Técnicas

Todo comenzó con clases y técnicas simples de boxeo, no sé ni en qué momento terminamos enredados los dos. Él me estaba mostrando algunas técnicas de defensa.

Hace muchos años mi padre me inscribió para recibir clases de artes marciales, pero eran tan rudos conmigo que les cogí pavor. Además de que no entendía nada, ni siquiera sabía la razón por la cual me enviaron allí, solo sé que salía llorando y adolorida. 

Se suponía que estábamos practicando y cuadrados para tener una pequeña lucha de defensa. En realidad, en todo momento pensé que iría más despacio conmigo al ser la primera vez que lo hago, pero no, Dylan se lo tomaba muy en serio.

Aunque no me golpeaba, con solo ver sus movimientos y cómo lanzaba puños hacia mí, me tenía al borde de hacerme pis encima. Le estaba huyendo, en vez de saltar en un mismo sitio, yo retrocedía.

—Esto no está funcionando— soltó, quedándose quieto.

—Es que vas muy rápido. Si me das un puñetazo de esos me harás tragar los dientes.

—No voy a golpearla.

—Entonces permite que me prepare mentalmente, porque me está costando mucho.

—Sí, es que los enemigos le darán tiempo suficiente de prepararse— se lanzó sobre mí tan de repente que me costaba asimilar que habíamos caído en el suelo y él se encontraba sobre mí—. No se descuide, ni pierda tiempo tratando de razonar con su oponente, porque créame, esa técnica jamás va a funcionar.

—¿Q-qué estás haciendo?

—Me pidió que le enseñara lo que sabía, ¿no? Existen diversos métodos de defensa, pero podemos comenzar con técnicas para neutralizar al enemigo.

Mi cerebro estaba a punto de explotar, tanto como debía estar mi cara.

—Esto no está bien.

—Concéntrese.

—C-claro, debo concentrarme teniendo a mi primo entre mis piernas.

—En este momento soy su maestro y oponente.

Es difícil mantenerse concentrada cuando está así de pegado y en esta posición tan deshonesta, aunque sea solo práctica.

—Ya cuando estés montada sobre tu oponente, puedes lanzar golpes a su rostro, pero solo para distracción, pues este hará lo posible por zafarse. Una vez se cubra la cara, pondrá su mano en la muñeca a la derecha de su oponente, la otra la llevará al codo, luego pondrá todo su peso, presionando el brazo contra el suelo. Su codo quedará así, a la altura de la oreja. Recuerde que debe apoyar su codo para que resista. Ahora bien, se fija el brazo del oponente con un agarre de mono, este se basa en atraparlo con la mano completa. La otra mano debe pasar palma arriba por debajo del brazo del oponente, agarrando esta vez su muñeca y manteniendo firme su brazo. Es importante que la pierna derecha esté levantada. Este gancho le previene para que su oponente no pueda aventarla hacia el lado— presionó su parte baja contra la mía y no sé si eran ideas mías por el nerviosismo, pero sentí algo duro—. Es importante también que esconda su cara, para que pueda protegerla y no reciba un golpe. Ahora solo queda levantar y bajar el brazo con fuerza.

Recreó la llave y me dolió mucho el brazo.

—¡Por Dios, hazlo más despacio! ¿Acaso piensas quebrarme?

—Le sugiero que no haga ese tipo de expresiones que se pueden malinterpretar para cualquiera que le escuche en la casa. Puede traerme problemas.

—Eres tú quien acaba de… — me mordí la lengua, pues él se notaba muy serio al respecto, creo que era yo quien estaba exagerando un poco las cosas, pero ¿cómo no iba a hacerlo después de lo que sentí?

—La llave de Jiu Jitsu americana desde la posición montada es igual al sexo.

Lo miré fijamente con los ojos tan abiertos que debía parecer un múcaro.

—¿Q-qué estás diciendo? No es momento para hacer tal comparación.

—Es la verdad. Debes mantenerte arriba de tu oponente, tener presente sus puntos débiles y sensibles, pues es ahí donde empleará su ataque y le demostrará de lo que está hecha, pero para lograr el objetivo de neutralizarlo, debe saber cómo, cuándo y dónde apretar. Debe someter a su oponente, un descuido puede ser fatal, por lo que la concentración es fundamental.

Mi cara debía ser un poema mal escrito ahora mismo de la jodida vergüenza, ya que todo lo que estaba diciendo le llevaba a presionar su parte baja contra la mía.

—M-me m-me M-me rindo— golpeé el suelo con la otra mano, buscando la manera de huir de esta situación tan vergonzosa.

Mi voz se oía tan entrecortada y nerviosa que parecía un auto que le costaba arrancar.

—Bien, dejémoslo para otro día— se levantó, extendiéndome su mano para ayudarme a levantarme, por lo que la tomé.

—Soy una mujer, ¿sabías? Para la próxima no seas tan bestia, cuando solo estamos practicando. ¿Acaso pensabas fracturarme el brazo?

—Me pidió que le enseñara lo que sé, solo me limité a complacerla. No pensé que le había lastimado, a veces me cuesta medir mi fuerza, no acostumbro a practicar con mujeres. Lo lamento. No volverá a ocurrir—se fue quitando las vendas de las manos—. Vaya a darse un baño y a descansar. Mañana es el cumpleaños de su novio y necesita energías.

—No le cuentes a mi padre lo de Dereck.

—Le dije que eso jamás saldrá de mi boca, porque a mí también me perjudica.

—¿Qué dijo mi papá de lo que sucedió hoy?

—Está preocupado por su seguridad, solo me limité a garantizarle que no iba a permitir que le pasara nada.

—¿Y con solo eso se tranquilizó? ¿No preguntó cómo estaba o cómo me sentía?

—No. Mis palabras lograron calmarlo. Él tuvo que viajar para atender unos negocios, pero regresa mañana en la tarde. Probablemente tome el tiempo de venir a verla.

—Claro, lo olvidaba, los negocios son más importantes.

—El apego o crearse falsas expectativas nunca dejan nada bueno. Lo mejor es aceptar las cosas como son y dejarlas ser, porque no siempre se puede cambiar el rumbo o el desenlace de las cosas, aunque te hagan creer lo contrario.

No entiendo a qué vino ese “consejo”, pero su mirada estaba extraviada.

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