III•LUKA•



LUKA

Me levanto de esta cama de mala gana con el fastidio que procede a una sesión de sexo mediocre con una chica cualquiera. Busco mi ropa en el suelo y meto ambas piernas en los pantalones. La chica semidesnuda que yace en su cama se incorpora un poco y habla.

—¿Te vas, amor? —su voz suena en un susurro que me produce irritación.

—No me digas así, Annie. Tu y yo no somos nada —espeto.

La chica abre mucho sus ojos y se tapa con la sábana tratando de rescatar un poco de su dignidad. Igual a todas.

—Creí que...

—Creíste mal —interrumpo—. Ni somos ni seremos nada. Esto fue simplemente sexo y ya se acabó.

—Estás ardido porque la zorra pelirroja te dejó —ataca. Sus ojos se cristalizan y la miro con desdén.

—Una zorra a la que no le llegas ni a los talones, Annie. Adiós.

Acabo de colocarme mis zapatos y salgo de allí con la necesidad de encerrarme solo en mi habitación.

Dos semanas.

Han pasado quince días desde que terminé con Lucy y aún me molesta pensar en lo que pasó. Quisiera decir que no me importa, que ya llegará otra chica más adelante, o que la odio por hacerme lo que me hizo.

Pero no puedo.

Estaba enamorándome de ella, de todo lo que ella es y ahora verla en la lejanía me duele. Cuando leí en un grupo que Luciana era amiga de Karen y que todo lo que había hecho conmigo era una especie de "trago de su propia medicina", no lo quería creer. Deseaba con todo el corazón que eso solo fuera un chisme elaborado de Katherine nacido del rencor que me tiene por lo que pasó entre nosotros. Cuando fui a hablar con Lucy, esperaba que de alguna manera desmintiera todo, pero me bastó mirarla a los ojos y verla en compañía de Karen para saber que todo era verdad.

Fue chocante porque Lucy siempre fue tan auténtica y real. Sus muestras de cariño se sentían tan llenas de amor. Cuando me dijo que sí quería ser mi novia y una lágrima salió de sus ojos, asumí que era porque estaba emocionada; pero no, era porque realmente no quería estar conmigo.

Admito que, aunque deseaba que fuera mentira, también consideré el caso de que fuera cierto y tenía la leve esperanza de que me dijera que todo había sido un juego al comienzo, pero que ahora me quería y que lo íbamos a solucionar. Pese a todo eso, yo estaba dispuesto a seguir con ella, a arreglar las cosas y empezar de cero, no me interesaba lo que los demás dijeran y por eso no pensaba rechazarla si resultaba que había empezado conmigo como parte de un juego. Pero todo salió al revés.

No había querido enamorarme de una chica por el temor de que algo así pasara y con Lucy... realmente imaginé que podía ser amor. Quería hacerla feliz y hacer todo lo que no hago por ninguna otra. Estaba tan elevado con la ilusión, que me estrellé contra el suelo con la decepción. Y vaya que dolió.

No demostraré al mundo lo mucho que me afectó, prefiero evitar esas posibles miradas de compasión que tanto detesto, pero aún quiero tanto a Lucy que no puedo inventar algo haciéndola quedar mal, así que solo dejé que los chismes se hicieran solos. La versión real es uno de los rumores que corre, pero las publicaciones o chismes de Katherine y de Penélope no tienen más validez que mi palabra para nadie y cada vez que me preguntan, solo digo que no funcionó.

Tratando de evitar su mirada se han pasado los días, pero aun así compartimos varias clases y no es sencillo estar en el mismo salón que ella y no poder acercarme. Es algo hipócrita e irónica la situación, considerando que yo le estaba haciendo lo mismo en un principio a ella con el tema de la apuesta con Kathe y sé que debí decírselo al final, pero no haberlo hecho guarda un poco más de mi casi perdido orgullo.

Puede que se entere, puede que no. Realmente ya no importa.

Cuando tocas el cielo con una persona, duele increíblemente volver al suelo y más cuando prácticamente te empuja y caes en picada.

Aún me cautiva su sonrisa y deseo que sea feliz y, aunque me pese decirlo, lo es sin mí. Quería ser quién estuviera a su lado tomándole la mano y caminando junto a ella por los pasillos del colegio, y saber que no puede ser, es duro.

Mi pseudo relación con Annie inició ese día nefasto en que hablé con Luciana porque la necesité para guardar un poco de dignidad frente a ella y frente a Karen, porque sé que ella sí sabe la verdad; todo fue gracias a ella después de todo.

Estuve un par de veces con Annie luego de ese día, infortunadamente luego me enteré de que ella misma fue la que hizo llegar a Katherine los chismes sobre la amistad de Luciana con Karen y el supuesto plan de enamorarme. Si ella pensaba que revelando al mundo que me estaban usando era una manera de enamorarme, se equivocó estrepitosamente y por eso, hoy es la última ocasión en que me levantaré de su cama.

La vida sigue corriendo y el tiempo no se va a devolver ni a detener, y lo que sea que pudo ser con Luciana, pero no fue, ya quedó en el pasado. Sin embargo, verla tan ajena a mí cuando hace tan poco la podía besar con toda la confianza del mundo, me hace añorar con fuerza su compañía aún después de lo que pasó. Hoy es viernes y me han invitado a dos fiestas, he declinado ambas. No tengo humor festivo y menos justo ahora.

Espero que esto de los amores salga mejor cuando esté en la universidad —al menos cuando salga del colegio— porque ahora, en este momento, no quiero saber nada de eso.

Suena el timbre de la última clase y me apresuro a salir, no quiero ser abordado por Katherine que ha estado insistiendo en que retomemos nuestro casi noviazgo. Sobra decir que le he dicho que no; al menos por ahora. Las acciones de Luciana no son su culpa, pero haber hecho todo público sí que es responsabilidad suya y por más hermosa que sea, no puedo evitar ese rencor en mi corazón cada vez que la veo.

Cruzo la salida del estacionamiento con mi maleta en la espalda. El día está soleado y a varios metros veo una mata de cabello roja y distintiva que resalta en la multitud, va de gancho con su amiga de cabellos negros, hablando y riendo. Sin pensarlo me encuentro a mí mismo mirándola fijamente, siguiendo sus movimientos y sintiendo una punzada de dolor en el pecho.

Entonces se desvía del camino para subir al autobús hacia la izquierda donde se encuentra el chico que vi en la feria que decía ser su vecino y un muchacho mayor de cabello rojizo que asumo que es su hermano. Llegan hasta ellos y el chico le sonríe abriéndole los brazos, ella se cuelga de su cuello y lo besa con un entusiasmo mayor a cualquiera que haya sentido conmigo.

Frunzo el entrecejo incapaz de ignorarlos. Su amiga se agarra de gancho con su hermano y ella se va de la mano del pelinegro. Aprieto la mandíbula hasta que me resulta doloroso por el pensamiento contradictorio de que me alegra que sea feliz, pero me emputa que sea con él.

Siento unas manos en mis hombros haciendo que rompa el contacto y retome el cauce de mis emociones para ver a la rubia sonriente que casi me come con la mirada cuando se ubica frente a mí.

—Hola, Luka —deja un beso en mi mejilla y resisto el impulso de limpiarme con la mano.

—Hola, Kathe.

—Vamos a la fiesta de Harold hoy —propone con voz suave. Se acerca a mi oído y me susurra—. Quiero distraerme hoy y quiero que estés conmigo.

Desvío la mirada una vez más hacia donde veía a Lucy hace un momento, ya están casi una calle alejados del colegio, el chico le pasa el brazo por los hombros y ella lo besa de nuevo. Respiro hondo y concentro la atención en la rubia.

—Claro, linda. Vamos.


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