I •TOBIAS•
TOBÍAS
Las dos últimas palabras que me dice son para mandarme a la mierda, y con justa causa, ¡Dios mío! la acabo de llamar puta, no puedo ser más estúpido. La veo alejarse bajo las pesadas gotas frías de agua, se pierde entre la cortina brumosa de lluvia hasta que toma un taxi y se va. Como un total cobarde no la seguí, no le insistí en pedirle perdón y ahora me siento como el más imbécil del mundo.
No podría ni decir cuánto tiempo llevo mirando el punto fijo por el que se perdió, el paraguas sigue el en suelo y la lluvia de a poco ha ido mermando; el agua escurre por cada parte de mi cuerpo y una brisa fría hace que tirite por la baja temperatura.
Lucy es una chica tan diferente a todas, tan segura y tan feliz, que me daña la mente pensar que pueda sufrir con el casanova de Luka. No lo conozco personalmente, pero su fama de mujeriego lo persigue. Además, jugó directamente con dos de mis compañeras de curso, así que me chocó muchísimo ver que se estaba besando con ella. No sé si ella lo sabe, porque ella parece ser el tipo de chica que sabe manejar a un hombre, de esas que no se dejan amedrentar o humillar de nadie, y eso me encanta de ella, pero entonces viene y besa a Luka...
Una chica como ella intimida, pero atrae, igual que la luz a los zancudos. Su aura es magnética, por lo tanto, no culpo al maldito rubio por poner sus ojos en ella. Lo peor de todo es que ese es el tipo de chico en el cual una persona como Lucy se fijaría: popular, apuesto y seguro de sí mismo... Yo soy más o menos lo opuesto; sin embargo, al mismo tiempo ella me ayuda a desenvolverme mejor, a tener más confianza.
Cuando la llevé con engaños a la boda no pensé que me sentiría así; me sentí atraído por ella desde el día que irrumpió a la tienda huyendo del agua, con una sudadera de hombre y su cabello rosado, pero hasta esa primera pseudo-cita, supe que de verdad me gustaba. No solo como una chica linda que pasa por enfrente mío, sino como esa que hace que quiera estar con ella, acompañarla, salir los domingos a comer helado... Todo de su persona me atrae: su hermoso cabello rojo, la manera en que sus lentes enmarcan sus lindos ojos cafés, las pecas casi imperceptibles que adornan sus pómulos, la suavidad de sus labios, el calor que desprendía su cuerpo cuando la llevaba de la mano...
Y su beso...
Ese bendito beso que me ha robado el sueño varias noches, ese beso que me dio el coraje para intentar invitarla a salir antes de saber que estaba con alguien.
Ese beso que he querido repetir muchas veces, poder acariciar su cabello, su rostro, todo de ella...
Pero cada vez que va a pasar, la imagen de ella con otro se mete en mi cabeza impidiéndolo y más hoy, cuando supe que ese otro es Luka Greisnar. Ella y yo no somos nada, por lo que no puedo exigir o alegar de nada. No sé qué es lo que ella piensa porque, aun cuando siento que desea estar conmigo, no deja al otro chico y, si se trata de pelear por ella, contra Luka no voy a ganar en absoluto.
Tampoco pienso mal de ella, porque de una u otra manera se ha mostrado tal cual es conmigo y no ha demostrado ser de esas chicas que andan de amores colegiales tomados de la mano y regalando besos a un solo chico. Ve al amor a su manera, y de cierto modo lo repele, por eso no puedo dar más pasos con ella: porque no es de las que buscan una relación. Al menos no por ahora.
Quisiera poder decir que yo estaría bien con pasar una noche con ella y dejarlo allí, pero no puedo; yo no soy esa clase de chico, me acostumbraron a respetar a las mujeres, a atesorarlas, y por eso no puedo tratarlas como un simple objeto.
Pero sigo siendo hombre y cada vez que ella se acerca a besarme, temo no poder dejar de lado la idea de que no somos nada e involucrarme más de lo que debería. Porque quisiera acariciarla, tocarla, besarla, hacerla feliz, pero... no solo por una noche; así que prefiero alejarme antes de que mi voluntad se caiga. Y ahora la he cagado totalmente.
Lucy piensa que la rechazo porque no me gusta, que no la deseo... ¡Por todos los cielos! Que no la deseo... Es lo más ridículo que pudiera pensar, ¿cómo no desearla? Estar con ella se convirtió en mi más imposible fantasía y solo puedo pensar en su amor como un milagro que no se hará.
El problema es que está acostumbrada —supongo yo— a que la deseen solo físicamente, y ahí es donde difieren mis intenciones... No deseo solo su cuerpo, la deseo a ella... cada parte de ella.
En este momento estoy seguro de que me odia y debo hacer algo para remediarlo, la cosa es no saber qué. Sólo tuve una novia en mi vida y las cosas no salieron tan bien como se querría, así que no soy tan imaginativo para planear algo.
Anoche terminé yéndome a casa también después de que Lucy huyera, llegué mojado y con el humor por los pisos.
Mi mejor amigo, Kellan, sabe de Lucy y le conté la putada que hice, ahora está acá en la sala de mi casa comiendo tranquilamente y burlándose de mí por mi impulsividad.
—Pues la verdad tenías razón.
—No ayudas.
—Vamos, acababa de besar a otro, ¿qué quería esa chica? ¿Que solo compartieras tus babas con las del otro y con ella?
He considerado eso desde anoche cuando llegué. Sé que tuve razón en eso, eso de compartir saliva de otro pues no me sonaba muy atractivo. Pude solo dejarlo así, pero no... fui y la besé después a lo pendejo.
Luciana me encanta y no sé... En ese momento bajo la lluvia tuve un momento de debilidad sumado a algunos grados de alcohol en la sangre, y deseaba besarla con todas mis fuerzas. Cuando me respondió el beso me sentí genial, pero entonces pensé en esa imagen de ella con el rubio y me alejé de inmediato sintiendo que la estaba usando y que la trataba igual que ese otro chico. No podía rebajarme a ser como Greisnar y ella lo consideró un rechazo.
Sea como sea, usar un apelativo tan bajo y degradante fue cruzar la línea y por eso la entiendo. Tal vez si fuera más fácil para mí decirle lo que pasa por mi cabeza sin vergüenza ni miedo, no pasaría esto, pero solo verla me pone nervioso. ¿Cómo se supone que le voy a decir algo bonito si siento que ningún halago basta para describirla?
—Estaba un poco ebria, no la culpo, pero yo estaba más lúcido y no es excusa para haberle dicho... lo que le dije.
Kellan lo piensa y termina asintiendo. Él me conoce y sabe que no soy del tipo que usa ese vocabulario nunca, así que le es fácil imaginarse mi grado de alteración en el momento para llegar a eso.
—Debiste controlarte, hermano —dice por décima vez.
—No me digas —ironizo—. No me responde los mensajes; iré más tarde a su habitación, quizás quiera hablarme.
—Las chicas no se dejan convencer tan fácil —objeta.
—Ella no es como las demás —digo en un suspiro.
—Te tiene mal, Tobías —murmura con una mezcla de compasión y burla—. Pero oye, sé que puedes hacer.
—¿Tirarme de un barranco?
—Quizás después —contesta—. Por ahora, hay alguien que puede ayudarte a disculparte.
—No voy a mandarle mensajeros —exclamo—, aunque si consigues una lechuza...
—Já, gracioso —espeta—. ¿Quieres saber mi idea o no?
—Como sea.
—¿Has escuchado por ahí lo de la chica cupido? —pregunta con una sonrisa.
—Creo que son chismes.
En Midwest se ha dicho en ciertas ocasiones que hay una chica que va en segundo o tercero, realmente no sé, que ayuda a los chicos a ser "románticos". No sé cómo funciona, pero tampoco es que crea que eso sea posible; es decir, de ser cierto, sería algo de conocimiento público, ¿no?
—No lo es —objeta—. De acuerdo, mira, uno de los requisitos que la chica pide para ayudarte, es que no digas nada a menos que sea a alguien que lo necesite.
—No te sigo.
—Es como hablar con un mono —farfulla—, ¿recuerdas que hace un par de meses llevé a Cristina al planetario porque a ella le encanta el espacio y todo eso? —asiento—. Yo ni siquiera sabía que le gustaba el espacio, ni siquiera sabía que en la ciudad había un planetario, pero un compañero de matemáticas me dijo de La Cupido y en dos semanas, la chica se hizo amiga de Cristina y me ayudó a planear eso.
—¿Es en serio? —Levanto una ceja y un «pfff» sale de mi boca.
—¿Crees que a mí se me hubiera ocurrido eso? —Touché. Ve mi cara de resignación—. Exacto, ella es buena, de no ser por esa chica, no tendría novia... Quizás y puede pensar en algo para que te disculpes.
Dudo mucho que cualquier chica sea capaz de "meterse" en la mente de Lucy para saber qué puede hacerla feliz, pero viendo que esa es la opción o nada, no hay mucho qué dudar.
—No puedo creer que vaya a acceder —resoplo—. ¿Cómo se llama?
—Grishaild. —Lo miro con extrañeza—. Es un nombre ridículo, algo que tiene que ver con una banda o algo así, te daré su número.
Nada pierdo, quiero de verdad que me perdone. No la voy a presionar, si las opciones son quedar con ella sin tener nada, pero disfrutando su compañía y viéndola con otro, o alejarme, prefiero la primera, ella vale el sufrimiento de solo poder llamarla ajena.
Por ahora debo hacer que me perdone.
Me quedaré a su lado, así sea como su amigo.
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