Capítulo 35
Estoy increíblemente emocionada por el día de hoy, ¡es mi primer San Valentín con pareja! Así sea Luka, me vale, es mi día y lo voy a disfrutar como una adolescente normal. La cita no es sino hasta las cinco y los nervios de acá a esa hora me carcomen la mente. Ni siquiera pude almorzar bien, ¡no pude almorzar bien! Pero no importa, nada me va a dañar el día, o eso espero.
Gracias a Dios, las horas pasan volando y antes de lo que imagino, están timbrando en la puerta de mi casa. Salgo a correr como loca a abrir, encontrando del otro lado a un muy apuesto Luka, bien peinado y con su camisa ceñida al cuerpo.
—Estás muy linda. —Me toma de la cintura y deja un beso en mi mejilla porque me apliqué labial y pues es importante no correrlo. Por favor.
—Gracias. —Tomo mi bolsito y salimos cerrando la puerta tras de nosotros—. ¿A dónde vamos? —Eso sonó a Dora la exploradora.
—Ya lo verás.
Tomamos un taxi y Luka le indica el lugar. No, aún no sé dónde es, debo poner más atención. El trayecto dura veinticinco minutos, nuestras manos han estado entrelazadas todo el tiempo y Luka ha estado consintiéndome todo el rato, susurrando halagos de «ese color te luce», «tu cabello está muy bonito hoy» y «esa falda te resalta el trasero». Es todo un romántico.
Bajamos y veo ¿un teatro? Luka me trajo a un teatro. ¡A un teatro! La gran estructura que se alza frente a mis ojos es majestuosa, con el techo abovedado, ventanas altas de vitrales, un par de columnas a cada lado como de unos seis metros de alto y unas letras doradas mayúsculas que rezan "Teatro Nacional". Las luces circulares amarillas adornan la fachada, una gran cartelera anunciando las obras que se presentan en el mes y las taquillas con filas de personas buscando su entrada. Mucha gente llegando, solos, en parejas, en familia...
—Es un teatro —exclamo sin salir de mi asombro, le tomo la mano—. Siempre he querido ir a un teatro.
Eso no es mentira. El único teatro que había en Ángeles era extremadamente costoso para entrar y los chicos con los que he salido no son exactamente unos cultos amantes de las artes que digamos. Y nunca imaginé que Luka lo fuera, es decir, ¡es Luka!
—¿Estás pensando por qué te traje a un teatro? —pregunta—. ¿Imaginaste algo más como una pizzería o... un hotel?
Pues sí, pero no vamos a decir eso.
—No una pizzería —digo riendo—. Nunca pensé que te gustara esto.
—Te dije que te sorprenderían muchas cosas de mí. Me encanta el teatro y hoy presentan a Shakespeare.
Si tan solo no fuera un mujeriego empedernido.
Caminamos hacia la entrada, pero no se detiene en la taquilla, sigue de largo y traspasa la enorme puerta doble de vidrio. El suelo está forrado con una linda alfombra marrón y tres puertas negras dan el paso al teatro. Llegamos a la puerta central y hacemos fila para entrar, Luka me abraza por la espalda mientras esperamos, se agacha y coloca su mentón en mi hombro derecho. Giro mi cara y le beso la mejilla, intentando dejar la menor marca posible sobre su piel.
—¿Te gusta? —susurra en mi oído, damos un paso hacia adelante, estamos a tres personas de entrar. Realmente estoy feliz, eso no es mentira.
—¿Es en serio? —murmuro—. Me Encanta, me fascina... es perfecto, Luka.
—Me alegro, es el primer San Valentín que celebro, no quería hacerlo mal. —Aún estando Luka a mi espalda, giro más mi cara y lo beso en los labios. A la mierda el labial.
—Es mi primer San Valentín también —digo sin pensar, aunque es sinceramente. Luka y yo nos parecemos demasiado y eso es... inquietante.
Luka muestra nuestras entradas y nos indican el puesto, estamos en la tercera fila, adelante, junto al pasillo lateral. Pasan unos quince minutos en los que todo el teatro se llena hasta que no queda ni un asiento libre. Presentan Hamlet, una de mis obras favoritas. Siempre la he querido ver en teatro, Shakespeare la creó para eso: para estar sobre el escenario y es genial poder verla hoy.
Apagan las luces y empieza la banda sonora ambiental, entran los personajes. Todo es perfecto, los actores lo hacen muy bien y las voces llenan todo el lugar, manteniéndonos a todos con la vista fija al frente. La interpretación actoral de una obra es mucho mejor que una película, a veces mucho mejor que el libro; verlo en persona hace que te metas en la historia, es como magia.
Giro un segundo a mirar a Luka, está totalmente concentrado en la obra, pero no puedo quitar mi vista de su perfil. Estoy descubriendo a un Luka diferente, a uno sincero y que hace todo de forma apasionada. Nuestra escapada a la cascada, mi visita a su casa... todo viene de manera espontánea, solo actúa el momento, sin pensar en el después, sin planearlo, simplemente... pasa y eso me encanta.
Nota que lo estoy observando y me mira sonriente. Esa sonrisa en otros momentos hubiera sido una sonrisa más, pero ahora veo algo más en ella; dulzura, deseo... cariño y lo más curioso es que tal vez lo estoy correspondiendo.
—¿Qué? —susurra muy bajito para que no nos escuchen.
¿Por qué me siento tan tranquila a su lado? ¿Por qué me encanta su compañía? ¿Por qué por primera vez siento las malditas mariposas al mirarlo a sus ojos miel?
Porque te gusta. Te gusta mucho.
Sonrío tratando de no mostrar el miedo que esa revelación me produce, porque me asusta mucho... Sólo por un segundo olvido que todo es un plan y deseo fervientemente que sea real, que Luka me quiera sinceramente y poder corresponderle; que seamos novios y que mañana salgamos a caminar tomados de la mano y que todos nos vean y deseen un amor como el nuestro. Por un segundo deseo que nos hubiéramos conocido en otras circunstancias pero que eventualmente hubiéramos llegado acá, a donde estamos ahora.
Pero ni lo uno ni lo otro. Niego sutilmente con la cabeza y me acerco a besarlo. No lo esperaba, pero no objeta. Este beso es diferente, no es apasionado ni de esos que hacen bailar a las hormonas, es pausado, lento, suave... y transmite cosas que creo que me estoy imaginando porque estoy segura de que él no lo siente así, no porque no me corresponda sino porque aparte de todas las sensaciones obvias y no solicitadas, está la culpa y el temor de qué pasará después habiendo llegado a este punto.
Cuando me separo de él, pasa su brazo por detrás y me abraza, me recuesto en su hombro mirando de nuevo la obra, pero sin concentración alguna. No debe gustarnos, Roberta. Es un mujeriego y nosotras también. No queremos ni necesitamos una relación normal, ¿qué esperamos de él?
Estando ya en el último acto, justo antes de que los últimos se mueran, Luka llama mi atención besando mi mano que ha estado entre la suya.
—Vamos —susurra.
Sonríe pícaramente y el corazón se me acelera suavemente, no mucho. Sólo un poco.
—¿A dónde? No acaba la obra aún —musito, pero él se levanta con discreción y me hala la mano. Salimos por el pasillo que linda con la pared, pegados a ella para no llamar mucho la atención.
Ya fuera del salón, vemos los pasillos que están desiertos, ni siquiera hay empleados, todos están adentro. Antes de seguir, me pega a una de las paredes para darme un corto beso.
—La velada no acaba aún, Rojita. —Camina de nuevo hacia un lado.
Cuando creo que vamos a salir, toma un desvío y entra por las escaleras de emergencia. La curiosidad me pica demasiado pero no digo nada, me limito a sonreír como boba todo el camino y de intentar no tropezar al intentar seguir su paso.
Luego de subir dos tramos de escaleras, llegamos a una puerta negra de metal, me sonríe antes de abrirla y entramos a la azotea del teatro. Es enorme y tiene una vista espectacular de la ciudad, a lo lejos se ven las bombillas de cada edificio como pequeñas luces de navidad pintando sutilmente el paisaje negro de la noche.
Pero eso no es lo mejor, lo mejor es el mantel que está puesto en el suelo con una canasta al lado y al cual Luka me acerca. Ni siquiera puedo prestar atención a la brisa que empieza a ser más fría con cada segundo que pasa.
—Era difícil traer una mesa acá arriba —exclama cuando llegamos al mantel—, así que... tome asiento en el piso, señorita.
Con un ademán me señala el suelo y no dudo en sentarme con cuidado de no mostrar nada indebido por ir en falda, él hace lo mismo frente a mí. Abre la canasta y saca dos sándwiches, me ofrece uno.
—Nada más romántico que el pan con jamón y queso —digo destapando el mío.
—Exacto —afirma—. Y no solo eso, sino que tambieeeen... —alarga la vocal con dramatismo, saca una botella de jugo del canasto—. ¡Jugo de naranja!
—¿Dónde tenías escondido lo romántico? —me burlo—. Digo, el gran Luka Greisnar ¡me está dando un sándwich y un jugo en la azotea de un teatro!
—No es que lo tuviera escondido. —Da un mordisco a su comida—. Es que nadie lo había hecho salir.
Que no te engañen esas palabras, Lucy. No sabemos a cuántas se lo ha dicho. Pero son hermosas, disfrútalas, es San Valentín.
—¿No has pensado... —empiezo— en tener una relación seria con una chica?
Masca con lentitud, como si estuviera haciendo tiempo para contestar, traga su bocado y hace una mueca.
—No —responde secamente. Toma un sorbo de jugo—. Eso no es para mí.
Indirectamente nos está diciendo sus intenciones con nosotras, Roberta. Eso ya es un avance para alguien como Luka.
Ya se acostó contigo, no puede perder nada.
Es cierto, Esmeralda.
—¿Ya lo has hecho? —exclamo—. ¿Intentar una relación seria?
—Sí —espeta—. Y no es lo mío. Es mejor así. Lucy, la paso muy bien contigo, pero...
—Oh, no —interrumpo, al ver que malinterpretó lo que dije—. No lo digo por mí, Luka. Me fascina estar contigo, lo disfruto mucho, de verdad, pero... bueno, no te ofendas, pero no eres mi tipo...
—¿Cuál es tu tipo?
Una Esmeralda imprudente se encarga de gritar fuerte y claro en mi mente: «Como Tobías». Roberta le da un putazo y se zanja el tema.
—Uno que no sea mujeriego.
—Pero acá estás conmigo —sentencia.
—Y tú conmigo, eso no es relevante.
—Buen punto. Supongo que dentro de tu gusto en hombres también está que no tenga un tic nervioso, ¿correcto? —Suelto una carcajada al rememorar eso. No puedo creer que lo recuerde.
—Exacto. Aunque puedo vivir con eso.
Sonríe de lado y come otro bocado.
—Te haré otra pregunta —dice. Asiento—. ¿Por qué fingías ser otra los primeros días?
¡Alerta! ¡Nos descubren! ¡Piensa rápido! ¡En Tobías no, pendeja!
—¿De qué hablas? —Lo miro a los ojos para no poner en duda mi confianza. Al menos mentir se me da bien.
—Una chica como tú —comienza— no agarra confianza de un día para otro. Eres directa, dices lo que piensas, no tienes vergüenza y ambos sabemos que pudor tampoco —Eso es cierto—, y eso me encanta de ti, pero, ¿por qué los primeros días eras tan "tímida"? —Hace comillas en la última palabra.
Uffff, no nos descubrió, solo tiene curiosidad.
—Tienes tus razones para ocultarte, yo tengo las mías —respondo—. Cuando me cuentes lo que ocultas, lo haré yo también.
Y como aún no me va a contar quién fue su amor desastroso, no pierdo nada prometiendo eso.
—Me parece justo.
—Si las relaciones no son lo tuyo —digo—, ¿por qué haces todo esto por mí?
Guarda silencio unos minutos, di en el blanco. Tal vez ya se está enamorando, pero no lo quiere admitir. Para mí ya es bastante difícil aceptar que me gusta, no imagino para él como es. Sé que aún no me ama, literalmente dicho, pero le gusto mucho y por eso no me botó luego de llevarme a la cama. O al arroyo para efectos prácticos.
—Te dije que las personas pueden cambiar.
—También dijiste que era una metáfora.
—Las metáforas vienen de una verdad —responde con seriedad. Luego ríe entre dientes—. Pero no en este caso. —Su semblante, ahora burlón, remata en una sonrisa ladeada—. Tal vez solo busco llevarte a la cama.
—Eso es más creíble —aseguro—. También dijiste que tanta amabilidad era para llevar a la cama a una chica. Esa filosofía es más propia de ti.
Logro percibir un ligero dejo de malestar en su rostro por mis palabras, pero repone la expresión rápidamente. Ya sabe que no soy tímida, ya dijo que no espera nada serio; eso debería preocuparme en el sentido de que el plan es enamorarlo, pero de todas maneras puedo hacer eso sin que él lo desee porque no escogemos cuando enamorarnos, solo pasa. Y yo haré que pase, pero mientras tanto puedo ser casi yo misma y disfrutar del buen sexo.
Me parece bastante justo.
Quizás se alargue más el plan de lo que pensamos en un principio, pero no pierdo nada. Con él puedo desahogarme y distraer los incipientes sentimientos que puedan surgir por cualquier otro chico y de paso llenar una fantasía de una relación seria que ninguno de los dos desea, es como tener lo mejor de ambas partes.
A como están las cosasahora, Luka es el mejor camino que puedo tomar.
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