La pieza faltante

Esmeralda

No quería separarme de la calidez de sus brazos.

—Fue mi culpa, no debí presionarlos así.

—Últimamente estás muy sensible a todo, mi diosa. A esos dos no se les veía futuro. Las cosas bajo presión no salen bien.

—Ahora tengo miedo.

—¿Miedo de qué?

—A que nos pase algo así. Debe ser horrible perder a un hijo.

—¿En qué estás pensando, tonta? Deja de ser pájaro de mal agüero.

Vimos a Dereck caminar por el pasillo hacia nosotros, cabizbajo y con todo su rostro rojo.

—Mamá…

—Ni me hables. Me tienes muy decepcionada. Nosotros jamás te educamos así. Te has comportado como todo, menos como un verdadero hombre.

—Yo no quería que pasara esto.

—¡Joder, ¿y qué pensaste que pasaría?! —vociferé—. Hacías todo lo contrario a lo que debías hacer. Aunque no sintieras nada por ella, tu deber como hombre y padre de esa criatura, era cuidarla y todo lo que hacías era abusar de ella. A estas alturas, ya no sé si realmente en el fondo, esto era lo que realmente querías provocar, pero déjame decirte una cosa, lo hayas hecho adrede o no, contribuiste a que ella perdiera a tu bebé. Y espero que eso viva para siempre en tu consciencia. Como ya eres un adulto y te llenas la boca diciéndolo, ha llegado el momento de que vueles alto por tu cuenta y te desprendas de nosotros. Si quieres ir por esa muchachita, adelante, ve por ello, pero las puertas de nuestra casa, de hoy en adelante están cerradas para ti.

—¿Qué dices, mamá?

—Lo que has escuchado. Ya tenías planes de independizarte, pues ha llegado tu momento. Qué todo te salga bien.

Me dolió en el alma haberle dado la espalda a ese niño que crie como si fuera mío, por el que lo entregué todo y me llevó a descubrir una parte de mí que no creí que existía.

Sé que Kiran, sin importar la decisión que tome, siempre va a apoyarme en ella, incluso si no está enteramente de acuerdo.

Dereck tiene que experimentar lo que es tocar fondo, meditar en lo que hizo, valerse por él mismo. Nuestro trabajo de criarlo, educarlo y encaminarlo, terminó aquí.

[...]

En el camino nos llamó el abogado de Kiran, alegando que le había llegado un sobre a nombre de Kiran y que era una información muy valiosa e importante, por lo que cambiamos el rumbo de nuestro destino y lo seguimos directamente a su oficina.

Kiran se sentó en el escritorio a darle una ojeada a los documentos que estaban dentro del sobre y se echó a reír, como hace mucho tiempo no lo escuchaba.

—¿Qué pasa? ¿Cuál es el chiste?

—Aquí está la última pieza faltante para completar por fin nuestro rompecabezas—me extendió los documentos, cruzándose de brazos.

El nombre que llamó mi atención y me dejó haciendo cruces fue el de Max Russell. Era información detallada sobre su vida.

—Mira nada más, el muerto que ha resucitado.

—¿Qué? Esto tiene que ser un error. Tú mataste a Max.

—La mala hierba nunca muere, princesa.

Las iniciales S.B estaban escritas en el borde del sobre.

—¿Quién es S.B?

—Sebastián Bennett. Está muy al tanto de nuestros enemigos. No me gusta deberle nada a nadie, pero le debo una a ese hijo de puta. Es muy inteligente, está al tanto de que ya sabemos su verdadera identidad. Si ha enviado esto, significa que su objetivo no somos nosotros.

—Ahora entiendo. Fue Max quien nos ha intentado embarrar de mierda con la familia Husman. Nadie más se atrevería a meterse con nosotros, a no ser que a ese alguien le haga falta un escarmiento.

—Más que un escarmiento, a ese le hace falta un viaje al infierno sin retorno, no sin antes tomar escala en nuestro cuarto de juegos.

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