Resentimiento
Quise bajar las escaleras, pero Dylan me sostuvo con fuerza.
—Es peligroso. No puede acercarse.
—¡Es mi papá! ¡Suéltame, imbécil! — lo empujé nuevamente y esta vez no me detuvo.
Bajé las escaleras, tropezando con mis propios pies y los tacones altos. No pude llegar siquiera a la carretera, en medio de la acera localicé algo que me estremeció, y fue parte del brazo, o más bien lo que quedaba de el, de mi padre. Le faltaban varios dedos, supe que era el suyo, pues tenía el anillo de bodas que le regaló mi mamá.
Caí de rodillas en la acera, mis ojos eran un mar de lágrimas. Mi mente se volvió mi enemigo, reproduciendo las últimas palabras que le dije, dejando un sabor amargo en mi boca.
Los invitados, por evidente razón, salieron asustados por el sonido para averiguar qué había sucedido. Muchos de ellos se perdieron por miedo, otros se mantenían alejados en alguna esquina, como si fuera puro entretenimiento o alguna escena sacada de un película.
Dylan me extendió su mano, la cual dudé mucho en sostener, pero al final lo hice.
Miré hacia la multitud, cruzando mirada con los padres de Dereck, quienes estaban observando también el panorama sin hacer o decir nada. Esmeralda se encontraba cruzada de brazos, mientras que el tal Kiran estaba encendiendo un cigarrillo como si nada hubiera pasado. Era una actitud sumamente extraña, pero que dejaba mucho que pensar y desear.
Dereck salió detrás de ellos, pero fue Kiran quien le puso la mano en el pecho para que no viniera hacia mí y no quiso irse por encima de él.
«No lo entiendo. En otras circunstancias se hubiera ido por encima de quién fuera para venir hacia mí, y más ahora que lo necesitaba, pero en este momento estaba actuando como si no le importara ni un poco».
Aunque en su expresión noté preocupación y desconcierto, no se atrevió a despegarse de sus padres, ni siquiera para consolarme o asegurarse de que estuviera bien.
No era la única que se había dado cuenta de todo, Dylan los estaba observando de manera acusatoria y curiosa, y es que por donde quiera que lo mirara, no parecía una simple casualidad.
Desconocía que mi padre los conocía, pero pude darme cuenta de que la relación entre ellos no era muy buena que digamos. Mi padre le miraba con cierto grado de disgusto y dudo mucho que haya sido solo por la relación que tengo con Dereck.
Los murmullos de todos los allí presentes estaban a punto de volverme loca.
—¡Todos ustedes, lárguense, aquí no hay nada que ver! —grité, rechinando los dientes.
—Tenemos que irnos antes de que llegue la policía, señorita— me avisó Dylan.
—La familia Harper, ¿eh? — dije en voz alta, llevando mi dedo índice entre ceja y ceja—. De ese apellido nunca me voy a olvidar.
Los dos habían entendido el mensaje, lo supe por la mirada que ambos me dedicaron, pero no dijeron absolutamente nada.
—Señorita, no es el momento. Vámonos.
Crucé la mirada con Dereck y negué con la cabeza antes de abandonar el lugar con Dylan.
[...]
Nos encontrábamos de camino a casa. Andaba perdida en las calles concurridas y alumbradas de la ciudad. Me dolía el hecho de haber tenido que abandonarlo allí, pero tenía que hacerlo. Es una de las promesas que le hice, si algún día le sucedía algo, con tal de que no me viera salpicada en nada. Ahora debo desaparecer por un tiempo y recuperar lo que haya quedado para poder darle un entierro digno.
«Mi mamá, debo hablar con ella».
—Fueron ellos, ¿cierto? —logré articular—. Fueron ellos quienes le hicieron esto a mi padre.
—No lo sé, pero investigaré. Si lo hicieron, no coma ansias, yo personalmente me encargaré de ajustar cuentas por usted.
—No.
Me miró por el retrovisor y no hizo falta que abriera la boca para que entendiera el mensaje.
—Bien. Se hará lo que usted diga. Ahora bien, si sale a relucir que fueron ellos, ¿qué pasará con su novio?
—Él ya ha elegido su bando. Me lo ha dejado suficientemente claro hoy.
Mi alma estaba resentida con todo lo acontecido. Ácido corría por mis venas. Nunca había sentido una energía tan negativa, maligna y corrosiva, una nube negra rondando mi cabeza y nublando mis pensamientos.
Si algo estaba claro para mí es que quién haya sido, lo pagará con sangre.
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