Capítulo 12: Mentiras.
Palette se sentía satisfecho, un sueño que tanto había anhelado se había cumplido, ahora su joven corazón ya no dolía, finalmente tenía lo que quería. ¿No debería ser eso suficiente? Si, lo era, debería de serlo.
...
Pero seguía sin sentirse algo bien.
Se sentía vacío, roto.
Había conseguido lo que deseaba, pero ahora no sabía si realmente era algo que quería, era... ¿Aburrimiento por la rutina? Ya no lo sabía. Pero por ahora iba a disfrutar de eso, ¿Qué más podría hacer? No lo sabía y no le interesaba, ahora mismo disfrutaba de ser llamado por su nombre y recibir cariño y atención.
Oh, si, el pequeño Palette buscaba amor en Cross.
Quizás era porque no lo tuvo antes y ahora el sentirse amado era algo que deseaba tanto ahora mismo ahora que había probado como se sentía esa atención, ese afecto, ese cariño, sentía que era perfecto, que todo era mucho mejor que cualquier cosa dolorosa del pasado.
Porque el amor y la atención se sentía tan malditamente bien para alguien que no lo tuvo antes.
Incluso rogaría por tener aquellas migajas de amor.
Estaba hambriento de ese afecto.
Oh, y Cross se lo daba, no necesitaba nada más, no le molestaba nada más, después de todo, ya no le hacia falta nada, se podría decir que repentinamente ahora era tan bien atendido, un consentido, ahora realmente se sentía como un rey.
Pero no era suficiente.
Palette no sentía que era suficiente, no lograba saciarlo, ¿Por qué? ¿Por qué no se sentía satisfecho? ¿Por qué no se sentía feliz? ¿Por qué no sentía que finalmente tenía todo? Se engañaba pensando que sí, pero la verdad era que no.
Quería engañarse pensando que disfrutaba de eso, que no podía envidiar a nadie, pero la verdad era que algo faltaba, no sabía que era, pero algo faltaba, necesitaba más, más amor, más atención, la suficiente para cubrir ese vacío en su ser, alguna manera de esconder esa fisura en su ser.
Simplemente la única persona que lograría darle eso, era Cross.
—Cross. — Llamó Palette al asomarse en la habitación del mayor, quería atención y el se la debía dar.
—¿Si, Pal? —Preguntó Cross, se encontraba sentado en la cama leyendo un libro, lo dejó a un lado y luego miró al menor.
—¿Estás ocupado? —Preguntó Palette, como si por escuchar que lo estuviese, eso seria suficiente para detenerlo de lo que iba a hacer, la verdad era que poco le importaba interrumpir, porque sabía que Cross nunca le negaría nada.
—Para ti nunca. —Respondió Cross con una sonrisa tranquila.
Palette sonrió más tranquilo y se acercó al mayor, tomando asiento en su regazo, abrazándolo por el cuello, con sus ojos topándose con los contrarios.
—¿Qué pasa? ¿Quieres algo de atención, mi amado polvo de estrellas? —Preguntó Cross mientras le observaba con atención.
—Si. —Respondió Palette. —Por favor, Cross. —
Aquello fue suficiente para que el mayor decidiera escuchar la petición del menor, disfrutando de besarlo y pasar las manos por el cuerpo del otro. Si, Palette no conocía otra manera de amor, otra manera de atención, esa era la vida que aprendió, la vida que le enseñaron.
Una vida en la cual se había acostumbrado a vivir, porque ya no era un infierno, era su propio paraíso donde se hacía lo que el deseara.
Aquella dulce venganza se convirtió en un sueño para ambos, para Cross algo que no esperaba, y para Palette, una ventaja ante todo ese abuso.
Sentía en cada caricia la atención del otro, en cada palabra un apoyo, se sentía amado, se sentía atendido.
Se sentía satisfecho, aunque sea por momentos.
...
Pero no todo podía ser tan perfecto, ¿O sí?
No se puede mentir toda la vida.
...
Aquella vez Palette logró satisfacerse por momento, pero no era sano, no era para nada un modo sano de obtener aquello que tanto deseaba, ¿Entonces qué debía hacer? El joven Palette no lo sabía, porque nunca le enseñaron otra manera, solo había aprendido esa, y no veía nada de malo con eso.
Pero viviría así, en esa miseria por no sentirse satisfecho, siempre necesitando más aún cuando tenía todo.
O eso pensaba.
Cuando la noche llegó, estaba en los brazos de Cross, el mayor estaba dormido, simplemente estaba siendo abrazado por el ya que de esa manera se habían dormido, que tranquilas eran las cosas, Palette sonreía mientras observaba el rostro de Cross.
Finalmente era necesitado, no comparado.
Ahora mismo quería ir a tomar agua, quizás se levantó por la sed, así que simplemente buscó una manera de liberarse de aquellos brazos que le retenían, pero lo único que logró fue que Cross se aferrara un poco más.
—No... Dream... No te vayas...—Decía Cross mientras dormía, con angustia en su voz.
Otra vez ese maldito nombre.
Iba a ignorarlo, de verdad que lo trató, pero tan solo darse cuenta que Cross mentía, que no había superado a Dream le estaba molestando tanto. Y, por si fuera poco, al lograr zafarse, escuchó algo más.
—Lo siento, lo siento... Tuve que hacerlo... Estabas con él, me molesté yo...—
Por alguna razón, aquello llamó la atención de Palette.
—¿Qué hiciste? — Se atrevió a preguntar al levantarse.
—Lo siento...—Respondió aun dormido Cross.
—Por... el accidente, por... Chocarlos...—
Algo dentro de la cabeza de Palette se rompió, no sabía como describirlo, ¿Rabia? ¿Enojo? ¿Desesperación? ¿Odio? De cualquier manera, sentía que todo lo que había ido aprendiendo iba a servirle para reaccionar de una manera nada bonita.
—¿TÚ LOS CHOCASTE? —
Palette se colocó sobre Cross, quien estaba mirando al techo. Lo agarró de los hombros y lo movió violentamente, buscando que se levantara, cosa que logró.
—¿Palette?... ¿Qué?... —Cross no entendía.
Pero podía ver la rabia en los ojos del menor.
—¿TÚ MATASTE A MIS PADRES? ¿TÚ LO HICISTE? —Preguntó entre gritos desesperados y llenos de rabia Palette.
Todo el inicio de su tragedia, todo ese maldito infierno que había soportado, estar roto, nunca estar satisfecho, conformándose por ser un maldito plato de segunda mesa, unas sobras, todo porque el imbécil que tenía enfrente asesinó a sus padres, todo por sus celos, todo por no ser correspondido.
Le había arruinado la vida.
La misma persona de la cual buscaba amor y afecto, era la misma persona que asesinó a sus padres, la misma persona que lo tocaba y besaba mientras decía el nombre de su madre.
Ese maldito imbécil.
—No sé de que hablas. —Dijo Cross.
—¡YA SE LA VERDAD, MALDITA SEA! —
—Compórtate, y no me hables así o te voy a--—
—¿Me vas a qué? —Escupió con rabia Palette.
No había miedo por primera vez no sentía miedo, sentía odio, molestia, se sentía un maldito imbécil, finalmente se había explotado esa burbuja en la que se encontraba, estaba molesto, demasiado.
—Te has vuelto un maldito niño grosero, parece que tendré que volver a educart--—
Palette lo interrumpió dándole una cachetada, hubo silencio luego de eso. Palette lo había notado antes, pero nunca se vio en la necesidad de hacer algo con eso. Ya no era pequeño, ya no tenía que esconderse, no sentía miedo, ya no, sabía que podía contra Cross.
Ya no era un niño.
...
Y había aprendido algo de la vez que rompió su lampara en el cuarto.
La cantidad de vidrio que tenía, lo peligrosa que era, y con unos buenos golpes seguro sería suficiente.
...
Cross iba a lanzar a un lado al menor, pero este fue más rápido y alcanzó con su mano la mesa de alado de la cama y agarró la lampara, levantándola.
Palette pudo verlo.
Miedo.
El miedo en los ojos de su agresor, de aquel que le quitó todo. Oh... Que bien se sentía no ser aquel que se escondía y temblaba de miedo.
No importó las peticiones de piedad de Cross, porque Cross nunca les hizo caso a las suyas.
Le devolvería todo lo que sufrió, y no le importaba lastimarse a sí mismo tras cada golpe, no se detuvo, ni siquiera se detuvo cuando Cross dejó de moverse o hacer sonido alguno.
No era suficiente.
Debía sufrir cada cosa, cada maldito segundo, cada jodido dolor, todo lo que sufrió por él.
No le importaba la sangre que le manchó, no importaba nada de eso.
Quería su venganza.
Su dulce venganza.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top