Contrato
Laia
Estuvimos quedándonos unos días con los Harper. Tal vez esto era lo que nos hacía falta para hacer las paces con ellos. No son tan malvados a como los imaginé. Todavía recuerdo la conversación que escuché entre Sebastián y Kiran, y honestamente me hizo entender muchas cosas.
"Como bien sabes, mi esposa está embarazada y no puedo dejarla sola. En otras circunstancias, ya habría solucionado esto por mi cuenta, sin pensar en las consecuencias que esto pudiera traer consigo, pero lo que me frena es ella y mi bebé. Si yo falto, ¿qué sería de ellos? No eres hombre que se deje comprar, no es difícil darse cuenta, por lo que ofrecerte dinero a cambio de hacer este trabajo para mí es una pérdida de tiempo, pero si me traes a ese cabrón con vida, digamos que me quedaré debiéndote un favor".
Por fuera luce como un hombre rudo, malo, indiferente y sin escrúpulos, pero cuando se trata de su esposa es todo lo contrario. Quizá me ablandé demasiado porque me recuerda mucho a Sebastián. No cabe duda de que llevan la misma sangre corriendo por sus venas.
***
El maestro del disfraz, así le apodo al hombre que me acompaña en esta hermosa y placida noche en la pista de baile. Un hombre con tantos rostros y misterios que aun desconozco, pero solo despiertan mucha curiosidad e intriga, sobre todo, ganas de conocer mucho más.
Sujetó con gentileza mi mano, mientras la otra la colocaba en mi costado y yo en su omóplato. Nuestros pasos se sincronizaron a la par del ritmo de la canción y, con tanta naturalidad, que no puedo evitar sorprenderme.
Siento el ligero movimiento de mis caderas, hacia delante y hacia atrás, como hacia arriba y hacia abajo, variando los movimientos de acuerdo a nuestros pasos. Es como si alrededor nada existiera, solamente nos tenemos frente a frente y nuestras miradas estuvieran conectadas hasta más no poder; como si de un hechizo se tratara.
Nos desplazamos solo un poco en la pista, de manera que ambos pudiéramos lucirnos y añadir más chispa al ambiente, despistando a todos aquellos que se encontraban a nuestro alrededor y ganando tiempo para ubicar el objetivo. Íbamos de adelante hacia atrás, mientras movía mis caderas siguiendo el ritmo y él continuaba moviéndose, sin apartar la mirada de mí.
Cuando dijo que haría su mejor esfuerzo para no ridiculizarme frente a la gente, pensé que lo decía porque no sabía bailar, pero es todo lo contrario.
«¿Hay algo que este hombre no sepa hacer bien? Me he ganado la lotería».
Volvimos a adoptar la misma posición del comienzo, a diferencia que esta vez, nuestras manos se entrelazaron, levantó mi mano en el aire y giré hacia el exterior y luego hacia él, todo esto sin dejar de seguir el ritmo de la música. Nos íbamos guiando, como si no fuera la primera vez que lo hacemos, y la verdad es que todo esto era parte de una improvisación bien hecha.
Levantó mis dos manos y el giro de 360 grados, terminó por cruzar nuestros brazos, por lo que él me rodeó con ellos, acercando su cuerpo a mi espalda y seguí moviendo las caderas. La temperatura se elevó a niveles catastróficos. Es una experiencia nueva para los dos, lo que hace de este momento algo sumamente especial y único.
El traje de lentejuelas doradas hacían resaltar bien mis atributos y curvas. Mi temor era que me envolviera tanto en el baile y la situación, y pudieran ver mi ropa interior por la apertura pronunciada del muslo. Que ni crea que soy tan tonta como para no saber que si eligió este traje entre el resto fue para alimentar la vista también.
—¿Lo has localizado? —le cuestioné en un tono bajo.
—Sí. Acaba de sentarse justo en la mesa del fondo a tus seis— susurró en mi oído y plantó un beso en mi oreja que me dejó sin aliento.
—Sebas, no seas tan malo. Estamos en medio de algo y no quiero estropearlo. Te lo advierto, si sigues haciendo esas cosas terminaré arrastrándote fuera de aquí.
Oí su suave risita momentos antes de que levantara mis brazos de nuevo e hizo mi cuerpo girar hacia el exterior. Nos entregamos por completo a ese sublime momento, a pesar de haber sido planeado con tal de dar con el objetivo. Cada movimiento vino acompañado de miles emociones.
En el último giro de 360 grados, antes de que fuera a acercar mi cuerpo al suyo, curvé un poco la espalda y su otra mano sostuvo mi pierna elevada contra su cuerpo.
—Espera, me van a ver.
—Si todo sale bien esta noche, quiero que firmemos el contrato.
—¿Contrato? ¿Qué contrato? ¿De qué estás hablando?
Rodeé su cuello con mis brazos, mientras sentía su mano acariciar mi muslo. Su frente descansó sobre la mía y nos miramos fijamente por unos cortos instantes y con nuestra respiración agitada. Todo alrededor se detuvo de nuevo, todo perdió importancia. Mi corazón no estaba solo acelerado por el baile, sino por tenerlo así de cerca, respirando el mismo aire y dedicándonos cada latido. Esas mariposas volvieron a hacerse presentes en mi estómago. Siento como si la emoción, energía y adrenalina del momento corriera por mis venas a una velocidad insólita.
—Una vez dijiste que querías todo conmigo, que eras feliz estando a mi lado y con todo lo que podía ofrecerte, entonces demuéstralo y cásate conmigo. Ese es el único contrato que estoy dispuesto a firmar, hasta con los ojos vendados.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top