II: Dominado por la culpa
Camus se encontraba en el templo de Milo, pues el guardian de dicho templo había solicitado su presencia para ir un por almuerzo juntos. Como de costumbre el galo llegó antes, mucho más antes de lo planeado, pues no tenía nada que hacer y esperar en el templo de Escorpio era mejor que no hacer nada. Sin embargo, jamás imagino que Aioria lo atacaría, el si lo vio a lo lejos pero no previno su ataque.
El dolor fue tan agobiante que no pudo resistirlo, no supo que paso luego de eso, solo cerró sus ojos.
Pronto sintió su cuerpo adolorido empezó a despertar y no podía moverse por el dolor, pero al estar más despierto se dió cuenta de la situación en la que estaba, sintió un dolor punzante en su parte baja, no podía ver lo que pasaba porque estaba boca abajo, pero pudo sentirlo, el dolor era peor tanto que de sus ojos empezaron a llenarse de lágrimas. Pronto los movimientos bruscos pasaron, y sintió como lo volteaban y pudo ver a los ojos a Aioria. Quien al parecer era el responsable de su tortura.
Quería que la tierra le tragara, nada podía ser más vergonzoso que estar en esa situación, pero todo eso se sumó la llegada de Milo y el inicio de una pelea brutal. Se cubrió el rostro con ambas manos, no podía verlos sin sentir pena por lo ocurrido.
Aioria empezó a responder con más fuerza los golpes de Milo, asimilando que era verdad que Camus no tenía nada que ver con lo ocurrido y sin embargo fue el más afectado. Pero ya no había nada que hacer más que detener a Milo.
Pronto la temperatura del lugar empezó a disminuir. Lo que freno la pelea de ambos caballeros.
—Milo por favor solo deja que Aioria se vaya...—Suplicó el galo, su voz quebrada hirió más Aioria y Milo como siempre le hizo caso. Sí Camus le pedía algo, por más mínimo que fuera lo cumpliría aún si eso era bueno o malo.
—Ya lo escuchaste... Lárgate de aquí.— A pesar de a qué Milo le sobraba ganas de matar a Aioria, se contuvo por el pedido de Camus. Aquello le pareció raro a Aioria, era realmente raro la relación de esos dos. Pero no perdió tiempo pensando en ello, simplemente se vistió rápidamente y salió del lugar. Reprochandose así mismo por lo que hizo, talvez cuando el galo estuviera mejor hablaría con el. Por ahora era mejor dejarlo solo. — Dejame ayudarte...
Al estar solos, Milo se dedico a ayudar al francés, curo con más cuidado sus heridas y escucho a Camus. Realmente no imagino que Aioria fuera tan vengativo, atacar y luego abusar de Camus fue lo más bajo que pudo hacer.
· · • • • ✤ • • • · ·
Los días habían pasado desde aquel incidente, y a pesar de que Aioria trataba de disculparse con Camus, no podía hacerlo. Pues Milo estaba con él casi las 24 horas, incluso en las noches vigilaba el templo de Acuario. El Leo se sentía tan mal, que nisiquiera podía estar cerca de su novia sin imaginar que realmente la traicionó.
Pensó que jamás podría disculparse con Camus, sin embargo, Milo fue asignado a una misión, por lo que no estaría en el santuario durante tres días.
Tres días en los que Aioria intentaría disculparse con Camus. Así que aprovecho la ausencia de Milo y subió al templo de Acuario, pero tan solo pisar el lugar fue recibido una fuerte ventisca que lo arrojó devuelta a las escaleras y cayó por ahí casi hasta llegar nuevamente a Capricornio.
—Ahg... Demonios Camus...— Murmuró adolorido el león, no pudo prevenir el ataque y termino herido, aunque suponía que con eso ya estaba a mano con Camus. Con mucho esfuerzo se puso de pie y volvió a subir a Acuario si no se disculpaba con el menor, su propio remordimiento lo mataría.
Sin embargo, está vez ya ni siquiera piso el templo de Acuario, sino que Camus lo esperaba en la entrada, dispuesto a arrojar su Ejecución Aurora sobre Aioria.
—Espera... Espera porfavor.— Aioria trato de suplicar piedad, pero Camus no se molestó en escucharlo, y sin piedad alguna atacó al indefenso león. No puedo evadirlo porque reaccionó muy tarde y volvio por dónde había empezado, solo que más herido y adolorido. Sus piernas estaban casi congeladas que era difícil levantarse, aún así usu propio cosmos para no ceder al dolor y avanzar.
Al levantarse y caminar un poco se encontró frente al caballero de Acuario, su fría mirada era como si juzgará lo más profundo de su alma lo que le hizo temblar, antes de siquiera decir algo, fue golpeado en su estómago y al agacharse Camus también lo golpeó en la entrepierna. Lo que definitivamente si lo dejo fuera de acción unos minutos que fueron de agonizante dolor dónde se retorció de dolor en el suelo.
—Ya... Lo siento...—Murmuró con dolor a lo que por fin Camus se dispuso a escucharlo.—Se que merezco esto y más... Pero realmente solo escúchame... Porfavor.
—Tienes un minuto no más...— Dijo con indiferencia el joven francés.
—No quise lastimarte... Estaba tan molesto con Milo que solo pensaba en matarlo, cuando llegue a Escorpio te ataque pensando que eras el... Trate de ayudarte pero pensé en hacerle lo mismo que me hizo Milo, devolverle el dolor que me causó que besara a Marín... Se que eres el menos culpable de esto, pero eras la persona más valiosa para Milo, que a pesar de ser un maldito mujeriego, a ti te estima y respeta... Por eso hice lo que hice, pero en cuanto ví que te lastime. Me arrepentí hasta ahora... Porfavor disculpame.— La disculpa de Aioria era sincera, y Camus realmente se sorprendió de escuchar aquello, ya que Milo. No le explico a profundidad lo sucedido.
En la versión de Milo, era Marín la que le había besado. Pero la versión de Aioria era más creíble, puesto que Milo era el mismo casanova. Suspiro con resignación, y se dió media vuelta para regresar a su templo.
—Estas disculpado... Supongo que estabas en todo tu derecho de hacerle pagar a Milo, pero la próxima espero que estás patéticas peleas terminen solo en ustedes, no te vuelvas a acercar a mi Aioria o juro que arrancarre tu pene con mis propias manos.—
Aioria solo asintió con temor, aunque no sabía si estaba disculpado realmente. Era difícil decifrar los sentimientos de Camus, así que realmente no estaba seguro de sus palabras.
Por esa misma duda es que se levantó del suelo y trato de alcanzar a Camus, tomándolo de la mano para que evitar que siguiera avanzando. Pero inmediatamente Camus se volteo y le golpeo en el ojo derecho al caballero, lo que causó que lo soltará.
—¿Que te dije? ¿No sabes escuchar o solo no entendiste mis condiciones?— Dijo con seriedad, a lo que Aioria retrocedió un poco para respetar el espacio ajeno.
—Si entendí... Pero no sé si realmente me perdonas, es difícil ver tus sentimientos Camus... Solo cuando lo hicimos demostraste tristeza, pero ahora no se que sientes realmente.— Comentó apenado, recordando el rostro lloroso del caballero, lo que causó el sonrojo de Camus.
—Eres un imbécil... Ya te dije que te disculpo, conformate con eso.— Camus no quiso seguir discutiendo la misma situación, hasta que las palabras de Aioria lo detuvieron en seco.
—¡Quiero hacerme responsable de lo que te hice!— Grito el caballero a lo que el francés le miró más que sorprendido, casi con la boca abierta.
—¿Responsabilidad de que?— Cuestionó con molestia.
—Se mi novio...— Dijo con temor Aioria, no quería acercarse más al galo, pues estaba más que seguro que volvería a golpearlo.
—¿Que hay de Marín?—
—Termine con ella, no por el beso que le dió Milo, sino por lo que te hice...— En eso Aioria retrocedió, pues el galo se acercaba a él con molestia, ahora sí quería huir, pero Camus le tomo de la mano con fuerza y lo llevo hasta su templo. Al estar ahí el caballero de Acuario arrojó al de Leo sobre el suelo con fuerza.
—¡Mas te vale que no le hayas dicho nada de lo que hicimos!— Camus estaba temblando de los nervios, realmente si alguien se enteraba de lo que pasó era un golpe directo a su orgullo.
—No... Nada de eso... Le dije que terminamos porque me enamoré de alguien más...— Aioria se quedó en el suelo, manteniéndose arrodillado mirando hacia abajo, esperando que el francés le creyera, porque era cierto. Se enamoro de Camus a primera vista, y luego de lo que hizo no pudo dormir noches sin pensar en el. Y tan solo verlo a lo lejos hacía que su corazón latiera con rapidez, bastante distinto al sentimiento que tenía con Marín.
Pero sus sospechas se hicieron realidad, Camus no le creía.
—Estas loco... No hay nada de lo que te debas hacer responsable. Así que vete de aquí y solo no le digas nadie lo que pasó, con eso será más que suficiente.—
—¡Dame una oportunidad para que demuestre mis sentimientos por ti! Juro que lo que siento no fue solo placer... Me enamore de ti.—
—Yo...—Camus se quedó sin palabras, llevo su mano su boca y trato de pensar en las palabras ajenas.— Pero yo no siento lo mismo Aioria...
Camus fue sincero, no tenía sentimientos por Aioria ni por nadie, no sabía si era parte de su personalidad, pero simplemente no sentía atracción por Aioria o siquiera por Milo que siempre estaba con el como su propia sombra.
—Lo se... Incluso debes odiarme por lo ocurrido.—Esas palabras solo causaron la mirada molesta de Camus, así que Aioria desvío el tema rápidamente.— El punto es que, me volveré loco si no te tengo Camus, hasta renuncié a Marín por ti.
—Eso fue tu decisión, yo no te obligue a nada.— Mencionó con molestia.
—Entonces... ¿Que debo hacer para que me des una oportunidad? Solo una... Dímelo porfavor.—
—Nada Aioria, mira hay otra razón por la que no puedo corresponder tus sentimientos...— Camus estaba por argumentar sus razones, hasta que el león lo interrumpio.
—Es Milo, ¿Verdad? Por favor no me digas que ya estás en una relación con él...— Dijo con voz dolida, pero el galo negó, devolviéndole la esperanza a Aioria.— ¿Entonces?
Camus pensó en como explicarle a Aioria lo que sentía por Milo, no era amor pero era respeto. Y jamás haría algo que le dañara.
Continuará ...
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