Realidad
Esmeralda
Recibí una llamada de Thomas, me puso al tanto de que había llevado a Catalina a la casa, pero que había algo más que le preocupaba y era respecto a Dereck.
No sé qué pasó o por qué estaban juntos, pues alega que lo mejor es que lo vea por mi cuenta.
Me informó que le avisó a Kiran y al parecer ya iba de camino a la casa también. Debe ser algo grave para que se limite a dar información por la llamada.
[...]
Según llegué a la casa, me di cuenta de que Kiran ya se había adelantado. No sé qué estaba ocurriendo con ellos, pero desde la puerta de entrada oí la voz alterada de Kiran.
—¡Habla! ¿Quién demonios se atrevió a darte esto?
Dereck lucía irreconocible. Me puse más o menos al tanto al ver la pequeña bolsa cuadrada con la mitad de una pastilla azul que Kiran le acercó a la cara. No hizo falta que nadie me dijera nada para hacer mis propias conclusiones.
«Dios mío, esto no puede estar pasando».
Dereck no decía nada, ni siquiera se atrevía a levantar la mirada del suelo.
—Dime, ¡¿quieres terminar como tu perra madre?! ¡¿Eso es lo que quieres?!
—Kiran, debemos calmarnos— intervine.
No quería que dijera algo indebido, de lo cual se arrepienta después, pues cuando está así de alterado, tiende a expulsar mucho veneno sin pensar en las consecuencias.
—Seguramente viviste en carne propia el haberla visto drogándose desde que despertabas hasta que te dormías. ¡Niégamelo en la cara si tienes los huevos! Te hizo vivir un infierno, a pesar de que aún la guardas en un maldito pedestal de cristal. Ella comenzó justo como lo estás haciendo tú. Le cogió el gusto y dime cómo terminó.
No era difícil notar que Kiran había llegado a su límite para explotar de esa forma con él, cuando siempre intentó mantener la compostura y jamás mencionarle nada de su progenitora.
Dereck nunca nos había dado problemas. Pensé que habíamos hecho un buen trabajo como padres. Le brindamos una crianza libre de golpes, gritos, castigos, porque para ser honesta, nunca nos vimos en la necesidad o en la obligación de reprenderlo de ese modo, pues siempre fue un buen niño, pero desde que le prohibimos verse con esa niña, él ha cambiado demasiado y no ha hecho otra cosa más que equivocarse. Es evidente que hemos ejercido mucha presión en él, especialmente yo, con haberlo echado de la casa, así como así, después de todo lo que le pasó.
Es cierto que he estado muy decepcionada, resentida y dolida por sus malas acciones e inmadurez, pero no debí ser tan dura y drástica, a sabiendas de que él tampoco la ha tenido fácil.
—¿Esta es la manera en que te llenabas la boca diciendo que ibas a hacernos sentir orgullosos de ti? ¡Vaya, qué orgullo! Mi hijo está drogándose con la misma mierda que su madre y yo producimos y distribuimos en las calles. Tal vez este castigo lo tenemos bien merecido, pero me niego a permitir que en mis putas narices destruyas tu vida con esa mierda.
No quise intervenir, porque sentía un nudo en la garganta con las palabras de Kiran, sobre todo por ese fuerte abrazo que le dio, pues aunque no es de demostrar lo que siente o abrirse fácilmente a alguien, sé lo importante que es Dereck para él y lo mucho que debe dolerle el hecho de que nunca tuvo unos padres que lo protegieran, lo amaran o tan siquiera lo aconsejaran.
Tal vez este no es el momento de sentirme conmovida, pero esto solo confirma nuevamente que no me equivoqué cuando lo elegí como esposo. Cada día me enamoro más de él.
—Ya sé que estás atravesando un mal momento, que todo ha caído sobre tus hombros de la noche a la mañana, pero esta no es la maldita solución a tus problemas, entiéndelo. Podrá desconectarte momentáneamente, pero cuando regreses a la puta realidad, los problemas seguirán ahí, no van a desaparecer, solo crearás uno más grande que al final solo te va a hundir, y cuando te des cuenta, si es que logras hacerlo, probablemente ya estés hasta el cuello. Tú no estás solo en esto, tú nos tienes a nosotros.
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