Capítulo 45
Luego de adentrarnos en el callejón llegamos hasta la última puerta: una negra de metal con un graffiti en ella que reza «Freedom» además de una vulgaridad que no es de Dios. Luka sube los dos escalones para llegar a ella y toca, yo me retiro dos pasos y me agarro a Mike de nuevo, intentando mantener la serenidad y omitir el ambiente. Algo le susurra Luka a la persona que abre y le dan el paso, gira en nuestra dirección para que entremos y obedecemos.
—Si nos matan, quiero que sepas que te amo —susurra Mike—. Y que le ayudé al vecino para que estuvieran solos ayer.
A pesar de que lo dice en chiste, me inquieta el lugar y a la vez lo miro con reproche por su confesión. Aunque ya lo sospechaba de igual forma, la vida no conspira a favor de nadie, es la gente la que pone su granito de arena. Luka va un paso adelante, vamos por un pasillo que solo es iluminado por una triste y escueta luz de un bombillo rojo que se tambalea en el techo de lado a lado.
—También te amo —murmuro—, y esa vez que fuiste a buscar a Mario para ir a cine y tardó en abrir era porque yo estaba con él y no quería que te enojaras por acostarse conmigo. Lo siento.
—Que maldito —musita—. Aunque lo supuse, casi te lo comes con la mirada cuando te lo presenté.
Reímos por lo bajo y finalmente llegamos a otra puerta, se oye un bullicio amortiguado del otro lado. Luka abre la puerta con una sonrisa, revelando una simple discoteca. Bueno, simple no es, pero para nosotros que estábamos pensando en asesinato y próximo capítulo de Amores asesinos en televisión, es un gran alivio llegar acá. Suspiro audiblemente, quitándome un peso de encima.
—Un club —digo para mí misma—. Eso es todo.
Río ligeramente de mí misma un segundo antes de adentrarnos en el gran lugar.
No puedo creer que haya tanta gente considerando que no deben ser las siete de la tarde aún, aunque todos son adolescentes, así que supongo que por eso empieza —y acaba— temprano. Nos dirigimos los tres a la barra y Luka pide un trago —de licor barato— para él y me ofrece uno a mí, aunque yo opto por una soda sencilla. Mike se acopla rápido a los lugares, así que antes de pedir algo para sí mismo, saca a una chica que está acá en la barra a bailar. Blanqueando los ojos, niego con la cabeza.
—¿Por qué me trajiste acá? —Vocifero para que escuche a través de la música.
Las luces estroboscópicas me dejan ver su rostro de a poco, está muy atractivo y sonríe mucho; luce feliz.
—Quería estar contigo en un lugar donde no haya nadie que nos conozca —exclama en mi oído—. Acá pocos me conocen, no vengo seguido y si no fuera por el imbécil que trajiste, estaríamos solos.
Antes de responder, siento cómo su boca llega y me besa con ternura y cariño contenidos. Bien, sé que debería alejarme, pero no lo hago. Al contrario, le sigo el beso, saboreando el licor en sus labios. Se separa y me hala la mano hasta la pista de baile.
Bailar es lo mejor que puede haber en la vida, es dejar salir tensiones y liberar energía. Canción tras canción nos movemos a través de la pista, su cuerpo junto al mío sin decir nada, sólo pensando en la música y en seguirla. Luka cada tanto se toma otro trago y otro y otro... siento que en cualquier momento el licor va a apalearlo y lo dejará inconsciente en la mitad de la pista, pero parece que sus pilas por ahora están totalmente cargadas.
Creo que han pasado cerca de dos o tres horas, no lo sé, el tiempo pierde significado cuando lo estás pasando tan bien. El pobre de Luka ya está con la vista desenfocada y más cariñoso de lo normal, es de los borrachos tiernos y no de los agresivos. Gracias Dios por eso. Se supone que vine para decirle que fuéramos amigos, pero en ese estado simplemente no se puede, mañana ni lo recordaría.
Se excusa un momento para ir al baño y me deja en la barra, descansando un poco los pies y aprovecho para comprar una botella de agua. Mike no tarda en llegar a mí y se acerca bastante para hablarme sin necesidad de gritar.
—Mer —dice en mi oído—, ¿ya terminaste con él?
Niego con la cabeza. Mike no tarda en fruncir su entrecejo y me arrebata la botella de agua para beber más de media de un trago; él tampoco ha bebido y si lo hizo, fue muy poco pues aún anda muy consciente.
—Está ebrio, no le voy a decir nada así.
—¿Y si nos vamos ya? —propone.
—En un rato, Mike.
Llega Luka y me abraza en gesto posesivo al ver a Mike junto a mí. Mi amigo da dos pasos hacia atrás, fastidiado hasta donde no puede más. Ante el reproche implícito en los ojos azules de Mike, salgo de nuevo a la pista con el rubio, en esta ocasión con una canción lenta, lo que agradezco porque aparte de que ya estoy cansada, Luka no parece tener lucidez suficiente para una movida. Mis manos están en su cuello y las suyas en mi cintura, reposo la cabeza en su pecho; en realidad nos movemos poco por su falta de equilibrio, pero podría estar peor.
De repente la imagen de Tobías interviene en mis pensamientos y me doy cuenta de lo que estoy haciendo... pensar en las consecuencias de mis actos con los hombres es algo nuevo para mí, pero teniendo a Luka tan cerca, la comparación inmediata que mi cerebro realiza con las sensaciones que me producen ambos, consiguen que me sienta terriblemente traicionera al estar acá. Mi premisa principal hace unos días para no dar el paso con mi vecino eran mi posible incapacidad de serle fiel y acá estoy, probándome a mí misma lo que tanto temía.
Los deseos de salir corriendo y meterme en mi cama se interrumpen cuando Luka parece decir algo.
—Lucy —llama susurrando en mi oído. Me separo un poco y lo miro a sus rojos ojos, sintiéndome culpable y malvada—. Te diré algo que no haré en sano juicio... por ahora.
Las palabras se le enredan, pero aún se le pueden entender sus desvaríos. Articulo un «ok» con los labios y asiento esperando que lo diga.
—Te quiero mucho. —Mis pies quedan quietos por un momento luego de eso, recibiendo el impacto de sus palabras—. Te quiero muchísimo y te quiero para mí, te quiero conmigo...
Una parte de mi quiere ser feliz porque ese era el plan inicial, después de todo, lo he conseguido, ¿no? Según eso, ahora debo romper con él de manera que se sienta una mínima parte mal de lo que él hizo sentir a mi amiga y a tantas otras.
¿Por qué no estoy satisfecha con esas palabras entonces? Lo único que siento es culpa, eso y un poco de nostalgia porque Luka sí me gusta, me gusta mucho... pero no lo quiero.
Abro y cierro la boca cual pez sin poder decir nada, sintiendo la vista nublada y no por embriaguez, pero antes de que pueda emitir algún sonido —o llanto—, un ruido fuerte se oye proveniente de la entrada.
La música se apaga y puedo ver a la policía entrando. Mierda. Luka lo nota y la lucidez vuelve un poco a él, Mike llega a mi lado también mientras la gente revolotea en todas direcciones buscando como escapar. En teoría ellos dos ya son mayores de edad, pero yo no. Llegó el momento de correr.
—¡Vamos! —grita Luka, arrastrándome del brazo; alcanzo a tomar la mano de Mike para no dejarlo abandonado.
A diferencia de los demás, Luka corre hacia adentro por un pasillo aledaño a la barra, llegamos a los baños y por un segundo creo que el idiota quiere que nos escondamos acá como si no fueran a registrar todo el lugar. Al ver la cara de Mike sé que piensa lo mismo, pero cuando entramos los tres, Luka cierra la puerta y se acerca a la ventana medio alta con barrotes que tiene el lugar.
Quita unos tornillos de las esquinas y los barrotes se caen. Eso es engañoso. La reja cae al suelo con un gran estruendo amortiguado por el barullo del resto del bar mientras alcanzamos a escuchar dos sirenas y muchas voces afuera. Luka sale y me ofrece la mano, luego pasa Mike y llegamos a un callejón diferente al que usamos para entrar, por lógica debe ser el completo opuesto.
Una ráfaga de viento frío nos golpea y hace que Luka se tambalee y parpadee con rapidez. El frío reafirma la borrachera, eso lo sé de primera mano, así que imagino que el mareo llegó a él de nuevo y al doble. Le paso la mano por la cintura y él se recarga en mis hombros a la vez que intenta posar su otra mano en una de las sucias paredes. Mierda, que sí pesa.
Empieza a decir sílabas sin sentido y a hipar. Por la virgen de los borrachos, está casi inconsciente.
—¡Mike, ayúdame! —Él no está ebrio, pero me mira con una ceja levantada.
—No te ayudaré con este tipo —espeta—. Yo digo que lo dejemos, mañana la basura pasa temprano.
La indiferencia de Mike me enoja; no puedo dejarlo acá, no soy tan inhumana. Bueno, con otras personas sí, pero luego de que se declarara no puedo solo dejarlo acá.
—Mike, por favor —suplico, tratando de mantener el peso de Luka—. Sólo subamos a un taxi y lo llevo a su casa.
—Ese tipo no me agrada, Luciana —objeta—. Además, estuviste de cariños con él y se supone que solo ibas a terminarle. ¿Desde cuándo eso significa besarlo por horas?
—¿Y qué? —chillo—. Eres mi amigo, Mike, ayúdame.
—¿Cómo que "y qué"? —bufa—. Que tienes un gran chico en casa y acá estás con el imbécil.
—¿Es en serio? ¿De qué lado estás? Deja tus putas clases de moral para mañana.
Resopla y maldice, pero se acerca a mí con el ceño fruncido y agarra a Luka por el otro costado haciendo que yo pueda ponerme de pie totalmente. Sé que me sermoneará más tarde. Caminamos hacia la calle principal que está más sola que un desierto y avanzamos arrastrando al rubio por tres cuadras hasta que podemos parar un taxi. Le indico la dirección y llegamos a la casa de Luka. Mike no se mueve de su lugar.
—Ni pienses que te ayudaré a llevarlo a su habitación también.
—Imbécil —musito y salgo con Luka que viene medio consciente.
Según el reloj del taxi, son cerca de las once y este barrio es más bonito así que hay bastante luz de los postes. Luka sigue balbuceando cosas incoherentes y me pregunto por qué estoy haciendo esto.
Al pisar el espacio justo frente a su puerta y pensando en la señora mayor que vive con Luka, sería muy grosero tocar para que nos abran y hacer que se levante a abrir.
—Luka, ¿tienes llaves?
Con dificultad lleva su mano hasta su bolsillo trasero y las saca. Intenta insertar el pedazo de metal en la cerradura, pero no atina luego de tres intentos. Resoplo y se las quito para entrar. Se cuelga de mis hombros de nuevo y subimos las escaleras tambaleándonos en cada paso, pero intentando no hacer ruido, hasta donde recuerdo que es su habitación. Al ingresar lo encamino a la cama y cae como costal de papas en ella, sus ojos casi totalmente cerrados y atravesado en el colchón de par en par.
—Nos vemos mañana, Luka —susurro, pasando una cobija por su cuerpo.
—Lucy —dice. Hace el inútil intento de enfocarme y termina bizqueando—. Eres perfecta, de verdad te quiero.
¿Por qué nos duele, Roberta?
—Duerme, Luka. Estás ebrio.
—El alcohol no afecta mis sentimientos —se sienta un poco en la cama, pero vuelve a caer—. Sólo me da el valor de confesarlos.
Se me encoge el corazón y me siento terrible. Esto no es bueno. Pretendo salir sin que lo note e irme a llorar lo que queda de noche; pero deteniendo mi marcha, habla de nuevo:
—Te quiero incluso más de lo que quise a Karen. —Camino los dos pasos hacia él de nuevo con el ceño fruncido—. Y a ella la quería mucho.
—¿Qué?
—Karen es demasiado linda, pero no como tú —exclama con sus ojos cerrados.
—¿Era tu novia?
—Algo así —explica—, la quería desde la primaria y luego le dije que fuera mi novia.
—¿Y te dijo que no?
—Nooo... —Hipa y toma aire—. Dijo que sí y yo estaba muy feliz —Parece que se le va el aire y que no pretende hablar más, pero le aprieto el brazo con fuerza para que no se duerma aún—. ¡Auch...!
—¿Y qué pasó?
—Sólo llevábamos un mes de novios... supongo que me ilusioné muy rápido y... —Calla y lo zarandeo de nuevo— ella no... La vi besándose con un compañero del equipo... algo debí hacer mal...
—Y terminaron. —Es una afirmación no una pregunta.
—Claro que no, Lucy. —Chasquea la lengua y trata de abrir los ojos, pero esta vez con el ceño fruncido—. Todos sabían que yo estaba con ella y no iba a dejar que se burlara de mí, ella sufrió lo suyo también. Karen Harbrit nunca se olvidará de mí, pero tú eres diferente y te quiero tantoooo que...
Diciendo eso sus fuerzas se acaban y cierra los ojos totalmente, empezando a emitir ronquidos fuertes. Mis ojos escuecen de ira y mis cejas se juntan en la mitad al punto de doler. Arropo a Luka y salgo con la respiración irregular y las manos empuñadas, llego al taxi donde está Mike y me subo.
—Casi que no sales y...
—¡Cállate! —espeto. Él se sorprende, pero no dice nada. Sabe que estoy de mal humor y que es mejor callarse. Me dirijo al conductor con más amabilidad—. Disculpe, haremos otra parada.
Le doy la dirección y el señor arranca. El viaje saldrá costoso. Luego de un recorrido tenso en el que siento la mirada de Mike sobre mí, llegamos al destino, pero sé que es tarde, así que envío un mensaje para que la persona que vive allí salga y no tener que tocar e incomodar.
Me bajo corriendo hacia la puerta y noto que una luz se enciende, luego la veo salir en pijama y con expresión confundida y adormilada, se acerca a mí y nos encontramos a mitad del jardín. Antes de que me dirija la palabra, la empujo. La sorpresa se refleja en su rostro.
—¡¿Por qué no me dijiste que habías salido con Luka y lo habías engañado?! —farfullo. Karen palidece sin decir nada.
—¡CONTÉSTAME TOTÓ!
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