02

Yeonjun se sentía inquieto. Nervioso.

La última vez que se había sentido de esa forma fue cuando conoció a Minhee.

Ella estaba a su lado, viendo la televisión, pero él no podía pensar en nada que no fuera el hermano de Minhee: Choi Soobin, quien aparentemente, por la forma en que ella reaccionó al verlo, no era algo como su hermano.

Yeonjun estiró el brazo sobre el respaldo del sofá y jugó con el cabello de Minhee.

—¿Qué es lo que ocurre? —Minhee dijo, volviendo su cabeza hacia él.

—Estoy algo nervioso —dijo. Era una explicación un poco vaga, pero no podía darle un por qué a su inquietud. Quería respuestas, nunca había sido fan de tener que esperar por algo.

—Tal vez yo pueda ayudarte con eso —murmuró con una sonrisa, deslizando los dedos sobre su abdomen.

Yeonjun lo consideró, pero, de alguna manera se sentía incorrecto.

No lo hizo.

—¿Qué es lo que ocurre contigo, Yeonjun? —Minhee dijo— Estás actuando algo extraño últimamente.

¿Quién es él? Quiso decir.

Él no supo qué responder. No podía decirle a Minhee que su actitud se debía a su hermano. Más bien, no podía decirle que estaba reconsiderando su relación. Era peligroso. Sentía que estaba pendiendo de un hilo.

—Me siento agotado —dijo brevemente—. Todo esto –nosotros– es tan complicado. No somos novios pero nos tratamos como si lo fuéramos. No me gusta. Lo odio.

Minhee sintió algo de lástima.

—Te lo pediré oficialmente dentro de poco —besó su mejilla—. Es una promesa.

Y con eso, Yeonjun se sintió en calma. Mientras Minhee estuviera a su lado nada más podría preocuparlo.

O algo así.

El actuar de Minhee no cambió durante las siguientes semanas. Salidas canceladas y poco tiempo para verse, pero Yeonjun elegía creer sus mentiras, porque ella era la mujer que amaba. Minhee sería incapaz de hacerle algún daño. Lo había prometido.

Sin embargo, su comportamiento logró lastimar su pobre corazón el día en que la vio junto a Choi Soobin en el centro de la ciudad. Sus manos entrelazadas y el beso que logró verlos compartir hicieron hervir su sangre en llamas, pero él la amaba. Debía ser un error, pero había confirmado lo que temía: Choi Soobin no era verdaderamente el hermano de Minhee. Él lo supuso desde un principio, pero su amor era más grande que un simple miedo. Él podría con eso. Ellos podrían con eso. Se desharía de ese hombre y llevaría su vida como lo había estado haciendo desde la llegada de Minhee: serían felices.

Tendría que haberse ido en cuanto los vio ingresar a ese motel.

Debería haberse ido en cuanto los vio salir con una sonrisa. Al principio había estado nervioso y avergonzado cuando los vio juntos. Aparentemente, él era un completo idiota. Como el perfecto enamorado que era.

Yeonjun no estaba seguro de qué era lo que le molestaba tanto –por lo menos decidió no examinarlo demasiado. Hasta la última visita de Minhee en su departamento, las cosas habían estado bien entre ellos, y había decidido no pensar en el beso, pero haberlos visto entrar en ese lugar había sido un choque para él.

Maldita sea. Esto tenía "mala idea" escrito por todas partes. Tendría que haberse quedado en casa esa tarde. Porque él realmente amaba a Minhee.

Y él no confiaba en sí mismo. No después de haber visto aquello.

—Deja de ser un idiota —murmuró Yeonjun y se fue.

Mientras conducía, se volvió cada vez más consciente de la situación. ¿Pero qué debía hacer? Podía simplemente ignorarlo y dejar pasar el asunto, o podía confrontar a Minhee y terminar con ella. ¿Presuntuoso? Tal vez un poco.

La puerta de su departamento se abrió. Yeonjun miró a Minhee fijamente y una sonrisa adornó su rostro.

Él podría perdonarla.

Yeonjun bostezó y se frotó los ojos.

Era bastante tarde; él debía decirle a Minhee que fuera a casa. Tenía trabajo pendiente, así que no podía realmente darse el lujo de quedarse acostado luego de tener sexo con ella. Yeonjun estaba bastante seguro de que eso bastaría para que ella no volviera a ver a Choi Soobin.

—Si no entrego los documentos a tiempo será tu culpa —Yeonjun dijo.

Minhee abrió los ojos.

Estaban compartiendo almohada porque Minhee seguía tendida medio encima de Yeonjun, sus piernas enredadas. Ambos estaban sudorosos y pegajosos después del sexo, pero Minhee no parecía querer moverse. Se sentía demasiado bien para hacerlo.

—¿Mi culpa? Ni siquiera se suponía que tuviéramos sexo hoy. No lo esperaba —se excusó Minhee.

Interiormente, Yeonjun se sintió un poco culpable. Incorrecto. Sabía que en realidad estaba mal estar con ella en esta situación después de haberla visto con otro hombre, pero él se había sentido inquieto y posesivo con Minhee, necesitaba dejar su marca en ella. Que Choi Soobin supiera a quien realmente pertenecía.

—Tú no estabas exactamente infeliz —murmuró Yeonjun, empujando los pensamientos lejos. Minhee definitivamente no había estado infeliz de acostarse con él: ella estuvo completamente encima suyo desde que ingresó al departamento. Aunque él sí parecía un poco triste, pero era comprensible, tenía trabajo que entregar y se había comportado como, como un hombre después de haberla visto con otro tipo. Aunque, la verdad sea dicha, el tipo no era exactamente desagradable a la vista, él podía entender por qué Minhee hizo lo que hizo con él.

—No lo estaba —admitió.

Yeonjun la miró con curiosidad.

—¿No tienes que irte ya?

—¿Qué? —Minhee lo miró con incredulidad.

—Es tarde, Min —le dijo Yeonjun suavemente—. Deberías ir a casa.

Con tu novio, quiso decir nuevamente.

Sintió que la expresión de Minhee se tensó un poco para luego ser reemplazada por una sonrisa.

—No es que no haya pasado la noche en tu departamento antes. ¿Algún problema con que me quede hoy también?

Yeonjun se encogió de hombros.

—Es extraño a veces. No acostumbro a tener compañía aquí además de Sean —dijo simplemente.

Minhee lo besó con dulzura. Hizo cosquillas. Él no era particularmente sensible, pero Minhee parecía tener un superpoder para hacerlo doblegarse ante ella.

No era como si a Yeonjun realmente le molestara, él estaba bastante bien con eso. Le gustaba que Minhee tomara el control y que guiara el ritmo de las cosas. Amaba cuando ella lo hacía. Adoraba la manera en que tocaba su cuerpo y lo acariciaba, le hacía sentir protegido. Él definitivamente no tenía problema alguno con que Minhee se adueñase de su vida.

—¿Alguna vez imaginaste que soy alguien más cuando me besas? —soltó Yeonjun de repente.

Los ojos de Minhee se clavaron en él.

—¿Qué?

Yeonjun levantó sus ojos con una sonrisa.

—¿Imaginas que soy alguien más?

Su rostro se tensó por completo esperando la respuesta.

—Nunca lo he hecho.

Yeonjun nunca supo si lo que dijo fue verdad o no, pero él eligió creer.

Él siempre elegiría creerle.

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