capitulo 4

MADELEINE

De inmediato cierro la liberta, justo después de descubrir la manera en que Tyler extendió la cabeza, intentando leer lo que apuntaba.

—Nunca me dejas leer lo que escribes —reclama.

<<Quizá porque todo lo que escribo es sobre ti>>, pienso. Sería extraño decírselo así ¿no? Incluso sería riesgoso, daría lugar a la posibilidad de que descubra las pequeñas pistas que reflejan las palabras y que se dirigen hacia una persona: él.

Luego de que mi corazón se rompiera a causa de Riley, escribí un montón de hojas. Un par de párrafos hablaban sobre él. Cientos, expresaban el otro lado de la ruptura, Tyler. Necesitaba entender el otro tipo de tristeza que me abordaba. Porque no se trataba de un simple desamor. Estaba triste porque perdí a mi novio y a mis amigas, pero también mi corazón se rompía aún más cuando notaba que había una persona capaz de arreglarlo en un parpadeo, una sola persona que, en realidad, no tenía idea de lo poderoso que podría ser sobre mí.

—Es que no está terminado —pongo como excusa. Desde hace tiempo, llevo diciéndole que solo podrá leer mi trabajo cuando sienta que está hecho lo suficientemente bien. El día que lo haya superado y las hojas no estén plagadas de un tinte llamado Tyler.

—No es justo —toma de la bandeja una patata frita y se la lleva a la boca—. Te dejo ver mis dibujos cuando apenas son bocetos —continúa reclamando, después de masticar y tragar.

Debo admitir que su punto es bueno.

Sin embargo, guardo la libreta en la mochila. Sé que él no sería capaz de arrebatármela ni nada parecido, pero por si acaso, la dejo en el fondo, segura y protegida de cualquier vista curiosa. Ni siquiera me atrevo a dejarla en la residencia.

—No es lo mismo —trato de encontrar una explicación razonable, una que no evidencie mis sentimientos románticos. Lo que me recuerda que debería dejar de soñar—. Tus bocetos tienen forma. Son una clara referencia a lo increíble que se verá el dibujo completo. Lo mío... Son oraciones sueltas. No forman parte de nada. No tiene sentido que leas así —si tuviera que hablar con la pura verdad, debería decirle: <<no quiero que leas sobre aquella vez en la que fui a una fiesta y me sentí muy sola, y todo lo que quería es que tu estuvieras ahí>>.

—Para mí lo tendría. Así que voy a insistir hasta que algún día digas que sí —pronuncia con aires de diversión, entonces reímos y continuamos almorzando. Hemos pactado que al menos, una vez a la semana, almorzaremos juntos y para eso, optamos por un comedor en el campus, así rompemos con la rutina de hacerlo en su apartamento o en la residencia.

Tan solo somos dos, por lo tanto, hay espacio de sobra en la mesa. Aunque aquello cambia cuando tres chicas, se acomodan ocupando los sitios libres. Al principio la situación mantiene su ritmo normal, pero acaba resultando intolerable e incómodo cuando percibo la forma en que susurran entre ellas y distingo que por momentos ponen la vista en Tyler.

A veces desearía ser valiente y rápida, poder largar todo lo que estoy sintiendo sin colocarme obstáculos. No alcanzo a decir nada. Tan pronto como planeaba hablar, las chicas se levantan y se van.

—Vaya, eso fue... Extraño —largo el aire contenido, destilando molestia.

—Estoy acostumbrado —se encoge de hombros, restando importancia. Él aparenta estar bien, como si nada hubiera pasado. En cambio, estoy siendo abordada por una sensación que me da ganas de gritar. Recuerdo los rumores de los que habló Tara. Aquellas chicas lo estaban juzgando—. Suelo evitar los comedores, pero la verdad, con el tiempo dejó de importarme.

—Tara... Ella me habló sobre las cosas que dicen de ti —quiero contárselo y al mismo tiempo, evitar que se sienta mal. Así que decido ser precavida. Ir con cuidado. Aunque probablemente, él esté al tanto de todo. Lleva bastante tiempo aquí.

—Ah, sí. Owen me los hizo saber el día que nos asignaron como compañeros de apartamento —comenta, tomándolo con gracia—. Creo que me tenía miedo. Pero, de todas formas, lo afrontó en una conversación —sigue contando y lo escucho atentamente—. Fue directo. ¿Planeas hacerme daño? ¿Te gusta golpear a la gente? ¿Estuviste en la cárcel? —imita a su compañero, haciéndome reír.

—No hablas en serio —murmuro, todavía carcajeando.

—De verdad —también hay rastros de diversión en sus facciones, lo que me tranquiliza—. Owen es así. Desconfiado al principio, pero luego hasta nos hicimos amigos.

—Él descubrió como eres realmente —largo con sinceridad, aun mirando la forma que toma su expresión cuando una situación lo divierte. Amo la manera en que ríe. Es sencillamente hermosa y contagiosa.

Entonces, la diversión en su cara se transforma en confusión, al instante en que nota su teléfono sonar. El aparato está sobre la esa, la pantalla se enciende y naturalmente, leo lo que se muestra. "Número privado". Juro que no lo hice de entrometida. Es solo una costumbre de leer todo lo que está a mí alcance.

Tyler resopla, parece frustrado, pero al mismo tiempo, da la sensación de que está reuniendo agallas para contestar. Finalmente, lo hace. Pronuncia un "hola" y se hace un silencio, hasta que segundos después, cuelga. Guarda el celular en la chaqueta y manifiesta una extraña actitud.

—Número equivocado —deja saber—. ¿Qué tal tus clases? Háblame de eso —pide y a pesar de que accedo e inicio a contar mis primeras impresiones, soy capaz de percibir la brisa enigmática que de pronto lo rodea.

Tengo la sensación de que realmente no está escuchando, algo que no es propio de Tyler. Él siempre se interesa cuando hablo, incluso si se trata de un libro cliché que nadie más desearía oír.

Permanezco anonadada ante su cambió repentino de temperamento, notando que dejó de reír y, antes de largarnos, compruebo que dejó el plato de comida a medio acabar.

Salimos del comedor para empezar a caminar en silencio el resto del camino. Aún nos quedan algunos metros para llegar al punto donde tendremos que dividirnos: él, tomará la dirección derecha, hacia la facultad de arte y diseño, yo doblaré hacia la izquierda, rumbo a la facultad de letras.

—Um, Tyler —interrumpo el silencio que se presentó desde que emprendimos a caminar—. ¿Está todo bien? —indago, debido a que lo ocurrido ha llevado a que mi cabeza comience a rebosar de dudas. ¿Y sí lo hice sentir mal hablando de los rumores? ¿O si recibió alguna mala noticia? Lo que sea, quiero saber.

Tyler, que acaba de oír la pregunta, baja la mirada hacia a mí. A veces, me derrito ante esa diferencia de altura. Otras, consigo frustrarme porque siento que Tyler me observa como si fuera una niña.

—Sí, Maddie. No hay nada de qué preocuparse —me da una sonrisa de aquellas que emanan tranquilidad. Todavía caminando, cubre mis hombros con un brazo y hace que me incline levemente hacia un costado, para abrazarme—. Disfruta la clase. Luego me cuentas —se despide, llegando al punto de separación.

Minutos después de alejarnos y tomar caminos diferentes, volteo. Entonces, descubro que él no se dirige a clases. Tyler se encamina hacia la zona del apartamento.

Tengo una pequeña bola de nervios instalada en la boca del estómago. Por un lado, quiero correr hacia él y pedirle que me cuente sus asuntos. A la vez, sé que no lo hará. Hay una parte de él que nunca me ha permitido ver y a lo largo del tiempo, entendí que siempre sería así, que tenía que aceptarlo.

Recuerdo pequeños períodos en nuestra amistad, donde pasábamos semanas sin hablarnos o encontrarnos. Finalmente, una vez me lo explicó: "Lamento ser así. No es tu culpa. Pero a veces las cosas se ponen oscuras y simplemente tengo que alejarme para encontrar la manera de volver a ser yo mismo".

Eso fue todo.

Lo dejo ir.

☽♡☽♡☽♡☽

TYLER

Aprieta los labios contra mi cuello, mientras sus manos descienden hasta el borde de mi camiseta y tira hacia arriba. Abandono el contorno de su cintura para estirar los brazos, facilitando aquel trabajo, hasta que la camiseta queda arrojada a una orilla de la cama. Ella se frota contra mí e intento concentrarme, dejar la mente en blanco para disfrutar aquel momento, pero en esta ocasión no es tan sencillo.

Debería sentirme excitado, sin embargo, en mi pecho continúa acumulándose angustia. Es molesto. Agotador. Me siento ridículo creyendo que podré ignorarlo para siempre, porque sé que no sucederá.

Y también es patético este intento de tapar problemas con sexo.

Roma, que sigue hacia delante, busca desprender el pantalón y entonces, sé que ya es suficiente y la detengo.

—Lo siento. No puedo hacer esto —digo, inclinándome hacia atrás para tomar distancia. Ella, que continúa sentada sobre mis piernas extendidas en la cama, me observa confusa.

—¿Hice algo mal? —pregunta, mientras se aleja, obteniendo su propio espacio.

—No, Roma. No se trata de ti —aseguro, ella suele creer que tiende a equivocarse y qué si algo está mal, es su culpa. He intentado hacerle entender que no es así, que la persona que le haya hecho creer aquello, no es más que un idiota. Pero en su mirada encuentro cierto nivel de ofensión—. Ayer pasó algo.

Se hace el silencio. Roma se pone de pie, recoge su camiseta y comienza a vestirse.

—¿Qué pasó? —finalmente indaga, pero no puedo evitar la intuición diciéndome <<solo está preguntando por compromiso>>. Ignoro aquel pensamiento.

—Ayer estaba almorzando, cuando atendí un llamado privado. En realidad, hacía días que lo ignoraba, pero no sé, tomé coraje y atendí —ahora que lo reconsidero, puedo notar que tal vez encontré esa valentía porque tenía una persona de suma confianza frente a mí: Maddie—. Todo lo que escuché fue un "hola" y colgué. Era él, Roma. Era...

—No lo digas —interrumpe, acaba de ponerse las zapatillas y encuentro que su mirada se oscureció; además, sus ojos de pronto se cristalizaron—. No remuevas el pasado, Ty. Él no puede hacerte daño, está encerrado. Solo ignóralo —recomienda agilizando el tema, para luego hacerlo a un margen, dejándolo en el olvido—. Debo largarme. Tengo examen mañana —la castaña se acomoda el cabello, cuelga su bolso en un hombro y se larga.

Otra vez el vacío, pero este es aún mayor, más profundo y angustiante. En el fondo, sé que llamé a Roma porque es la única persona aquí que conoce mi pasado y, por ende, caí en el error de creer que hablar con ella sería un modo de liberar toda esa preocupación acumulada. Creí que podría regresar hacia atrás y que no se aterraría, porque ya lo sabe todo.

Ahora comprendo que estaba equivocado.

Roma ya no quiere esa parte de su vida, quemó su pasado, lo convirtió en cenizas y luego las sopló lejos. Supongo que soy la única parte que sobrevivió a aquel incendio.

☽♡☽♡☽♡☽

Chequeo el celular. Un par de llamadas del número privado, otros tantos mensajes de mi hermano y unos cuantos de Maddie. Aún no he dicho a nadie más sobre esto. Damon está en la tranquilidad de su hogar, junto a su familia. Asher está obsesionado con su trabajo, literalmente, no para un segundo. Jax tiene su montón de problemas, no está en condiciones para oír las quejas de su amigo privilegiado que está en la universidad.

Y Maddie es como respirar aire puro. Intento no estropear aquél aura angelical que la caracteriza. No quiero llevar oscuridad a un mundo que carece de ella.

Así que ignoro la catarata de notificaciones, volteo el teléfono sobre la mesita de noche y apago la luz, pretendiendo dormir, aunque todavía ni siquiera llegó la hora de cenar.

MADELEINE

En ciertas ocasiones, extraño a Cassidy. Extraño nuestra amistad y poder llamarla a toda hora, para pedirle algún consejo o simplemente para que me ayude a decidir sobre alguna cuestión. Su respuesta no era siempre correcta, pero al menos me daba seguridad. Su actitud era decidida, lo contrario a la mía, siempre dudando por miedo a equivocarme.

—¿No bajas a cenar? —pregunta Tara, colándose en mi habitación que le queda de paso.

—En un momento voy —respondo, porque en realidad, no sé qué haré. La chica asiente y se pierde escaleras abajo.

Briana, que acaba de llegar y está quitándose el abrigo, habla.

—¿No tienes hambre? —inquiere, sé que no le importa demasiado, pero está intentando ser amable. Ha sido así desde hace una semana. No pasa mucho tiempo aquí, de hecho, aparece para dormir y algunas veces compartimos comida. Según Tara, el problema de Briana es que se cree demasiado y todos le caemos mal. Sin embargo, tengo el presentimiento de que le agrado. Espero que así sea, porque ella a mí me cae bien.

—No, no es eso —aún sentada sobre la cama, presiono el borde del colchón—. Crees qué... —atino a contarle lo que está pasando, pero finalmente desisto—. Olvídalo.

—No, dilo. Vamos, que no voy a comerte ni nada por el estilo —ella se sienta sobre su cama, frente a la mía. Sonrío nerviosa y hablo.

—Hay... Hay un amigo —inicio a contar—. Creo que la está pasando mal por algo, pero no quiere decírmelo. Y me gustaría ayudar, pero tampoco quiero forzarlo a hablar —suspiro, largando el aire contenido. Por lo general, cuando pienso en Tyler, el corazón me late a un ritmo desmedido e incluso a veces olvido como respirar—. Crees... ¿Crees que sería demasiado invasivo si voy a verlo?

Briana niega de inmediato.

—Si crees que te necesita, hazle caso a tu intuición. Confía más en ti —anima—. Y sí tu amigo cree que eres invasiva, entonces, él se lo pierde —sonríe, perspicaz. Vaya. Ojalá tuviera toda esa confianza. Ojalá ser un poco más como Briana—. Ahora, yo sí bajo a cenar. Muero de hambre.

Mi roomie abandona el cuarto, seguido, un intenso silencio me acecha, solo somos mis pensamientos y yo. Todavía inspirada por la confianza que desborda Briana, hago a un lado los obstáculos mentales, recojo el celular, unos cuantos billetes y me coloco el abrigo para salir.

☽♡☽♡☽♡☽

Entiendo por qué una parte de mi intuición decía que no debía salir: en medio del camino, una lluvia torrencial se abre lugar, consiguiendo que me empape por completo en menos de veinte segundos.

Analizo la distancia, me doy cuenta que estoy a unos pocos metros de los apartamentos y decido seguir adelante. Ya estoy aquí.

Al llegar al complejo, evito el ascensor, asegurándome que la menor cantidad de gente posible me vea en tal estado: hecha un desastre. Hago un esfuerzo desmedido para subir las escaleras –que son extensas, ya que el ejercicio y yo no hacemos una buena combinación. Digamos que lo evito a cualquier precio.

En una ocasión anterior, Tyler dijo cuál era su número de apartamento, así que toco la puerta indicada cuando la reconozco. El inconveniente climático acaparó toda la atención que incluso, por un instante, olvidé que estoy a punto de ver a Tyler, cargando un aspecto lastimero. Tengo agua hasta en el interior de las zapatillas.

—Oh por Dios —exclama el muchacho delgado y de gafas cuadradas que abre la puerta—. Te equivocas de apartamento. No esperamos a nadie —parece espantado por mi estado.

—No, no. Espera —lo detengo antes de que cierre la puerta.

—Más vale tengas una buena excusa. Acabo de pausar una partida para atender —se queja, gruñón. Sin embargo, provoca cierta gracia, se ve como una persona inofensiva.

—Soy Maddie, amiga de Tyler. Vengo a verlo —pronuncio con seguridad, tratando de no titubear o confundirme.

—Está durmiendo —anuncia y durante un pequeño lapso de tiempo, me observa esperando que me largue. Sigo ahí. Al final, él suspira frustrado—. Vamos, entra —se hace un lado, permitiéndome ingresar, así que lo hago y él cierra la puerta—. Lo voy a despertar. Pero primero, te daré algo para que te seques. ¿Cómo se te ocurre salir un día así? Acabarás enfermando —reprocha y no puedo evitar reír por lo bajo—. ¿De qué te ríes?

—Me recuerdas a mi padre —digo, sincera. Me agrada que me recuerde a él, de pronto asimilo lo mucho que lo extraño, a pesar de que tan solo llevo una semana y media sin verlo.

—Bueno, no soy tu padre. Soy Owen —se presenta y río otra vez.

Owen se ausente un momento, luego reaparece con una toalla y me la entrega, así que la extiendo y de inmediato me rodeo con ella. También me invita a acercarme a la calefacción, haciendo que note el calor que el aparato emana, mientras intento dejar de temblar. Permanezco allí, él se marcha por el trapeador, dice que no puede creer la cantidad de agua que dejé en el piso. Me siento algo avergonzada por aquello, pero ya no puedo hacer nada para remediarlo.

—Owen, ¿qué es todo este alboroto?

De pronto, oigo su voz. Un particular sonido tan invisible como poderoso, que se cuela a través de mis oídos, pero consigue desplegar cosquillas por todo mi cuerpo.

Giro y al instante, desearía no haberlo hecho. La escena que tengo en frente es digna de robar el aliento a cualquiera y lo hace, me deja sin aire. Tyler no lleva camiseta, su cabello está a medio peinar y lleva un pantalón vaquero que deja a la vista el elástico del bóxer.

—Maddie —dice sorprendido, entonces me doy cuenta donde tengo la mirada y vuelvo a llevarla hasta su cara—. ¿Pasó algo? —observa preocupado y niego.

—Nada. Yo... —inspiro una breve cantidad de aire. Necesito recaudar valor para no sonar como una tonta, ya es suficiente con estar empapada y verme ridícula—. Solo venía porque... Porque pensé que podíamos pasar un buen rato. Como los viejos tiempos.

Acaba siendo un alivio cuando noto que su preocupación se deshace; los ojos se le encienden y su rostro se relaja. Parece contento y ese simple detalle me llena el corazón.

Él da un paso adelante, se acerca y ya no sé si estoy temblando por el frío o por la cercanía. Sostiene los extremos de la toalla y vuelve a cubrirme, pero esta vez con más fuerzas. No tardo en sentir la enorme sensación de calidez que me transmite.

—Será mejor que te des una ducha caliente y tomes algo de mi ropa —sugiere y la verdad, tiene razón. Me estoy congelando. Pero ahora mismo, no me molestaría quedarme justo como estamos. Tan cerca—. Mientras tanto, pediré pizza. ¿De acuerdo?

—De acuerdo —logro hablar sin evidenciar el nerviosismo que acaba de apropiarse de mi capacidad para actuar como una persona normal.

Tyler me roba la sensación de control. Me hace sentir en el aire, flotando, hace que mi cuerpo se comporte de una manera extraña e inusual. Debería odiarlo por aquello, pero como si fuera una ironía, permanezco allí, deseando por más. 

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