I •MIKE•
MIKE
Cerca de las diez de la mañana decido que es momento de levantarme. Me gusta quedarme en cama hasta tarde haciendo flojera, pero no soy de dormir como tal hasta el mediodía, y menos después del susto que Lucy me dio esta mañana con el que quedé totalmente despierto.
Puedo ser un huésped, pero no soy un grosero, así que hago la cama y organizo un poco esta habitación; mi amiga pelirroja no es desordenada, pero se nota que yo he estado acá y he dejado mi reguero.
Llevando varios años de amistad puedo decir que es la mejor amiga que pude haber encontrado; siempre tan leal y buena persona. Al menos conmigo.
En un principio no estuve de acuerdo con el plan que tenía con su amiga a distancia, pero tras ponerme en el lugar de esa chica, me sentí mal por ella y supuse que era bueno vengarse por eso.
Lucy siempre ha sido muy honesta con lo que quiere con los chicos con los que se enreda, eso me gusta de ella; siendo así nunca sufre ni hace sufrir a los demás y de paso no se mete en problemas. Cuando intentamos eso de ser pareja hace muchísimo, definitivamente no nos funcionó. Para ella fue la corroboración de que una relación seria no es lo suyo y para mí, que yo sí busco una (quizás no ahora, pero sí en algún futuro cercano). Estábamos en dos lados opuestos de la ecuación, pero hallamos el modo de quedarnos juntos y así nació nuestra amistad.
Nos tomamos mucho cariño el uno con el otro por eso llegamos a la conclusión que tener solo sexo tampoco era buena idea, gracias a esa honestidad y claridad en los puntos es que nuestra amistad ha durado tanto. Hemos fingido muchas veces eso de ser pareja, para beneficio de ella o mío, pero lo hacemos con total confianza pues ni ella me prende de esa manera, ni yo a ella. Incluso cuando hemos tenido que llegar al extremo de besarnos, ya no significa nada. No es que nos vivamos besando todo el tiempo, solo cuando es necesario y muy rara vez lo es.
Ella es muy liberal, muy extrovertida y transparente en cuanto a su personalidad. Porque la conozco —y sí que la conozco—, sé que es tan hermética al amor que ningún chico ha llegado ni siquiera a ser una amenaza para ese forro de hierro que forjó hace tanto en su corazón. Por eso es tan sorpresivo lo que ese chico de la ventana de en frente ha hecho. No se lo he dicho directamente porque sé que tiene sus conflictos absurdos con el tema del romance, pero es muy notorio el cambio que vi en ella cuando llegué en comparación a como se fue, eso no lo hace cualquier hombre.
Viendo a ese chico a primera vista, ni siquiera es del tipo de mi Lucy. No es el más atractivo de rostro como la mayoría con los que ha estado ni tiene el perfil de atrevido y "problemático" que a ella le atrae. Según ella tiene buen cuerpo, pero no es algo que yo juzgue. No, gracias.
Sin embargo, el chico ha llegado más lejos que cualquier otro, ha abierto un poco ese corazón y sin haber tenido sexo. Eso fue lo que más me sorprendió de todo lo que me contó ayer que llegué. A ella nunca le importa nada antes o después de estar con algún tipo; si el tipo es bueno —palabras de ella—, repite citas con él, pero jamás al punto de que le importe si se involucran con ella o se enamoran.
Y ahí está el vecino es diferente, ha hecho que ella saque a lucir una parte sensible que no le conocía, una especie de empatía que pensé que ya no tenía para con sus amores. Los detalles que el chico ha tenido han sido de esos que en otras circunstancias hubieran hecho que Lucy lo mandara a volar, pero no lo ha hecho. Al contrario, cada cosa que viene de ese tipo, parece que hace latir el corazón de Lucy más irregular de lo normal.
Y lo está dejando ir.
Pienso que nadie debe meterse en la vida de los demás, pero ¡vamos! Eso nunca le pasa a mi mejor amiga y no puedo evitar reprocharle el hecho de que finja que no le importa. A veces, para lanzarse al vacío como le dije, necesita un empujón o una patada para que caiga sin remedio y para eso estoy yo.
Su miserable excusa es que él no merece una chica como ella y bien sé a lo que se refiere. Ella es una picaflor y eso no cambia de la noche a la mañana, teme serle infiel —siendo traicionada por sus hormonas— y herirlo. Es un miedo racional, eso no lo niego, pero debería intentarlo; además, el chico está realmente interesado. Si fuera yo y la chica no me interesara tanto, ya hubiera desistido, mujeres hay muchas y Lucy no lo ha tratado de lo mejor que digamos. Aun así, a pesar de los desplantes y lo reacia que ha sido la pelirroja, él sigue insistiendo en estar a su lado.
Ese chico vale para Luciana, así ella se niegue a admitirlo.
Una chica acostumbrada a tener muchos hombres, no va a cambiar a ser fiel de un día para otro. Nadie la va a cambiar, solo lo va a hacer si ella lo desea. Ni por él, ni por mí, ni por nadie; sólo por ella y por lo que quiera en su vida. El amor puede influir en ese cambio, pero sólo la voluntad puede completar esa fase.
Estoy casi seguro de que Lucy sería una buena novia si está en manos del chico correcto y algo me dice que ese chico puede ser el inocentón que vive al lado. Él con su personalidad puede contrastar y equilibrar la de Luciana. Por eso voy a tomarme el atrevimiento de meterme en su vida y hacer palanca en pro del vecino. Si todo resulta bien puedo tener un papel fundamental en su amor... si no, terminaré como el traidor, pero ya me perdonará después.
Ella haría lo mismo por mí.
Bueno, no, pero supongamos que sí.
Creo que el chico está estudiando, pero llegará pronto... o eso espero. Antes debo llamar a Lucy para saber si paso o no por su colegio, lo que sea que ella me diga lo tomaré como una señal divina: si debo ir a recogerla, no me meteré en su vida, pero si ella no me necesita, tengo el tiempo y la voluntad de ir a hablar con el vecino mientras ella no esté.
—¿Hola? —responde luego de cuatro tonos, faltan quince minutos para la una.
—Hola, Mer —digo—. ¿Paso por ti?
—No creo, Mike. Creo que Luka quiere decirme algo. Llego más tarde, compro algo en la tienda y cenamos juntos, ¿te parece?
—Como quieras, Mer. Hablamos después.
Señal de la vida, nada que hacer.
He mirado cuatro veces como un idiota la ventana del vecino, esperando alguna señal de vida. Cualquiera pensaría que lo estoy acosando. Finalmente, cerca de las dos, las cortinas se mueven. Salgo por la puerta trasera y me dirijo a la ventana, toco suavemente y el chico se asoma.
—Hola —dice con duda.
—Hola... lo siento, olvidé tu nombre. —Eso es cierto.
—Tobías.
—Bien, Tobías —exclamo—. Seré directo, le gustas a Luciana —suelto y se sonroja. Demonios, será difícil—. Te quiero ayudar, eso es todo. ¿Quieres escucharme o...?
El chico sale de su atontamiento y asiente, está nervioso. Ni que me viera como un delincuente.
—Da la vuelta y entras.
Se aleja de la ventana y hago lo que me dice, llego a la puerta y el chico me abre, antes de tener la necesidad de timbrar me invita a entrar.
—¿Quieres algo de tomar? —ofrece.
—No, gracias —digo—. Al grano, Tobías. A Lucy le gustas.
—No lo sé... —Agacha la mirada—. Creo que hice las cosas mal con ella. De nuevo... —añade en un susurro. Profiere un largo suspiro y luego retoma—: No creo realmente que yo le interese después de eso.
—Escucha, ha sido mi mejor amiga por años, si te digo que le gustas, le gustas.
—Pero...
—¿A ti te gusta ella? —Asiente—. Digo, ¿realmente te gusta? ¿Como alguien para algo serio?
—Sí —confiesa con dificultad—. Ella es grandiosa... pero está saliendo con otro.
—¿Y? —objeto—. Tengo entendido que tú sabes el por qué sale con Luka. —Asiente de nuevo—. Y aún no son novios, ni lo serán... Tienes oportunidad.
—Cuando lo intenté me mandó a volar —comenta—, eso no salió bien.
—Porque piensas en Lucy como si fuera igual a las demás. —Mis palabras mal tomadas parecen escandalizarlo, porque niega automáticamente con la cabeza—. Me refiero a que crees que con ella funcionan las cosas que funcionarían con casi todas, pero ella es terca como ninguna otra y cerrada de corazón.
—Exacto, ¿qué te hace pensar que seré yo quien lo abra?
—Porque ya lo has hecho, pendejo. —Levanta una ceja. Me río—. Lo siento. Pero en serio, lo que ella ha hecho contigo no lo ha hecho con nadie... Viniendo de ella, el que se quiera alejar de ti, dice que le importas y mucho.
—Eso tiene sentido —ironiza—. Aún no veo qué puedo hacer.
—¿Te gustan los videojuegos? —Asiente— Bueno, imagina que Lucy es un juego. —Eso no sonó bien. Me apronto a corregirme—. En el buen sentido. Sebes desbloquear varios niveles para llegar a la ella. Debes ir paso a paso.
—¿Cómo?
—Ya subiste como dos niveles: hiciste que se interesara en ti y que se negara a tener sexo contigo. —Se sonroja y baja la cabeza—. Sí... ella me cuenta todo, perdón por eso.
—No importa.
—Debes ir de a poco, ella funciona como un hombre en cuanto abrir el corazón refiere.
—Nunca he conquistado a un hombre, no sé hacer eso.
Estrellas, denme paciencia.
—Haz de cuenta que ella no te interesa, sé que es un truco sucio, pero ella es así, en ella funciona —explico—. Escuché esta mañana que le dijiste que salías con alguien, ¿es cierto?
—Sí y no —responde—. No tengo nada con esa chica, pero es una compañera que dijo que lo fingiría si necesitaba darle celos a alguien.
—¿No tienes nada con ella?
—No, es algo así como... su trabajo.
La evasión de su mirada es un callado: "es personal", y ya que he decidido a ciegas confiar en él, le voy a creer que no tiene nada con esa supuesta chica.
—Bien, no preguntaré —acoto—, pero eso sirve.
—¿Cómo escuchaste eso si estaba yo en la ventana?
—Duermo con ella —respondo en reflejo. El chico entrecierra los ojos, de repente desconfiado y con buena causa para ello—. ¡Es como mi hermana! Te lo juro.
—¿Por qué me ayudas? —cuestiona.
—Porque... —Me debato entre sincerarme o inventar algo. Puede que la haga quedar mal, pero es mejor ser honesto. Ojalá y funcione todo para poder reírnos de esto en el futuro—. Te mataré si le dices que te dije lo que te voy a decir —amenazo, y él asiente sin mucho problema—. Lucy es diferente a las demás chicas, a ella le rompieron el corazón y prefiere cerrarse a todo. Nunca deja que los sentimiento afloren en ella, pero algo hiciste tú para que ella empezara a... salir de su encierro. Y algo me dice que, si logras conquistarla lo suficiente para que te diga que sí, sería feliz contigo.
¿En qué momento me volví tan cursi?
Suspira con cansancio y asiente casi imperceptiblemente. No sé qué le vio Lucy, no tiene carisma ni encanto ni belleza.
—De acuerdo, te creo. ¿Qué puedo hacer?
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