Decisión
Catalina
No esperaba obtener nada a cambio, ni siquiera que se pusiera feliz o alegre con la noticia. De hecho, me creía preparada para escuchar esas palabras, o eso pensé, pero un golpe o una puñalada dolía menos.
«¿Cómo me creyó capaz de engañarlo con algo así?».
La confianza y la amistad que había entre los dos se vio arruinada después de esa noche. Aunque él no se acuerda, yo sí lo hago.
Recuerdo sus besos, sus caricias, esas reconfortantes palabras y la seguridad que había en ellas. Probablemente en todo momento la veía a ella y por eso me trataba tan distinto.
Se suponía que era la más cuerda que se encontraba entre los dos, pero quise darle rienda suelta a lo que estaba experimentando por primera vez. Fue él quien hizo la primera movida.
Pero no puedo juzgarlo, tampoco exigirle que se haga cargo de este bebé. Debí ser más precavida, pero no imaginé que habiéndolo hecho una sola vez iba a resultar con un embarazo.
—¿Qué haces despierta todavía?
Oí la voz de Esme detrás de mí y quedé de pie.
—Quería asegurarme de que todo estuviera en orden, señora. Luego de lo ocurrido, hay que estar muy alerta.
«Perdóneme por mentirle, pero quiero evitarle un disgusto y una decepción».
—Para eso están los guaruras. Te ves muy cansada. Ha sido un largo día. Ve a dormir.
—Bien. Ya me retiro. Gracias, mi señora.
—Te dije que dejes las formalidades. Duerme.
[...]
Con tal de no llamar la atención, a primera hora vine a una clínica de aborto clandestina. Es donde son más discretos y no se niegan a atender a nadie de último momento y sin cita previa.
Por obvias razones, no pude dormir absolutamente nada anoche, pero no importa, ya tendré tiempo de descansar.
«Esta es la decisión correcta y lo más conveniente para todos, pero ¿por qué estoy dudando ahora?».
No sé qué es lo que siento en este momento, es un sentimiento inexplicable el que me arropa.
En mis planes o sueños jamás estuvo el ser madre algún día. Juré estar al lado de Esme y su familia por el resto de mi vida, fue la mejor manera de pagarle por todo lo que hizo por mí. Ella me sacó de la miseria, me brindó su confianza, apoyo, me abrió las puertas de su hogar, e incluso me trató como un miembro más de su familia y le he fallado.
He acabado con la vida de muchas personas. A estas alturas ya he perdido la cuenta, aunque en realidad, nunca he llevado un conteo. Siempre he creído tener el control de todo, de mi vida, de mis decisiones, de mis emociones, de mis sentimientos, pero en este momento, me siento como un verdadero monstruo.
Esperé pacientemente mi turno, pero justo cuando escuché que me llamaron, alcancé a ver a Dereck entrar corriendo y fatigado. Todas las mujeres que se encontraban ahí se le quedaron viendo.
—Joven, ¿qué hace aquí?
—¡No entres ahí! Encontraremos otra forma de solucionar esta situación. He tenido la cabeza hecha un lío con todo lo que ha estado pasando, pero no creo que esta sea la solución correcta. Esto nos estaría convirtiendo en asesinos. Nosotros no somos eso.
«Asesinos, ¿eh?».
«Ya entiendo… ahora es cuando pude ser capaz de darme cuenta».
—No tienes que sentir cargo de conciencia, Dereck. Entiendo que eso es lo que te ha traído aquí. Eres un buen hombre y tomar esta decisión no te hace una mala persona, mucho menos un asesino. Después de todo, es mi cuerpo y yo decido qué hacer o no, y soy yo quien ha decidido hacerlo por el bien de todos.
—No digas tonterías. Por supuesto que me compete también. Es mi bebé.
—Entonces, ¿estás dispuesto a asumir las consecuencias que tener este bebé pueda traer consigo? ¿Estás dispuesto a renunciar a tu libertad, a disfrutar plenamente tu juventud como el resto, para asumir una responsabilidad tan grande como lo es tener un bebé? ¿Podrás vivir tranquilo sabiendo que ese bebé nació por un desliz, por un error, por una noche de copas, con una mujer a quien ni siquiera quieres? ¿Estás dispuesto a renunciar a las probabilidades de que tu novia regrese contigo?
Pude notar que titubeó, él es como un libro abierto.
—¿Lo ves? He tomado una decisión y espero que la respete, joven. Esto nunca pasó.
—Vaya, vaya, pero ¿a quiénes tenemos aquí?
Mi alma abandonó mi cuerpo por unos instantes cuando vi a la señora acercarse por detrás de Dereck.
—Señora…
—Mamá…
—Y bien guardado que se lo tenían, ¿eh? —sonrió.
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