Capítulo 50
Tal parece que cuando sabes que algo va a pasar, inevitablemente tu mente cuenta hasta las horas para que eso llegue, aun cuando lo que esperas no es algo feliz o agradable en su totalidad.
No puedo ni describir la manera en que Mike me hace falta cuando paso todo un día sin verlo. Podrá sonar exagerado, pero él es una parte de mí y cada que nos alejamos, queda ese vacío y más aún cuando se va en un momento en que lo necesito tanto como ahora.
Yo sabía que su estadía era temporal, pero siento como si esos días hubieran pasado en minutos y ya casi es momento de que parta. Deberíamos poder tener un control del tiempo selectivo para magnificar y prolongar los mejores minutos y volverlos horas, haciendo que ocupen más espacio en la memoria y se pierdan con menos facilidad.
Como última noche en mi casa, cocinamos —él cocinó— su plato favorito: arroz con pollo. Sabe cocinar muy bien... sumando eso a la cantidad enorme de sus cualidades, es una paradoja terrible que él siga soltero siendo el novio ideal; es perfecto.
Decidí invitar a Totó a una noche de películas para estar juntos todos. Ellos dos se llevaron muy bien, lástima que no vaya a más, pero aun así congeniaron bien, aparte del color azul hermoso de sus ojos, piensan muy similar y son como el femenino y masculino de una misma persona.
Luego de cenar hicimos muchas palomitas para sentarnos en el sofá y ver películas hasta quedar dormidos. Por hoy Totó dormirá conmigo y Mike en el mueble, no es la mejor manera de que pase su última noche acá, pero no dejaré a Totó en el sofá.
—¿Mañana lo harás? —pregunta ella.
Como en la sala no tenemos reproductor y nos dio pereza trasladar el de mi habitación, miramos películas en los canales nacionales así que mientras pasan los comerciales, podemos charlar.
—Sí, mañana le contaré todo a Luka.
Los nervios afloran cada vez que siquiera pienso en eso, pero sé también que es algo que debo hacer sí o sí, sin alargarlo más y sin ocultarle los detalles. Solo espero que las cosas salgan... no tan mal.
—¿Y qué hay de Tobías? —Mike se sienta derecho ante la pregunta de Totó y me mira esperando una respuesta, sin embargo, pregunta también:
—Sí, Mer, ¿qué hay de Tobías?
—Aún no lo sé y que me lo recuerden no ayuda. —Meto varias palomitas en mi boca para callarme un rato justificadamente.
—No lo dejarás ir, ¿o sí? —Mike como siempre tan oportuno.
Hecho #299 de los hombres: pueden tener amigas por montón, o una sola, pero cuando tienen o encuentran un buen amigo hombre, la camaradería los deja siempre del mismo lado sin importar quién o qué esté del otro.
Señalo mi boca indicando que no puedo hablar, pero es Totó quien responde.
—Es capaz de hacerlo, no es muy inteligente que digamos.
—Lo sé —conviene Mike—. Todo lo que ese tonto ha hecho y ella no le dirá nada. Ya la veré luego sufriendo por no encontrar a otro así.
—Quizás quede solterona y deba vivir contigo cuando tengas esposa e hijos.
—Lo he pensado, creo que un cuarto sobre el garaje sería perfecto, pensé en comprarle un pez también para que le haga compañía.
—Yo puedo poner los peces y tú la pecera. —Hablan con sarcasmo e indiferencia, como si yo no estuviera acá. Ruedo los ojos y me cruzo de brazos.
Estoy en medio de los dos en nuestro sofá, así que las palabras vuelan en frente mío. Literalmente.
—Si hubiera sabido que se iban a poner en mi contra, no los habría invitado hoy. —Resoplo y ellos se ríen.
Se acercan ambos —uno por cada lado— y me estampan un sonoro beso en cada mejilla. Los empujo y me limpio dramáticamente su asquerosa saliva.
—Sabes que te amamos —comenta Totó y me pasa un brazo por el hombro—. Solo bromeamos.
—Mi vida amorosa no es tema de chiste —espeto.
—¿Así que admites que estás enamorada? —Mike me codea con una sonrisa traviesa.
—No.
—Claro que sí... —canturrea ella—. ¡Estás admitiendo que estás enamorada!
—Yo no...
—Yo quiero al vecino de cuñado —sentencia Mike, interrumpiéndome.
—Eso...
—Apoyo eso.
—¡Ni siquiera lo conoces, Totó!
—Sí lo conozco... extraoficialmente —aclara—. Y en todo caso, ¿qué importa? Te brillan los ojos cuando hablas de él y acabas de admitir que estás enamorada. Eso basta para mí, me agrada.
—¡A mí también me agrada! —el grito de Will desde la cocina hace que mis amigos suelten la carcajada de la noche y que yo me levante exasperada de mi lugar para gritarle al aire.
—¡No te metas, Will!
—¡También lo quiero de cuñado, tengo derecho a opinar!
Arrugo la frente odiándolos a todos por no facilitarme las cosas.
—A mí me agrada también —mamá pasa con una cesta de ropa sucia y comenta eso como si nada, sin detenerse, y se pierde de nuevo en el cuarto de lavado.
—¡Mamá!
¿Qué es esto, Roberta? ¿Todos contra Lucy?
—¿Ves? Todos estamos de acuerdo, eso debe ser el destino. —Se burla Mike, pero al ver mi rostro se le borra la sonrisa al igual que a mi amiga.
—No fastidien, los odio.
Con mis rodillas empujo las de Mike para salir e irme a encerrar porque son unos idiotas, pero me toma por la muñeca y me hala hacia abajo haciendo que caiga sobre él. Me incorporo y vuelvo a mi lugar en el sofá, pero mi expresión no cambia.
—No es cierto, nos amas.
—Justo ahora, no. Ustedes no lo ven como yo lo veo y no es fácil para mí. Solo... miremos la película y no me saquen más el tema, de verdad, no quiero hablarlo.
—¡¿Puedo verla con ustedes?! —Will trona de nuevo. Me río débilmente.
—¡Solo si permaneces callado!
No escucho respuesta y aparece en la sala con un paquete gigante de frituras, toma asiento en el suelo frente a mí y luego de saludar a Totó, recuesta la cabeza en mis rodillas.
—Sabes que te amamos —exclama Will sin voltear. Sonrío, pero él añade—: Así, medio bruta y todo, te amamos.
Este pequeño grupo de personas son mi vida, son los que la llenan de todas las emociones posibles y me hacen feliz en cualquier momento sin importar qué. La noche familiar es fantástica, entre las películas y la comida chatarra y una botella de vino —con casi nada de porcentaje de alcohol y que sabe a refresco— que mamá nos dejó destapar, pasamos el tiempo.
No sé en qué momento me quedé dormida exactamente, pero un zancudo que revolotea alrededor me hace abrir los ojos tratando de buscar claridad parpadeando varias veces. El televisor sigue prendido iluminando un poco la estancia.
No es que hayamos bebido como para embriagarnos, pero entre las risas de algún modo nos acomodamos todos en el sofá de tres plazas. Muevo mi mano notando que la tengo dormida, restriego mis ojos y al ver un poco más claro, sonrío e imagino que la imagen que damos desde el exterior debe ser muy graciosa.
Mike y Will están a mi izquierda y derecha, ambos recostados hacia el apoyabrazos de su lado. La cabeza de Totó reposa en el regazo de Mike, su trasero está sobre mis piernas y sus pies en las de Will con su mano extendida al aire. Parece una muerta. ¿Cómo llegó allí encima de todos? No tengo ni idea.
Mirando la ventana noto que hay un poco de claridad, muy poca, así que asumo que son las cuatro o cinco de la mañana.
Luego de levantarnos con el cuerpo entumecido y con un dolor que durará un par de horas, Will se arregló para su universidad y nosotras para el colegio. El avión de Mike sale en un par de horas, así que no puedo acompañarlo. Estando a cinco minutos de salir con Totó a esperar el bus, miro a Mike y, como no tengo ganas de palabras cursis que me hagan sensible, me limito a un abrazo.
Él me aferra por la cintura con fuerza, hundiendo su cara en mi cabello. Me permito apretarlo con firmeza y me trago la lágrima que amenaza con salir.
—Te extrañaré —susurro.
—Siempre contigo, ¿recuerdas?
Me separo un poco y tomo entre mis dedos el dije que me dio hace meses en la primera despedida. Asiento con la cabeza y suspiro.
Le da un abrazo rápido a Totó que lo devuelve de igual manera.
—Cuídala. —Le pide en un susurro.
—No es necesario, ella es fuerte.
Se acerca y deja un beso en mi mejilla en silencio para luego salir. Mamá lo llevará al aeropuerto. Me quedo mirando hasta que el auto se pierde de vista. Totó llega y me abraza por la espalda, sus manos se entrelazan en mi abdomen. Esa muestra de apoyo significa mucho para mí, ahora que debo acabar todo con Luka me reconforta saber que tengo a una hermana para desahogarme por si las cosas salen mal.
—¿Estás bien?
—Sí, vámonos.
Nos sentamos juntas en el bus, ya no es raro para nadie y si bien escuché por ahí que era extraño que esas dos chicas se hicieran amigas de un día para otro, ahora pasamos desapercibidas. Sin embargo, antes de que el bus entre en el estacionamiento, le pido que nos separemos por si Luka está esperándome... para hacer todo menos dramático.
Al bajarme, los nervios se apoderan de mí. El corazón se me acelera y me preparo para lo peor. No espero que Luka entienda, pero sí que escuche mis motivos y mis disculpas.
Al llevar varios metros andados, noto que hay una cantidad inusual de miradas en mí. Paso la mano sutilmente por mi cabello por si tengo algo en él, pero no siento nada, así que sigo andando. Busco con la mirada a Totó y la veo cerca de la entrada, ella me observa, como si también me estuviera buscando; noto que las miradas se posan en ambas, pero la suya me confirma que no sabe el motivo al igual que yo.
Olvidándome por el momento de Luka, decido caminar hacia ella. Las dos tenemos el ceño ligeramente fruncido y la confusión tatuada en el rostro. Cuando nos encontramos, pasamos a ser el centro de atención con más ahínco.
—¿Qué pasa? —le pregunto, aunque es más algo involuntario, pues dudo que ella tenga la respuesta.
—No tengo idea —confiesa—. Pero me pone nerviosa, no tengo un buen presentimiento.
En un mar de estudiantes chismosos —aunque no sabemos el motivo del chisme o la atención prestada—, solamente uno se nos acerca. Ramón camina lentamente hacia nosotras, que nos hemos quedado quietas un poco antes de la puerta principal de Crismain. Lleva su mochila a su espalda y cala sus lentes cada tanto. Viendo que su intención es hablarnos y no solo pasa de largo, sin saludar le digo:
—¿Sabes qué está pasando?
—Creí que ya lo habían visto —dice. Lo peor empieza a cruzarse por mi mente, pero aguardo para no precipitarme. Ramón, al ver que ambas negamos, continúa—: ¿Sí saben que hay un grupo de facebook de Crismain?
—Sí, yo estoy en él —dice Totó.
—Bueno, o te sacaron del grupo o no te has conectado y por eso no lo has visto.
—No lo he visto —admite—. Estuve todo el día de ayer con Lucy y no miré el teléfono. ¿Qué pasa?
—Primero quiero aclararles que yo no creo todo lo que dijeron allí —comienza.
—Solo dilo —apremio.
—Ayer Penélope subió una foto tuya —Señala a Totó—, pero una ya viejita, una foto... de cuando Luka terminó contigo. —Se sonroja con violencia e imagino cómo horribles episodios llegan a su cabeza. Totó asiente, aunque parece querer esconderse bajo tierra—. La foto decía más o menos lo que pasó entre ustedes y cómo había terminado todo, era algo así como para contarles a los pocos que no sabían.
—Vuelve a pasar —dice mi amiga, con su respiración agitada—. Dios, creí que esos rumores no... Dios...
—¿Algo más? —pregunto, y de paso tomo la mano de Totó, dándole mi apoyo.
—Había una tuya —me dice— y de Luka... Bueno, creo que las fotos son lo de menos... la cosa es que Katherine dijo, o escribió, que tú llevas mucho tiempo de amiga con Karen y que si saliste con Luka era para vengarte por ella. —Aclara la garganta, como si todo se le atascara tras la lengua—. Más que de Karen, hablaron de ti, Lucy. Que solo lo estabas engañando, que ya lo tenías porque ahora eras su novia... cosas así... Había muchos comentarios y creo que eran mayoría los que indirectamente te felicitaban y ofendían a Luka. Y uno que otro se preguntaba si su noviazgo iba en serio o si ibas a terminarle.
Ese par de zorras chismosas... no sé de dónde sacaron todo eso, o se enteraron de eso, más bien, pero no me importa. Eso solo me dice que todo plan de llevar las cosas por buen cauce y dejando la menor cantidad posible de daños se me ha ido al carajo. Si alguien tan insignificante —sin ánimo de ofender— como Ramón lo sabe, no hay duda de que Luka y el resto de Crismain se enteraron también.
Pese a que no puedo sonrojarme por esto, siento cómo el pulso se me acelera y el rostro de Totó palidece.
—¿De dónde sacaron todo eso?
—En un comentario, Penélope dice que alguien cuya versión es confiable, les contó. No dice quién.
El timbre ha sonado hace unos segundos y la responsabilidad de ir a los salones parece ser más urgente para todos que seguirnos mirando como animales en exhibición, así que, de a poco, todos han ido entrando. Nosotros seguimos a unos pasos de la entrada, en una posición en la que todos nos ven, pero ninguno nos habla o cuchichea al pasar.
—Eso quiere decir que Luka...
Mi afirmación de lo irremediable se corrobora cuando veo a Luka caminando hacia nosotros con su expresión neutra. No luce enojado, pero si ya se enteró, sé que lo está. Ramón al verlo decide despedirse en silencio y entrar. Cuando Luka llega a nuestra altura me mira a los ojos y luego a Totó y a mí de vuelta.
—Entonces es cierto —murmura.
—Puedo expli...
—Y lo harás —me interrumpe—. Pero no acá.
Da media vuelta y empieza a caminar por donde llegó. Sé que debo seguirlo, no puedo dejarlo sin explicación y dejando que saque conclusiones que sean peores que la verdad... aunque a este punto es como complicado empeorar todo. Volteo a mirar a Totó, pues tampoco siento correcto dejarla sola luego de esto, no obstante, ella me sonríe.
—Habla con él. Te veo más tarde.
—¿Vas a estar bien?
—Ya pasé por esto una vez y si Ramón dijo la verdad, no fui el centro de atención de ese manojo de chismes. Me las arreglaré mientras vuelves. —Me da un escueto abrazo—. Suerte.
Asiento y camino tras Luka, que ya lleva casi una cuadra de ventaja y ya va saliendo del estacionamiento. Otro día en que perderé la primera clase.
Estar a solas con un hombre físicamente más fuerte que yo nunca me ha supuesto un problema y, aun así, mi instinto de supervivencia me dice que no es muy bueno ir detrás de Luka. Está enojado o peor, no lo sé y debería asustarme, pero al mismo tiempo le tengo confianza y sé que no me haría nada. Ojalá mi razonamiento tenga más sentido en este caso que mi instinto de querer huir.
Luka no tiene intención de detenerse para que yo lo alcance, así que debo trotar para llegar a su nivel. A solo dos calles caminadas, entra en un parque y se queda de espaldas, a los dos segundos llego yo y me quedo en mi lugar, esperando a que gire o a que diga algo. Lo escucho suspirar y sin mirarme, habla en voz baja:
—¿Cuándo ibas a decirme que era un juego?
El tono quebrado que usa parece ser solo el comienzo de esa fractura en el corazón que tanto temí producirle... ya el daño está hecho. Mis pies parecen no querer moverse de su sitio y aunque quiero mirarlo, me abstengo de pedirle que se gire o de siquiera tocarlo.
—Luka, puedo explicarlo... —Gira su cuerpo de un tirón haciéndome retroceder un paso.
—¿Por qué? —sisea. Aclaro la garganta.
—Fue un malentendido, Luka... Yo...
—Fue por Karen. —No es una pregunta, es una afirmación. Asiento suavemente—. Eres su amiga, ¿cuándo pensabas decírmelo?
—Luka, solo escúchame. —Levanto las manos tratando de mantener la calma, tanto la suya como la mía—. Antes de conocerte solo pensaba que eras el chico que apostó la dignidad de ella...
—Y buscabas venganza —afirma de nuevo.
—Así era, pero...
—¡Ella me engañó! —grita.
—No, no es así. —Calla sus palabras y me mira con el ceño más fruncido que he visto en mi vida. Sus pupilas destilan odio—. Todo es un malentendido... Cuando te conocí solo quería vengar a mi mejor amiga, pero luego... hiciste todas esas cosas por mí y...
—¿Por qué me dijiste que sí querías ser mi novia? —interrumpe.
—Lo pediste frente a todos y...
—Si decías que no, tu plan habría funcionado —espeta.
—No quería herirte, Luka. Por eso dije que sí... —A pesar del odio en sus ojos, también hay tristeza y detesto ser la causante—. Dijiste que me querías estando en el club y no pude...
—¿Tu plan era enamorarme? —sisea. Veo como sus ojos se cristalizan, haciendo lo mismo los míos—. ¡Lo conseguiste! Debes estar orgullosa, eres una excelente actriz. Cada palabra la creí.
—No, Luka. —La voz empieza a temblarme y las palabras me salen atropelladas—. Te lo juro, no quería herirte, hoy pensaba hablar contigo, contarte todo... No creí que las cosas se fueran a dar así, y esa zorra de Katherine lo exhibió ante todos, pero te juro que no era así como iba a decírtelo... No espero que me perdones, pero sí que me creas cuando te digo que no quiero lastimarte.
—¿Todo lo fue? —pregunta y una lágrima sale de su ojo— ¡Responde! ¡¿TODO FUE UNA MENTIRA?!
—¡No!... No lo fue, cada detalle que tenías conmigo me encantaba y cada beso fue sincero. Conocer quién eres en realidad me sorprendió y por un momento deseé que fuera real, que ese Luka pudiera amarme y yo amarte igual. En el teatro desee con cada parte de mi ser que fuéramos una pareja de novios normales...
—¿Pero?
—Pero no fue suficiente. —Las lágrimas rebosan mis ojos nublando mi vista—. Sigues siendo el chico que marcó la vida de mi mejor amiga y el que ha marcado la de muchas.
—¿Me quisiste en algún momento? —Se acerca, quedando a un paso de mí.
—Sí, lo hago... te quiero y por eso me duele esto. Sé lo difícil que es para ti hacer todo lo que hiciste por mí y por eso no quería decírtelo aún. Tenía miedo de dañarte.
—Querías romperme el corazón en un principio, Luciana... —Su aparente y repentina serenidad para decirlo solo me duele más, está comprimiendo la sensación de traición—. Pues lo hiciste.
—Perdóname, Luka...
—¡¿Sabes qué es lo que más me encabrona?! —Camina de un lado a otro agarrando su cabello con frustración—. ¡Que ahora que lo sé no dejo de quererte! ¡Que me enamoré de ti y te di la libertad de dañarme de esta manera!
—Luka, te juro que...
—¿Me juras? —Ríe amargamente mientras las lágrimas se escurren rebeldes por sus mejillas—. ¡¿ME JURAS?! ¡Hiciste que pensara que me querías, ¿y ahora me juras?!
—Yo te quiero y me arrepentiré toda la vida de haberte hecho esto. Cuando me di cuenta de la persona que eras quise decirte todo, pero estaba el club y no pude, luego estaba la feria y tu propuesta y parecía no haber ocasión... —La desesperación se plasma en mi voz—. Quisiera que no me hubieras tomado cariño en absoluto, Luka.
—¡¿Cariño?! —resopla negando con la cabeza—. Es más que eso, Luciana. Hay una línea que yo no cruzo con ninguna chica, una línea que separa el cariño del amor y esa puta línea... la crucé cuando te llevé a mi casa y te presenté a mi familia.
Sus palabras entran por mis oídos como pequeñas cuchillas hiriendo todo a su paso. Sabiendo que la culpa de todo acá es mía, me quedo sin argumentos para darle. Ahora solo me queda intentar expresar mi arrepentimiento.
—Perdón. —Sollozo, acercándome un paso a él. Lo tomo de las manos y él esquiva mi mirada, pero no se aleja—. Luka, no puedo expresar lo mucho que lo siento... No quiero que me odies porque me importas... te quiero...
—Tú lo dijiste: no es suficiente. —Se suelta de mis manos y da un paso atrás—. Es irónico, ¿sabes? Al fin sé lo que sienten las chicas con las que salgo. Es interesante estar de este lado... Eres igual a mí, puedes estar feliz porque lo haces muy bien. ¿Con cuántos has jugado, Luciana?
Escuchar eso de parte de él, aparte de que duele, me enfurece. Esmeralda me dice que está dolido y que estar a la defensiva es lo único que puede hacer, pero Roberta es... bueno, Roberta, y opta por dejar las disculpas de lado para discutir.
—No soy igual a ti —escupo, mirándolo a los ojos y recuperando un poco la dignidad—. Nadie te dice que no seas mujeriego, pero puedes hacerlo sin jurar amor eterno a cada chica.
—¿Ahora me darás clases de moral? —espeta.
—¡No soy como tú! —repito—. Te estoy pidiendo perdón porque no me siento bien con lo que hice. Me siento terrible, Luka, ¿tú a cuántas les has pedido perdón?
Desde que lo conozco he pensado que él es una versión de mí, o yo una de él, pero estando acá me doy cuenta de que no es así. Yo sí estoy teniendo en cuenta sus sentimientos y no solo por culpa sino porque de verdad me importa, cosa que él no hace jamás con ninguna.
—A los juguetes no se les pide perdón, Luciana.
Su arrogancia hace que mi culpa baje un par de puntos. Luka parece ser de los que no controlan su lengua o sus acciones, lo sé, pero no estoy dispuesta a escuchar cómo justifica su modo de vida reflejándose en mis acciones.
—Tú no fuiste un juguete —objeto por última vez—. No voy a rogar tu perdón, pero sí debes saber que mi arrepentimiento es sincero.
—Me enseñaste una segunda vez que el amor es un asco —exclama sin fuerzas. Sus lágrimas siguen saliendo llenas de ira y tuerce la boca en disgusto—. Todo lo que enamorarse representa es una mierda porque nunca puedes confiar en nadie; todo esto es caso perdido...
—No lo es... llegará alguien que te haga cambiar, Luka. Alguien que te haga ver que enamorarse vale la pena.
Como Tobías me lo ha hecho ver a mí.
—¡Pensé que eras tú!... —Cierra los ojos dos segundos, como si se resignara a no seguir discutiendo. Respira hondo y los abre de nuevo—. Pero ya sé que ese alguien no existe o no es para mí. La gente no cambia, te lo dije en una ocasión y esto de acá, es la razón del porqué.
Da la espalda y camina dos pasos alejándose de mí. Quiero callar y dejarlo irse, pero no lo hago. No quiero que termine así, aunque Esmeralda y Roberta me piden que lo deje, que ya todo ha salido lo mejor que pudo salir.
—¡Luka!
—¿Qué quieres? —Frena sus pasos, pero no voltea a mirarme.
—No me odies... podemos ser amigos —Jesús, hasta Roberta sabe lo ridículo que eso suena.
—No puedes pedirme que te vea como una amiga —responde, girando de nuevo hacia mí—. ¿No escuchaste que me enamoré de ti? ¿Crees que puedo saludarte en clase y comer contigo en el receso como si nada hubiera pasado? ¡Y más aún cuando todos se han enterado de la situación! Si aún me respetas al menos un poco, aléjate de mí. ¡Maldición! Quiero decir que te odio, Luciana, que te odio con todas mis fuerzas, pero ni siquiera eso... —Emite un prolongado suspiro lleno de frustración—. Yo te empezaba a amar profundamente...
Confesando eso último, se va; sin embargo, estando a unos pasos de mí, gira sobre su eje y se acerca de nuevo. Habla con voz calmada y conclusiva, como si fuera a darme un último adiós para no dirigirme la palabra jamás en la vida:
—El amor, Luciana, es una real mierda; es apostar al mejor número sin tener los dados, solo esperando ganar todo por la fe que se tiene. Ni tú ni yo estamos hechos para esa ilusión, aquí está tu prueba.
—No es así, siempre se puede cambiar.
Se inclina un poco y sus ojos penetran los míos, sin pizca de duda.
—No lo harás, no cambiarás, no tienes la capacidad de lidiar con el amor —ataca—. Si la tuvieras, me habrías rechazado antes, pero no, esperaste hasta el último momento porque no sabes cómo enfrentarlo.
—Eso no es así...
—Te lo digo ahora: yo intenté cambiar, y como ves, no pude. Así que, ¿qué te hace pensar que tú podrás? —sisea entre dientes—. Es muy fácil enamorarse de ti, pero eres de las que eventualmente hacen sufrir.
Una última mirada llena de odio es lo único que me da antes de irse definitivamente.
Nada en mi cuerpo responde, ni mi voz ni mis movimientos y sé que debo dejarlo ir, no intentar hablar más con él porque nada bueno ha de salir de eso. De a poco me dejo caer en el césped con las piernas cruzadas y escondiendo la cara entre las manos, dejando que las lágrimas fluyan totalmente mientras mil pensamientos se arremolinan en mi cabeza.
Le hice lo peor que pude haberle hecho.
Y en parte tiene razón. El amor es mi mayor miedo y sé que el suyo también, y cuando se atrevió a enfrentarlo lo hice caer de cara. Acepto que es un sentimiento muy egoísta de mi parte esperar que a mí me vaya mejor en el amor al ser la causante de su sufrimiento, no lo merezco luego de lo que ha pasado.
Luka ha sido el más perjudicado en todo este enredo de malentendidos, venganzas y malas decisiones, y pesar de eso creo que con justa causa. Mi corazón se ha roto en más pedazos de los que estoy dispuesta a ofrecerle a alguien más con la egoísta intención de que me ayude a pegarlos.
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