I •TOTÓ•
TOTÓ
La somnolencia en la que me encuentro es añadida como único motivo para no entender la pregunta que Lucy acaba de hacerme. Parpadeo varias veces tratando de buscar en mi memoria reciente la frase que mi amiga escupió con ira para saber qué contestarle, pero no la encuentro; así como entró por un oído, salió por otro.
—¿Qué? —inquiero, tratando de calmar a la chica furiosa con un tono amable.
—No se te ocurra mentirme más, Totó —sisea.
Los ojos de Lucy destilan enojo, frustración e incluso me atrevería a decir que se sienten traicionados. Pero no entiendo por qué, es extraño que haya llegado a esta hora a gritar de esa manera.
—No te entiendo, Lucy —exclamo con sinceridad. Sus manos se ubican a ambos lados de su cadera y su frente se pobla de arrugas de frustración.
—Tú fuiste su novia y lo engañaste —espeta—. Eso no me lo habías dicho.
Mi mente regresa al tiempo en que salí con Luka, no encuentro el escenario en que eso supuestamente pasó. Mi relación con él duró un par de meses, lo que recuerdo es que luego de que se acostó conmigo lo divulgó y ahí quedó todo. Sin embargo, Lucy está convencida de que eso es un hecho: que lo engañé, lo que no sé es qué pudo haberle dicho el imbécil ese para que creyera eso.
—Eso es mentira, no sé de qué...
—¡Deja de mentirme! —Su voz resuena en la solitaria calle. La veo apretar sus puños y un deje de miedo se instala en mi pecho—. Te besaste con un compañero de su equipo cuando ya eran novios.
Un click llega a mi cerebro rememorando ese pequeño episodio de mi vida, donde pensé que a nadie le importaría o nadie se habría enterado de ese diminuto malentendido inocente...
En un club campestre de la ciudad hay dos piscinas y los del equipo de Luka, con el consentimiento de la preparatoria, entrenaban allí cada fin de semana. Yo iba cada que podía por acompañar a Luka —aún antes de salir con él— y ese no era la excepción. Uno de los compañeros, Kellan, estaba incapacitado ese día, pero había ido a apoyar a los demás. Cuando el entrenamiento acabó, Kellan, otra chica y yo esperamos en la entrada del club mientras todos se cambiaban para irnos.
Kellan y yo meses atrás habíamos salido un par de veces, pero siempre en plan amistoso, nada raro, es un chico muy amable y gentil; había sido buen amigo mío desde la primaria, al igual que Luka.
Él es dos años mayor que yo, pero iba atrasado en el colegio. Había una chica que le gustaba: Lauren. Ella no le ponía demasiada atención y yo era su confidente, me sentía mal por él porque lo consideraba muy buena persona, pero nada podía hacer. Kellan es alto y apuesto, eso nunca se lo negué y en mi opinión tenía también muy buen corazón, de no haber estado yo enamorada de Luka por tanto tiempo, quizás habría surgido algo a su lado.
Pocos sabían de mi relación con Luka pues no llevábamos tanto tiempo y como apenas estábamos entrando en la etapa de las citas, no éramos sumamente demostrativos en público.
Esa tarde, como tantas otras, le estaba diciendo que dejara a Lauren y siguiera con su vida, que si no lo aceptaba, era ella quien se lo perdía. Los consejos de siempre, solo que esa vez, fue diferente. El pobre estaba tan triste por el rechazo de la chica que tomó una ligera mala decisión que me incluía.
Yo entendía que al ser yo su buena amiga, iba a agarrarse a mí para que no le doliera tanto lo de Lauren, pero no lo hizo de la mejor manera. Le tenía buena confianza a Kellan, al caminar me colgaba a su brazo o a veces él me abrazaba amistosamente mientras estábamos en cualquier sitio, por eso no me extrañó que pasara su brazo sobre mi hombro en la entrada del lugar, era normal. Sin embargo, el rango de normalidad se fue en picada cuando ladeó su cara y me besó.
Fue tan inesperado que ni siquiera me dio el tiempo de asimilarlo pronto para alejarlo. Solo me quedé ahí, quieta, con los ojos cerrados, sintiendo sus labios sobre los míos, fríos y también quietos. Mi sorpresa fue lo suficientemente larga como para que él llegase a pensar que de hecho le estaba correspondiendo. Mis manos se agarrotaron en su lugar mientras las suyas me rodeaban, fueron varios segundos, pero se sintieron como largos minutos.
Cuando el beso terminó, abrí mis ojos, medio pasmada y medio avergonzada; no había sido yo la del error, pero él era mi amigo y no deseaba hacerlo sentir mal, así que no me exasperé, sino que intenté comprender y ser amable con él. Intenté sonreírle.
—Lo siento... —musitó.
Me solté suavemente de su abrazo y él bajó sus manos hasta ponerlas en sus bolsillos. Disimuladamente pasé mis dedos por mis labios en un fallido intento de borrar esos últimos segundos. Kellan se ruborizó y evadió mi mirada. Aclaré la garganta y di un corto paso hacia atrás.
—Estoy saliendo con Luka —confesé—. Yo... lamento lo de tú y Lauren, pero... —No encontraba las palabras correctas. Me sentía muy incómoda; Kellan era amigo de Luka y amigo mío y de verdad odiaría hacerlo sentir culpable, pero lo que había hecho estaba realmente mal—. No debiste hacer eso.
—No lo sabía —se excusó—. Tienes razón, no debí hacerlo... —Bajó su voz hasta casi un susurro—. Perdóname.
—No pasa nada —respondí, con la vista en otro lado que no fuera su mirada—. No pasó nada.
No dijimos nada por los siguientes cinco minutos hasta que Luka y el equipo salieron. Luka me abrazó por detrás y caminamos a casa. Lo ocurrido con Kellan fue un accidente, un malentendido y un error, fue tan simple y tan inocente que decidí no decírselo a Luka porque estaba muy ilusionada con él, llevaba mucho tiempo suspirando en su nombre y que quisiera salir conmigo fue una gran fortuna en su momento, no quería dañar eso antes de que realmente comenzara.
Luka no actuó diferente después de eso, nada que me hiciera pensar que algo le molestaba o le incomodaba; siguió hablando con Kellan normal y conmigo era más cariñoso cada día. Y no es que sea relevante, pero Kellan se cambió de preparatoria ese año y no he vuelto a saber de él, aunque sí he de admitir que luego de ese día las cosas no fueron igual de naturales en nuestra amistad.
Al caer en cuenta de que lo que dice Lucy es —aunque sacado de contexto— cierto, mis ojos se abren de par en par, dejando de lado cualquier somnolencia. Asimilo rápidamente que Luka lo supo todo el tiempo, sea porque le contaron o porque lo vio, aunque nunca me hizo el reclamo ni antes ni después de todos nuestros incidentes... Aun así, y bajo cualquier contexto, un beso accidental no es motivo suficiente para lo que Luka me hizo luego. Yo no lo humillé de ninguna manera posible, así que no es justificable.
Volviendo mis ojos a Lucy, que espera alguna respuesta, frunzo el entrecejo y le respondo.
—Él nunca me dijo nada —me explico—. Fue un malentendido, yo...
—¿No crees que es algo que debiste haber mencionado? —interrumpe.
—Luka nunca...
—Toda esta mierda la hice por ti —interrumpe en un jadeo molesto—. Pensé que era un hijo de puta por haber jugado contigo, pero tú lo hiciste primero con él. —Hago el intento de decir algo, pero con su mirada y voz me lo impiden, casi no toma aire para seguir escupiendo rencor—. ¡Es un puto mujeriego porque tú lo engañaste! ¡He sido una maldita con un chico que no se lo merece!
—Sí se lo merece —objeto en un segundo en que se detiene a tomar aire, sintiéndome ofendida porque lo defienda—. Ha jugado con muchas además de mí. —Se acerca de dos zancadas y retrocedo un poco sin quitarle la mirada.
—¡Por tu culpa! ¡No sería así si no hubieras hecho eso! ¡Él te quería, imbécil!
Paso de sus insultos para entender lo que me importa de esa frase. Siempre pensé que Luka no me quiso y que sólo me había invitado a salir por saldar la apuesta con sus amigos y, aunque mantengo que eso no lo justifica, sí le da un significado diferente.
—Tú no puedes estar segura de eso, Lucy.
—Acaba de decírmelo —farfulla—. Me lo dijo justo después de decir que me quiere. ¿Ves el problema? Claro que no lo ves porque te vale un comino lo que pase. Pero ahora me quiere y le romperé el corazón a un chico por culpa de una mentirosa.
Sus palabras resuenan en un eco en mi cabeza y se sienten como una puñalada al corazón. Yo no sabía eso, nunca le tomé importancia al beso con Kellan porque no fue nada para mí, no significó nada. Ahora ella dice que Luka es así por mi culpa y por mi supuesto engaño, pero yo de verdad lo quería y si no le dije del beso a Luciana fue porque ni siquiera pienso en eso. Aparte de esta noche en que ella ha sacado el tema, ese recuerdo no había aparecido en mi mente ni una vez.
Lo de Luka ya no me duele porque ya no siento nada por él, pero lo que dice Lucy sí me hiere. Ella es mi única y mejor amiga, y ahora cree que la traicioné de la peor manera. Lo peor de todo es que la entiendo y no puedo decirle que se calme porque yo estaría igual si los papeles fueran al revés. Siento que los ojos se me inundan presagiando el llanto, pero trato de controlarlo para explicarle a ella cómo pasó todo.
—Lucy, no es así...
—Sí es así, Karen. —Que vuelva a usar mi nombre de pila es como un golpe más al corazón—. Él te quería, maldición. No sería el perro que es hoy en día si no la hubieras cagado y ahora no me querría si no te hubiera creído a ti lo que dijiste.
—Yo no te pedí que hicieras esto. —El enojo se mezcla con el dolor y mi mente se pone automáticamente a la defensiva—. Tú te ofreciste a hacerlo.
—¡Porque pensé que eras mi amiga y quería lo mejor para ti!
—¿Segura? —espeto, repentinamente furiosa y con ganas de discutir—. ¿No disfrutas estando con Luka? ¿No te encantan sus detalles, sus chocolates o la manera en que te trata? Se te nota que te gusta, no lo niegues, Luciana.
Guarda silencio y si bien debería arrepentirme por mis palabras, no lo hago. Puedo comprender que esté con la sangre en la cabeza, pero debería tener en cuenta que sigo siendo su amiga y no tratarme de esta manera. Y lo que dije es cierto.
—No voltees el juego para hacerme ver como la culpable, Totó. Se le romperá el corazón a un chico por segunda vez y todo por un "incidente" —Remarca la palabra y agudiza la voz para decirla— que olvidaste mencionar.
—¿El corazón? —farfullo con incredulidad. Mi cabeza olvida la discreción y mi boca empieza a hablar sola, en voz más alta de la que había usado—. ¡¿El corazón?! Por Dios, Luciana, él no puede quererte, ¡él no quiere a nadie!
Sus fosas nasales tiemblan y agacha un poco la cabeza sin dejar de mirarme, como un toro a punto de atacar; su cabello rojo se mece con el viento helado de la noche y algunos mechones se atraviesan por su rostro.
—Mientes —sisea—. Deja de mentirme para hacer ver mal a Luka.
—Pensé que eras más lista que eso, Luciana. —Suelto una risa sin gracia—. Ya que el chico enamorado se sinceró contigo, pregúntale. La voz popular de Crismain no miente, ¡dicen que te ilusionas con un caso perdido que solo busca chicas para saldar juegos! Pregúntale cuánto vales para él, para que sepas el precio que aceptó para invitarte a salir.
—¡MIENTES!
—No es mi problema si no me crees.
—Bien, es cierto —sisea—, asumamos por un momento que Luka está conmigo por algún tipo de juego o apuesta. Acabas de decírmelo en este instante únicamente, ¿por qué no me lo habías dicho antes, amiga? —ironiza la palabra—. Si tanto es tu aprecio, ¿qué te detuvo a prevenirme antes?
Me quedo sin qué decir de nuevo ante su mirada interrogante. No se lo había dicho porque no quería dañar el plan. Admito que fui egoísta al no hacerlo, pero pensé que Luciana se retractaría de todo si sabía de los chismes, si veía la relación con Luka como un caso perdido iba a abandonar todo y supuse que en caso de que todo fuera cierto, ella sabría defenderse, ella es más fuerte y segura que yo y asumí que no sería importante.
Lo acepto, me equivoqué, estuvo mal porque ella es mi amiga y realmente la quiero, pero solo pensé en mí y ahora me arrepiento. Sin embargo, ya es tarde, parece que lo que sea que no se ha dicho por parte de ambas crea un muro que nos aleja. Antes de que mis lágrimas salgan totalmente, se acerca hasta quedar a un palmo de distancia y con sus ojos rojos, a punto de llorar también, me habla de nuevo:
—¿Sabes por qué? Porque no eres una amiga de verdad —recrimina entre dientes, con la voz quebrada y la respiración agitada—. Me ocultaste cosas importantes y aunque sí, yo me ofrecí a hacer todo esto, lo hice por ti, creyendo que lo valías.
Un sollozo se me sale desde lo más profundo por el peso de sus palabras. Ella es especial y luego de tanto tiempo en que se ganó toda mi confianza y le conté todo de mi vida, no es fácil saber que me trata así.
Se gira y se dispone a irse, pero la tomo por el hombro para impedírselo. Cuando siente mi contacto se voltea bruscamente retirando mi mano con un fuerte movimiento que me lastima. Con sus ojos me dice que no me acerque, que no quiere ni verme.
—No digas eso, Lucy. Eres mi mejor amiga.
Una sonrisa socarrona adorna su cara seguida de un bufido.
—Tienes un concepto de la amistad muy diferente al mío.
—Lucy...
—¡No, Totó! —grita y para mi sorpresa se le escapa una lágrima, desencadenando así las mías—. Te considero una hermana, más que eso y me mentiste. —Hace el intento de acercarse a mí y parece querer golpearme, lo supongo por la furia en sus ojos y su voz ronca, pero un brazo la detiene, abrazándola.
—Mer, sube al taxi —pide Mike, rodeándola con sus brazos.
Veo cómo con sus puños agarra la camiseta de su amigo con fuerza, respira fuertemente y él le palmea la espalda por cinco segundos, entonces ella asiente y camina hacia el auto. El castaño gira hacia mí.
—No sé qué pasó —exclama, casi indiferente—, pero está muy alterada, dale espacio. —Su ceño está levemente fruncido y no me mira con la amabilidad que lo hacía ayer.
—Mike, yo no hice lo que ella piensa. Necesito hablar con ella...
—Karen... —susurra mi nombre, con algo de recelo pero con paciencia—, no es asunto mío, pero Luciana es como mi hermana y ella no se pone así por nada. Aunque no sé la versión de ninguna, ambas deben calmarse y luego veremos qué hacer, pero justo ahora no es momento de solucionar nada.
Me da una última mirada y se va hacia el taxi, lo veo subirse y el auto arranca. Mis lágrimas salen sin detenerse ahora, mis manos tiemblan por los nervios y por el frío de la noche, los sollozos se conglomeran en mi pecho dificultando mi respiración.
Mike tiene razón, en este momento no vale de nada intentar hablar con ella o con nadie, no me creerá nada y me insultará más y puede que yo haga lo mismo. No debí ocultarle lo de los chismes de Luka desde un comienzo, no debí decírselo tampoco justo cuando más alterada estaba, no debí haber tomado lo de Kellan como algo insignificante en su momento.
No debí hacer muchas cosas, pero ya nada puedo hacer y ahora mi mejor amiga me odia, Luka sufrirá y, por más que quiera repetirme lo contrario, es en buena parte mi culpa.
Con el corazón encogido, los ojos hinchados y la nariz tapada por los mocos que las lágrimas atraen, me voy a la cama, el dolor de cabeza se hace intenso y así trato —inútilmente— de conciliar el sueño. Las cosas se arreglarán, espero, pero esta noche no y no hay mucho que pueda decirme a mí misma para estar en paz con toda la situación.
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