🌿Vida
Los días pasaban y pesaban en nuestros cuerpos, pero siempre con felicidad.
Nuestra relación iba con tranquilidad, y para ser la primera, se sentía bastante madura. Tanto Victor como yo teníamos nuestros ideales claros, metas y sueños, los cuales no dejaríamos por el otro.
El amor parecía desbordar de su nivel máximo, y como nunca, me sentí terriblemente idiota. Estar con Victor era lo más precioso que la vida jamás me había dado hasta ahora. Por ello, comenzamos a crear recuerdos poco a poco, los cuales serían cosas que aunque nuestros corazones se separaran, quedarían como un recuerdo tatuado en nuestra mente.
Uno de estos fue exactamente el día de mi cumpleaños número dieciocho.
29 de noviembre.
Victor y yo nos dejamos llevar por el placer que producía esconderse bajo las sábanas, de un beso con caricias obscenas, poner oído sólo a los jadeos del otro.
De abrir los ojos y encontrar el rostro de tu amado queriendo por ti y por nadie más.
Aunque, después de aquello, estuvimos al rededor de dos semanas creyendo que Victor esperaba un bebé, terminó siendo una torpe paranoia.
Pero uno va creciendo ascendentemente hasta el punto en el que tu mente cambia y aquello te lleva a cambiar esos pensamientos que tenías cuando eras un simple adolescente.
Por ello, cuando ambos portábamos veintitrés años, terminamos nuestras carreras universitarias.
Victor egresó como Kinesiólogo y yo como Ingeniero en Finanzas.
Nuestras familias veían una extraña dupla en nosotros, y es que la manera en la que nos complementábamos no era común.
Nadie realmente comprendía como es que las cosas funcionaban de tal forma, con tanto amor. Pero la verdad era, que ambos habíamos guardado todo ese cariño para entregarlo a la persona indicada, pasando por sobre los "destinados", que no era más que un cuento romántico.
Con el pasar del tiempo, ambos tomamos la decisión de "volar del nido" para formar el nuestro.
Meses de búsqueda por nuestro hogar soñado. Esto nos llevó a tener conflictos.
¿De un solo piso? ¿Tal vez dos pisos? ¿Con balcón? ¿Ático? ¿Cuántos baños? ¿Con habitación de invitados? ¿Antejardín y patio? ¿Cuánta capacidad de estacionamiento?
Todo era tema de discusión en su momento, pero aquello termina cuando tienes la llave en mano para abrir la puerta de lo que es tu hogar.
Tenemos recuerdos hermosos del momento de la mudanza.
Victor cargando cajas con aquella característica sonrisa que jamás podría olvidar, aunque los años me pesaran, mi cuerpo se volviera débil, arrugado o la mente se volviera tan frágil como una sábana blanca, su sonrisa seguiría invicta en mi memoria.
También recuerdo poner su cuerpo sobre una pequeña isla ubicada en medio de la cocina, y con los rostros sudados y polvorientos, nos besamos.
Un beso lleno de satisfacción y esfuerzo.
Nuestra vida parecía totalmente completa, pero siempre hay un pero y no exactamente de mala manera.
El lugar era algo frío, por lo que intentaba aferrar el cuerpo de Victor hacia mi pecho poniendo una mano en su hombro.
—Bueno chicos, es un hecho que se apresuraron demasiado en venir hasta aquí, pero hemos podido hacer algo.
—Lo siento, algo me decía que debía venir... estamos conscientes de que ha pasado muy poco tiempo —replicó Victor con algo de diversión en su tono de voz.
—Está bien, es comprensible —dijo encendiendo una pantalla—. Bien, ¿ven aquellas cositas que están allí?
—¿C-cositas? —pregunté mirando a Victor, el cual no dejaba de mirar la pantalla.
—S-sí.
—Aquello indica que son mellizos.
La manera seca en la que el ginecólogo habló, nos había dejado sin aire.
Tomamos lo que nos correspondía, nos despedimos cordialmente y salimos del lugar.
Habíamos visto distintas reacciones en parejas que esperaban bebés, pero en definitiva, no había reacción en nosotros.
—Son dos, Yuuri... son dos.
—Lo sé, cariño —pasé mi mano por su cabello, peinándolo con suavidad.
—¿Por qué no sé qué decir?
—No estoy seguro —atraje su cuerpo al mío en un abrazo cálido—. Tal vez tenemos miedo de no lograrlo.
—Quiero ser suficiente para los tres.
—¿Me estás incluyendo con los bebés? —pregunté con un aire más feliz.
—Siempre serás mi bebé grande —susurró con un leve sollozo.
—Eso es cierto.
Nos quedamos junto a nuestro auto, en medio del estacionamiento, abrazados.
Iba a ser difícil, pero nunca nadie nos dijo que sería fácil.
⚄Continuará
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¡Hora de elegir los nombres de los bebés!
Deje su comentario aquí con un nombre que les agrade, independiente del género de los niños o niñas, los más votados se irán con la decisión❤.
•♡•
Pues sí, en parte este es el último capítulo, ya que el siguiente es el epílogo...
Gracias por tanto, no podría quererlos más.
PD: Y por si se lo preguntaban, a Victor le creció el cabello❤.
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