei llenó la habitación.
—Agentes del CP0, hemos recibido su informe sobre el incidente con Douglas Bullet y Bonna Festa. Sin embargo, hay rumores inquietantes sobre una anomalía durante el combate. Necesitamos más detalles al respecto.
Lucci mantuvo su expresión impasible mientras respondía:
—Señor, la situación fue caótica debido al poder de Douglas Bullet. Cualquier anomalía podría atribuirse a los efectos de su fruta del diablo.
Hubo un momento de silencio tenso antes de que la voz del Gorosei volviera a hablar:
—Entendemos. No obstante, se ha ordenado una investigación adicional en la isla. El vicealmirante Onigumo se unirá a ustedes para esta misión de seguimiento.
Kaku logró mantener la compostura, mientras Lucci respondió con voz firme:
—Entendido, señor. Cooperaremos plenamente con el vicealmirante Onigumo.
La comunicación se cortó, dejando a los agentes del CP0 en un silencio pesado. Stussy fue la primera en hablar:
—Parece que el Gorosei sospecha que hay más en esta historia. ¿Observaron algo inusual durante el enfrentamiento con Bullet?
Lucci miró fijamente a Stussy, su rostro era una máscara de frialdad.
—El poder de Bullet era extraordinario. Cualquier anomalía podría explicarse por ello.
Kaku intervino, tratando de desviar la atención:
—La presencia del vicealmirante Onigumo cambiará nuestra estrategia de investigación. Deberíamos empezar a planificar cómo procederemos.
Los demás agentes asintieron, y la reunión se centró en la logística de la nueva misión. Mientras discutían, Lucci y Kaku intercambiaron una mirada rápida. Ambos sabían que proteger el secreto de Amélie se había vuelto mucho más complicado.
Después de la reunión, Lucci y Kaku se retiraron a un rincón apartado del barco.
—Esto complica las cosas —murmuró Kaku.
Lucci asintió gravemente.
—Tenemos que encontrar una forma de proteger a Amélie sin levantar sospechas. La investigación de Onigumo podría revelar su existencia.
—¿Y si la sacamos de la isla antes de que lleguemos? —sugirió Kaku.
—Es arriesgado, pero podría ser nuestra única opción —respondió Lucci—. Necesitaremos ayuda... alguien que pueda moverla sin ser detectado.
Los dos agentes se quedaron en silencio, conscientes de que estaban a punto de cruzar una línea de la que no habría vuelta atrás. La llegada de Onigumo no solo ponía en peligro a Amélie, sino también sus propias posiciones en el CP0 y sus vidas.
Lucci y Kaku permanecieron en silencio por unos momentos, sopesando sus opciones. Finalmente, Lucci habló en voz baja:
—Tengo un contacto que podría ayudarnos. Es arriesgado, pero puede ser nuestra mejor opción.
Kaku lo miró con curiosidad.
—¿De quién se trata?
—Un ex miembro de los Piratas del Sol. Tiene experiencia en moverse sin ser detectado y no tiene conexiones con el Gobierno Mundial.
Kaku asintió lentamente.
—Es peligroso confiar en un pirata, pero en esta situación, podría ser nuestra única salida. ¿Cómo lo contactaremos?
—Tengo un Den Den Mushi encriptado. Lo haré esta noche, cuando los demás estén dormidos —respondió Lucci.
Mientras tanto, en la isla, Amélie se encontraba oculta en una cueva cerca de la costa. Después del caos causado por la batalla contra Douglas Bullet, había logrado escapar sin ser detectada. Sin embargo, sentía que su tiempo se agotaba.
Esa noche, mientras Lucci se preparaba para hacer la llamada, Kaku montaba guardia para asegurarse de que nadie los interrumpiera.
Lucci activó el Den Den Mushi encriptado y esperó. Después de unos momentos, una voz rasposa respondió:
—¿Quién diablos llama a esta hora?
—Jinbe —dijo Lucci en voz baja—, necesito tu ayuda.
Hubo un momento de silencio al otro lado de la línea.
—¿Lucci? Esto debe ser serio si me estás contactando.
Lucci procedió a explicar la situación de manera concisa, omitiendo detalles que pudieran comprometer a Amélie.
—Entiendo —dijo Jinbe después de escuchar—. Es arriesgado, pero puedo ayudar. Estaré en las coordenadas que me diste en 24 horas.
—Gracias —respondió Lucci, terminando la llamada.
Kaku, que había estado escuchando, se acercó.
—¿Y ahora qué?
—Ahora —dijo Lucci con determinación—, tenemos que prepararnos para la llegada de Onigumo y encontrar una forma de sacar a Amélie de la isla sin que nadie lo note.
A medida que el barco del CP0 se acercaba a la isla, Lucci y Kaku sabían que estaban a punto de enfrentar el desafío más grande de sus carreras. No solo tenían que engañar a sus compañeros y al vicealmirante Onigumo, sino también asegurar la seguridad de Amélie y mantener su propia cubierta.
La cuenta regresiva había comenzado, y el destino de la misteriosa ninfa pendía de un hilo.
A la mañana siguiente, el barco del CP0 atracó en la isla. El vicealmirante Onigumo llegó poco después en su propio navío. La tensión era palpable mientras los agentes del CP0 y los marines se preparaban para iniciar la investigación.
Lucci y Kaku intercambiaron una mirada discreta antes de dirigirse a la reunión de planificación. Onigumo, con su característico cigarro en la boca, los miró con suspicacia.
—Bien, señores —comenzó Onigumo—, quiero un informe detallado de todo lo que ocurrió durante el enfrentamiento con Douglas Bullet. No omitan nada.
Mientras Stussy comenzaba a relatar los eventos, Lucci pensaba en cómo podrían distraer a todos el tiempo suficiente para que Jinbe pudiera sacar a Amélie de la isla.
—Hubo un momento durante la batalla —intervino Lucci—, en que Bullet pareció perder el control de sus poderes. La isla entera tembló y vimos fenómenos inexplicables.
Onigumo entrecerró los ojos.
—¿Qué tipo de fenómenos?
—Plantas que crecían a velocidades imposibles, el mar que parecía cobrar vida propia —explicó Lucci, mezclando verdades con medias verdades.
Kaku, captando la estrategia de Lucci, añadió:
—Sí, fue como si la naturaleza misma respondiera al caos de la batalla. Pensamos que podría ser un efecto secundario del poder de Bullet.
Onigumo pareció considerar esta información.
—Interesante. Quiero que me muestren exactamente dónde ocurrieron estos fenómenos.
Mientras tanto, en la cueva donde se ocultaba Amélie, la joven ninfa sentía una creciente inquietud. Podía percibir la presencia de más personas en la isla, y la naturaleza a su alrededor le susurraba advertencias.
De vuelta en la investigación, Lucci y Kaku guiaron al grupo hacia el área opuesta de donde se encontraba Amélie, esperando ganar tiempo.
A medida que el día avanzaba, la ansiedad de Lucci y Kaku crecía. Sabían que Jinbe llegaría pronto, pero necesitaban crear una distracción para poder escabullirse y ayudar a Amélie.
Fue entonces cuando Kaku tuvo una idea. Aprovechando un momento de distracción, usó sus habilidades de la fruta del diablo para crear una ilusión en la distancia, algo que parecía ser una figura misteriosa adentrándose en la jungla.
—¡Allí! —gritó Kaku, señalando la ilusión—. ¡Vi algo moverse entre los árboles!
Onigumo inmediatamente ordenó a un grupo que investigara, mientras él y otros se quedaban atrás.
Lucci, captando la oportunidad, sugirió:
—Kaku y yo podemos rodear el área por el otro lado, para asegurarnos de que no escape.
Onigumo asintió, dándoles permiso para separarse.
Una vez fuera de la vista, Lucci y Kaku se apresuraron hacia la ubicación de Amélie. El tiempo se agotaba, y sabían que esta podría ser su única oportunidad de salvarla.
Mientras Lucci y Kaku se apresuraban hacia la cueva, Amélie permanecía oculta en su interior, tal como Lucci le había indicado. Sus pensamientos vagaban constantemente hacia él, recordando vívidamente sus últimas palabras antes de separarse:
—Amélie, escúchame bien —le había dicho Lucci con una intensidad en su mirada que ella nunca antes había visto—. Pase lo que pase, quédate en esta cueva. No salgas por ningún motivo hasta que yo venga por ti. Prométemelo.
Ella había asentido, con el corazón acelerado, sintiendo el peso de la preocupación en la voz de Lucci.
—Lo prometo —había susurrado.
Ahora, sentada en la penumbra de la cueva, Amélie abrazaba sus rodillas, echando de menos la presencia reconfortante de Lucci. A pesar de su fría exterior, él había mostrado una gentileza y protección hacia ella que nunca esperó de un agente del CP0.
Cerró los ojos, recordando los momentos que habían compartido durante la caótica batalla contra Douglas Bullet. Cómo Lucci la había protegido, cómo había arriesgado su propia posición para mantenerla a salvo.
—Volveré por ti —le había prometido—. No importa lo que pase, te mantendré a salvo.
Amélie sintió que las plantas alrededor de la entrada de la cueva se agitaban, respondiendo a sus emociones. Respiró profundamente, tratando de calmarse para no llamar la atención involuntariamente.
De repente, escuchó pasos acercándose. Su corazón dio un vuelco. ¿Sería Lucci? ¿O alguien más la había descubierto?
Contuvo la respiración, preparándose para lo que fuera a suceder. Las plantas en la entrada de la cueva se tensaron, listas para actuar en su defensa si fuera necesario.
Los pasos se detuvieron justo fuera de la cueva. Amélie aguardó, con una mezcla de esperanza y temor. Entonces, una voz familiar rompió el silencio:
—Amélie, soy yo. Puedes salir.
Era Lucci. El alivio inundó su cuerpo mientras se apresuraba hacia la entrada de la cueva. Allí estaba él, con Kaku a su lado, ambos con expresiones de urgencia en sus rostros.
—Lucci —susurró ella, luchando contra el impulso de abrazarlo—. Estaba tan preocupada.
—No hay tiempo para explicaciones ahora —dijo Lucci, su voz suave pero firme—. Tenemos que moverte. ¿Confías en mí?
Amélie asintió sin dudarlo.
—Con mi vida.
Lucci extendió su mano hacia ella.
—Entonces, vamos. Hay alguien esperando para llevarte a un lugar seguro.
Mientras Amélie tomaba la mano de Lucci, sabía que su vida estaba a punto de cambiar para siempre. Pero con él a su lado, se sentía capaz de enfrentar cualquier desafío que el destino les deparara.
—Lucci ha vuelto —dijo Amélie, su voz monótona pero con un leve temblor que delataba su emoción contenida.
Lucci, manteniendo su tono serio pero con un matiz más suave, respondió:
—Amélie, debemos movernos ahora. La situación ha cambiado.
Amélie asintió, procesando la información.
—Entiendo. Una nueva variable implica un cambio en el plan original. ¿Cuál es el siguiente paso lógico?
—Vamos a encontrarnos con alguien que te llevará a un lugar seguro —explicó Lucci—. Necesitamos movernos en silencio y con rapidez.
Amélie analizó la situación por un momento.
—Eficiencia y sigilo. Entendido.
Mientras se movían por el bosque, Amélie mantuvo un paso constante y silencioso, su mente trabajando para procesar los cambios en su entorno. De vez en cuando, sus ojos se detenían en ciertas plantas, como si estuviera catalogándolas mentalmente.
Al llegar a la cala oculta, Amélie vio a Jinbe y se detuvo, su cuerpo tensándose ligeramente ante la nueva presencia.
—Un gyojin —observó Amélie, su voz baja y analítica—.Capacidad de navegación superior. Una elección lógica para un escape marítimo.
Lucci se acercó a Amélie, manteniendo una distancia respetuosa.
—Jinbe te llevará a un lugar seguro. Yo no puedo ir contigo ahora.
Amélie procesó esta información, sus ojos moviéndose rápidamente entre Lucci y Jinbe. Después de un momento, habló:
—La separación es... necesaria. Pero no deseada.
Lucci, entendiendo la dificultad de Amélie para expresar sus emociones, asintió.
—Nos volveremos a ver. Es una promesa.
Amélie miró fijamente a Lucci, como si estuviera memorizando cada detalle de su rostro. Finalmente, dijo:
—Amélie esperará. Amélie confiará en Lucci.
Con un movimiento fluido, Amélie se subió a la espalda de Jinbe. Mientras se alejaban, mantuvo su mirada fija en Lucci, sus dedos moviéndose en un patrón que solo él entendería: un silencioso "te quiero".
Lucci y Kaku observaron cómo desaparecían en la distancia, conscientes del peso de sus acciones.
—Vamos —dijo finalmente Lucci—. Tenemos que volver antes de que sospechen.
Y así, los dos agentes del CP0 regresaron al campamento, llevando consigo el secreto de su acto de compasión y rebelión, mientras Amélie se enfrentaba a un nuevo capítulo en su vida, analizando cada detalle del camino que tenía por delante.
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