Familia

Laia

Quisiera no recordar todas las cosas que hice y dije ayer, pero mi mente me estaba traicionando, reproduciendo cada una de ellas y haciéndome sentir sumamente apenada. 

Siempre la tengo que embarrar con él. Le vomité la ropa cuando estábamos a punto de besarnos. Todo se mezcló en ese momento. Las emociones estaban a flor de piel, por eso sentí que hasta el estómago se me revolvió. 

«¿Estará enojado?». 

Anoche no mostró ninguna molestia, de hecho, hasta me llevó al baño para que terminara, pero es tan vergonzoso enfrentarlo después de eso. 

Me asomé desde el pasillo hacia la mesa del comedor, donde estaba él con unos documentos en mano y con una seriedad que me puso los vellos de punta. 

«Siempre ha sido así, ¿por qué me cuesta acostumbrarme?». 

—¿Cuánto tiempo más estarás ahí parada? Te dolerán los pies. 

Olvidaba que él porta rayos x en los ojos. No importa cuánto intente ocultarme de él, siempre me escucha, me ve y me percibe. 

—¿Cómo es que siempre me notas? — me acerqué a paso lento a la mesa.  

—El olor a tu perfume es dulce, pero demasiado fuerte. Traer un perfume así, solo hará que sea imposible que pases desapercibida ante la gente— dijo, aún mirando los documentos. 

Rodé los ojos. 

«Todo lo analiza».

—¿Qué haces? 

Me miró por arriba de los lentes, haciendo evidente la respuesta que se limitó a dar, tal vez para no hacerme sentir mal, pero que pude captar. Es como oírle decir: «estoy jugando béisbol, ¿no te das cuenta?». 

—Es que te ves más serio de lo habitual, ¿sabes? 

—¿Te sientes mejor del estómago? —volvió a mirar los papeles. 

—Sí, pero no evadas mi pregunta. Puedes simplemente decirme que no te interesa decirme lo que te pasa. Iré por mi comida, muero de hambre. 

—Hay una pregunta que deseo hacerte. 

Me detuve cuando oí lo que dijo y me volteé a verlo de nuevo. 

—Dime.

Se levantó de la silla, dejando los papeles sobre la mesa y poniendo los lentes sobre ellos. 

—¿Qué harías tú si descubres que te han estado ocultando información por muchos años? 

«Esa es una pregunta bastante extraña viniendo de él». 

—¿Información? Pues todo depende de qué tipo de información sea. Si es algo sumamente grave, probablemente me molestaría y le dejaría de hablar, no sin antes conocer los motivos, claro está. 

Se quedó pensativo, como si estuviera analizando mi respuesta. 

—No recuerdo que le hayas permitido a tu exnovio expresar sus motivos por el cual te ocultó que embarazó a otra mujer. 

—Ese comentario ha sido de mal gusto. 

—No lo digo por causar disgusto, solo digo que no encaja con la respuesta que me has brindado. 

Suspiré disgustada. 

—Sé que no tiene caso preguntarte la razón de tu pregunta, pues sé que aún no confías en mí, pero solo quiero decirte que, sea lo que sea, que te esté mortificando, sé que encontrarás una solución solo, como siempre has hecho tus cosas. 

Intenté caminar, pero su mano se aferró a mi brazo. 

—¿Lo ves? Es imposible hablar algo contigo o expresarte lo que pienso, porque siempre saldrás enojada. Los adultos deben aprender a expresarse sin temor, sin ocultar nada, no simplemente huir o evadir la situación, como siempre haces cuando te molesta algo. Si realmente quieres que esto funcione, debemos poner más de nuestra parte. Lo que dije no fue con ninguna mala intención. El ser humano tiende a reaccionar o actuar de manera distinta, dependiendo de las circunstancias en las que se encuentre, por lo que no te juzgo. Me temo que soy el menos indicado para hacer algo así, ¿no crees? 

—¿Por qué no te lo aplicas ahora? Si realmente quieres que esto funcione, entonces dime cuál fue el motivo de hacerme esa pregunta. 

—Porque estoy buscando una manera de sobrellevar un hecho que me disgusta. Un hecho que en otras circunstancias hubiera actuado de manera precipitada, pero que ahora estoy intentando ser racional, pasivo y comprensivo. 

«Debe ser algo serio para que esté diciendo todo eso». 

—¿Puedo saber de qué hecho hablas? Lo haces sonar como si yo también estuviera involucrada en ello. 

—Sí, de manera indirecta. 

—Con más razón quiero saber. 

Soltó mi brazo, buscando los documentos nuevamente y trayéndolos consigo. 

—Desde hace un tiempo he estado recopilando información sobre mi pasado. Aunque me dije a mí mismo que no tenía caso hacerlo y que debía olvidarme de todo eso, sentía curiosidad de saber si tengo más familia, si mi madre recibió su castigo, entre muchas otras cosas más que, probablemente te suene como una verdadera estupidez que quiera saber. Cuando Damián me adoptó, siempre sentí que muchas cosas no cuadraban. Habiendo tantos niños en ese orfanato, niños con menos problemas, muchos más maduros, inteligentes, de apariencia perfecta, ¿por qué eligieron al más jodido e incompleto de todos? Aunque callé, era algo que ha estado en mi mente siempre. 

Un nudo se formó en mi garganta al conocer lo que piensa sobre él mismo. Siempre ha demostrado tener una baja autoestima y me entristece que sea así. 

—Me he enterado de que Damián Bennett es mi padre biológico. 

—¿Y por qué te disgusta ese hecho? ¿No es él bueno contigo? Tú dijiste que lo veías como tu padre. 

—No es lo mismo verlo como un padre, a que realmente lo sea y me lo haya ocultado por tanto tiempo.

—Sus motivos debió tener, ¿no crees?

—Sus motivos, ¿eh? Pues claro, mi madre era su amante mientras él estaba casado. Con tal de que su esposa no supiera de su infidelidad y de ese hijo ilegítimo que tuvo a sus espaldas, prefirió simplemente abandonar a mi progenitora y a mí. Tal vez el cargo de consciencia fue tanto por lo que me pasó en manos de esa bruja, que quiso enmendarlo adoptándome. Honestamente, ese lío de infidelidades y amoríos ajenos, no me importa. 

—¿Entonces?

—¿Te cuento cuál es el verdadero nombre de Kiran Harper? 

—¿Qué tiene que ver él con esto? 

—Hoy descubrí algo que no esperaba. Como bien dicen, el que busca encuentra. 

—¿Qué descubriste?

—Su verdadero nombre es Sebastián, aunque lo ha querido ocultar del mundo y no lo culpo, hasta yo en su lugar lo haría después de todo lo que vivió. Imagina cuánto es el descaro de nuestros padres. Tenemos el mismo nombre de pila y hasta el mismo apellido. 

—Espera un momento, ¿cómo que el mismo apellido? 

—Aunque no fue legalmente reconocido por su padre, eso no cambia nada. Damián Bennett es el hermano del padre de Kiran, lo que nos viene haciendo primos legítimos. ¿Ahora lo entiendes? 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top