FINAL: Unión
Laia
Ha llegado el gran día. La ansiedad, los nervios y la emoción, todo se ha mezclado en mi estómago. Faltan pocas horas para la boda. Llegaron más invitados de los que esperaba. Me asomé por la ventana, perdiéndome en el hermoso atardecer.
Mi hermosa Daila ha estado durmiendo como un angelito. El traje blanco que le pusimos le queda hermoso. Debido a todos los preparativos, no he podido estar mucho tiempo con ella. Damián ha estado cuidando de ella mientras terminan conmigo.
No he sabido nada de Sebas. Sé que tuvo que haber abordado en el yate, pues ya habíamos zarpado, pero me inquieta no saber si todo salió bien.
Hablando del rey de Roma y él que se asoma. La Sra. Juliet trató de detenerlo, pues entró al camarote sin siquiera tocar.
—¿Qué haces? No se supone que estés aquí.
—Déjenme a solas con mi mujer.
—No se preocupe, Sra. Juliet. Aún no estoy vestida. Ni siquiera han terminado con mi maquillaje y el peinado.
—Comporténse, ¿eh? — nos dedicó una mirada picarona antes de llevarse a las demás con ella.
—Gracias a Dios aún no tengo el vestido. No se supone que me veas con el antes de casarnos. ¿Cómo se te ocurre entrar sin avisar?
—¿Realmente crees en esas supersticiones?
—No, pero no quiero arriesgarme—sonreí—. ¿Cómo salió todo?
—Precisamente de eso quería hablarte—sacó de su bolsillo el anillo de papá y me lo extendió—. Tómalo.
—Es un milagro. Se ve limpio. No tendrás el dedo ahí guardado en el bolsillo, ¿verdad?
—¿Será? —enarcó una ceja.
—Pues conociéndote, no lo pongo en duda.
—Desafortunadamente no. Fue bastante obediente y cooperó, por lo que no tuve que pasar trabajo.
—Y te ves muy feliz y orgulloso al respecto.
—No. Eso no es lo que me tiene así— se acercó y entrelacé mis brazos alrededor de su cuello—. No te arrepientas y huyas.
—¿Piensas que voy a huir y te dejaré plantado? —sonreí—. ¿Tengo cómo escapar estando rodeada de agua? Tal vez la razón por la cual no pusiste peros para casarnos aquí fue por eso. Tenías temor de que te dejara plantado, ¿cierto?
—Solo un breve recordatorio. Se cree que más de un tercio de todas las especies marinas están todavía por descubrir. Algo lógico, si tenemos en cuenta que el 95 % del volumen del océano está todavía sin explorar.
—Vaya dato perturbador—reí al entender el motivo detrás de su dato.
«¿Cómo podría dejarlo plantado, si soy yo quien está ansiosa de amarrarlo a mí?».
Está nervioso y ansioso. Es fácil notarlo, aunque intente disimularlo delante de mí. Es tan lindo.
—Relájate, mi rey, no voy a huir, no tengo la más mínima intención de explorar lo que hay ahí abajo, mucho menos de dejar pasar esta oportunidad de convertirte en tu esposa.
Se me quedó viendo fijamente por unos segundos, hasta que su mirada descendió hacia mis labios y pasó saliva.
—Te estaré esperando.
—Oye, ¿a dónde vas? ¿No me vas a dar ni un besito?
En sus labios se dibujó una media sonrisa.
—No. Si realmente quieres uno o más besitos, tendrás que esperar a que seamos oficialmente marido y mujer.
—No seas malo. Un último beso de novios.
Sonrió, apartándose de mi agarre y caminando a la puerta. Luego se acarició los labios con su dedo índice y volvió a sonreír.
—Ellos también te estarán esperando. No los hagas esperar mucho.
«Dios bendito, este hombre va a volverme loca».
—Por cierto, tienes visita. Haz lo que creas pertinente y no lo olvides—se llevó el dedo índice a la sien—, sé inteligente, mi reina.
Por unos segundos morí y reviví. Sentí que me faltó hasta el aire al oír que se refirió a mí como su reina. Hoy es el día más feliz de mi vida.
«¿Quién podrá ser esa visita?».
Mis ojos casi se salen de órbita al ver a papá. Creí que cuando Sebas me hizo entrega del anillo, era porque había tomado cartas en el asunto.
«¿Por qué lo trajo?».
Juzgando por la condición en que se encuentra, cojeando y todo pálido, le ha debido dar un escarmiento de los suyos, ¿cierto?
—Los dejaré a solas. Tienen mucho de qué hablar—Sebas me miró de reojo, antes de cerrar la puerta y marcharse.
—¿Qué haces aquí?
Mi cuerpo se paralizó por completo cuando sus brazos me cubrieron en un fuerte abrazo. No supe cómo reaccionar. Era la primera vez que recibía un abrazo como este de su parte. No tengo idea de si era parte de los nervios y la ansiedad por la boda que un enorme nudo se formó en mi garganta.
—¿Q-qué haces?
—Perdóname, mi niña—repitió innumerables veces, casi inaudible por el llanto.
Nunca lo había visto o escuchado llorar tan desconsoladamente, como un niño pequeño al que le arrebatan un juguete.
—Perdóname por apartarte de mí tantas veces.
—¿Se supone que crea en tu arrepentimiento por esas lágrimas de cocodrilo? Dime la verdad, ¿por qué estás aquí? ¿Sebas te presionó para que me pidieras perdón?
—No. Lo digo porque realmente lo siento—se apartó, mirándome fijamente—. Te juro que no sabía lo que hacía. Me equivoqué. Creí que te hacía un bien manteniéndome lejos de ti. No me di cuenta del daño que te hice sin querer con mis acciones. Siempre he querido protegerte de todo, pero fui incapaz de darme cuenta que era yo mismo quien te estaba lastimando.
Por más sinceras que suenen sus palabras y lo mucho que en el fondo me conmuevan, no puedo dar mi brazo a torcer tan fácilmente.
—Por favor, permíteme enmendar todo el daño que te hice. Te prometo que me esforzaré y seré ese padre que siempre has anhelado y mereces tener. Solo dame una oportunidad. Te juro que no te vas a arrepentir—sostuvo mis dos manos y las aparté.
—Tendrás que esforzarte, porque ni creas que te lo pondré fácil.
Ahora que está aquí, me preocupa que se entere sobre Daila. Lo mejor será hacerle creer que solo la adoptamos. No creo que esté enterado de que ella en realidad es mi hermana. Si mamá se entera de la verdad, no creo que le haga muy feliz que digamos. Y, aunque entiendo su postura y decisión, hay cosas que es mejor mantener en secreto.
(...)
Si antes estaba ansiosa y nerviosa, ahora me sentía peor. Lucía irreconocible frente al espejo. Mi vestido era blanco con mangas cortas de capa, con un tul cubierto de marfil escarpado, el área del escote era en forma de corazón y estaba cubierto también con una capa. Tiene detalles de flores brillantes en diferentes tonos azules en el área del escote. Se ajusta perfectamente a mi cuerpo. La tela es de seda; muy cómoda y fresca. Estaba ansiosa de que Sebas pudiera verme con el puesto. El diseñador hizo un maravilloso y grandioso trabajo.
Cuando abrí la puerta me encontré con mi papá esperando por mí en el pasillo. Esta vez lucía más arreglado, vistiendo un traje elegante, bien peinado y perfumado. Traía en sus manos mi ramo de flores, el cual me extendió.
—Te ves hermosa, hija. Les deseo todo lo mejor del mundo. Ojalá sean muy felices.
—Gracias por sus deseos. No retenga por más tiempo a la novia. Mi hijo debe estar a punto de un colapso—le dijo la Sra. Juliet.
Mi papá dobló el brazo, como si estuviera esperando que entrelace el mío con el suyo y lo miré sorprendida. Me cuesta entender su repentino cambio.
«¿Qué habrá pasado mientras estuvo con Sebastián? ¿Realmente está arrepentido y quiere enmendar todo lo que hizo?».
Aunque no quería demostrarlo, sí movió muchas cosas dentro de mí el haber entrelazado mi brazo con el suyo. Me decía a mí misma que no debía emocionarme o conmoverme con esto, pero es demasiado fácil decirlo que hacerlo.
Ese nudo se hacía más y más agudo. Me sentía extraña y fuera de sitio. Era una experiencia totalmente nueva y única para mí. No estaba siendo el mismo. Estaba siendo atento, esforzándose en caminar bien y despacio, más no pisar mi vestido.
«¿Con que así se siente caminar tomada del brazo con mi papá rumbo al altar?».
(...)
A pesar de lo hermoso que pintaba nuestro alrededor y la decoración que entre la Sra. Juliet y Damián prepararon con tanto cariño para nosotros, toda mi atención estaba puesta en ese hombre tan maravilloso que esperaba por mí. Nunca lo había visto con un traje y blazer blanco, más una corbata del mismo tono azul cielo de los detalles de mi vestido. Lucía tan galante y doblemente atractivo con los flequillos de su cabello castaño oscuro cayendo en su frente.
Es como si el tiempo se hubiera detenido ahí; viéndonos fijamente y grabando cada detalle de este momento tan especial para los dos.
En sus ojos había un brillo bastante peculiar, el cual llamó bastante mi atención a medida que me acercaba al altar donde me esperaba.
Mi corazón latió frenéticamente al constatar que no eran ideas mías, que el brillo en sus ojos no era por las luces de nuestro alrededor, por la claridad de la luna o las estrellas, era algo más.
Por primera vez vi una lágrima deslizarse por su mejilla y desembocar en su barbilla. Para mí, sobre todo para sus padres, fue bastante impactante, sorpresivo y conmovedor. Me derretí al conocer esta nueva faceta suya. Esto solo me demostraba que estaba tomando la decisión correcta, que él es el hombre de mi vida y con quién quiero estar para siempre.
No podía culparlo; me sentía de la misma manera, pero estaba luchando por no llorar, porque no quería que el maquillaje se arruinara, pero no habían palabras para describir la emoción y felicidad que se había apoderado de mí.
Me extendió su mano para ayudarme a subir el escalón, dedicándole una ligera mirada a mi papá.
—Bien hecho. Laia estará en buenas manos.
Entrelacé mis dos manos con las suyas, perdiéndome en esos bellos ojos rasgados y cafés que no dejaban de mirarme ni un solo instante.
—¿Lo ves? Aquí estoy. No me escapé.
Sonrió, relajando los hombros. Sus lindos hoyuelos lo hacían ver tan tierno.
—Te ves mucho más divina y hermosa de lo
que te imaginé.
Definitivamente el corazón se me saldrá por la boca.
—Y tú te ves tan atractivo y galante, mi amor. ¿Viste a nuestro angelito? El vestido le quedó a la medida.
—Sí. Está igual de preciosa que su mamá.
Quisiera que estuviera al lado nuestro, hacerla parte de nuestra unión, pero no quisiera interrumpir su sueño.
(...)
Siento muchas mariposas regadas en el estómago. Demasiados sentimientos encontrados. Las palabras del padre solo me hacían recordar la primera vez que lo vi. Ha cambiado tanto a ese hombre que era y no hay nada que me haga más feliz que ser testigo de ese cambio. Todo lo que conozco de él tiene la habilidad de enamorarme más.
«Lo amo, lo amo con toda mi alma».
—Hoy y todos los días de mi vida, prometo amarte, respetarte y cuidarte como mi pareja, en la salud y en la adversidad, en la riqueza y en la pobreza. Prometo estar a tu lado en cada desafío, apoyarte en cada meta y sostener tu mano en cada momento difícil. Como símbolo de todas estas promesas, te entrego este anillo para recordarnos siempre lo que significa nuestro amor—deslicé el anillo en su dedo y se me quedó viendo sorprendido por unos instantes.
«Él es mío; solo mío».
—Hoy y todos los días de mi vida, prometo amarte, respetarte y cuidarte como mi pareja, en la salud y en la adversidad, en la riqueza y en la pobreza. Prometo estar a tu lado en cada desafío, apoyarte en cada meta y sostener tu mano en cada momento difícil. Como símbolo de todas estas promesas, te entrego este anillo para recordarnos siempre lo que significa nuestro amor—deslizó el anillo en mi dedo, plasmando por último un tierno y delicado beso sobre el.
Sus mejillas enrojecidas le daban un toque más especial al momento. Las mías debían estar igual. Tenía el pulso acelerado, tanto como los latidos de mi corazón.
—Si alguien se opone o tiene algo que decir para impedir esta unión, que hable ahora o calle para siempre.
Sebastián miró hacia los invitados, especialmente hacia su primo y este le sonrió con malicia. Por último miró a mi papá y luego a mí.
—¿Asustado? —le pregunté en voz baja, sonriendo ladeado.
—¿Qué esperas? Prosigue—le dijo al padre.
Miré a sus padres y ambos estaban tratando de soportar esas inmensas ganas de reír.
—Yo los declaro marido y mujer. Puede besar a la novia.
En presencia de todos nuestros allegados, familiares y nuestra hermosa princesa, sellamos nuestro amor y compromiso con un dulce y apasionado beso, de esos que te hacen olvidar hasta el nombre.
Era el primer beso como una sola entidad, abriendo paso al verdadero comienzo de nuestra historia de amor, de la mano con ese angelito que no estaba en nuestros planes, pero ha llegado a nuestra vida, convirtiéndose en nuestra alegría, en nuestro motor y en nuestro todo.
Es increíble cómo algo tan pequeñito puede hacernos sentir algo tan enorme.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top