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Nada de lo que haría apartir de este momento sería moral, estaba actuando como una mala persona y solo siguiendo su egoísmo, su orgullo y narcisismo. Pero cegado en aquello, en su egoísmo no pensó, solo actuó.

Tomo uno de sus collares favoritos, el más caro de todos pues era de perlas, con un dije de diamante en medio y seguros de oro, valía más de lo que cualquier trabajador podría ganar en sus monótonos trabajos, por todo su valor monetario es que lo escogió pues al ser tan valioso sería más fácil despedir a Jungkook.

Su plan era fácil, nada podría salir mal, dejar el collar en su casillero, hacer una escena porque mágicamente su collar favorito desapareció y encontrarlo en las pertenencias del nuevo empleado, era fácil, malvado y fácil.

Metió el collar en su bolsillo y camino por su casa como si solo estuviera estirando las piernas y no planeando terminar el contrato de uno de sus empleados de forma injustificada. Cuando llegó a la habitación de servicio se aseguró de que nadie estuviese ahí, que no haya nadie husmeando y que Jungkook no esté cerca, cuando se aseguró de que no había nadie busco con su mirada el casillero de Jungkook.

Era difícil, su casa tenía muchos empleados pues era un enorme lugar que necesitaba de cuidados y servicios, tampoco había convivido mucho con sus empleados como para saber cuál de los casilleros era de cada uno, así que se guío por su nariz.

Jungkook siempre apestaba a un perfume barato, Jimin lo había podido percibir desde el primer día así que se le haría fácil, al abrir el casillero porque tenía la llave puesta se distrajo sin querer.

El aroma que intoxicaba sus fosas nasales era embriagador, le había nublado la mente en cuanto lo sintió, el casillero de Jungkook olía exquisito, aroma a canela y miel en el aire le mantenían tambaleando, queriendo más de aquel aroma, quería hundir su nariz y revolcarse en las ropas que guardaban el delicioso aroma.

Tomo una de las chaquetas que se encontraba doblada y la llevo a su nariz, sin pensar dos veces, inhaló el aroma de Jungkook impregnado en su ropa. Era tan delicioso que no pensó en nada más, solo en como aquel nuevo aroma le volvía loco, tan loco que ni pudo escuchar cuando Jungkook entro al cuarto de servicio.

"¿Qué haces?" La voz del alfa lo saco de su trance, saltando en su lugar lanzó la chaqueta dentro del casillero y lo cerro de un golpe.

Jimin quiso actuar como si no hubiera pasado nada, como si no hubiera olido como perro en celo la chaqueta de Jungkook, se dio la vuelta sin mirar a su empleado y quiso irse, pero el alfa no dejaría que lo hiciera.

"Pregunte, ¿qué hacías? ¿por que tenías mi chaqueta? ¿y por qué abriste mi casillero?" Muchas preguntas para el cerebro de Jimin, este hacía cortocircuito y solo pensaba en lo bien que olía Jungkook.

Su cerebro hizo más cortocircuito cuando se dio cuenta que Jungkook estaba con el abdomen al descubierto, otra vez, y con una toalla envuelta en su cintura, seguramente había usado la ducha del cuarto de servicio por el calor.

Jimin no podía responder a nada, se puso nervioso por el aroma de Jungkook que sentía fuertemente, canela y miel, combinado a aquello tenía el abdomen bien trabajado de Jungkook lleno de tatuajes y con algunas gotas de agua frente suyo. No era una persona que pensaba en este momento, solo era un omega que quería treparse al alfa que tenía enfrente.

"Soy tu mayor y soy tu jefe." Dijo Jimin como pudo, se soltó del agarre de Jungkook y dio dos pasos hacía atrás. "Y sólo inspeccionaba el cuarto de servicio, tu casillero estaba abierto y tu chaqueta se quería caer."

"Estabas oliendo mi chaqueta." Acuso con el ceño fruncido.

"No lo hacía, ¿que querría oler de esa miseria?" Rodo los ojos, mintiendo, pudo estar toda la tarde oliendo aquella chaqueta tan deliciosa. "Solo la puse en su lugar."

"Si tu lo dices." Se encogió de hombros.

"Deja de ser irrespetuoso." Regaño. "Soy tu mayor y soy tu jefe, no me puedes tutear."

"Perdón, señor." Rodo los ojos, Jungkook era una persona respetuosa pero con los que se ganaban su respeto, Jimin no se había ganado su respeto. "Ahora, señor, ¿podría dejarme solo? o, ¿quiere ver cómo me visto?"

"Atrevido, no se cómo Hyungwon te contrato." Refunfuño dándole la espalda, yéndose echando humo porque no había logrado llevar a cabo su plan.

Jungkook rodó sus ojos al ver como el omega se iba, como si fuera el rey del mundo, era tan molesto. Pero tenía un cuerpo muy lindo, un trasero gordo y muslos firmes, lástima que ese cuerpo estuviera pegado a una persona tan despreciable.

Ambos pensaban lo mismo, aunque Jimin no admitiría que al ver el cuerpo de Jungkook de cerca se había calentado como en un día de verano, sintió sus mejillas enrojecer al recordar como esos tatuajes abrazaban su piel y como las gotas caían de sus músculos, jadeo al recordar el aroma de su empleado, era tan adictivo que si no fuera casado se hubiera trepado en Jungkook para besar su cuello y tener más de ese aroma embriagante.

Pero nunca lo admitiría. Por ahora no.

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