Intensidad
Laia
El día ha sido tan lindo que no pienso permitir que se arruine por nada ni nadie.
De mañana en adelante regresaré a la universidad para tomar los exámenes finales y poder graduarme. Todavía no me decido por cuál carrera lanzarme. No tengo aspiraciones, no soy buena en casi nada. Además de que nada me llama la atención.
Tengo en mente la universidad a la cual realizaré la prueba de admisión, esperando ser aceptada. No quiero quedarme en esta y tener que cruzarme con el cínico de Dereck. Aunque por lo visto, le va muy bien.
Siempre tuve la duda de qué pasaría si lo volvía a ver, pero no pensé que fuera a ser tan pronto. Para la hora que vine, era para que ya se hubiera marchado, y no, fue con el primero que me encontré.
—Me has estado mirando mucho. ¿Hay algo que quieras preguntar? — le cuestioné a Sebastián, mientras caminábamos por el pasillo de regreso.
—No has soltado mi brazo desde que entramos a la universidad.
—¿Te molesta?
—No, pero tengo curiosidad por saber si lo haces por aparentar.
—¿Aparentar? No entiendo tu comentario.
—Respóndeme una cosa. ¿Por qué dijiste todo eso delante de esa mujer? Sonó demasiado exagerado e hipócrita.
—¿Exagerado? ¿Hipócrita? Le dije la verdad de cómo me sentía.
—Entonces, ¿no fue para darle celos a tu ex? Esos juegos de niños inmaduros no me gustan.
—¿Por qué ves todo como si fuera un juego? —me detuve en medio del pasillo—. Lo que dije fue la verdad. Cada día me convenzo más que lo sentí por Dereck alguna vez, solo fue una simple atracción física. Nos veíamos mucho en la universidad y siempre que estábamos a solas, solo terminabamos en lo mismo. Nuestras hormonas estaban revueltas y bueno, la adrenalina de hacer cosas a las espaldas de mis padres también se sumó. Varias veces tuve esas dudas e inquietudes y le cuestionaba si solo estaba conmigo por sexo, pero siempre lo negó. Ahora me doy cuenta que la relación que tuve con él, fue solo eso. Incluso dudé cuando me dijo que nos fuéramos a vivir juntos. Creo que mi yo interno sabía que hubiera cometido un grave error si esos planes se daban. Sebas, lo que sentí por él, no es lo mismo que siento por ti, ni siquiera se puede comparar. Si te soy honesta, hubo un momento donde me sentí aliviada de que lo nuestro hubiera terminado. Tal vez porque lo vi como una oportunidad para estar más cerca de ti.
—Bien— se aclaró la garganta—, ya dejando eso claro, ¿tienes hambre? Hemos estado desde esta mañana en la calle.
—No, no tengo hambre. Quiero ir al cine. No quiero regresar a las cuatro paredes de la casa. Además, ya mañana regreso aquí, por lo que me gustaría pasar tiempo contigo.
No puso peros, tampoco noté que estuviera molesto o incómodo por mi pedido.
Por supuesto que mis planes eran hacerlo soltarse poco a poco, hacer cosas divertidas y cambiar la monotonía.
«Por algo se empieza, ¿no?».
[...]
Compramos las taquillas para ver la única película de acción que tenían disponible y llevaba varios días de estreno, de este modo me aseguraba de que la sala no estuviera tan llena. Además, intuí que la acción podría ser un género que le llame la atención.
—¿Cuántas salidas de emergencia tiene el cine?
«Debí imaginar que estaría analizando ese tipo de cosas».
—Deben tener un plano en alguna parte, todo establecimiento debe tenerlo, pero no lo veo.
—No deberías preocuparte por eso. Aquí estamos seguros. Cada sala tiene una salida de emergencia.
Llegamos a la sala que nos tocó y solo habían dos parejas en la sesión del medio, por lo que al ver los asientos de arriba vacíos, fui por ellos sin pensarlo dos veces.
—¿Lo ves? Ahí está la salida. ¿Estás más tranquilo?
«Me gusta lo atento, precavido e inteligente que es».
[...]
Cuando la película comenzó, disfrutaba más viéndolo a él. Se veía realmente intrigado y atento. Me sorprendí sonriendo como una tonta varias veces al escuchar sus opiniones y quejas cada vez que ocurrían cosas que él consideraba imposibles.
«Parece un niño encerrado en el cuerpo de un hombre».
Deseo tanto que estos momentos así se repitan más seguido. Ojalá pudiera detener el tiempo aquí y ahora.
«Lo único que me carcome día y noche es que, ¿cómo podré combatir con sus inseguridades? ¿Podré hacerlo?».
—Ha sido un final demasiado predecible— se quejó.
«Laia, es tu momento. No la cagues».
Si mis palabras no son suficientes y no lo alcanzan, de alguna manera debo demostrarle lo que siento.
Me llené de valor y valentía para girar su rostro hacia mí y robarle ese beso que por tanto tiempo he anhelado. Incluso si me aparta o se molesta, estoy dispuesta a aceptarlo, siempre y cuando pueda sentir esta oleada de emociones, sensaciones y sentimientos que fluyen a través de mí cuando sus labios entran en contacto con los míos.
—¿Y este final también fue predecible para ti? —susurré sobre sus labios.
Se apartó solo un poco, quitándose los espejuelos y poniendo su mano detrás de mí nuca, atrayéndome hacia su boca y respondiendo con más intensidad a ese beso que le había robado.
Mi corazón dio un vuelco al ver que cerró los ojos. Los míos lo hicieron también al entregarme finalmente a ese ardiente y apasionado beso.
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