I •LUKA•



LUKA

Lo que me hizo decidir a traer a Lucy a la casa no fue solo la perspectiva de buen sexo, creo que con ella puedo sincerarme y por eso no vi nada malo en que viniera. Sin embargo, los nervios me carcomían a cada paso que me acercaba a la casa; nadie aparte de Gabriel viene, nadie sabe que vivo solo con mi abuela y con mi hermano, nadie sabe que, para efectos prácticos, Mateo depende de mí.

Vivimos con la pensión de la abuela y del abuelo (que en paz descanse), yo trabajo en vacaciones y a veces ayudo en la ferretería de la familia de un compañero donde no se gana como para vivir, pero sí para no andar sin dinero por la vida.

El abandono de mamá pasó hace tanto que ya no me afecta, los primeros meses lloré y me pregunté a diario si era mi culpa, luego descubrí que no lo era y dejé de pensar en ello. De papá nunca supe, así que también me da igual, ahora trato solamente de hacer lo posible por Mateo y por Nani.

Estar con Lucy es lo máximo, ella hace aflorar en mí cosas como la dulzura y la ternura, en parte la devoción; cosas que di por perdidas hace un par de años cuando me traicionaron. No sé cómo funciona con las mujeres, pero cuando a un hombre le rompen el corazón, este no llora en público, no demuestra su debilidad; solo acumula rencor, cuando es posible se venga y cierra las puertas al amor.

No estoy enamorado de Lucy por ahora, solo me atrae más que cualquier chica antes, me calienta de una manera inmensa con un par de susurros y me lleva al cielo cada vez que me besa. Pero, ¿amor? No. Las chicas para mí son hermosas, necesarias, excitantes, pero hasta el punto de una relación con compromisos incluidos, no. Eso no es lo mío.

No diré que me arrepiento de hacer todo lo que he hecho o que Lucy obrará un milagro en mí haciéndome cambiar porque eso sería mentir, pero tampoco diré que Lucy es una de tantas, una más, porque no lo es. Ella tiene un aire de inocencia y salvajismo tan bien equilibrado que me hace sentir muy bien.

Está esa faceta de ternura en la que siento que puedo sincerarme con ella y también está esa parte ardiente y lujuriosa que descubrí hace poco que me enloquece. Es una caja de sorpresas.

Hay cosas que no puedo contarle, estoy seguro de que me odiaría y me mandaría a volar por ello y si bien siento algo de culpa ocultándole ciertos asuntos, por ahora lo vale; con ella tengo buen sexo y estoy cómodo en su presencia así que no echaré todo a la mierda aún. Mantendré mi mentira un poco más y con los demás implicados también guardaré en secreto el hecho de que ya pasamos al otro nivel con Lucy. Una mentira más, una menos. No importa. Dicen que lo que importa es la intención y en este momento mi intención es buena.

Me preguntó hace unos días que quién me había roto y no le respondí, y aún no estoy preparado para contarle eso; significaría entregarme completamente a ella de cierta manera y aún no es momento. Lucy me encanta, me prende, me fascina, pero aún la estoy conociendo.

Para Lucy no es gran cosa, pero el hecho de que la haya traído acá, es un paso muy grande para mí. Ninguna chica había entrado y como supuse, la sorpresa en ella al saber que no soy el idiota que todos creen fue grande, pero me siento bien teniendo la certeza de que ella lo sabe. Creo que puedo confiar plenamente en la hermosa pelirroja que está en mi habitación en este momento.

Se comportó muy tierna con Mateo y no pude evitar las sensaciones que eso me produjo y Nani la aprobó de cierta manera, así que tenerla acá es como un sueño, literalmente, creo que, si cierro los ojos, la imagen de ella acá se irá.

Ella irradia una sensualidad tan especial, tan natural; desde la punta de su cabello hasta el final de sus pies... Toda ella me encanta, su falta de filtro en las palabras, su valentía, su fuerza, su cuerpo; toda ella me excita más que cualquier otra que haya pasado por mis manos. Aunque con las demás nunca me di la oportunidad de conocerlas, después de acostarme con ellas las terminaba, no las quería para nada más. He hecho cosas de las que no estoy orgulloso, pero definitivamente haberme fijado en Lucy no es una de ellas.

Sigue mirando mi librero con curiosidad, la única pregunta que hizo fue por mi ortografía y eso me causa gracia. Me dolió tanto mandar ese mensaje tan atrofiado, pero no pensé que Lucy llegara a ser tan especial para mí. En realidad, amo leer, mi promedio escolar es muy bueno y de ser otra situación, estoy seguro de que podría llegar a ser un gran arquitecto.

Tiene los brazos cruzados, la vista hacia arriba y su hermoso cabello rojo le cae hasta media espalda. Mi mente no puede dejar de pensar en ella en el arroyo, en la suavidad de su piel desnuda y la sensación de su cuerpo entre mis manos. Mis manos que ahora viajan solas a ella, rodeándola con una y apartando su cabello a un lado con la otra.

Dejo su cuello al descubierto y ella ladea su cabeza, invitándome a besarla. Pongo mis labios en su piel y siento como se le eriza, no mueve sus manos y sus ojos se cierran lentamente. Algo que he aprendido es que una mujer no se resiste a los besos suaves en el cuello, nuca.

—Atraerías más a las chicas si fueras simplemente tú —susurra con algo de dificultad.

—No creo —digo contra su cuello. Jadea—. Aunque, dime ¿te gusto más ahora que me estás conociendo?

—Sí. —Su pulso empieza a acelerarse, y yo ya estoy listo para lo que siga—. Me gustas así.

De un movimiento la giro y queda frente a mí, sus manos suben a mi cuello, con sus uñas araña suavemente mi nuca y se siente de maravilla. No lo pienso y me lanzo a sus labios, ella me corresponde y es aquí cuando sale la parte salvaje de Luciana, esa parte que sale por mí y para mí, esa que no le muestra a los demás.

Bajo mis manos a su trasero y de un impulso la levanto del suelo, nos acerco a la cama y nos dejo caer en ella. Sube hasta la cabecera y abre sus piernas, me acomodo entre ellas antes de besarla. Su cuello desprende un olor delicioso, pero no es perfume, es su olor natural, un olor dulzón que se mezcla con el de fresas de su cabello. Sus manos recorren mi pecho, mi espalda y halan mi cabello.

En un momento que no preveo, hace fuerza hacia un lado y nos cambia de posición. Es tan segura de sí misma que me aturde, cambian los papeles y ahora ella lleva el mando, me levanta la camiseta y me incorporo para quitármela del todo, me acuesto de nuevo y muerde su labio en un gesto malditamente sexy un segundo antes de besar mi pecho. Su cadera se mece sobre la mía llevándome al paraíso... o al infierno...

Las chicas suelen ser tímidas y reservadas en la cama; es un problema que tomen la iniciativa y demuestren si lo están disfrutando o no, les da una vergüenza sobrehumana gemir como si fuera un pecado. No sé qué les sucede, pero Lucy es diferente, cada cosa que hace, la hace con confianza y sin pudor. Ahora que lo pienso, no la he visto sonrojarse ni una vez y eso me fascina. Ya nos dimos cuenta el lunes que somos buenos en esto, nos compenetramos bien, como dos piezas juntas de un rompecabezas; otra cosa que me hace desearla como la deseo.

¿De dónde mierda salió esta chica? No tengo ni idea, pero como ella no se consiguen, bien que lo sé y no la voy a dejar ir.

Al menos no por ahora.


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