Nerviosismo

—No permitas que el encierro te haga tomar una mala decisión.

—¿Realmente crees que se trata del encierro?

—Tu madre se preocupará.

—Dudo mucho que algo así te importe. Esfuérzate en una excusa mejor.

Se quedó en silencio unos instantes y luego suspiró.

—Recoge tus cosas.

Lo miré sorprendida, casi la quijada me llega al suelo.

—¿En serio?

—Sí. Solo te aviso que deberemos saltar por la ventana.

—¿Por ahí fue que subiste? Pensé que te habías infiltrado en la casa de otro modo. Pero bien, ya me alisto— plasmé un ligero beso en su mejilla y me siguió con la mirada cuando me aparté.

Creo que lo sorprendí con la guardia baja o simplemente no está acostumbrado a ese tipo de acciones.

[...]


Guardé toda la ropa y artículos que pude en la mochila y me cambié de ropa. Pudimos bajar con éxito sin ser vistos. Si no hubiera contado con su asistencia, probablemente no hubiera podido bajar por miedo.

Dejé los documentos en mi cama sobre Max Russell para que mi madre sepa quién fue el verdadero culpable y entienda que Sebastián no fue.

Sebastián me trajo al palacio de casa que tienen sus padres. Ni siquiera la casa en la que viví por tantos años se compara a tan monumental preciosidad.

Siempre pensé que mi padre era un exagerado al despilfarrar tanto dinero en lujos, pero ya veo que no es el único y estas personas le ganaron por mucho.

No hicimos más que entrar y una señora muy hermosa, delgada, de ojos verdes, cabello corto grisáceo, usando un vestido azul cielo bastante elegante que se notaba a leguas que debía costar una fortuna, vino a recibirnos. Detrás de ella vino una empleada, lo supe por el uniforme.

Sus ojos se engrandecieron al vernos, aunque su mirada se dirigió automáticamente a mí.

Mi primer pensamiento fue el incómodo momento en que conocí a los padres de Dereck. Pensé que volvería a pasar lo mismo y por eso me sentía tan nerviosa y asustada.

—¿Y esto? — se acercó a paso ligero, resonando esos tacones altos que llevaba puesto.

—Lamento no haber avisado con tiempo de que ella vendría. Fue algo de último momento. Ella es Laia, mi…

—¿Tu novia? —su expresión de extrañeza se borró por completo, mientras que en sus labios se dibujó una sonrisa casi de oreja a oreja.

—No, ella…

Ella lo miró y él automáticamente se calló.

Sebastián se mostraba bastante incómodo.

—Mi nombre es Juliet— me agarró la mano, poniendo la otra sobre la mía—. Es un enorme placer conocer a la novia de mi hijo. Eres muy hermosa.

—G-gracias, señora Juliet. Para mí también es un enorme placer conocerla.

—¿Así que también eres tímida? ¡Qué linda! Entonces, ¿se van a quedar aquí?

—Sí, solo por esta noche— respondió Sebastián.

Vi a lo lejos a un hombre alto, tez blanca, cabello negro desgreñado y vestido de manera casual, mirando hacia nosotros. No se acercó para nada, simplemente permaneció observando el panorama.

—Vilma, lleva sus cosas a la habitación de mi hijo.

—No, ¿cómo cree? Su hijo y yo…

—Lleva también esto— Sebastián me arrebató el maletín y se lo extendió a Vilma junto con mi mochila.

El Sr. Damián se apareció como un espectro por detrás de nosotros y yo salté al verlo. Me asustó mucho que no hiciera ningún ruido. Supe que era él por las imágenes que vi en internet. Se ve mucho más apuesto en persona.

—¿Así que usted es Laia? — me extendió la mano, manteniendo una expresión media seria—. Laia Husman.

«Joder, me conoce. Claro que debe hacerlo, pero ¿eso provocará que le caiga mal automáticamente?».

—S-sí, señor… — nos dimos un apretón de manos.

—No la pongas nerviosa, papá.

—Mi nombre es Damián. Es agradable tener de visita a la mujer de mi hijo.

«Maldita sea, no nos han dejado explicar nada y están asumiendo eso».

—E-es un gusto conocerlo, señor.

—Puede quedarse todo el tiempo que necesite. Siéntase como en casa. Ahora debo retirarme, espero me disculpe, pero tomaré prestado a mi hijo por un momento.

Se alejó con Sebastián y su madre me agarró la mano de vuelta.

—¿Así que la persona que cumpleaños hoy eres tú, hermosa?

—¿Cómo lo supo?

—He sido yo quien ha customizado tu regalo. ¿Te gustó?

«¿Así que ella hace ese tipo de trabajos?».

—Sí, me encantó.

—Me alegra tanto— me hizo un guiño, sonriendo amablemente—. Me encantaría que pruebes mis dulces. Es una buena ocasión. Sígueme, linda.

De camino hacia la cocina, ella se fue un poco más adelante y exactamente en el doblé, ese hombre que estaba viéndonos desde lejos se puso en medio. Me tomó desprevenida toparlo de frente.

—¿Así que tú eres la novia de mi hermanita?

No hace falta saber siquiera su nombre o historia para saber que es una víbora. Esa pregunta que me hizo me disgustó hasta más no poder. En mi rostro debía notarse.

«¿Cómo se atreve a llamarle “hermanita” a Sebastián, a sabiendas de lo que le pasó?».

La vez que yo lo hice no estaba enterada, así que no es lo mismo.

—Eres bonita—me dio una vuelta lentamente, como si fuera un tiburón acechando a su presa—. Diría que demasiada mujer para lo que mi hermanita puede ofrecerte.

No pude controlar mi mano, ese puño que le proporcioné en la jeta, simplemente fluyó del más allá.

—Lo siento tanto, necesitaba estirar el brazo y tu rostro se puso en medio, por eso debe aprender a respetar y mantener el espacio personal de cada persona. De este modo conserva su jeta en su sitio.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top